El conflicto oculto dentro del estado fascista por el control de la política económica (5)

por Jehu

Al castellano: Non Lavoro

https://therealmovement.wordpress.com/2015/10/10/the-hidden-conflict-within-the-fascist-state-for-control-of-economic-policy-5/


 He pasado por este proceso para aclarar por mí mismo la lógica de la discusión actual de las llamadas tasas de interés negativas — un oxímoron como él solo. Esta es la cuarta parte de la serie; la primera , segunda , tercera y cuarta parte se pueden encontrar aquí. Espero que también sea de utilidad para los lectores.

 

Quinta parte: el dólar y la posibilidad creciente de la guerra de divisas del siglo XXI

¿Se puede rescatar la política monetaria del olvido? Probablemente no. Hay demasiadas dificultades con la idea de tasas de interés negativas aplicadas a la moneda.

Como expliqué en la cuarta parte de esta serie, Haldane propone que la forma de evitar el límite inferior cero [ZLB, zero lower bound] en la política monetaria puede ser imponer una tasa de interés negativa a los tenedores de moneda emitida por el estado. Si se pudiera encontrar una manera de obligar a los tenedores de moneda a pagar intereses por la moneda en sus cuentas bancarias, billeteras, bolsillos, e incluso en sus colchones, el Estado podría imponer a la sociedad la distinción entre dinero de crédito y moneda a pesar de un contexto de tasa de interés cero.

Una vez despojado de su envoltorio engañoso como si fuese una simple política monetaria, lo que Haldane propone es la expropiación total de tu cuenta de ahorros, tu cuenta corriente e incluso la moneda en tu billetera y tu tarro de galletas. Esto va mucho más allá de la política monetaria y comienza a traspasar los límites de la política económica nacional. Según la interpretación más caritativa, su propuesta está dentro de la esfera de la política fiscal, incluso monetaria, a pesar del intento de ocultarla detrás de una coloración protectora como una tasa de interés negativa sobre la moneda.

Por el momento, sin embargo, ignoremos esta objeción potencial a su propuesta. En cambio, tratémoslo como la propuesta de una medida similar a la que hizo Roosevelt  en 1933: la devaluación pura y simple de la moneda.

¿Cuáles son las dificultades a tener en cuenta?

La devaluación de la moneda de Roosevelt en 1933

Un sorprendente número de personas — casi todos — no se dan cuenta de que Roosevelt impuso una devaluación draconiana en la población estadounidense para detener la contracción de la economía estadounidense en 1933. Aunque por alguna razón totalmente extraña, Roosevelt conserva una imagen favorable entre los radicales vagamente izquierdistas, en realidad debería ser mejor conocido por haber impuesto la reducción de los salarios más draconiana en la historia de los Estados Unidos.

Y lo hizo simplemente cambiando la fijación del dólar contra el oro.

Bajo el patrón oro, si un estado quería devaluar su moneda (o imponer una tasa de interés negativa sobre la moneda) era bastante simple. La moneda estaba vinculada al oro a 20,67 dólares por onza troy; por lo tanto, si querías devaluar la moneda, simplemente hacías lo que hizo Roosevelt: cambiar el valor fijo de 20.67 dólares por  una onza troy a 35 dólares. Una vez que se impuso esta devaluación, ahora se necesitaría un 75% más de dólares para canjear una onza troy de oro. Por otro lado, si el precio de una mercancía era de $ 20.67 antes de la devaluación, ahora costaría $ 35, o el vendedor obtendría solo 0.60 de una onza de oro por su producto.

Supón que quieres que la moneda se deprecie en un porcentaje establecido cada año.

En el transcurso de un año, simplemente y de manera progresiva aumentarás la cantidad de moneda que se necesita para canjear una onza de oro del banco. Si pretendías devaluar la moneda en un 10% anual, en el transcurso de un año, la tesorería simplemente aumentaría la vinculación hasta llegar a 22,74 dólares. A principios de año, podría haber comprado una onza de oro por $ 20.67; mientras que, al final, se necesitarían $ 22.74 para hacer la misma compra.

Hay un problema con esto: es fácil de evadir. Sabiendo que el estado está depreciando deliberadamente su moneda, las personas la evitan. Se adhieren al oro, que el estado no puede falsificar y no puede depreciar. Eventualmente, rechazan por completo la moneda emitida por el estado y el estado pierde todo poder para hacer cumplir su mandato. Por lo tanto, si el estado se propone depreciar su moneda deliberadamente, al principio surgirá un sistema de precios de dos niveles; uno denominado en dinero-mercancía y el otro en moneda emitida por el estado. En última instancia, los ciudadanos se negarían a aceptar la moneda bajo cualquier  circunstancia. Esta fue la experiencia histórica de los Estados Unidos durante la Guerra Civil.

Sin embargo, el estado aún podría hacerlo siempre que evitara que el oro circulase  en la economía. Entonces, cuando Roosevelt se dispuso a depreciar la moneda en 1933, simplemente prohibió la propiedad privada del oro por orden ejecutiva. Su orden ejecutiva pronto se vio reforzada por una ley en este sentido, aprobada por el Congreso en 1934. Esa ley hizo ilegal el uso del oro en el comercio y la especificación del oro en los contratos. Para hacer cumplir la depreciación de la moneda frente al oro, el estado tuvo que evitar la aparición de un sistema de precios de dos niveles y el uso del oro como el medio alternativo natural de intercambio.

¿Devaluación de la moneda frente a qué?

La discusión sobre las tasas de interés negativas sobre la moneda está diseñada para lograr esta misma medida hoy. ¿Cómo pueden los fascistas devaluar la moneda para posibilitar la salida del límite inferior cero? Y aquí es donde el argumento se vuelve completamente estúpido: el oro ya no se usa como dinero en la economía, el patrón oro está muerto y nunca regresará.

Esto presenta un gran problema: ¿cómo pueden los fascistas devaluar el dólar contra sí mismo? En 1933, había fiat y oro, y los dos dineros circulaban a la par en la economía. Cuando la moneda fue devaluada, se devaluó frente al oro. Hoy solo hay una forma de dinero en circulación: un fiat inconvertible sin valor. No se puede devaluar el dinero contra sí mismo. Un dólar siempre vale un dólar, sin importar cuál sea este valor. (Francamente, dado que el fiat no tiene valor, no puedes  devaluarlo en absoluto, pero dejemos eso de lado por ahora).

Los economistas, simplones que son, intentan solucionar este problema sugiriendo que el fiat se devalúe frente al dinero crediticio. Sugeriría que la discusión es deliberadamente engañosa: Washington no puede devaluar el dólar contra sí mismo. Incluso si esto eventualmente se hiciera posible — en un reemplazo tipo  Bitcoin por la moneda — no sucederá antes de la próxima recesión.

Devaluaciones competitivas de monedas

Washington, sin embargo, puede devaluar el dólar frente a otras monedas fiduciarias emitidas por el estado. Cuando los economistas hablan de devaluar el dólar, lo sepan o no, están hablando de devaluarlo frente al euro, el yen, el yuan, etc.

Según The Economist en un artículo titulado, Las devaluaciones no funcionaron, sin embargo, la devaluación, bueno, no funciona. Y citan a algún simplón burgués de HSBC, en este sentido:

“Los intentos de los bancos centrales individuales de impulsar el crecimiento y la inflación a través de la depreciación de la moneda han sido colectivamente contraproducentes”

El argumento es similar al de Keynes en 1933 de que la devaluación de la moneda puede funcionar para impulsar las exportaciones de un país, pero no funcionará para impulsar las exportaciones de todos los países juntos. Esto, por supuesto, supone que si cada estado trata de devaluar sus monedas a la vez, el tipo de cambio relativo entre ellos será más o menos el mismo. Si el tipo de cambio entre ellos permanece sin cambios, ningún estado obtiene la ventaja de tener precios más bajos e impulsar las exportaciones.

El simplón citado por The Economist concluye:

“En ausencia de una gran revolución monetaria, es más probable que los grandes movimientos en las monedas simplemente redistribuyan el dolor deflacionario a que generen un crecimiento económico decente, particularmente si las tasas de interés nominales ya están en el límite de la tasa cero. Una mayor incertidumbre monetaria inducida por las políticas también puede contribuir a un crecimiento del comercio mundial inusualmente débil, consistente con la experiencia posterior a la crisis financiera”.

Como señala el simplón, lo que ocurrió en la década de 1930 fue un evento único: el vínculo entre el oro y la moneda se rompió. Solo puedes abandonar el patrón oro una vez y esto ya se ha hecho. Una vez que se completó en 1971, con el colapso de Bretton Woods, las monedas ya no tenían ningún vínculo con el oro y, por lo tanto, no podían devaluarse más contra el oro. (En todo caso, Washington y Londres ahora trabajan juntos para contener el precio del oro, no para devaluar sus monedas contra él).

Sin embargo, esto no significa que no sea posible una nueva devaluación de la moneda. El problema con este razonamiento simplón es que la devaluación de la moneda solo tiene que funcionar para un país: el que posee la moneda de reserva mundial. Puesto que el dólar de Washington se usa en la mayoría de las transacciones internacionales, si pudiera devaluar con éxito su moneda frente a otras monedas, podría exportar la deflación a todas partes donde se usa el dólar en las transacciones.

La posición única del dólar en el mercado mundial.

Las preguntas son:

  1. ¿Puede Washington devaluar con éxito el dólar frente a otras monedas? y,
  2. ¿Cuáles son las implicaciones si es que puede?

La falacia del argumento burgués simplón dominante contra la devaluación de la moneda es que comienza con el supuesto de que todas las monedas son iguales. Y de hecho, no lo son. La mayoría de las monedas en el mercado mundial son monedas puramente locales (nacionales) — medios de cambio válidos solo en sus estados particulares. Muy poco del crédito disponible en el mercado mundial está denominado en estas monedas locales.

Por el contrario, a causa del desarrollo histórico, el dólar estadounidense reemplazó progresivamente al oro como estándar para todos los precios en el comercio mundial. Por lo tanto, el estándar para el poder adquisitivo de cualquier moneda —excepto, tal vez, el euro — se establece en relación con los dólares.

Piensa en lo que eso significa con este experimento mental:

Supongamos que, en el momento de la Gran Depresión, hubiera sido posible falsificar oro de la misma simple manera que uno podría falsificar dólares. Cada país podría haber falsificado oro y, por lo tanto, devaluar el oro frente a su moneda, para pagar las importaciones. Los precios de las importaciones habrían caído y en relación con el precio de los bienes producidos en el país.

Algo como esto ha ocurrido en los últimos 80 años en que el dólar ha alcanzado una posición en el mercado mundial muy similar a lo que implica el patrón oro. Sin embargo, en lugar de que todos los países tengan la capacidad de falsificar “oro”, solo EE. UU. lo tiene.

El dólar y la guerra de monedas en el siglo XXI.

Por ende, Washington puede reducir los precios de las mercancías que se comercializan internacionalmente en relación con el poder adquisitivo de todas las demás monedas. Al hacerlo, pondría a las mercancías producidas en el país en desventaja en todos los demás países a la vez. El impacto de la devaluación del dólar no se parece en nada a lo que se lograría devaluando euros, yenes, yuanes o reales. Otros países se verían inundados con mercancías producidas en los Estados Unidos y por mercancías de otros países con precios en dólares estadounidenses.

A medida que el poder adquisitivo de varias monedas locales se aprecia en relación con el dólar — o, más exactamente, a medida que los dólares se deprecian en relación con las monedas locales — sus ciudadanos preferirían importaciones más baratas. Los países que tenían balances comerciales pequeños o incluso negativos se verían sumidos en masivos déficits de importación. Para controlar estos déficits de importación, se verían obligados a: (a.) depreciar sus monedas, (b.) reducir el consumo interno, o (c.) reestructurarse.

En Washington, no se sentiría tal impacto, por lo que podría seguir imprimiendo moneda hasta que todos gritaran “¡Me rindo!”

Flexibilización cuantitativa continua

¿Cómo logra Washington este tipo de guerra monetaria del siglo XXI? Haldane hace una sugerencia: flexibilización cuantitativa continua. Sin embargo, si EE. UU. ejecutara una FC continua, se requeriría que Washington intensificara en gran medida su gasto deficitario. Y tendría que aceptar un déficit comercial en aumento.

Para decirlo de otra manera, Washington tendría que llevar a cabo una gestión económica del mercado mundial en su conjunto, no solo de los Estados Unidos. Huelga decir que a nadie le gusta el dominio de los Estados Unidos ahora y esto no les parecería divertido.

Sin embargo, lo que a otros países les gusta o no les gusta no tiene peso en Washington y no debería tener parte en nuestro análisis. La única pregunta que nos preocupa es si otros países, al ver sus monedas socavadas por Washington, podrían defenderse. Si eres el partido gobernante de un país cuya moneda está siendo socavada por la guerra de divisas de Washington, ¿qué podrías hacer?

Podrías tratar de mantener la paridad del tipo de cambio de tu moneda con respecto al dólar — imponer algún tipo de fijación. A medida que el poder adquisitivo del dólar colapse, también lo haría el poder adquisitivo de tu moneda. Lo que significa que el poder adquisitivo de los salarios de la clase trabajadora se vería aplastado por tus intentos de proteger tus industrias nacionales.

Piénsalo de esta manera: si Washington devaluara su moneda, podrías responder adoptando los dólares como tu moneda local. Ahora, en lugar de mantener una fijación, simplemente adoptas los dólares como Grecia lo hizo con los euros. ¿Cómo está funcionando esto para la clase trabajadora en Grecia?

No importa si estableces una fijación para mantener el tipo de cambio de paridad de tu moneda con los dólares o si adoptas los dólares directamente, el resultado es el mismo: la clase trabajadora aún estaría jodida. Los estados no son la fuente de la plusvalía, la clase trabajadora sí lo es, y la devaluación de la moneda está diseñada para aumentar la plusvalía. Todo lo que el partido gobernante de un país cuya moneda no es el dólar puede hacer es mantener el poder adquisitivo de su moneda y ver cómo colapsan sus industrias nacionales, o aumentar la depreciación de su moneda e imponer una dura austeridad a su clase trabajadora.