El valor de la teoría laboral (y la inutilidad de los teóricos laborales)

por Jehu

Al castellano: Non Lavoro

https://therealmovement.wordpress.com/2014/07/11/the-value-of-labor-theory-and-the-uselessness-of-labor-theorists/


En 1971, bajo la presión de las fuerzas económicas internacionales, Estados Unidos se vio forzado a abandonar el patrón oro. Aún cuarenta años después, los teóricos laborales han fracasado en detectar el sentido de ese evento y se niegan a reconocer lo que significó: el colapso final de la producción basada en el valor de cambio, tal como lo predijo Karl Marx en 1858. La incapacidad para reconocer esa predicción de Marx en los eventos reales de 1971, tal vez más que cualquier otro evento en la historia del siglo XX, demuestra el fracaso total y completo de la escuela marxista de posguerra.

En su Grundrisse, Marx escribe que, en el capitalismo, las fuerzas de producción social parecen ser un mero medio para la creación de inmensas riquezas, mientras que el trabajo social, en realidad, es “la condición material para hacer volar esta base por las nubes”:

“El robo del tiempo de trabajo ajeno, en el que se basa la riqueza actual, parece una base miserable frente a esta otra, creada por la misma industria a gran escala. Tan pronto como el trabajo en su forma directa ha dejado de ser la gran fuente de riqueza, el tiempo de trabajo deja y debe dejar de ser su medida, y por lo tanto el valor de cambio {debe dejar de ser la medida} del valor de uso. El trabajo excedente de las masas ha dejado de ser la condición para el desarrollo de la riqueza general, tal como el no-trabajo de unos pocos, para el desarrollo de las fuerzas generales de la cabeza humana. Con eso, la producción basada en el valor de cambio colapsa, y el proceso directo de producción material se despoja de su carácter de penurias y de antítesis”.

El más reciente ejemplo de esta negación de los teóricos laborales a comprender la precisión de la predicción de Marx, se encuentra en un artículo académico casi indescifrable de la teórica laboral Leda Maria Paulani, una marxista brasileña: “El dinero en el capitalismo contemporáneo y la autonomización de las formas capitalistas en la teoría de Marx”.

Paulani tiene una visión algo distinta de los acontecimientos de 1971 que la que solemos encontrar en la mayoría de los escritos marxistas. Ya sea intencionalmente o por accidente, se las arregla para abordar los eventos de 1971 de la misma manera en que Marx formula su predicción en 1858: como la creciente contradicción entre el valor de uso y el valor de cambio. Sin embargo, y como veremos, del colapso de Bretton Woods Paulani saca una conclusión que contradice por completo a lo predicho por Marx.

(Antes, una advertencia: como por alguna razón se espera de los teóricos laborales actuales, Paulani parte su discusión con las obligatorias patrañas ‘dialécticas’ hegelianas que para lo único que le sirven es para esconder su argumento. Aunque la mayoría de los agitadores ni siquiera sepa quién mierda es Hegel, tenemos que aguantar este tipo de embustes filosóficos de segundo año a medias, justamente porque estos académicos no escriben para los agitadores: escriben para ellos mismos y para sus igualmente indescifrables colegas).

Paulani inicia su discusión sobre el colapso de Bretton Woods de una manera que, al principio, parece prometedora: el dinero conlleva una contradicción entre el valor de uso — las cualidades específicas de la mercancía capaces de satisfacer necesidades humanas — y el valor de cambio — la expresión, en alguna forma de dinero, del tiempo que lleva producir la mercancía.

“Si adoptamos una lectura dialéctica de la teoría del dinero de Marx, podemos ver que el dinero contiene dentro de sí la contradicción de la mercancía misma (entre el valor de uso y el valor), y al seguir haciendo esto, contiene distintos estratos de contradicción que lógica e históricamente han entrado en acción.”

Esta contradicción, explica Paulani, nos ayuda a explicar por qué, en 1971, EE. UU. se vio obligado a abandonar el patrón oro, y por qué hoy el dólar — una moneda fiduciaria sin valor — sirve efectivamente como dinero en el mercado mundial. El hecho de que los dólares fiduciarios sin valor sirvan como dinero mundial sin la necesidad de un dinero mercancía, como el oro, podría parecer contradecir a la insistencia de Marx en que el dinero debe ser una mercancía; pero Paulani nos asegura que la ausencia de un dinero-mercancía puede hoy conciliarse con la teoría del dinero de Marx.

“En otras palabras, mi intención es mostrar que en El Capital hay un movimiento autonomizado que va desde la mercancía al capital ficticio. Percibir esto nos ayuda a comprender la relevancia de las consideraciones de Marx para la comprensión del capitalismo actual, en cuanto a la naturaleza del dinero mismo y al predominio de la valorización financiera con la creciente importancia del capital ficticio”.

El objetivo de Paulani, entonces, es demostrar por qué una moneda fiduciaria sin valor sería completamente compatible con la teoría del dinero de Marx y, por lo tanto, por qué los acontecimientos de 1971 no tienen ningún significado para nosotros.

(*Suspiro.)

“Estamos siendo afectados por una nueva enfermedad …”

En cualquier intercambio, el valor de uso de la mercancía, y su valor de cambio, se sitúan en los polos opuestos de la transacción: para el comprador, lo que importa es el lado útil de la mercancía, mientras que para el vendedor lo que importa es el lado del valor de la mercancía. Y el valor de la mercancía — el tiempo requerido para producirla — siempre se nos aparece en la forma del dinero utilizado para completar dicha transacción.

En el capítulo 1 de El Capital, Marx argumenta que con el dinero, el valor, o el tiempo de trabajo requerido para producir la mercancía, se vuelve efectivamente independiente de sus cualidades como objeto capaz de satisfacer una necesidad humana. En otras palabras: según Marx, en el modo de producción capitalista, la necesidad que satisface una mercancía (su valor de uso) nada tiene que ver con la cantidad de trabajo que se necesita para producir dicha mercancía.

Siguiendo con el argumento a este nivel, podemos comprender el punto, o el supuesto más importante que Marx intenta determinar en el capítulo 1 de El Capital: la producción social mediada por el intercambio conduce a la separación entre las cualidades útiles de la mercancía y el tiempo de trabajo requerido para producirla.

¿Por qué es importante comprender esto?

Para nosotros, esto es importante porque, como puede verse en la cita aludida aquí antes, Marx quería demostrar por qué, dada la mejora en la productividad del trabajo, la época capitalista es aquella en la que el tiempo de trabajo necesario para producir una mercancía se reduce constantemente y por qué esto tenía que conducir en última instancia al colapso de la producción basada en el valor de cambio. Para que esclarecer esto, Marx tuvo que demostrar por qué la reducción del tiempo de trabajo socialmente necesario (que hace posible la creación de plusvalía, es decir, de ganancias) nada tiene que ver con la necesidad que satisface la mercancía.

El valor de la mercancía sería completamente independiente de su valor de uso, y esto propiciaría aquel antagonismo creciente entre el valor de uso y el valor de cambio que, en opinión de Marx, conduciría al fin de la producción basada en el valor de cambio. En la década de 1850, Marx ya tenía claro que, eventualmente, la expansión de la producción social tendría que dar fin al trabajo. En el capítulo 1 de El Capital, plantea el argumento que aclara este supuesto:

“Como valores de uso, las mercancías tienen, por sobre todo, cualidades distintas, pero como valores de cambio son meramente cantidades distintas y, en consecuencia, no contienen ni un átomo de valor de uso”.

Esta es la “contradicción” en la mercancía, que se expresa primero externamente en la forma del valor de cambio, es decir, en la forma de una cantidad definida de un dinero-mercancía. Tras el intercambio, el valor de uso de la mercancía es consumido por su nuevo propietario, a la vez que el dinero permite que el valor de cambio de la mercancía se independice, en la forma de alguna cantidad definida de ese dinero en el bolsillo del vendedor.

Paulani denomina a esta descripción de Marx de lo que ocurre en cualquier transacción: el primer movimiento de separación del valor y el valor de cambio — el dinero permite que el valor (el tiempo que requiere producir un bien) exista independientemente del valor de uso (el uso para el que el bien nos sirve):

“Con la introducción del dinero, el valor se vuelve autónomo del valor de uso que también constituye a la mercancía”.

Desafortunadamente, Paulani — como muchos otros teóricos laborales — en mi opinión, confunde el punto de Marx. Como dije anteriormente, todo lo que Marx está diciendo es que, con el surgimiento de la producción social mediante el intercambio, el tiempo que lleva producir una mercancía (su valor) nada tiene que ver con la necesidad que satisface (su valor de uso). Al productor de mercancías solo le preocupa el valor de la mercancía — no le importa su valor de uso; a excepción de que debe encontrar un comprador para dicho valor de uso.

Para Marx — que escribe en las décadas de 1840, 1850 y 1860 — lo más importante sobre el modo de producción capitalista era su impacto revolucionario en el tiempo de trabajo social de la sociedad. Pasaría casi un siglo antes de que economistas como Keynes admitieran el problema que esto suponía para el capitalismo; problema que Keynes denominó: “desempleo tecnológico”. En palabras de Keynes, el “desempleo tecnológico” simplemente significa que la necesidad de trabajo se iba reduciendo con mayor rapidez que los nuevos usos que pudiesen hallarse para el trabajo — lo cual conduce a una permanente población excedente de trabajadores:

“Estamos siendo afectados por una nueva enfermedad de la que algunos lectores aún no han escuchado el nombre, pero de la que oirán mucho en los próximos años, a saber, el desempleo tecnológico. Esto significa desempleo debido al descubrimiento de medios para economizar el uso del trabajo, superando el ritmo al que podemos encontrar nuevos usos para el trabajo”.

Lo que Marx planteaba en el capítulo 1 de El Capital, era el argumento de por qué este “desempleo tecnológico” era un resultado inevitable de la producción capitalista de mercancías.

Ahora, hasta donde sé, si le preguntas al teórico laboral actual promedio qué es lo que intentaba hacer Marx en el capítulo 1, ni uno solo puto vivo de ellos parece ser capaz de explicar en palabras simples lo que acabo de escribir en los párrafos anteriores. No te pueden decir por qué Marx pasa por todo ese gran esfuerzo en la sección 1 del capítulo 1 para separar con claridad los dos aspectos de la mercancía. No tienen ni la más puta idea — ni uno solo de ellos. Y por ende, ni uno solo de ellos se da cuenta de la conexión que hay entre la admisión de Keynes en 1930 y el argumento de Marx en 1867. Se retrata a Keynes como el puto genio del siglo XX, cuando en realidad recién estaba empezando a ponerse al día con el argumento que había expuesto Marx unos 60 años antes.

Marx vio ya a principios del siglo XIX lo que Keynes recién notó cuando estaba ya en su cara en la forma de una Gran Depresión. Y planteó su argumento del capítulo 1 para enfatizar este punto: como resultado del desarrollo capitalista de la productividad de la fuerza de trabajo, la necesidad misma del trabajo iba a desaparecer.


El valor de la teoría laboral
  1. (…y la inutilidad de los teóricos laborales)
  2. “Nuestro poseedor de dinero, tendría que ser tan afortunado …”
  3. El dinero como una guerra de clases inconsciente en la sociedad
  4. El dinero es un arma política de una clase sobre otra
  5. El dinero como dictadura de clase
  6. Teóricos laborales, dinero y mentiras: una breve protesta