El poder económico del capital: Sobre valor y clase

Søren Mau

Al castellano: Miro Solo

https://www.academia.edu/35584252/The_Economic_Power_of_Capital_On_Value_and_Class


  1. INTRODUCCIÓN

En este artículo presentaré partes del proyecto de doctorado en el que estoy trabajando. El tema de este proyecto es el poder económico del capital, es decir, los procesos y mecanismos a través de los cuales la lógica del capital se reproduce como “poder económico que lo domina todo” (28/44).* Mediante un compromiso crítico con la crítica de Marx a la economía política, el proyecto intentará contribuir al desarrollo de un aparato teórico que nos permita comprender mejor cómo la lógica del valor autovalorizante reproduce su control sobre la reproducción social.

El capitalismo llegó al mundo “chorreando sangre y lodo por todos los poros, de la cabeza hasta los pies”, como lo expresó Marx en El capital (35/748). Fue necesaria gran violencia para despojar a los campesinos y forzarlos “a la disciplina requerida para el sistema salarial” (35/726). Una vez establecida, sin embargo, la coerción física directa dejó de ser el medio primario por el cual se reproducen las relaciones de producción. Como dice Marx:

La muda compulsión de las relaciones económicas sella el dominio del capitalista sobre el trabajador. La violencia extraeconómica e inmediata [Außerökonomische, unmittelbare Gewalt] se sigue aplicando con toda seguridad, pero sólo en casos excepcionales. En el funcionamiento ordinario de las cosas, ya puede abandonarse al trabajador a las «leyes naturales de la producción», es decir, a su dependencia del capital, una dependencia que surge y está garantizada a perpetuidad por las propias condiciones de producción. (35/726)

En cierto sentido, mi proyecto de doctorado es un intento de comprender este pasaje. ¿Qué es esta “muda compulsión”, cómo se distingue de la “violencia extraeconómica” y qué significa que la dependencia del trabajador “surge de” y está “garantizada” por las “propias” condiciones de producción?

La idea de Marx es que el capitalismo involucra una forma específica de poder económico — una forma de poder que es abstracta, impersonal y estructural. Mi afirmación es que esta forma de poder ha sido descuidada en la tradición marxista. En el marxismo tradicional de la era de la Segunda Internacional, se sostenía que las relaciones de producción estaban determinadas por las fuerzas productivas, que a su vez se suponía que poseían una tendencia inmanente al desarrollo. Esto equivale a una naturalización y, por tanto, a una despolitización de la economía. Subsecuentes marxistas invirtieron esta relación e insistieron en la primacía de las relaciones de producción. Esto no dio como resultado, sin embargo, una explicación satisfactoria del poder económico. Ha habido, y todavía existe, una tendencia a tratar el poder en términos de la distinción entre violencia/coerción/dominio e ideología/consentimiento/ hegemonía, una distinción que a menudo se ha tomado por exhaustiva implícitamente.[1] Esto ha llevado a enfocarse en el Estado y la ideología como las instituciones y los mecanismos primarios a través de los cuales se ejerce el poder. El poder coercitivo del Estado, así como las formas ideológicas que surgen de las relaciones capitalistas de producción, son, por supuesto, parte integral del capitalismo y necesarias para la reproducción de las relaciones de producción. Pero no son las únicas formas de poder en el capitalismo. La “muda compulsión” del poder económico es otra cosa: no se puede reducir ni a la violencia ni a la ideología.

Una teoría del poder económico debe tomar como punto de partida el constante rechazo de Marx a la despolitización de la economía. La economía debe entenderse como un sistema de poder.[2] Muchos críticos de Marx no reconocen esto. Foucault, por su parte, pensaba que “la obra de Marx es un tipo de teoría económica ricardiana” y sostuvo que “mientras que al sujeto humano se le sitúa en relaciones de producción y de significación, se le sitúa  igualmente en relaciones de poder que son muy complejas” — como si las relaciones de producción no fuesen relaciones de poder.[3] La crítica de Poulantzas a él (y a Deleuze) va entonces directo al punto: “El proceso económico es lucha de clases, es por lo tanto relaciones de poder”.[4]

2. TEORÍA DE LA FORMA-VALOR

Por supuesto, hay algunas excepciones importantes a esta tendencia a descuidar el poder económico del capital en la tradición marxista (o marxiana/marxológica, si se quiere). Una es el marxismo político, y especialmente el trabajo de Ellen Meiksins Wood. Ella enfatiza constantemente que “[la c]oerción en las sociedades capitalistas se ejerce (…) indirecta e impersonalmente por las compulsiones del mercado”.[5] Wood tiene muchas cosas buenas que decir al respecto, pero aquí no me enfocaré en el marxismo político – en cambio, echaré un vistazo a otra tradición marxista que también ha logrado sacar a la luz algunos de las operaciones del poder en el capitalismo: la llamada Teoría de la Forma-Valor (TFV), una categoría amplia y algo imprecisa que abarca corrientes como la Neue Marx-Lektüre (por ejemplo, Backhaus, Reichelt, Heinrich, Elbe), la Dialéctica sistemática (por ejemplo, Arthur, Smith, Reuten), la Wertkritik (por ejemplo, las revistas krisis y Exit!, Kurz, Scholz, Jappe) y estudiosos como Rubin, Rosdolsky, Bonefeld, Postone y Murray.

Los estudiosos de esta tradición han enfatizado la forma específica de poder abstracto, impersonal y estructural que surge como resultado de la universalización de la forma mercancía. En su concepción del poder económico en el capitalismo, el valor ejerce una dominación universal a la que todos están sujetos: un poder que trasciende las diferencias de clase. El poder del capital no es el dominio de una clase sobre otra, sino el dominio de todos por las estructuras sociales de una sociedad en la que las relaciones sociales están mediadas por cosas.[6]

A continuación, presentaré una valoración crítica de esta comprensión del poder económico del capital. Argumentaré que la TFV ha generado muchos conocimientos valiosos sobre la naturaleza del poder capitalista, pero también que ésta no proporciona una comprensión adecuada del poder económico del capital. El rechazo del poder de clase, argumentaré, resulta en una comprensión abstracta y unilateral de las relaciones de poder en el capitalismo.

Uno de los grandes méritos de la TFV es su énfasis en el hecho de que Marx estaba involucrado en una crítica de la economía política, y no en la construcción de una teoría económica que pudiera competir con la economía política clásica. La teoría del valor no es una teoría de los precios, sino un análisis crítico de las relaciones sociales en una sociedad en la que la mercancía es la forma social general de los productos del trabajo. El valor es un concepto diseñado para capturar las determinaciones de la forma social del trabajo en el capitalismo.[7]

Entonces, ¿qué es esta forma social del trabajo? En primer lugar, es, que el trabajo es privado e independiente. La falta de una organización central de la división del trabajo y la producción total de la sociedad antes del proceso de producción significa que el mercado pasa a ocupar la función de regulación y asignación del trabajo social. Los productores solo entran en contacto entre sí en el mercado, donde intercambian sus productos. Al hacerlo, en la práctica reducen los diversos trabajos concretos gastados en el proceso de producción a trabajo abstracto y homogéneo. El valor es, pues, una forma de “socialización retroactiva [nachträgliche Vergesellschaftung]”, como lo llama Heinrich:[8] en el capitalismo, la organización social de la producción toma la forma de un proceso de “validación” del mercado mediante la reducción de todo el trabajo a trabajo abstracto, un proceso que tiene lugar después del proceso de producción. El carácter privado del trabajo en el capitalismo es, por tanto, una forma específica de organizar la interconexión social de los diferentes procesos laborales.

3. LA DESAPARICIÓN DE LA CLASE

El modelo de poder que prevalece en la TFV es esencialmente feuerbachiano. La analogía entre el dominio de la economía y la inversión religiosa de sujeto y objeto es trazada por el propio Marx, no solo en sus primeros escritos, sino también en manuscritos de la década de 1860: “Así como, en la religión, el hombre está gobernado por los productos de su propio cerebro, así en la producción capitalista está gobernado por los productos de su propia mano” (35/616; Cf. también 32/409, 34/398).

El poder del valor se entiende así como la osificación de las estructuras sociales, que conduce a la transformación de estas últimas en un “poder ajeno” al que se enfrentan los miembros de la sociedad. En consecuencia, el poder del capital no debe entenderse como la dominación de una clase sobre otra, sino como “la auto-dominación del trabajo”.[9] La concepción de Postone de las relaciones de poder capitalista es representativa para la mayoría de la TFV:

La dominación social en el capitalismo no consiste, en su nivel más fundamental, en la dominación de las personas por otras personas, sino en la dominación de las personas por las estructuras sociales abstractas que las personas mismas constituyen. Marx trató de captar esta forma de dominación estructural abstracta, que abarca y se extiende más allá de la dominación de clase, con sus categorías mercancía y capital. (…) La forma de dominación social que caracteriza al capitalismo no es en última instancia una función de la propiedad privada, de la propiedad por parte de los capitalistas del excedente del  producto y de los medios de producción; más bien, se basa en la forma valor de la riqueza misma[10]

La forma de poder que implica la forma valor se caracteriza como abstracta, semejante a una cosa, impersonal y estructural. Es abstracta porque el capital es el movimiento autorreferencial de abstracciones reales materializadas, es decir, el dinero y las mercancías. Es impersonal porque este poder no somete a las personas a una persona específica o un grupo específico de personas, sino  al capital como “el sujeto automático”. Las personas concretas son sólo personificaciones de funciones sociales. Es semejante a una cosa en el sentido de que es el movimiento de cosas (mercancías y dinero) en el mercado lo que gobierna a las personas. Es estructural, porque este poder es una consecuencia de la estructura social básica de producción en el capitalismo, es decir, el hecho de que la producción tiene lugar de forma privada e independiente y está mediada por el mercado.

Esto se opone a las formas de poder predominantes en los modos de producción precapitalistas, que principalmente tomaron la forma de la coerción directa y “extraeconómica” y de relaciones de dependencia personal. El esclavo o el campesino feudal estaba inmerso en redes de dependencia personal sostenidas por (la amenaza de) la violencia, mientras que el “trabajador libre” en el capitalismo está gobernado por un sistema de abstracciones económicas.

La desaparición de la clase ya era visible en la obra de Adorno, quien es, junto con Rubin, el antecesor más importante de la TFV. Aunque señaló que “la relación de intercambio está en realidad preformada [präformiert] por la relación de clase”,[11] la tendencia general en sus obras es enfatizar que “todos deben someterse a la ley del intercambio”.[12] Con Reichelt y Backhaus, ambos estudiantes de Adorno, las clases simplemente salen del cuadro.[13] Las generaciones posteriores de pensadores dentro de “la Nueva Lectura”, como Heinrich y Elbe, son más explícitos sobre este asunto. Elbe, Ellmers y Eufinger sostienen que el capitalismo se caracteriza por “el dominio de las estructuras sobre todos los actores de la sociedad burguesa”.[14]

El ataque más agresivo al concepto de clase proviene de la tradición de la Werkritik.[15] Kurz y Lohoff argumentan que “[l]a forma mercancía y el fetiche incorporado en su núcleo productivo son las categorías esenciales reales [die wirklichen Wesenskategorien] de la relación capital: las clases y la lucha de clases son las apariencias superficiales de esta esencia”.[16] Según ellos, la relación entre trabajador y capitalista es simplemente una relación de mercado entre propietarios de diferentes tipos de mercancías, y la clase trabajadora es simplemente la máscara o la personificación del capital variable.[17] Jappe defiende la misma perspectiva: la “contradicción real, fundamental” en el capitalismo es la que existe entre “el valor y las actividades y necesidades sociales concretas”, y el antagonismo de clase es simplemente una forma “derivada” de esta contradicción primaria.[18] Postone también afirma que la dominación de clase es “una función de una forma “abstracta”  superordinada de dominación”.[19]

Heinrich es, como suele ser el caso, más matizado que otros teóricos de la forma valor. Él reconoce explícitamente que la generalización de la forma mercancía presupone que los productores inmediatos están separados de las condiciones de trabajo, es decir, presupone la relación capital entendida como una relación de clase.[20] Sin embargo, las relaciones de clase todavía ocupan sólo un lugar secundario en su explicación de las relaciones sociales fundamentales y los modos de dominación en el capitalismo.[21] Repitiendo un argumento popular dentro de la TFV, subraya que las luchas de clases son “luchas dentro del sistema capitalista” que ayudan a asegurar la “existencia a largo plazo de la explotación capitalista”.[22] Critica la noción de que el núcleo del análisis de Marx es mostrar que categorías como valor, dinero y capital son expresiones de un antagonismo de clases: “De esta manera, sin embargo, sólo se acentúa lo que una sociedad capitalista tiene en común con todas las demás sociedades de clases. Marx se preocupa por la especificidad de las relaciones sociales bajo el capitalismo, es decir, lo que estas relaciones no tienen en común con las relaciones en otras sociedades: esta especificidad consiste precisamente en el hecho de que las relaciones económicas entre los humanos están “escondidas bajo una cubierta de cosas”.”[23] Heinrich se distancia de “[m]uchas de las corrientes del marxismo tradicional [que] entendieron el análisis del capital de Marx principalmente como un análisis de clase”, y subraya que “hablar de clase no es específico de Marx”.[24]

Bonefeld ocupa un lugar especial en la TFV con su insistencia en la relevancia crítica de la categoría de clase. Rechaza explícitamente el “intento valiente pero infructuoso de desterrar el antagonismo de clase de la crítica de la economía política” por parte de Postone y la Nueva Lectura de Marx.[25] Como Heinrich, señala que una “clase de trabajadores sin acceso independiente a los medios de subsistencia es la premisa fundamental de las relaciones sociales capitalistas”.[26] Sin embargo, aunque uno puede encontrar estas afirmaciones bastante inequívocas sobre el estado de la dominación de clase en el capitalismo, la tendencia general en su argumento tiende a restar importancia al papel de la clase o a subsumirla bajo las inversiones fetichistas, como cuando escribe que “[en] su mejor momento, la crítica de Marx a la economía política no equivale a una teoría social de clase. Equivale, más bien, a una crítica del “capital” como una “relación social entre personas mediada por las cosas”.[27] Sus textos están empapados de la retórica de la inversión, la perversión, el fetichismo, la cosificación, la locura, el absurdo, la mistificación, la monstruosidad, la irracionalidad y el desconcertante, oculto, encantado y al revés mundo del valor – expresiones y tropos que se refieren al tema del fetichismo y la dominación universal y no específica de clase del valor.** Algunas de las cosas que tiene que decir sobre la clase son meras variaciones de estos tropos, con “fetiche” o “inversión” siendo reemplazados por “clase”: “Una teoría crítica de clase no participa en la clasificación de las personas; piensa en y a través de la sociedad para comprender su falsedad existente”; “La clase (…) es una categoría de una forma perversa de objetivación social”.[28] Bonefeld presta atención a la conexión entre el valor y la dominación de clase, pero al final, su análisis privilegia el poder universal y no específico de clase: el capitalismo es en su análisis ante todo un sistema al revés y pervertido donde los movimientos absurdos de las cosas económicas dominan a todos.

4. CLASE Y VALOR

¿Por qué los productos del trabajo adoptan en general la forma de mercancías? La respuesta que da la TFV es: porque la producción se organiza de forma privada e independiente. Algunos añaden: porque los productores están separados del acceso directo a los medios de producción y subsistencia. Pero en realidad no extraen las consecuencias de esta idea.

En el alto nivel de abstracción de los primeros cinco capítulos de El capital, Marx solo se preocupa por las relaciones entre las unidades de producción, y no por las determinaciones posteriores o por la estructura interna de estas unidades. En una etapa posterior del orden de presentación, se revela la naturaleza de estos productores “privados e independientes”: no se trata de pequeños productores individuales, sino de empresas capitalistas basadas en el trabajo asalariado. Lo que hace la TFV es esencialmente permanecer en el nivel más alto de abstracción y declarar que esto es suficiente para proporcionar una descripción de las estructuras básicas del capitalismo. Pero esto es un error y da como resultado una explicación unilateral de las relaciones de poder en el capitalismo.[29]

El análisis de Marx de la transformación del dinero en capital revela que la forma de circulación D-M-D’ presupone una relación de clase específica: la relación capital, es decir, la relación mediada por el mercado entre poseedores de dinero y vendedores de fuerza de trabajo.*** Esto significa que la relación capital, que es una relación de dominación de clase, es el presupuesto necesario para la generalización de la forma mercancía: “sólo donde el trabajo asalariado es su base, la producción de mercancías se impone a la sociedad en su conjunto”.[30]

Marx dedujo dialécticamente la necesidad de la relación capital a partir de la generalización de la forma mercancía, pero también señaló el mismo punto en el análisis histórico de la última parte de El capital sobre la “llamada acumulación original”: allí mostró que el predominio del mercado resulta de la creación histórica de la relación capital. Desde entonces, su análisis ha sido confirmado y desarrollado por Brenner y Wood: la expansión del mercado fue el resultado del cambio en las relaciones de propiedad social, no al revés.[31]

La consecuencia de esto es que no tiene sentido separar el valor y la clase en la forma en que lo hace la TFV.[32] La dominación de clase es una forma de poder absolutamente central y necesaria en el capitalismo. Pero, ¿qué significa aquí “clase”? La relación de clase en cuestión aquí es la relación capital, por lo que el concepto de clase se refiere a la posición de un grupo de personas en relación con las condiciones de reproducción social (los medios de producción y subsistencia). La diferencia entre los dos polos de la relación capital es una diferencia con respecto a su relación con las condiciones de reproducción social, y esta diferencia explica la dominación inherente a la relación: una clase es dependiente de la otra porque esta última controla el acceso a los medios de subsistencia. Es esta dependencia la que hace posible que los capitalistas extraigan trabajo excedente de los trabajadores.

De esto se derivan varias consecuencias. Vemos ahora que la aparente igualdad entre idénticos agentes del mercado era sólo el resultado de la abstracción de todo lo que ocurre fuera del acto aislado de intercambio.[33] El reconocimiento de la conexión necesaria entre valor y clase nos permite ver cómo los trabajadores y capitalistas tanto entran como salen del mercado de maneras fundamentalmente diferentes, y que si nos abstraemos de este hecho, terminamos con una descripción muy, bueno, abstracta del capitalismo. Marx lo resume bien en este pasaje de los Resultados:

No es un mero comprador y un mero vendedor los que se contraponen, sino el  capitalista y el obrero, que en el proceso de circulación, en el mercado, se enfrentan en cuanto comprador y vendedor. Su relación como capitalista y obrero es la premisa para su relación como comprador y vendedor. A diferencia de lo que ocurre con otros vendedores de mercancías, no se trata aquí de una relación que surge sin más ni más de la naturaleza de la mercancía misma, esto es, del hecho de que nadie produce directamente los productos para sus necesidades vitales, sino que todos producen un producto determinado como mercancía, con cuya venta cada cual se apropia de los productos de otros. No se trata aquí de esa división social del trabajo ni de la autonomización recíproca de las diferentes ramas del trabajo, que convierten por ejemplo al zapatero en vendedor de botas y comprador de cuero o pan, sino de la división entre los elementos concomitantes del proceso de producción mismo y de su autonomización recíproca (34/422f)

Las dos divisiones mencionadas por Marx en este pasaje corresponden a los dos conjuntos de relaciones sociales que, según Brenner, constituyen las relaciones de producción, o lo que él llama “relaciones de propiedad social”. Por un lado, están “las relaciones horizontales entre los propios explotadores y entre los propios productores directos”, y por el otro, la relación vertical de clase entre explotadores y productores directos.[34] Las relaciones horizontales corresponden al valor, y las verticales a la relación capital.

El trabajador entra en el mercado para sobrevivir, el capitalista para obtener una ganancia. Luego de este intercambio, el “comprador toma el mando del vendedor” en el proceso de producción, y surge “una relación de dominación y servidumbre” (30/106). Es cierto que el capitalista está “tan bajo el yugo de la relación capital como el trabajador” (30/399), pero es crucial agregar que el capitalista y el trabajador están obligados a hacer cosas diferentes. Como dice Wood: “lo que las leyes ‘abstractas’ de la acumulación capitalista obligan al capitalista a hacer — y lo que las leyes impersonales del mercado laboral le permiten hacer — es precisamente ejercer un grado de control sin precedentes sobre la producción”.[35] ¿Y cuál es el resultado de este proceso de producción? No solo las mercancías y la plusvalía, sino también la relación capital en sí, es decir, la reproducción de la relación de clase (30/115; 34/375): “la relación capital crea la relación capital” (34/187).

De esta manera, la relación de intercambio es simplemente “la forma de mediación” del “sometimiento al capital” del trabajador (34/465): “En realidad, el trabajador pertenece al capital antes de venderse él mismo al capital. Su esclavitud económica es tanto provocada como encubierta por la venta periódica de sí mismo, por su cambio de amos y por las oscilaciones en el precio de mercado del trabajo”(35/577. Énfasis añadido).****

La relación de dependencia entre las clases no es una dependencia personal. Como explica Marx, “[el] trabajador deja al capitalista a quien se contrata cuando quiere (…) [pero] no puede dejar a toda la clase de compradores, es decir, la clase capitalista, sin renunciar a su existencia. No pertenece a tal o cual burgués, sino a la burguesía, a la clase burguesa” (9/203). De modo que la relación de clase no es una forma de dominación ‘subjetiva’ o ‘personal’, como afirman Kurz y Jappe, y es un error oponer la dominación de clase a la dominación ‘abstracta’, como hace Postone.[36] Primero, la dominación abstracta del valor se basa, como hemos visto, en la relación capital. En segundo lugar, la relación de clase toma la forma de una relación de mercado, lo que significa que la dominación de una clase sobre otra está mediada por la dominación abstracta del valor.

5. CONCLUSIÓN

La TFV presenta una imagen abstracta y unilateral del poder económico en el capitalismo. Sin embargo, esto no significa que todo en el análisis de la TFV de la dominación del valor sea incorrecto, y tampoco significa que la dominación de clase sea “más fundamental” que la dominación universal del valor. La TFV ha generado algunos conocimientos importantes, y estos deben integrarse en una descripción más completa de cómo funciona el poder económico del capital.

Es cierto que el capitalismo implica formas de poder a las que todo el mundo está sometido. Esto también se hace evidente si consideramos el fenómeno de la competencia, que en realidad no es otra cosa que la relación “horizontal” entre productores analizada al comienzo de El capital, solo que en un nivel de abstracción más concreto. Como se señaló, al comienzo de El capital los productores aparecen simplemente como “productores privados e independientes”, sin más determinaciones. Luego aprendemos que estos productores son en realidad empresas capitalistas, y luego podemos especificar la relación entre ellos como de competencia. La competencia es la “presión mutua” (37/866) de los capitales individuales, una coerción estructural que garantiza la “ejecución” de las leyes del capital (28/475). Marx entiende la competencia como una forma de compulsión estructural que asegura la subordinación del capital individual a la totalidad (29/40; 31/274). El antagonismo en juego en la competencia es, por tanto, uno entre el individuo y la totalidad, y no entre clases. Además, no son solo los capitales los que compiten: la competencia entre trabajadores también debe entenderse como un mecanismo del poder económico del capital, a través del cual el trabajador individual está sujeto a la totalidad económica.[37]

No tiene sentido considerar una de estas formas de poder – la dominación universal del valor o la dominación de clase de la relación capital – como más “fundamental” que la otra. Se presuponen y se reproducen mutuamente, y deben entenderse en relación con su función común, que es reproducir la totalidad capitalista. La relación capital asegura que el trabajador aparezca en el mercado en primer lugar, pero el intercambio posterior entre capital y trabajo da como resultado el proceso de producción capitalista, que ayuda a reproducir la relación capital. En este sentido, “el primer acto, el intercambio de dinero por capacidad de trabajo (…) entra en la producción de toda la relación” (30/116. Ver también 34/465).

La idea que se obtiene de la discusión en este artículo es que el poder económico del capital involucra formas de poder que no son específicas de clase – es decir, formas de poder que garantizan la sujeción del individuo a la totalidad – como así también la dominación de clase. Ambos contribuyen, junto con otras formas de poder, como la ideología y la violencia, a la reproducción del sometimiento de la vida social a la lógica del valor autovalorizante.

En conclusión, me gustaría sugerir una forma de conceptualizar las diferentes subcategorías del poder económico del capital que estoy considerando actualmente. Propongo distinguir entre dos planos de poder económico: uno trascendental y otro inmanente. El campo de inmanencia en cuestión aquí es el circuito del capital, que abarca tanto la circulación como la producción: el circuito del capital es la totalidad de la economía capitalista. El poder económico inmanente del capital se refiere así a las formas de poder inherentes a los procesos involucrados en el circuito del capital. Ésta se puede subdividir en dos conjuntos de relaciones y mecanismos de poder: los que ‘pertenecen’ a la esfera de la circulación y los que pertenecen a la esfera de la producción (Marx conceptualiza estos últimos como disciplina, mando, subsunción real, despotismo y autocracia). Lo que la TFV ha logrado sacar a la luz es el poder económico inmanente del capital tal como aparece en la esfera de la circulación.

Hardt y Negri han sugerido el concepto de un plano de poder trascendental, aunque en realidad no lo han elaborado. El concepto está destinado a capturar formas de poder que “obligan a la obediencia no a través del mandamiento de un soberano o incluso principalmente a través de la fuerza, sino más bien estructurando las condiciones de posibilidad de la vida social”.[38] Me parece que esta es una buena forma de entender las relaciones de poder involucradas en la relación capital. “Trascendental” debería entenderse aquí como algo similar a las condiciones estructurales de posibilidad para un campo de inmanencia dado. La relación capital es una relación de dominación de clase estructurada en torno a la distribución de las condiciones de reproducción social. Ésta es una forma de poder cuyo ejercicio no puede “ubicarse” en una parte o fase específica del circuito del capital – más bien designa la estructura subyacente de la economía capitalista, una estructura que da como resultado y es reproducida por los procesos económicos involucrados en el circuito del capital.***** El capital se inserta en la brecha entre la vida y sus condiciones, haciendo de la reproducción de la relación capital las condiciones de posibilidad para la reproducción de la vida de la sociedad.[39]

En resumen: el poder económico del capital opera en más de un nivel. Funciona a nivel trascendental estructurando las condiciones de posibilidad de reproducción social. Esto se refleja en el concepto de relación capital. También opera en un nivel inmanente, a través del conjunto específico de mecanismos y técnicas involucradas en la valorización del valor a su paso por el circuito del capital. En el ámbito de la circulación, adquiere la forma de una dominación universal a la que todos están sometidos y que asegura la sujeción del individuo a la totalidad. En el ámbito de la producción, que no he comentado en este artículo, asume la forma de mando, disciplina corporal, subsunción real del trabajo y la naturaleza, etc.****** En conjunto, estos diferentes momentos del poder económico contribuyen a la reproducción. del capitalismo, es decir, la sujeción de la vida a la lógica del valor autovalorizante.

 


NOTAS

* Referencias como esta pertenecen a Collected Works (volumen/página(s)) de Marx y Engels. Las traducciones han sido modificadas cuando fuera necesario.

[1] Poulantzas, State, Power, Socialism, 78.

[2] Palermo, ‘The Ontology of Economic Power in Capitalism: Mainstream Economics                and Marx’.

[3] Foucault, ‘Interview with Michel Foucault’, 270; Foucault, ‘The Subject and Power’, 327. Los escritos de Foucault sobre el poder contienen muchas buenas consideraciones, también para el análisis del poder económico, y yo intento incorporar algunas de ellas en mis disertaciones. Pero esto no cambia el hecho de que no era un buen lector de Marx.

[4] Poulantzas, State, Power, Socialism, 36; Wood, Democracy Against Capitalism: Renewing Historical Materialism, 21.

[5] Wood, Empire of Capital, 11; Wood, Democracy Against Capitalism: Renewing Historical Materialism.

[6] Reitter, ‘Vorwort’.

[7] Elson, ‘The Value Theory of Labour’; Heinrich, Die Wissenschaft vom Wert: Die Marxsche Kritik der politischen Ökonomie zwischen wissenschaftlicher Revolution und klassischer Tradition, 203; Postone, Time, Labor, and Social Domination: A Reinterpretation of Marx’s Critical Theory, 24.

[8] Heinrich, ‘Individuum, Personifikation und unpersönliche Herrschaft in Marx’ Kritik der politischen Ökonomie’, 21.

[9] Postone, Time, Labor, and Social Domination: A Reinterpretation of Marx’s Critical Theory, 183.

[10] Ibid., 30.

[11] En Backhaus, Dialektik der Wertform: Untersuchungen zur marxschen Ökonomiekritik, 506.

[12] Adorno, ‘Gesellschaft’, 14; See also Horkheimer and Adorno, Dialectic of Enlightenment: Philosophical Fragments, 4; Adorno, Negative Dialectics, 178; Reichelt, ‘Marx’s Critique of Economic Categories: Reflections on the Problem of Validity in the Dialectical Method of Presentation in Capital’, 5; Klauda, ‘Von der Arbeiterbewegung zur Kritischen Theorie: Zur Urgeschichte des Marxismus ohne Klassen’; O’Kane, ‘“The Process of Domination Spews Out Tatters of Subjugated Nature”: Critical Theory, Negative Totality and the State of Extraction’. El estrecho enfoque de Adorno sobre el intercambio pudo haber resultado de la influencia de Sohn-Rethel, como también del intento de Adorno de acomodar la crítica de la economía política a su proyecto filosófico más general de una crítica de la identidad.

[13] Endnotes, Endnotes 2: Misery and the Value Form, 99; Reichelt, Neue Marx-Lektüre: Zur Kritik sozialwissenschaftlicher Logik; Reichelt, Zur logischen Struktur des Kapitalbegriffs bei Karl Marx; Backhaus, Dialektik der Wertform: Untersuchungen zur marxschen Ökonomiekritik.

[14] Elbe, Ellmers, and Eufinger, Jan, ‘Einleitung’, 8.

[15] See Hanloser and Reitter, Der bewegte Marx: Eine einführende Kritik des Zirkulationsmarxismus, 26.

[16] Kurz and Lohoff, ‘Der Klassenkampf-Fetisch. Thesen zur Entmythologisierung des Marxismus’.

[17] Ibid.; Ver también Kurz, Geld ohne Wert: Grundrisse zu einer Transformation der Kritik der politischen Ökonomie, 77, 252, 289; van der Linden, Workers of the World: Essays toward a Global Labor History, 39; Grigat, Fetisch und Freiheit: Über die Rezeption der Marxschen Fetischkritik, die Emanzipation von Staat und Kapital und die Kritik des Antisemitismus, 208f.

[18] Jappe, Die Abenteuer der Ware. Für eine neue Wertkritik, 80f. Ver también p. 81f, 95.

[19] Postone, Time, Labor, and Social Domination: A Reinterpretation of Marx’s Critical Theory, 126, 159.

[20] Heinrich, Die Wissenschaft vom Wert: Die Marxsche Kritik der politischen Ökonomie zwischen wissenschaftlicher Revolution und klassischer Tradition, 264f; Heinrich, An Introduction to the Three Volumes of Karl Marx’s Capital, 91f.

[21] Ver por ejemplo su tratamiento de las calses en Heinrich, An Introduction to the Three Volumes   of Karl Marx’s Capital, 191ff; En su obra mayor sobre la crítica de la economía política, las clases son casi solamente mencionadas en las cuatro páginas explícitamente dedicadas al tema. Ver  Heinrich,  Die Wissenschaft vom Wert: Die Marxsche Kritik der politischen Ökonomie zwischen  wissenschaftlicher Revolution und klassischer Tradition, 263ff.

[22] Heinrich, ‘Individuum, Personifikation und unpersönliche Herrschaft in Marx’ Kritik der politischen Ökonomie’, 31; Este es un argumento común en la TFV, pero dado que mi enfoque en este artículo está en la relación entre el poder de clase y las formas de poder no específicas de clase en el capitalismo, no entraré en una discusión de esta cuestión, que esencialmente se refiere a si las luchas de clases pueden ser revolucionarias o no. Para las versiones más extremas de este argumento, consulte Kurz and Lohoff, ‘Der Klassenkampf-Fetisch. Thesen zur Entmythologisierung des Marxismus’; Jappe, Die Abenteuer der Ware. Für eine neue Wertkritik; Grigat, Fetisch und Freiheit: Über die Rezeption der Marxschen Fetischkritik, die Emanzipation von Staat und Kapital und die Kritik des Antisemitismus, 208ff.

[23] Heinrich, Wie das Marxsche «Kapital» lesen? Leseanleitung und Kommentar zum Anfang des «Kapital». Teil 1, 181.

[24] Heinrich, An Introduction to the Three Volumes of Karl Marx’s Capital, 191.

[25] Bonefeld, Critical Theory and the Critique of Political Economy, 7; Bonefeld, ‘On Postone’s Courageous but Unsuccessful Attempt to Banish the Class Antagonism from the Critique of Political Economy’.

[26] Bonefeld, Critical Theory and the Critique of Political Economy, 11, 79.

[27] Ibid., 101.

** Esta retórica tan repetitiva es típica de la TFV. Es muy dominante en Backhaus, Kurz, Jappe y Bonefeld, y más minimizado en Postone y Heinrich.

[28] Ibid., 10, 114, 101f.

[29] Albohn, ‘Eine kurze Kritik der Wertkritik’, 173f; Hanloser and Reitter, Der bewegte   Marx: Eine einführende Kritik des Zirkulationsmarxismus.

*** Para una reconstrucción detallada de este argumento, ver mi artículo ‘The  Transition to Capital in Marx’s Critique of Political Economy’.

[30] Marx, Capital: Critique of Political Economy. Volume One, 733. Esta cita es de un pasaje escrito para la edición francesa del primer volumen de El Capital. Engels lo agregó a la cuarta edición alemana y no está incluido en la edición MECW. Ver el pasaje original en MEGA II / 7, p. 509.

Cf. además 6/144; 28/179f; 29/466; 30/160; 34/356, 410.

[31] Brenner, ‘Property and Progress: Where Adam Smith Went Wrong’; Wood, The Origin of Capitalism: A Longer View.

[32] Endnotes, Endnotes 2: Misery and the Value Form, 101; Hanloser y Reitter, Der bewegte      Marx: Eine einführende Kritik des Zirkulationsmarxismus, 28f.

 

[33] Brenner, ‘Property and Progress: Where Adam Smith Went Wrong’, 58; Ver también    Callinicos, Deciphering Capital: Marx’s Capital and Its Destiny, 18, 175.

[34] Hanloser y Reitter, Der bewegte Marx: Eine einführende Kritik des Zirkulationsmarxismus, 12.

[35] Wood, Democracy Against Capitalism: Renewing Historical Materialism, 41.

**** “La relación capital sólo surge durante el proceso de producción porque ya existe en el acto mismo de circulación [an sich schon im Cirkulationsakt existirt], en las diferentes condiciones económicas fundamentales en las que se enfrentan comprador y vendedor, en su relación de clase. No es el dinero el que por su naturaleza crea esta relación; es más bien la existencia de esta relación la que puede transformar una mera función monetaria en una función de capital” (36/38; original: MEGA II/11, p. 693).

[36] Kurz, Geld ohne Wert: Grundrisse zu einer Transformation der Kritik der politischen Ökonomie, 77, 252, 289; Jappe, Die Abenteuer der Ware. Für eine neue Wertkritik, 82, 87; Postone, Time, Labor, and Social Domination: A Reinterpretation of Marx’s Critical Theory, 30, 126, 159; Esto es señalado también por Heinrich, Die Wissenschaft vom Wert: Die Marxsche Kritik der politischen Ökonomie zwischen wissenschaftlicher Revolution und klassischer Tradition, 264f.

[37] Hardt y Negri, Commonwealth, 4.

[38] Lebowitz, Beyond Capital: Marx’s Political Economy of the Working Class, 83.

[39] Kurz propone también pensar el capital como un ‘a priori trascendental’, “die nicht unmittelbar als solche erscheinen können, aber dennoch die gesellschaftliche Realität konstitutieren.” Geld ohne Wert: Grundrisse zu einer Transformation der Kritik der politischen Ökonomie, p. 29. Ver además pp. 74, 75, 131, 133, 138, 142, 173, 174, 203.

****** Con respecto al útil concepto de “subsunción real de la naturaleza”, véase Malm, Fossil Capital: The Rise of Steam Power and the Roots of Global Warming.


 

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