¿Podemos abolir el trabajo, por completo y ahora mismo? (Parte 4)
por Jehu
Al castellano: Non Lavoro
https://therealmovement.wordpress.com/2013/06/08/can-we-completely-abolish-labor-right-now-final/
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- La centralidad del trabajo en Marx
Al comienzo de esta serie, señalé que, según Elmar Flatschart, la wertkritik afirma que la abolición del trabajo no es lo mismo que la emancipación social. En su opinión, la abolición del valor es solo una condición para la emancipación social, pero la emancipación social en sí misma es un problema más complejo.
A primera vista, esta conclusión podría verse como muy pesimista, pues implica que incluso en ausencia de toda necesidad material de trabajo, la gran masa de la sociedad aún podría estar atrapada en el trabajo obligatorio y la debilitante división del trabajo para el solo beneficio de un grupo cada vez menor de explotadores.
Este no es un punto menor. El concepto de abolición del trabajo es fundamental para la teoría de Marx y Engels. Uri Zilbersheid llama a la abolición del trabajo una de las ideas más importantes de Marx; señala que el concepto es central al menos en “sus primeros escritos y hasta cierto punto en sus escritos posteriores”. Sin embargo, observa Zilbersheid, la abolición del trabajo recibe poca atención de los marxistas:
“La visión marxista radical — la abolición del trabajo — no ha obtenido el debido reconocimiento. El pensamiento marxista está dedicado a liberar a la humanidad de todo tipo de servidumbre, y la abolición del trabajo constituye un aspecto importante de esta liberación”.
Zilbersheid intenta demostrar, en sus palabras, por qué…
“En el centro de la fase más alta de la sociedad comunista, como se describe en los primeros escritos de Marx, está la abolición del trabajo. La más famosa abolición de la propiedad privada, la conocida abolición del estado y la menos conocida abolición de la división del trabajo están todas condicionadas a la abolición del trabajo mismo”.
Esto sugeriría que cuando Elmar Flatschart sostiene que “el llamado a la abolición del trabajo no tiene ramificaciones inmediatas para la política marxista”, probablemente esté afirmando que el pilar central de toda la teoría de Marx no tiene consecuencias para la praxis comunista en la sociedad del siglo XXI. El argumento equivale a afirmar que la abolición tanto del capital como del estado no tiene ramificaciones para la política marxista. De hecho, el error aquí es mucho más grave: si hay que creer en Zilbersheid, y Flatschart parece estar de acuerdo con él en este punto, tanto la abolición del estado como la abolición del capital están condicionadas a la abolición del trabajo mismo.
Para Marx, dice Zilbersheid:
“… La propiedad privada no es un hecho social primario, sino un fenómeno social derivado, que históricamente se ha desarrollado a partir de un cierto tipo de actividad humana, es decir, de la actividad productiva alienada. Así, en la primera fase dice que “el trabajo alienado es la … causa de la propiedad privada”. Luego, al cambiar la terminología dice, por ejemplo, que “el trabajo es la esencia de la propiedad privada” (que la propiedad privada, o la explotación, es una manifestación del trabajo; es decir, es el trabajo que ha ampliado el alcance de sus medios, convirtiendo así a otros seres humanos en sus instrumentos vivos)”.
La sola idea de que “ningún programa nuevo o plan maestro de emancipación […] puede desarrollarse a partir de la abolición del valor” implica que el tiempo de trabajo socialmente necesario requerido para la producción de mercancías puede reducirse progresivamente sin que esta reducción tenga un efecto inmediato y consecuencias de gran alcance para la sociedad.
Sin embargo, he reformulado la conclusión de la wertkritik de una manera que creo que puede arrojar luz sobre el problema que enfrentamos en la actualidad:
No todo el trabajo que realizamos en la actualidad es materialmente necesario.
Así reformulada, se puede ver que la wertkritik quiere decir que hay una masa de trabajo en constante crecimiento que puede abolirse inmediatamente para dejar espacio a un tiempo libre sin precedentes para la sociedad. Esta posibilidad se ve confirmada por los esfuerzos de algunos escritores marxistas como Freeman y Vandesteeg, Harman, Howell y Moseley tanto para definir el concepto de trabajo improductivo como para estimar la cantidad, si la hay, de dicho trabajo en la economía. El hecho de que estos escritores no definan y cuantifiquen adecuadamente el tiempo de trabajo desperdiciado que se realiza bajo el régimen del trabajo asalariado no debe tomarse como una señal de que estos esfuerzos fueron equivocados.
He mostrado evidencia empírica que demuestra que durante las últimas cinco décadas el tiempo total de trabajo de la sociedad se ha duplicado, y este trabajo es ahora 2,5 veces más productivo. Esto significa que se ha quintuplicado la riqueza material producida por la clase trabajadora, incluso cuando los salarios han caído y la pobreza ha aumentado en números absolutos.
Desafortunadamente, aunque la bibliografía apunta a la probabilidad de una masa creciente de trabajo innecesario, los teóricos marxistas nunca han definido o cuantificado adecuadamente cuánto del trabajo gastado actualmente por la clase trabajadora es productivo y cuánto es desperdicio. Dado que la posibilidad de cualquier reducción del tiempo de trabajo, y la consecuente liberación de la clase trabajadora de la división del trabajo y del trabajo mismo, se basa en la existencia de una masa de trabajo innecesario, la falla en medir adecuadamente la cantidad de trabajo innecesario realmente realizado ha dejado a la clase trabajadora en la oscuridad con respecto al potencial ya materialmente presente para emanciparse del trabajo. La emancipación del trabajo de la clase trabajadora debe ser un acto propio, pero los marxistas tienen un papel que desempeñar en revelar a los demás trabajadores, en la medida de lo posible, el potencial ya materialmente presente para esta emancipación.
Este defecto en el análisis crítico de los teóricos marxistas persiste a pesar de que ya hay herramientas a mano para definir y cuantificar con un alto grado de precisión exactamente cuánto del tiempo de trabajo gastado por la sociedad es tiempo de trabajo improductivo desperdiciado.
Empleando el análisis de Moishe Postone, he demostrado que, en la teoría laboral de Marx, así como la revive y reconstruye Postone, el trabajo superfluo no es el resultado accidental del modo de producción capitalista, sino que es precisamente el objetivo del capital. De esto se deduce que, para la teoría laboral, la existencia de trabajo enteramente superfluo no es el caso excepcional, sino una característica fundamental del capital que define su carácter históricamente específico. La cuestión, por tanto, no es si existe una masa de tiempo de trabajo superfluo que pueda ser abolido, liberando a la clase trabajadora de todo trabajo, sino cuánto de la jornada de trabajo social actual se ajusta a esta descripción.
La abolición del trabajo ya no es simplemente una cuestión de supuestos teóricos fundamentales del materialismo histórico, ahora es, ante todo, una cuestión empírica.
Postone muestra que la jornada de trabajo social se puede dividir en tiempo de trabajo que es materialmente necesario y tiempo de trabajo que es necesario solo para mantener las relaciones capitalistas de producción. El tiempo de trabajo total de la sociedad debe incluir estas dos medidas de tiempo de trabajo: tiempo de trabajo materialmente socialmente necesario y tiempo de trabajo capitalistamente socialmente necesario. La diferencia entre estas dos medidas del tiempo de trabajo de la sociedad es lo que Postone define como tiempo de trabajo superfluo, es decir, tiempo de trabajo que, bajo ninguna circunstancia, puede ser empleado productivamente por la sociedad. Este tiempo de trabajo ya no es simplemente relativamente superfluo (es decir, superfluo para sus productores), ahora es absolutamente superfluo, es decir, superfluo incluso desde el punto de vista del objetivo del propio modo de producción capitalista.
El objetivo de la producción capitalista es siempre y en todas partes la producción de plusvalía, de ganancia: la autoexpansión del capital y la extensión del trabajo de la clase trabajadora más allá de la duración necesaria para la satisfacción de las necesidades de los productores. El tiempo de trabajo absolutamente superfluo identificado por Postone, sin embargo, es la extensión de las horas de trabajo más allá incluso del objetivo del modo de producción capitalista. Es un tiempo de trabajo que no puede satisfacer las necesidades materiales de los productores sociales ni contribuir a la autoexpansión del capital mismo. Este tiempo de trabajo, que, incluso desde el punto de vista del propio modo de producción capitalista, ya no crea ningún valor.
- Las herramientas que brinda la teoría laboral
¿Cómo es que la reconstrucción de Postone de la categoría de Marx, tiempo de trabajo superfluo, nos permite definir y cuantificar con un alto grado de precisión la cantidad de tiempo de trabajo actualmente gastado por la clase trabajadora que es completamente superfluo para las necesidades materiales de la sociedad? Un supuesto fundamental de la concepción del dinero en la teoría laboral, es que el tiempo de trabajo que es socialmente necesario para la producción de una mercancía solo puede expresarse en el cuerpo material de una mercancía que sirve como dinero en una transacción. Al mismo tiempo, un dinero-mercancía sólo puede expresar el tiempo de trabajo socialmente necesario contenido en la mercancía. El trabajo gastado en la producción de mercancías que no es socialmente necesario para la producción de las mercancías no puede expresarse en dinero-mercancía.
Así, la teoría laboral nos proporciona un instrumento ya presente en la sociedad para distinguir el tiempo de trabajo materialmente socialmente necesario del trabajo superfluo realizado únicamente para mantener las relaciones capitalistas de producción. El tiempo de trabajo que no puede crear valor sólo puede expresarse materialmente en un “dinero” que ya no expresa en su material el valor de las mercancías, es decir, un dinero que no contiene ningún valor: la moneda envilecida inconvertible emitida por el estado fascista.
La parte del tiempo de trabajo que la sociedad gasta en la producción que no es socialmente necesaria, por lo tanto, no puede expresarse en forma de dinero-mercancía. Si este trabajo superfluo ha de lograr una presencia continua y estable dentro del modo de producción capitalista (horas de trabajo que se extienden más allá de la duración requerida materialmente para ambas clases), se requiere un scrip sin valor inconvertible emitido por el estado fascista que no esté atado a ningún dinero-mercancía. La moneda emitida por el estado fascista, una vez separada de la mercancía para la que anteriormente servía como signo [token], puede emplearse en transacciones no solo que involucran el tiempo de trabajo socialmente necesario gastado por la sociedad, sino también la cantidad adicional de tiempo de trabajo absolutamente superfluo y ahora necesario para mantener relaciones de producción capitalistas anticuadas.
El colapso del patrón oro, por lo tanto, anunció al mundo que las relaciones capitalistas de producción eran ahora completamente anticuadas. No fue el oro lo que se convirtió en una reliquia bárbara en la década de 1930, como afirmó Keynes, sino las propias relaciones capitalistas de producción. Si estas bárbaras relaciones de producción continuaran, el dinero utilizado por la sociedad ya no podría reflejar el trabajo materialmente requerido para la producción.
Si medimos el tiempo de trabajo total de la sociedad por el tiempo de trabajo socialmente necesario materialmente requerido para la producción de todas sus necesidades, obtenemos un gráfico que se parece a esto:
PIB estadounidense expresado en miles de millones de onzas de oro 1920-2012 (BLS, Kitco)
Sin embargo, si medimos el tiempo de trabajo total de la sociedad por el tiempo de trabajo requerido para mantener las relaciones capitalistas, obtenemos este gráfico:
PIB estadounidense expresado en dólares 1920-2012 (BLS)
Si comparamos la expansión de los dos tiempos de trabajo desde 1920 entre sí, obtenemos una instantánea de cómo la división de la jornada de trabajo social existente entre el tiempo de trabajo materialmente socialmente necesario y el tiempo de trabajo capitalistamente socialmente necesario ha evolucionado con el tiempo.
Cambio en el PIB de EE. UU. Expresado en miles de millones de onzas de oro frente a dólares entre 1920 y 2012 (BLS, Kitco)
Las barras en VERDE son el tiempo de trabajo requerido para mantener las relaciones capitalistas de producción de 1920 a 2010, las barras en AMARILLO muestran cuánto del trabajo gastado cada año hubiera sido necesario si se aboliera la relación capitalista.
Según mis cálculos, hoy en día entre el 92% y el 98% de todo el trabajo realizado en nuestra economía es superfluo y puede abolirse:
Cantidad estimada de tiempo de trabajo superfluo gastado en los Estados Unidos 1920-2012 (BLS, Kitco)
Esto significa que, aunque el capital no ha abolido por completo la necesidad material de trabajo, lo ha reducido tanto que la sociedad podría operar exclusivamente sobre el esfuerzo productivo voluntario si no fuera por las relaciones capitalistas de producción. La cantidad de trabajo socialmente necesario que se requiere en este punto es tan insignificante que efectivamente no hay necesidad de trabajo en absoluto.
Incluso si damos cuenta de la limitación puramente capitalista del consumo de la clase trabajadora por las relaciones capitalistas de producción, la mayor parte de la semana de trabajo social se puede eliminar incluso con el consumo de la clase trabajadora aumentando a un nivel civilizado.
Si hay que creer en la Wertkritik, la mayor parte del esfuerzo de la política económica del estado fascista actual se dirige a crear los enormes volúmenes de trabajo superfluo que ahora se requiere para mantener vivo el capitalismo. Suponemos que el trabajo sigue siendo tan necesario como lo era en la época de Marx, pero el análisis de Postone y de la Wertkritik sugiere que no es así en absoluto. La razón por la que la creación de puestos de trabajo se ha convertido en el imperativo primordial de la política estatal desde la Gran Depresión se explica por el hecho de que, como señaló Marx en la década de 1850, el capitalismo “postula lo superfluo en medida creciente como condición — cuestión de vida o muerte — de lo necesario”. Es una cuestión de vida o muerte para el modo de producción capitalista que el trabajo superfluo deba aumentar constantemente.
Entonces, esto es lo extraño: estamos aquí hoy peleando por cuándo podrá la gente jubilarse y cobrar el Seguro Social o por el estancamiento de los salarios de la clase trabajadora desde 1970, cuando el capitalismo ya ha vuelto obsoleto todo el trabajo.
¿Qué tan jodido es eso?
Es posible ver por qué la Wertkritik se encuentra aquí en un callejón sin salida: entendido correctamente, está diciendo que es completamente posible que todo el trabajo que realiza la clase trabajadora en la actualidad sea innecesario. Como afirmación, esto parece tan descabellado como para ser una locura utópica. Y entonces, en lugar de proporcionar evidencia empírica para respaldar su conclusión, la escuela wertkritik simplemente retrocede a sus libros.
Lo que dice la Wertkritik es que ya no hay alternativa; este es el problema que hay que afrontar. Ya no se puede posponer. No importa la dificultad para traducir esta conclusión en un programa práctico, el problema de la abolición inmediata del trabajo enfrenta ahora directamente a la clase trabajadora.