UNA CRÍTICA DE LAS TEORÍAS DE LA CRISIS
[ÍNDICE DE LA SERIE]


Las fases del ciclo industrial (parte 1)

Sam Williams

Al castellano: @aederean

https://critiqueofcrisistheory.wordpress.com/the-phases-of-the-industrial-cycle/


La crisis, a veces llamada “recesión”, marca el final de un ciclo industrial y el comienzo del siguiente. [1] La recesión se caracteriza por una disminución de la producción y del empleo industrial. La disminución del empleo es más grave en el sector industrial, pero también afecta a muchos otros sectores de la economía. La recesión, o crisis industrial, termina cuando la producción industrial alcanza su punto más bajo.

El período entre el punto más bajo de la producción industrial y aquel en que vuelve a alcanzar el punto más alto del ciclo anterior se conoce como “depresión” o, a veces, como la fase de “estancamiento”.

La fase del ciclo industrial que sigue al final de la depresión, o la etapa de estancamiento, se denomina período de “prosperidad media”. Todavía hay un desempleo considerable tanto de trabajadores como de máquinas, y la inversión de capital sigue siendo débil. Las condiciones del estancamiento y la depresión persisten entonces por más tiempo en las industrias del Departamento I, el sector que produce los medios de producción.

Después del período de prosperidad media llega el boom [el auge]. La industria está operando tan cerca de la “capacidad plena” como siempre —excepto en la guerra total— bajo el modo de producción capitalista. El desempleo desciende a su nivel más bajo del ciclo. Las condiciones se vuelven más favorables para los vendedores de fuerza de trabajo. Este es el punto más favorable del ciclo industrial para la organización sindical y las huelgas. [2]

Las industrias que producen los medios de producción, el Departamento I, que quedaron rezagadas con respecto a las industrias de consumo durante la fase de prosperidad media, ahora les va especialmente bien. Los precios de las materias primas, que con frecuencia son bajos en relación con sus valores trabajo reales durante todas las demás fases del ciclo industrial, a menudo se elevan muy por encima de sus valores trabajo durante el boom.

Es precisamente durante el boom que se desarrolla la sobreproducción. Esta sobreproducción se ve inicialmente disfrazada por la creciente inflación del sistema crediticio y por la especulación con mercancías primarias y, en ocasiones, otras mercancías, y se financia con la expansión del crédito. Usando un término utilizado en la época de Marx, la sobreproducción va acompañada de un “sobrecomercio” [over-trading].

Cada vez, más de la producción total de mercancías se vende a crédito y cada vez menos se vende por dinero. Si bien la cantidad de mercancías sin vender sigue creciendo en las bodegas, el nivel de ventas, inflado por el “crédito fácil”, crece aún más rápido. Los medios capitalistas y los economistas burgueses explican que, a diferencia de lo que ocurría con los auges anteriores, éste perdurará porque la “relación inventario-ventas” está en “mínimos históricos” y sigue cayendo. [3]

En realidad, la relación inventario / ventas alcanza su punto más bajo justo antes del estallido de la crisis. El desarrollo del sobrecomercio engaña a la mayoría de los economistas burgueses haciéndoles pensar que no hay superproducción. Este error elemental es luego transmitido por los medios burgueses como la última palabra en “ciencia económica”.

El acercamiento de la crisis se refleja, por tanto, no en la caída de la tasa, menos aún en la masa, de las  ganancias reportadas, sino en el deterioro de la “calidad” de las ganancias. [4] El porcentaje de pagos de la deuda de crédito comercial y de consumo y de crédito bancario que están “atrasados” va aumentando. Pero el boom se mantiene gracias a la “refinanciación” de estas deudas por parte de los bancos.

Los propios bancos están bajo presión para “refinanciar”, es decir, para otorgar nuevos préstamos que se utilizan simplemente para saldar las deudas existentes que de otro modo no podrían pagarse. De esta forma, los bancos ocultan sus propias pérdidas. Ciertamente, vimos este tipo de cosas en el período anterior al estallido de la crisis actual.

En esta atmósfera de creciente sobreproducción, escondida por el sobrecomercio y la especulación financiada por el “crédito fácil”, florecen las estafas y los esquemas Ponzi. Pero mientras los bancos sigan otorgando nuevos créditos para saldar los antiguos, la estafa permanece oculta.

Finalmente, la inflación del crédito no se puede empujar más. El crédito se agota repentinamente, el sobrecomercio colapsa y revela la sobreproducción antes oculta en forma de un aumento repentino en la relación inventario / ventas. El ciclo industrial ha pasado su punto álgido y ha comenzado la nueva crisis. Y así, termina un ciclo industrial y comienza uno nuevo.

¿Qué pasó con las depresiones?

Hay mucha discusión en los medios de comunicación sobre si la actual recesión económica debería llamarse depresión o simplemente “recesión severa”. Los economistas burgueses siguen insistiendo en que a pesar de la gravedad de la recesión actual, sigue siendo “sólo” una “recesión” y muy lejana de una verdadera “depresión”.

Estos economistas “explican” que no ha habido depresiones, al menos en un país imperialista importante, desde la década de 1930. En los Estados Unidos, por ejemplo, sólo si el desempleo oficial se acerca a la tasa cuasi oficial del 25 por ciento ocurrida en marzo de 1933, la prensa burguesa admitirá que la recesión es una depresión auténtica. Dado que las estadísticas de desempleo del gobierno están diseñadas para minimizar el nivel de desempleo informado, el nivel real probablemente tendría que elevarse considerablemente por encima de los niveles de marzo de 1933 antes de que los economistas académicos y los medios burgueses se vieran obligados a reconocer que la economía está realmente en una depresión.

Lo que los medios no te dicen es que la “profesión económica” ha cambiado su definición de lo que es una depresión. Antes de la década de 1930, los estudiosos del ciclo económico, tanto burgueses como marxistas, describían una depresión como el intervalo entre el punto en el que la producción industrial alcanza el punto más bajo del ciclo industrial y el momento en que finalmente supera el nivel que prevaleció justo antes de comenzar la última recesión. No importaba si la recesión anterior fue severa o superficial.

Por ejemplo, si utilizamos los criterios para la depresión que utilizaron prácticamente todos los estudiantes del ciclo industrial en los primeros años del siglo pasado, la recesión actual sigue siendo una recesión y no una depresión solo porque la producción industrial sigue en declive. Tan pronto como la producción industrial “toque fondo” y comience a aumentar, entraremos en la fase de depresión del ciclo industrial.

Huelga decir que no es así como los economistas y los medios burgueses informarán sobre este evento que se avecina. En cambio, anunciarán el comienzo de la “expansión”, aunque la tasa oficial de desempleo probablemente seguirá aumentando. La recesión ha terminado, informarán, ¡y una vez más se ha evitado una depresión! Pero, de hecho, como todo trabajador desempleado que esté tratando de encontrar un trabajo pronto sentirá, mientras la recesión recién termina, la depresión recién comienza.

Esta definición falsificada del término “depresión” permite a los medios de comunicación burgueses y a los políticos encubrir el alcance real de la crisis de desempleo. Afirman falsamente que se ha evitado la “depresión” y se ha restaurado la prosperidad incluso mientras la crisis de desempleo continúa e incluso empeora. Según su nueva definición de “depresión”, no solo no ha habido depresiones desde la década de 1930, tampoco las hubo antes de la década de 1930. Desafortunadamente, incluso gran parte de los medios socialistas se han dejado llevar por esta falsa definición.

En mi opinión, a medida que nos acercamos al punto más bajo de la actual recesión, sería oportuno que la prensa socialista restituyera el término “depresión” a su significado correcto, exponiendo el fraude que han llevado a cabo los economistas pro-capitalistas que dominan los departamentos económicos universitarios.

A partir de este momento, en estas publicaciones, utilizaré la palabra depresión con una “d” minúscula para referirme a la etapa del ciclo industrial entre el punto en que la producción industrial ha alcanzado su punto más bajo y el momento en que ha vuelto a su punto máximo anterior.

Para distinguir entre las depresiones económicas, que ocurren en un grado u otro en cada ciclo industrial, de la debacle al estilo de la década de 1930 con todas sus horribles consecuencias en términos de engendrar fascismo y guerra, o de una posible crisis futura que alcance proporciones similares o mayores, usaré el término Depresión con D mayúscula. [5]

 Ciclo industrial ideal

No hay dos ciclos industriales, como no hay dos copos de nieve, que sean exactamente iguales. Cada ciclo industrial está influenciado por muchos factores de naturaleza no cíclica. Entre ellos se incluyen factores tecnológicos, políticos y militares que son únicos para cada ciclo. Por ejemplo, surgen nuevas industrias mientras que las industrias establecidas más antiguas decaen y mueren. Los carruajes tirados por caballos dieron paso al automóvil, los autos a gasolina están comenzando a ser reemplazados por autos híbridos, y tal vez en el futuro por autos totalmente eléctricos. Los bolígrafos dieron paso a las máquinas de escribir y las máquinas de escribir dieron paso a las computadoras de escritorio, las computadoras de escritorio dieron paso a las computadoras portátiles.

En la propia producción industrial, la máquina de vapor cedió al motor eléctrico. La tecnología eléctrica analógica fue reemplazada por la tecnología digital. Algunos ciclos están marcados por muchas más “innovaciones tecnológicas”, tanto en los métodos de producción como en los productos que se producen, que otros. En algunos ciclos, hay una aguda escasez de materias primas justo antes de la crisis; en otros ciclos, no la hay.

Lo mismo ocurre con el desempleo. Prácticamente todos los ciclos industriales experimentan un marcado aumento del desempleo durante la fase de recesión del ciclo industrial. Pero a veces el desempleo es alto incluso en la cúspide del boom. Otras veces, aparece una aguda escasez de mano de obra calificada e incluso no calificada que permite que los salarios aumenten, especialmente si los trabajadores están bien organizados en sindicatos. Ciertos ciclos se han visto muy influenciados por las guerras, otros se han desarrollado en tiempos relativamente pacíficos.

Las políticas, de los gobiernos y los bancos centrales, varían en los ciclos particulares en respuesta a la lucha de clases, las revoluciones y contrarrevoluciones. En algunos ciclos, los gobiernos han hecho poco para combatir el desempleo masivo, mientras que en otros se han involucrado en un gasto deficitario a gran escala en un intento por inducir la recuperación. Algunos ciclos han sido testigos de cambios drásticos en el valor oro de las monedas, mientras que otros se desarrollaron bajo condiciones de “patrón oro”, donde los valores oro de la moneda no han variado en absoluto.

Ha habido ciclos en los que las fases de recesión y depresión son de corta duración, mientras que la fase de auge es prolongada. A estos los llamaré ciclos “dominados por el auge”. En otros ciclos, la fase de crisis y depresión es dominante y el boom es de muy corta duración. A estos los llamaré ciclos “dominados por la crisis-depresión”.

A veces, las crisis van acompañadas de crisis financieras muy violentas y están marcadas por el colapso de los mercados de valores y el colapso de los bancos y otras instituciones financieras. Este ha sido el caso de la crisis actual. Otras veces, solo hay un período de “restricción monetaria” y caídas moderadas en los mercados de valores.

Evidentemente, las consecuencias políticas de las diferencias entre ciclos industriales concretos son importantes. Por lo tanto, es importante comprender cómo y por qué los ciclos industriales difieren tanto. Pero antes de poder hacer esto, debo comenzar con un ciclo industrial típico, con todas las características específicas, que hacen que los ciclos industriales individuales difieran,  abstraídas. Solo cuando comprendamos un ciclo industrial “típico” seremos capaces de explorar cómo y por qué los ciclos industriales concretos difieren de la norma.

Preparando el escenario

Antes esbocé una descripción aproximada del ciclo industrial. Pero ahora quiero comenzar el examen del ciclo industrial en detalle. ¿En qué etapa del ciclo industrial debemos comenzar?

Dado que la crisis marca el final de un ciclo industrial y el comienzo del siguiente, comenzaré con las condiciones que prevalecen inmediatamente después de la crisis. La crisis ha creado las condiciones que permiten que la producción capitalista vuelva a subir. O lo que es exactamente lo mismo, comenzaré en el punto donde la recesión está terminando y comienza la depresión propiamente tal.

Durante las próximas publicaciones, rastrearé cómo la depresión conduce primero a una prosperidad media, y luego cómo la prosperidad media conduce a un auge creciente. Luego mostraré cómo es que el auge genera la crisis. Como explicó Marx, cada etapa sucesiva del ciclo industrial conduce inevitablemente a la siguiente etapa.

Como abstracción adicional, también asumiré que el mundo es una sola nación capitalista. Si bien los factores internacionales son importantes en los ciclos y las crisis industriales reales, solo deberían introducirse después de que se haya comprendido plenamente la naturaleza básica del ciclo industrial.

Ahora preparemos el escenario. Recuerda: la crisis o recesión marcó el forzoso fin de la sobreproducción, que se produjo durante la fase de auge del ciclo industrial anterior. La producción industrial, así como otras porciones más amplias de la actividad económica, se han contraído, y el empleo ha disminuido, especialmente en el sector industrial. El desempleo ha aumentado considerablemente. Se van a tener menos puestos de trabajo de los que estaban disponibles cuando se derrumbó el último boom, pero el número de personas que necesitan empleo es más alto que nunca dado al aumento del tamaño de la clase trabajadora. Por lo tanto, desde el final del último boom, el desempleo ha crecido más rápido que la disminución del número de trabajadores ocupados.

Tradicionalmente, los precios de las mercancías, incluido el precio de la fuerza de trabajo, han caído no solo durante los ciclos con crisis graves, sino también en ciclos marcados por recesiones más leves. Esto ha cambiado desde la Segunda Guerra Mundial, pero como estoy examinando un ciclo industrial “típico”, asumiré que tanto los precios como los salarios han disminuido desde el pico del ciclo anterior. Más adelante, examinaré por qué el nivel general de precios, medido en términos de la moneda oficial, rara vez o muy brevemente ha disminuido desde el final de la Segunda Guerra Mundial. [6] Cabe señalar aquí que los precios de las materias primas, a veces incluidos los precios agrícolas, todavía han disminuido en general, en un grado u otro, incluso en las recesiones posteriores a la guerra mundial.

Y desde el gran debilitamiento de los sindicatos a partir de la década de 1980, los recortes salariales absolutos, raros en los primeros años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, se han vuelto comunes. Esto a pesar de que el costo de la vida, con breves interrupciones, continúa avanzando sin tregua.

Este cambio en el comportamiento de los precios es un fenómeno muy importante y necesita una explicación. Pero no puedo tratar el por qué ha ocurrido esto antes de describir un ciclo industrial típico en el que los precios en general, incluido el precio de la fuerza de trabajo, caen.

La tasa de interés, por las razones que mencioné en la publicación de la semana pasada, también disminuye durante la fase a la baja del ciclo industrial.

En el fondo del ciclo industrial

En publicaciones anteriores expliqué que el modo de producción capitalista está marcado sobre todo por la reproducción ampliada. Según Marx, si la reproducción ampliada está ausente, no es producción capitalista. ¿Por qué entonces este proceso de producción ampliada no avanza de manera constante, sin ciclos industriales, como ocurre en los diagramas de reproducción ampliada de Marx, que aparecen en el volumen II de “El capital”?

Para comprender por qué la producción capitalista atraviesa las diversas etapas del ciclo industrial en lugar de desarrollarse suavemente de un año a otro, es necesario recordar tanto el proceso de reproducción ampliada que examiné en publicaciones anteriores como las contradicciones básicas de la producción de mercancías que he estado examinando durante las últimas cuatro semanas. [7]

Ahora el escenario está completamente listo. La producción está en su punto más bajo y está a punto de aumentar. Después de una interrupción temporal, todo el proceso de reproducción capitalista ampliada está a punto de comenzar de nuevo. Está destinado a alcanzar nuevos máximos antes de que vuelva a terminar en crisis. [8] La tasa de ganancia es muy baja al final del ciclo. Y no solo ha caído la tasa de ganancia desde el colapso del auge, también lo ha hecho la masa de ganancia.

Como resultado de estas condiciones, aquello que los economistas burgueses llaman “exceso de capacidad”, es muy alto. Una parte enorme de las fuerzas productivas existentes no puede funcionar como capital; no les rinden ganancias a los capitalistas industriales. Los precios de mercado de las mercancías han caído por debajo del valor de las mercancías. Es decir, las mercancías representan más trabajo humano abstracto que el trabajo abstracto que está representado por el dinero por el que se intercambian. Por lo tanto, las mercancías están realizando sólo parcialmente sus valores en términos de dinero. [9]

Entre las mercancías que se venden por debajo de sus valores se encuentra la mercancía fuerza de trabajo. En términos del dinero que se les paga, a la fuerza de trabajo de los trabajadores se le paga un salario por debajo del valor de la fuerza de trabajo. Esta situación se compensa, en parte, por el hecho de que las mercancías que ingresan al consumo de los trabajadores también se venden por debajo de sus valores. Lo que podría incluso provocar un aumento del salario real por hora. Sin embargo, dado que el trabajo es escaso —hay pocas horas extras y muchos trabajadores trabajan en “horas cortas” o sólo “a tiempo parcial”—, el nivel de vida de la mayoría de los trabajadores cae. El mercado laboral favorece a los empresarios y ejerce una presión constante a la baja sobre los salarios. Los sindicatos afrontan una lucha cuesta arriba y se ponen a la defensiva.

La tasa de interés es baja. El oro recién extraído se está acumulando en el banco central, lo que le permite reducir su tasa de descuento sin tener que temer una “corrida” en su reserva de oro. Los bancos están inundados de reservas excedentarias, principalmente en forma de depósitos en el banco central.

Las empresas industriales y comerciales tienen grandes cantidades de activos líquidos, ya sea en forma de depósitos en los bancos comerciales o en valores gubernamentales a corto plazo y de bajo rendimiento, que se pueden convertir rápidamente en efectivo. El dinero en sus diversas formas es abundante. Sin embargo, la velocidad de circulación es baja. Dada la gran masa de efectivo inactivo, la economía opera cada vez más en base a efectivo, en lugar de en base a crédito. Inundadas de efectivo, las empresas capitalistas están en condiciones de cancelar gran parte de sus deudas existentes.

Se acelera el crecimiento del capital dinerario

Una excepción a este escenario de ganancias deprimidas en toda la industria es la industria de la extracción de oro, la industria que produce material dinerario. Como he explicado, el oro, como material dinerario, mide el valor de cambio de todas las demás mercancías en términos de su propio valor de uso. Una caída en el nivel general de precios, medido en términos de material dinerario, significa que el poder adquisitivo de una determinada cantidad de material dinerario aumenta.

A diferencia de otros capitalistas industriales, los capitalistas industriales que producen material dinerario no tienen que vender su mercancía por dinero para demostrar que el trabajo que representan sus mercancías es realmente trabajo social. Su mercancía ya es dinero —la forma social abstracta de riqueza— tan pronto como se produce. Como expliqué en las publicaciones sobre el dinero, el trabajo que produce material dinerario, a diferencia del trabajo que se utiliza para producir otras mercancías, es directamente social.

A medida que bajan los precios en términos de oro, aumentará el poder adquisitivo de una determinada cantidad de oro. O lo que viene a ser exactamente lo mismo, una determinada cantidad de oro, que los capitalistas del oro producen, comprará más fuerza de trabajo y más elementos del capital constante. El resultado es que cuanto más cae el nivel general de precios, cuando se mide en términos de oro, más rentable será la industria de extracción y refinación de oro.

Incluso si el nivel general de precios en términos de oro no cae, la rentabilidad relativa de la extracción de oro aumentará. Durante la recesión, la rotación de capital disminuye, debido a la lentitud de las ventas, lo que reduce la tasa de ganancia en toda la industria y el comercio. Pero esto no afecta a la industria que produce material dinerario. Su producto siempre se puede “vender”. [10]

Entonces, incluso si la rentabilidad de la extracción de oro no aumenta en absoluto, aumentará relativamente. Dado que el capital siempre está en busca de ganancias que produzcan la tasa de ganancia más alta posible, incluso un aumento relativo en la rentabilidad de la industria minera de oro significará un aumento en la inversión en la extracción de oro, y con todas las demás cosas permaneciendo iguales, un aumento en la producción de oro. [11]

Por lo tanto, el estallido de una crisis general de sobreproducción significa un nivel reducido de la producción y el empleo en la mayoría de las industrias; en la extracción y refinación de oro, si todo lo demás permanece igual, la producción de oro se ve estimulada por la crisis. La industria del oro se mueve de manera contracíclica al resto de la economía.

Por ende, mientras la recesión continúe, la porción del capital total que consiste en capital dinerario crece en relación con la porción que consiste en capital mercantil y capital productivo. [12] Si bien se ha estimulado la producción de oro, se han contraído tanto el capital mercantil como el productivo. En lo que respecta al capital mercantil, esto refleja tanto la liquidación de los inventarios por parte de los capitalistas industriales y comerciales, como los precios reducidos de las mercancías en términos de precios medidos en el valor de uso del material dinerario. La disminución de la producción industrial durante la recesión implica que las fábricas operan a capacidad reducida o están inactivas por completo. Estas fuerzas productivas “excedentes” no pueden operar y rendir ganancias.

Una cierta cantidad de estas fuerzas productivas es destruida físicamente, mientras que otra parte es “depreciada” por los capitalistas industriales. Estas últimas no se destruyen físicamente como valores de uso material, pero los capitalistas industriales comprenden que valen menos en términos de dinero que antes. Por tanto, se han contraído en términos de valor de cambio. O lo que viene a ser exactamente lo mismo, representan menos capital del que representaban antes de la crisis.

Una variación común de este proceso es el caso en el que los capitalistas industriales quiebran. Las empresas industriales se venden luego a otros capitalistas industriales a pérdida. Los capitalistas industriales más fuertes compran estas empresas a una fracción de su valor anterior. Los capitalistas industriales que compran estas fuerzas productivas a sus nuevos valores, más bajos, podrán a menudo administrarlas con ganancias, mientras que sus antiguos propietarios lo perdieron todo. El proceso de quiebra, por lo tanto, juega un papel importante en el reinicio de fuegos de la reproducción ampliada capitalista a raíz de una crisis.

Este proceso de devaluación y destrucción del capital existente —la reducción— alcanza un pico en el fondo de la recesión. Continúa a lo largo de la depresión, disminuye gradualmente durante la fase de prosperidad media, y alcanza su punto más bajo durante la fase de auge del ciclo industrial, aunque nunca se detiene por completo.

En el fondo de la recesión, el exceso de capacidad se encuentra en un nivel muy alto. Desde el punto de vista de los capitalistas industriales, no tiene sentido realizar nuevas inversiones productivas a gran escala. Si el capitalista industrial individual hiciera funcionar sus fábricas a capacidad total, muchas de las mercancías resultarían invendibles o tendrían que venderse a precios bajos y no rentables.

En estas condiciones, ninguna caída en la tasa de interés puede estimular una renovación de la inversión, fuera de la industria productora de oro. Si la tasa de ganancia de la nueva inversión es cero, incluso una tasa de interés cero significará una ganancia cero para las empresas. Los economistas keynesianos llaman a esta situación: “trampa de liquidez”. No importa cuánto se reduzcan las tasas de interés, habrá muy poca inversión adicional.

Sin embargo, la recesión no afecta a todas las industrias por igual. Las industrias de consumo del Departamento II se ven menos afectadas que las industrias del Departamento I, que producen los medios de producción. ¿Por qué? La compra de artículos de primera necesidad como la comida, la vivienda y la ropa no se puede posponer, ni siquiera en los peores momentos. Incluso los desempleados tienen que comer. Si la sociedad capitalista no brindara algún tipo de alivio a los desempleados, morirían de hambre.

Además del hecho de que el hambre masiva sería políticamente muy desestabilizadora, socavaría la posibilidad de una renovación de la reproducción ampliada en el futuro. Si se permitiera que los desempleados realmente “murieran” durante el período de desempleo masivo y de demanda mínima de fuerza de trabajo, que marca el punto más bajo del ciclo industrial, se desarrollaría una aguda escasez de mano de obra, la temida “sobreproducción absoluta de capital”, tan pronto como la demanda de fuerza de trabajo comience a aumentar una vez más.

Por lo tanto, a los capitalistas les interesa mantener con vida a los desempleados, pero solo en las condiciones más miserables. Cuanto más bajen los salarios, más subirá la tasa de plusvalía. Y una mayor tasa de plusvalía se traducirá en una mayor tasa de ganancia cuando sea posible realizar plenamente el valor y la plusvalía de las mercancías nuevamente. Si los trabajadores están organizados, tanto en sindicatos o, mejor aún, políticamente, en un partido, pueden obligar a los capitalistas, contra su voluntad, a mantener a los desempleados en condiciones algo mejores. Pero esto solo se puede ganar mediante la lucha y se puede perder por la falta de lucha.

A diferencia de las necesidades del consumidor, las compras de bienes de capital, como la construcción de nuevas fábricas y maquinaria, pueden posponerse durante años o incluso décadas si es necesario. Cuando esto sucede, el nuevo dinero, creado por la industria productora de oro, se acumula en tesoros inactivos en los bancos, lo que hace que la tasa de interés baje a niveles mínimos. En la medida en que se reduzca la producción, también se reducirá la compra de materias primas y auxiliares, y así también la compra de la mercancía fuerza de trabajo. Especialmente sensible a la recesión es el subdepartamento del Departamento I que produce medios de producción para otras industrias del Departamento I.

Aunque la depresión es más severa en el Departamento I, el desempleo y las ganancias deprimidas o las pérdidas totales en el Departamento I hacen imposible que el Departamento II realice el valor total de su producción potencial de mercancías. Como expliqué en la sección de la reproducción, los trabajadores y capitalistas del Departamento I forman un mercado importante para el Departamento II.

Además de productos perecederos, el Departamento II también produce mercancías duraderas, como casas, muebles, automóviles, televisores, computadoras, teléfonos celulares, etc., que son más sensibles a las fases del ciclo industrial que las industrias que producen artículos perecederos como los alimentos. Los desempleados tienen que comprar alimentos, pero no tienen que comprar coches, casas, muebles, ordenadores o teléfonos inteligentes nuevos. Estas compras deben posponerse hasta que mejoren las oportunidades de empleo y aumenten los salarios.

Los capitalistas más pequeños, tanto capitalistas dinerarios que se han visto afectados por la caída de las tasas de interés, que forman la base de sus ingresos, como los pequeños capitalistas industriales y comerciales que experimentan ganancias mucho más bajas y, con frecuencia, pérdidas directas, también se ven obligados a reducir sus gastos en bienes de consumo de lujo, especialmente bienes de consumo duraderos.

Este es un punto a menudo olvidado por los partidarios de las teorías de la crisis basadas en el subconsumo, que a veces parecen asumir que la clase capitalista vive en el aire. Es cierto que los capitalistas más ricos, incluso cuando sufren grandes pérdidas de capital, no tienen que restringir su consumo personal porque pueden vivir de su inmenso capital hasta que regrese la rentabilidad, pero esto no es cierto para los mucho más numerosos pequeños capitalistas.

Esto es aún más cierto para los estratos “pequeñoburgueses” de semi-trabajadores semi-capitalistas que dependen en parte del interés de sus pequeños capitales y en parte de la venta de su fuerza de trabajo para su sustento. Los pequeños empresarios viven en parte de las ganancias de sus pequeños capitales y dependen en parte de los “salarios de superintendencia” que ganan como gerentes de sus propios negocios. [13] Durante los buenos tiempos, estas personas de “clase media” son un mercado considerable para los artículos de lujo duraderos para el consumidor, pero en la parte inferior del ciclo, sus compras de dichos artículos de lujo deben posponerse hasta que regresen los mejores tiempos. [14]

Siguiente: Cómo se desarrolla la recuperación, desde la depresión hasta la prosperidad promedio.

 

 


NOTAS

[1] El ciclo industrial se denomina “ciclo económico” en los Estados Unidos y “ciclo comercial” en Gran Bretaña. Sin embargo, es preferible “ciclo industrial”, el término utilizado por Marx, porque es principalmente un ciclo de producción industrial capitalista.

[2] Los gobiernos capitalistas han aprobado leyes que prohíben a los sindicatos irse a huelga, excepto cuando vencen los contratos de negociación colectiva que duran varios años. Esto evita que los sindicatos aprovechen las condiciones más favorables para organizarse, ganar aumentos salariales y en caso necesario irse a huelgas que surjan en el transcurso del ciclo industrial, salvo que por casualidad el vencimiento de los contratos coincida con condiciones máximas de negocio.

[3] Es una tendencia a largo plazo del modo de producción capitalista que los capitalistas industriales economicen en inventarios — capital mercantil. Tanto el capital mercantil inactivo como el capital dinerario inactivo, así como el excedente de materias primas, representan un capital potencial que podría “ser puesto a trabajar” para generar ganancias.

Los economistas capitalistas afirman periódicamente que, debido al aumento de los controles informáticos, las empresas están evitando la acumulación de mercancías no vendidas que causó las recesiones en el pasado. Sin embargo, la misma tecnología informática hace posible la inflación del crédito y la consiguiente economización del capital dinerario. Finalmente, se llega al punto en el que el crédito ya no se puede inflar más y el capital dinerario (la liquidez) no puede agotarse más. En estas condiciones, las ventas colapsan repentinamente. Cuando el nivel de ventas inflado por crédito colapsa, la sobreproducción masiva de mercancías que ha estado ocurriendo, pero oculta por los niveles de ventas inflados por crédito, se vuelve repentinamente obvia, y los capitalistas industriales se ven obligados a recortar repentinamente la producción. Los eventos que ocurrieron el otoño pasado son un ejemplo de libro de texto de esto. Los economistas burgueses luego culpan a la “inesperada contracción del crédito”, y no a la sobreproducción subyacente, de sus predicciones fallidas sobre la continuidad de la prosperidad económica.

[4] De acuerdo con las reglas contables estándar, se supone que las empresas reservan una cierta cantidad para “deudas incobrables”, que aparecen como un activo negativo en el balance. En las primeras etapas del ciclo industrial, cuando el recuerdo de la última crisis aún está fresco, las empresas tienden a ser muy “conservadoras” a la hora de calcular cuánto reservar en su “asignación para deudas incobrables”. Pero a medida que avanza el auge, existe una tendencia a que la “asignación para deudas incobrables” sea irrealmente baja. En efecto, las deudas incobrables todavía se tratan como activos cuando en realidad representan pérdidas. Pero esto se vuelve obvio solo cuando el crédito ya no se puede expandir y las deudas incobrables ya no se pueden “renovar”.

[5] Existe una larga historia de cambio de nombre a las crisis periódicas que han marcado la historia del modo de producción capitalista. Originalmente, estas crisis se denominaron “crisis comerciales”, término que utilizan a menudo Marx y Engels. Pero el término “crisis comercial” adquirió una connotación tan siniestra que fue reemplazado por “pánico” o “depresión”. Una depresión simplemente implicaba un período de “negocios lentos” y no sonaba tan mal como una “crisis comercial”. Después de la década de 1930, el término “depresión” adquirió una connotación mucho más siniestra que el término original de “crisis comercial”, por lo que el término “recesión” lo reemplazó. Después de todo, una recesión no es tan aterradora como una “depresión”. Más recientemente, se ha reciclado el antiguo término “pánico”, pero las cosas tendrían que volverse casi inimaginablemente malas antes de que se vuelva a utilizar la palabra “depresión”.

[6] El desarrollo de la crisis actual muestra este cambio. La primera etapa de la crisis que comenzó en agosto de 2007 estuvo marcada por una aceleración de la inflación cuando el dólar se desplomó frente al oro a la espera de un gigantesco esfuerzo de “rescate” inflacionario por parte de la Fed. Solo los precios de las viviendas parecían estar cayendo. Incluso el mercado de valores reanudó su ascenso, después del pánico inicial de agosto de 2007, haciendo un nuevo récord histórico en octubre de 2007. A partir del verano pasado y acelerándose el otoño pasado [hemisferio norte], no solo los precios de las materias primas, sino incluso los productores y, maravillas de las maravillas, el índice de precios al consumidor comenzó, según cifras oficiales, a caer, aunque gran parte de esta caída reflejó el colapso de los precios de la gasolina.

Sin embargo, la Fed prometió que imprimirá cualquier cantidad de dinero necesaria para evitar que el costo de vida disminuya o incluso se estabilice. Bernanke y otros funcionarios de la Fed han dejado claro que cualquier tasa de inflación de menos del 1 por ciento es demasiado baja para ellos. Luego, la Fed prácticamente duplicó la oferta de su dinero simbólico en un período de unos pocos meses.

Esto parece haber funcionado, al menos en Estados Unidos. Desde principios de año, los índices oficiales de precios han comenzado a subir una vez más, incluso cuando el número de puestos de trabajo continuaba su contracción masiva. Mientras el gobierno y la Reserva Federal (el Banco Central Europeo tiene una política similar, a la que llaman metas de inflación) se adhieran a una política de ingeniería de la inflación y afronten cualquier caída, o incluso una amenaza de caída, del costo de vida con un aumento masivo de la cantidad del dinero simbólico que emiten, los sindicatos les están fallando a sus miembros cuando firman contratos que no contienen cláusulas automáticas del costo de vida.

 

[7] En “El capital”, Marx comenzó con las contradicciones básicas de la producción de mercancías y luego trabajó, desde allí, para explicar cómo surge la plusvalía sobre la base del intercambio de cantidades iguales de trabajo incorporado en las mercancías. Es casi seguro que planeó lidiar con las crisis como tales en algún momento, pero no en “El capital”. Se suponía que “El capital” era solo el primer libro dentro de una “Crítica de la economía política” mucho más amplia.

Este plan resultó ser demasiado ambicioso, incluso para Marx. Aquí, por el contrario, comencé con la crítica de varias teorías marxistas populares de la crisis, que generalmente ignoran por completo las contradicciones básicas de la producción de mercancías. Expliqué cómo tales teorías de la crisis, aunque contienen partes de la verdad, no logran captar las contradicciones de la producción capitalista lo suficiente como para explicar las crisis concretas reales. Luego volví a las contradicciones básicas de la producción de mercancías, el valor, el precio, el dinero, el crédito, la competencia y las tasas de interés, ya que sin captar estas categorías creo que las crisis se nos escapan de las manos.

A partir de este momento, construiré una teoría de la crisis que tenga plenamente en cuenta las contradicciones básicas que están insertas en la base mercantil del capitalismo. Una vez hecho esto, creo que se verá que las crisis, y los fenómenos más amplios del ciclo industrial, emergen, de forma bastante natural, a partir de las contradicciones básicas de la producción capitalista.

[8] La producción capitalista es un proceso de reproducción ampliada. Sigue reproduciéndose a una escala cada vez mayor. Históricamente, la reproducción ampliada capitalista está limitada en el tiempo. Tiene un origen y un final. No puede durar para siempre. Examinaré estos límites históricos cuando me ocupe de la teoría del colapso.

Sin embargo, al examinar el ciclo industrial, me refiero a cómo vive el capitalismo, no a cómo muere. El capitalismo vivo implica que, si bien la reproducción puede volverse temporalmente negativa durante una fase del ciclo industrial, sobre el ciclo en su conjunto debe prevalecer la reproducción ampliada. Cada ciclo sucesivo debe alcanzar un nivel de producción superior al anterior. Solo entendiendo cómo vive mediante la reproducción ampliada seremos capaces de comprender por qué finalmente debe morir o dar paso a un modo de producción superior.

[9] Más estrictamente: los precios de mercado están por debajo de los precios de producción.

 

[10] Recordemos que el oro parece venderse por otras formas de dinero, parece tener un precio. Pero en realidad, la venta de oro por billetes convertibles en oro, dinero simbólico o dinero de crédito es simplemente un intercambio de una forma de dinero por otra y no una verdadera venta de mercancías. Consultar la publicación  De dinero como equivalente universal a dinero como moneda .

 

[11] Aún así, el efecto estimulante sobre la producción de oro, si todo lo demás permanece igual, será considerablemente menor que cuando los precios en términos de oro disminuyen realmente.

[12] Recuerde que tanto la cantidad de oro como la cantidad de capital real se miden en términos de pesos de oro, la unidad que es apropiada para medir el oro, o algún otro metal monetario, como valor de uso. Consulte la sección sobre dinero para obtener más información sobre este punto.

 

[13] Los apologistas económicos del capital tratan con frecuencia de descartar toda la ganancia de la empresa que los capitalistas industriales y comerciales ganan más allá de los intereses como salario de superintendencia. Sin embargo, los dos se pueden separar fácilmente. Supongamos que soy dueño de un negocio que he estado administrando, pero ahora quiero jubilarme. En su lugar, puedo contratar a un gerente para que dirija el negocio. Por supuesto, tendré que pagar el salario corriente o el salario por ese trabajo gerencial. El beneficio adicional que seguiré obteniendo de mi capital más allá de los intereses como propietario de un negocio, pero ya no como gerente de un negocio, es el “beneficio de la empresa” puro.

[14] Los analistas del mercado de valores distinguen entre las “industrias cíclicas”, que son muy sensibles a las etapas del ciclo industrial, y las industrias no cíclicas, que se ven mucho menos afectadas. Durante las recesiones, estos analistas recomiendan a menudo que sus clientes compren acciones en industrias no cíclicas, como las industrias de producción de alimentos y medicamentos. Las acciones en industrias cíclicas generalmente se recomiendan solo cuando los analistas esperan, con razón o no, condiciones de auge. Entre estas están, primero, las industrias de producción de materiales y bienes de capital básicos, pero secundariamente están las industrias de consumo duradero, como la industria del automóvil, por ejemplo.