El valor de la teoría laboral: el dinero como dictadura de clase
por Jehu
Al castellano: Non Lavoro
Los teóricos laborales están tan acostumbrados a expresar sus ideas en la forma de embustes abstractos, escolásticos e indescifrables, que han perdido toda capacidad de expresarse en un lenguaje claro, comprensible para la clase trabajadora, sobre el meollo del argumento que desean formular.
Tomemos, por ejemplo, este pasaje del artículo de Paulani:
“La evolución categórica del dinero resulta en la necesidad de expulsar la materialidad del dinero, es decir, su movimiento lógico ‘natural’ lo lleva a una figura que ya no está conectada con una mercancía real (producida por el trabajo)”.
¿Qué significa esta jerigonza?
Primero notemos la voz pasiva — un revelación involuntaria y muerta de que Paulani no tiene la menor idea de qué mierda está hablando. Además, ¿a qué “evolución categórica” se refiere Paulani? Y, concretamente, ¿quién en la sociedad necesita esa expulsión de la materialidad del dinero? Más aún, ¿por qué esta necesidad conduce a una moneda (a lo que Paulani llama “figura”) que ya no está conectada a “una mercancía real (producida por el trabajo)”?
¿Por qué, en otras palabras, el proceso no conduce a la abolición completa del dinero, y no solamente a la abolición de su materialidad?
Paulani solo puede plantear su argumento en este tipo de jerigonzas incomprensibles porque no tiene idea de qué mierda está hablando realmente. Ella piensa que está hablando de algo que sucede dentro de la “categoría” del dinero, cuando realmente está hablando de lo que está sucediendo dentro de la sociedad y de la lucha que se desata en la sociedad entre dos clases opuestas.
La lucha entre la clase capitalista y la clase trabajadora — “es decir, su movimiento lógico “natural” — conduce a una moneda que ya no está conectada al tiempo de trabajo socialmente necesario para satisfacer las necesidades de los productores sociales. Paulani, como la mayoría de los teóricos laborales que discuten la aparición del dólar como moneda de reserva mundial, quiere tratar la lucha entre las dos clases en la sociedad como “movimiento lógico natural” del dinero.
Según Paulani, entonces, la evolución natural del dinero como es presentada por Marx en los primeros tres capítulos del capital, implica ya que el dinero pierde su conexión con el tiempo de trabajo socialmente necesario requerido para la producción de mercancías. ¿Cómo cuadra esta afirmación con lo que Marx escribió realmente en los primeros tres capítulos de El Capital? De hecho, Paulani tiene que admitir que Marx,
“no predijo que tal sustitución sería posible en la esfera internacional, donde, para él, debería ser el oro mismo”.
En otras palabras, al menos para Marx, la evolución del dinero puede conducir a relaciones extremadamente tenues entre el valor y la mercancía, pero no conducir, por sí mismo, a la desconexión entre el dinero y el tiempo de trabajo socialmente necesario. Para explicar el colapso de Bretton Woods y la aparición del dólar como moneda de reserva mundial se requiere un análisis no del dinero, sino del capital.
Sin embargo, Paulani nos mostrará por qué Marx estaba equivocado en esta suposición; nos mostrará por qué en su aproximación a la evolución del dinero según lo especificado por Marx, un dólar sin valor como dinero mundial ya se da en su teoría del dinero. Esencialmente, Paulani argumentará que debido a que el dinero, en su función como medida de valor — del tiempo de trabajo socialmente necesario — implica una “tensión constante” entre esta función y su material físico en la forma de alguna mercancía, y su desarrollo conduce inevitablemente a una pagaré impreso sin valor — el dólar — que sirve como moneda de reserva en el mercado mundial.
El dólar fiduciario no es un arma manejada por la clase capitalista en su lucha contra la clase trabajadora, es el resultado “natural” del desarrollo del dinero como una “categoría” de la economía política.
Esta, por supuesto, es una afirmación que debe demostrarse, y (estoy seguro) Paulani me disculpará si le pido pruebas de su argumento. Y de hecho, resulta que Paulani, como la mayoría de los teóricos laborales, no ofrece ninguna prueba para esta afirmación. Al final, todo lo que puede decirnos es que el material del dinero muchas veces entra en conflicto con la función del dinero como equivalente universal.
Para ser claros en este punto: el conflicto entre el dinero como mercancía producida y el dinero como equivalente universal, no era una gran noticia de última hora para Marx a mediados de los 1800: volviendo sobre la discusión de Marx, sabemos ya que él pensaba que la conexión entre el material del dinero y su función como equivalente universal estaba oculta en el misterio. En su discusión sobre el intercambio y el fetichismo, Marx explica que la relación entre el dinero y el valor de las mercancías era tan confunsa para la economía política y tan envuelta en el misterio que,
“Lo que pareciera suceder, no es que el oro se convierta en dinero, como consecuencia de que todas las demás mercancías expresan sus valores en él, sino que, por el contrario, todas las demás mercancías expresan universalmente sus valores en oro, porque es dinero”.
La realidad se pone patas arriba, de modo tal, que incluso 150 años después de la publicación de El Capital, un conocido teórico laboral, Chris Arthur, puede escribir que el dinero no es la expresión del valor, sino que “actualiza” a la mercancía como un valor. Sin embargo, la afirmación de que el dinero, como equivalente universal, “actualiza” el valor de mercancías que de otro modo solo existiría en nuestras cabezas, como lo afirma Arthur, molesta a Paulani, porque percibe hacia dónde debe llevar dicho argumento:
“Si consideramos que el dinero es un signo totalmente producido por la convención social encarnada en el estado, estaríamos tentados a concluir que no hay sustancia en el valor, es decir, que se determina solo por el intercambio”.
Incluso alguien aparentemente tan confundida respecto al dinero como Paulani sabe incluso a dónde lleva el argumento de la estupidez de mierda de Arthur: si el dinero no es más que un símbolo de una convención social, entonces los precios de las mercancías son sus valores. Como señala la wikipedia,
“En la economía neoclásica, el valor de un objeto o servicio a menudo se considera nada más que como el precio que generaría en un mercado abierto y competitivo”.<
Este argumento neoclásico sobre el valor es idéntico al de Chris Arthur. Por lo tanto, si Arthur está en lo correcto, no existe teoría laboral del valor y todos somos de hecho keynesianos ahora, como observó una vez el infame fascista Milton Friedman. Para evitar la desventurada pifia de Arthur en el territorio de la economía simplona, Paulani gravita hacia el argumento de Moseley y Foley: los dólares fiduciarios, supuestamente, representan simbólicamente una cierta cantidad del tiempo de trabajo de la sociedad, pero solo indirectamente.
En este argumento, aunque el dinero ha perdido su propio valor, cuando se toma como un todo, la suma de los precios debe ser siempre igual a la suma de los valores producidos por la sociedad. Por lo tanto, si la comunidad crea 1000 horas de valor en un solo día, y esto se expresa en una suma de precios que asciende a $1000, 1 hora de trabajo estaría representada por 1 dólar fiduciario.
El argumento de Moseley y Foley pareciera ser una mejora con respecto a Arthur, porque supone que los valores de las mercancías son independientes de la moneda en la que se denomina este valor. Además, por definición, sea cual sea la masa de valor producida, debe ser igual a la suma de los precios realizados en una moneda.
Sin embargo, la aparente ventaja sobre el argumento de Arthur es completamente ilusoria, porque, como cualquier lector primerizo de El Capital lo aprende, en la teoría laboral, no hay forma de saber cuánto valor ha producido la sociedad, excepto en la medida en que este valor se expresa en el forma de valor de cambio. Según Marx en los párrafos iniciales de Capital:
“El valor de cambio es la única forma en que el valor de las mercancías puede manifestarse o expresarse”.
Y esta declaración es muy pertinente para la discusión, porque, como todos, en todos los lados del debate sobre el dólar saben, el valor de cambio contenido en los dólares fiduciarios inconvertibles que actualmente sirven como moneda de reserva mundial es cero — los dólares son electrones bailando en una terminal de computadora, y nada más.
Así, los valores de las mercancías en el mercado mundial se expresan en una forma de dinero que en sí misma no encarna ningún valor y que, por lo tanto, no puede expresar el valor de las mercancías por las que se intercambian. El argumento de Marx en El Capital nos sugeriría que esto significa que, o bien las mercancías en sí mismas no tienen valor, o que la teoría del dinero de Marx es incorrecta.
¿La deuda del estado fascista como expresión de valor?
Sin embargo, si la teoría del dinero de Marx es correcta, la pregunta que debe responderse es cómo ocurre que una mercancía que tiene valor expresa este valor en un dinero que no tiene valor. Está ocurriendo algo muy inusual con los dólares fiduciarios que sirven como moneda de reserva mundial, y Paulani nos explica qué es.
Antes de 1971, la moneda era solo una representación simbólica de un dinero mercancía; sustituyendo al dinero mercancía en circulación. Como argumenta Paulani, la función de los dólares como medio para la circulación de mercancías estaba mediada por el oro; es decir, solo por razón de una relación definida de la moneda con el oro (en el que el oro servía como estándar para los precios) era que la moneda servía para expresar los valores de las mercancías en un intercambio. Como la moneda estaba vinculada al oro, los precios denominados en dicha moneda representaban una cantidad definida de oro.
¿Y qué pasa después de 1971? La respuesta de Paulani es tan extraña como uno podría imaginar:
“Lo que hace esta mediación no es una mercancía común como el oro, sino un activo financiero (el bono emitido por el gobierno de los Estados Unidos) que finalmente conduce al dinero emitido por el estado”
La afirmación es sorprendente por su absurdo: según Paulani, hoy los precios en el mercado mundial están mediados por la deuda de Washington, que ha reemplazado al oro (o al dinero mercancía en general) como expresión del tiempo laboral socialmente necesario de la sociedad. Donde antes los dólares representaban simbólicamente el oro, ahora representan simbólicamente la deuda de Washington.
Paulani, como varios teóricos laborales, quiere que creamos que la deuda de Washington sirve a este rol porque es una mera extensión de la función del dinero como medio de pago, no porque el estado fascista sea una máquina capitalista, una máquina para el dominación de una clase por la otra — una dictadura de clase.
“En este caso, el aumento de la contradicción se debe obviamente a la aparición del crédito — que está implícito en la posición del dinero como medio de pago — y al capital generador de intereses que le sigue”.
Sin embargo, hay un problema con este tipo de razonamiento, ya que, como medio de pago, el dinero siempre estuvo vinculado al oro, no a una moneda fiduciaria emitida por el estado. Además, el fiat emitido por el estado no surge del dinero en su función como medio de pago, sino de su función como medio para la circulación de mercancías; y ambas funciones se llevan a cabo en referencia al oro u otra moneda de consumo, no entre sí.
Incluso si aceptamos el argumento de Paulani de que la función del dólar como medida de valor está mediada por la deuda de Washington y que esto surge de la función del dinero como medio de pago, esto no resuelve nada: una lectura atenta de su declaración, revela que Paulani no discute que el dinero de crédito medie a los dólares fiduciarios en su función como medida de valor; ella argumenta que los bonos del tesoro (es decir, la deuda) ’emitidos’ por Washington hacen esto.
Para ser absolutamente claro en este punto: los Bonos del Tesoro de los Estados Unidos no son dinero de crédito — una inferencia que Paulani parece estar tratando de transmitirnos — son pagarés, exactamente lo contrario al dinero de crédito. Además, aparte de algunos ejemplos incidentales, el estado no crea plusvalía. ¿Cómo, entonces, se paga la deuda más los intereses incurridos por el estado en forma de bonos?
Aquí es donde la transición de Paulani desde el llamado tercer movimiento del dinero a su cuarto movimiento la hace tropezar. Puesto que, como lo admite, ella no explica cómo el dinero se convierte en capital, no puede explicar cómo el estado, al tomar prestado capital que genera intereses, media la función de los dólares fiduciarios inconvertibles como medida de valor.
Paulani es una de esas teóricas laborales que piensa que al admitir que no ha hecho algo, entonces lo logra. Ella no nos ha dicho cómo el dinero se convierte en capital, pero al admitir este déficit en su argumento, entonces ahora todos podemos considerarlo explicado. Por misterioso que sea el proceso por el cual el dinero se convierte en capital real, en algún momento de este proceso, el capital dinerario prestado por el estado comienza a mediar dólares fiduciarios como medida de valor dentro del mercado mundial.
¿Y se supone que debemos comprar este argumento porque sí?
Paulani sugiere que una vez que el dinero se reduce a un fiat sin valor, la función del dinero como medida de valor está mediada por la deuda nacional de los Estados Unidos. Ella no investiga más esta mediación — simplemente la afirma y considera que su tarea está cumplida. Así es como se ocupa del problema de la transición entre el dinero y el capital dinerario: la transición simplemente se afirma; el dinero de alguna manera se convierte en capital dinerario sin ser empleado para comprar fuerza de trabajo.
Marx, sin embargo, va mucho más allá en su investigación del dinero como medio de pago, y de una manera crucial: muestra que el dinero como medio de pago también tiene implicancias para la circulación de las mercancías mismas: implica una interrupción de la circulación de mercancías.
“La aparición de los dos equivalentes, mercancías y dinero, en los dos polos del proceso de venta, ha dejado de ser simultánea”.
Paulani utiliza este argumento para explicar cómo el dinero adquiere su propia circulación, independiente de la circulación de mercancías; pero Marx añade además:
“El medio circulante se transforma en una reserva, porque el proceso se detiene poco después de la primera fase …”
En otras palabras, el dinero de crédito, en la medida en que implica circulación de mercancías, implica que la transacción se ha interrumpido antes de completarse.
¿Cómo, entonces, se completará esta transacción?
Por lo que puedo yo ver, la finalización de la transacción no está en absoluto dada en la teoría laboral. Solo se puede completar si el comprador, que incurre en deudas, produce una mercancía para su venta en el mercado, la vende por dinero, y usa los ingresos para liquidar sus deudas. En el entretanto, como explica Marx, “la forma convertida de la mercancía, a saber, el dinero, se retira de la circulación”. Podría estar equivocado, pero me parece que Marx está diciendo que el valor no se agrega a la circulación por la extensión del crédito, sino que se retira de la circulación.
¿Y por qué pasa esto? Marx explica:
“La mercancía del vendedor circula y se realiza su precio, pero solo en la forma de un reclamo legal por dinero. Se convierte en un valor de uso antes de convertirse en dinero. La finalización de su primera metamorfosis se produce solo posteriormente”.
En otras palabras, el valor real se destruye y se reemplaza por un reclamo legal de algún acto futuro de producción y venta. Este reclamo legal se vuelve real solo en algún momento posterior, cuando el “primer acto”, donde el comprador vende una mercancía para pagar su deuda, se completa realmente.
Si, como he argumentado anteriormente, el estado no produce mercancías para la venta en el mercado, el estado nunca cumple realmente esta condición. Ya que el estado nunca vende una mercancía y nunca completa lo que en la teoría laboral se considera el primer acto en la transacción, la mercancía del vendedor se reduce permanentemente a un reclamo legal sobre el estado. En realidad, cuando el dinero de crédito se avanza al estado, el reclamo legal sobre el dinero nunca puede convertirse realmente en dinero — la transacción permanece incompleta y nunca puede completarse.
Lo que significa, esencialmente, que en su artículo, Paulani está argumentando que esta transacción incompleta, este retiro de circulación del capital dinerario, es ahora el medio por el cual el dinero fiduciario cumple su función como medida de valor dentro del mercado mundial. En resumen, Paulani está plantea la muy interesante argumentación de que la deuda estatal media la función del fiat como medida de valor al permitir que el estado consuma productos a crédito sin pagarlos realmente.
Paulani quiere tratar esta deuda de la misma manera que Marx trata el dinero como medio de pago en el capítulo 3 del Capital, pero, claramente, hay algo en la deuda estatal que no se parece en nada al medio de pago que Marx describe en el capítulo. La diferencia no tiene nada que ver con el capital dinerario adelantado al comprador, ni con que el dinero se emplee para completar la segunda fase de la transacción antes de la primera. La diferencia es que el comprador / deudor (en este caso, el estado) no satisface, y no puede satisfacer, los términos de la importante deuda pendiente dentro de los límites del intercambio. No importa lo que haga, el estado no puede pagar sus deudas, como lo afirma Marx en el capítulo 3 de El Capital.
De acuerdo, díganme entonces si esto tiene el más mínimo sentido: el estado no puede satisfacer los pagarés excepto gravando a la población y utilizando los ingresos para pagar a sus acreedores. Pero si el estado pudiese imponer impuestos a la población para pagar sus deudas, no tendría razón material necesaria para pedir prestado el capital en primer lugar. El estado toma prestado capital dinerario de sus acreedores cuando, en última instancia, la única fuente a disposición del estado para pagar sus deudas a sus acreedores son los ingresos que el estado recauda al gravar a sus acreedores.
Puesto que la deuda de Washington no puede explicarse por algún déficit en los ingresos imponibles, ¿qué otro propósito sirve? La respuesta es obvia: al expandir su deuda, el estado fascista puede aumentar constantemente la duración del día de trabajo.
Veré esto a continuación.
El valor de la teoría laboral
- (…y la inutilidad de los teóricos laborales)
- “Nuestro poseedor de dinero, tendría que ser tan afortunado …”
- El dinero como una guerra de clases inconsciente en la sociedad
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- Teóricos laborales, dinero y mentiras: una breve protesta