DINERO-MERCANCÍA VERSUS DINERO NO-MERCANCÍA
[ÍNDICE DE LA SERIE]

i. De: «El segundo juicio político a Trump»

The Second Trump Impeachment Trial

Sam Williams

Al castellano: @aederean


Una perspectiva alternativa de la ‘Gran Depresión’

Pero, ¿qué pasa si los programas de estímulo, que inyectarán billones de dólares de poder adquisitivo en la economía durante los próximos años, no producen un gran auge sino un regreso a la “estanflación” de la década de 1970 seguida de una “Mayor Depresión” [Greater Depression] como teme el economista Nouriel Roubini? En ese caso, la estrategia de resucitar a la clase media mediante un enorme programa de estímulo resultará ser un callejón sin salida. Esto significará que la clase trabajadora, durante la vida de la generación joven actual, tiene que estar preparada para tomar el poder e iniciar la transformación socialista de la producción durante su vida, o enfrentaremos algo mucho peor de lo que experimentamos durante los años de Trump y su clímax del 6 de enero.

Si uno cree que el dinero de hoy es “dinero no-mercancía”, no hay ninguna razón por la cual los programas de estímulo basados ​​en el gasto del déficit, combinados con las políticas de los bancos centrales diseñadas para mantener bajas las tasas de interés, no vayan a funcionar como esperan los progresistas mientras estos se lleven a cabo en una escala suficientemente grande. Es cierto que cuando llegue el “gran auge”, la enormemente aumentada demanda de  mercancía fuerza de trabajo, como señala Anwar Shaikh, aumentará los salarios no solo en términos nominales sino también en términos reales y de valor. Esto hará que la tasa de plusvalía y, con ella, la tasa de ganancia, caigan.

La caída de la tasa de ganancia se agravará, entonces, a medida que los capitalistas vayan reemplazando el capital variable (trabajo) por capital constante (máquinas), provocando un aumento acelerado en la composición orgánica del capital y una caída en la tasa de ganancia promedio. Puesto que son las ganancias, y solo las ganancias, las que impulsan la producción capitalista, la caída de la tasa de ganancia se convertirá finalmente en un gran problema para la economía capitalista. Pero considerando el enorme tamaño del ejército de reserva industrial en el mundo de hoy —no solo en un país capitalista en particular— el problema está a muchos años en el futuro. Y a nosotros en el movimiento obrero nunca nos ha importado mantener una alta tasa de ganancia. Hemos estado librando una lucha contra la tasa de ganancia.

Pero, ¿qué pasará si el oro sigue siendo la mercancía dinero y no hay suficiente oro para respaldar la cantidad enorme de préstamos y gastos del gobierno federal de los EE. UU., de otros bancos centrales capitalistas, de gobiernos estatales y locales, de corporaciones, y de consumidores necesaria para iniciar y luego sostener el auge? En ese caso, la necesidad de la transformación socialista de la producción, lejos de estar descartada para la actual generación de jóvenes, será una necesidad urgente. Y si el movimiento de los trabajadores no puede estar a la altura de las circunstancias durante su vida, los resultados serán desastrosos y, muy probablemente, fatales para la sociedad moderna.

Así que debo volver a la pregunta planteada por Fred Moseley en 2004. ¿Debe el dinero ser una mercancía, o bajo el sistema capitalista el dinero no-mercancía no solo es una posibilidad, sino una realidad en el mundo actual?

Nota: Lo que sigue involucra el llamado “problema de la transformación” y será difícil para aquellos que no están bien versados ​​en los problemas de la economía política burguesa clásica y la crítica de Marx a ella. Su importancia para los problemas políticos que enfrentamos hoy se hará evidente en publicaciones futuras.

Fred Moseley, como muchos economistas marxistas, cree que el total de los precios de producción debe ser igual al total de los precios directos. Como vimos el mes pasado, eso no es cierto. Si la industria de producción de oro tiene una composición orgánica de capital inferior al promedio, la suma de los precios directos será menor que la suma de los precios de producción. Si la industria del oro tiene una composición orgánica superior al promedio, la suma de los precios directos será mayor que la suma de los precios de producción.

En su libro de 2016 “Money and Totality”, Moseley explica que, asumiendo un “dinero no-mercancía” —es decir, si asumimos que todas las mercancías funcionan igualmente como dinero, de modo que ninguna mercancía en especial sea dinero— las dificultades que encontró al intentar demostrar la igualdad de la suma de los precios directos y la suma de los precios de producción, desaparecen. Pero creo que aquí nos metemos en una mera tautología. Todo lo que se está diciendo se reduce a equiparar el valor total de todas las mercancías con el valor total de las mercancías individuales sumadas.

El corazón del problema de la transformación

Este mes quiero examinar otra pregunta. ¿Es cierto, como insiste Moseley, que, suponiendo que el oro es la mercancía dinero, la ganancia total medida en términos de precios directos siempre debe ser igual a la ganancia total medida en términos de precios de producción?

Notemos que digo precios directos en lugar de valores. Si comparamos valores con precios, estamos equiparando horas de trabajo humano abstracto con una cantidad de lingotes de oro. El valor —el trabajo humano abstracto incorporado en las mercancías— es una sustancia social medida en alguna unidad de tiempo. El oro en lingotes es una sustancia física medida en alguna unidad de peso. ¿Cómo podemos igualar dos sustancias diferentes que tienen dos unidades de medida diferentes?

Pero si decimos precios directos estamos comparando el peso de una cantidad de oro en lingotes, que en su rol de dinero como unidad de cuenta representa la ganancia total medida en términos de precios directos, con otra cantidad de oro en lingotes, que también actúa como unidad de cuenta, que representa la ganancia medida en términos de precios de producción.

¿La cantidad de oro en lingotes que representa la ganancia total en términos de precios directos será igual a la cantidad de ganancia medida en términos de precios de producción? ¿O serán sólo aproximadamente iguales? Si tomamos lo que escribió en sus cuadernos, que se convirtieron en el volumen III de “El Capital” en su totalidad, creo que Marx decía que serían aproximadamente iguales. Serán aproximadamente iguales porque la diferencia entre los precios directos y los precios de producción de las mercancías individuales tenderán a compensarse entre sí. Sin embargo, Moseley y muchos otros economistas marxistas creen que estas dos cantidades de lingotes de oro deben ser exactamente iguales. Creen que la teoría del valor trabajo de Marx requiere esta igualdad.

La otra cuestión tiene que ver con la tasa de ganancia. La tasa de ganancia en valor puede definirse como la plusvalía total dividida por el valor del capital social total. Estrictamente hablando, esta relación no es una tasa de ganancia porque la ganancia siempre debe medirse en términos de dinero material y no de horas de trabajo humano abstracto. Sin embargo, a falta de un término mejor —los capitalistas desconocen su tasa de ganancia en términos de valor y, por lo tanto, no han inventado un término especial para ella— yo usaré el término tasa de ganancia en valor.

Podemos además calcular la tasa de ganancia en valor en términos de precios directos, lo que la convierte en una tasa de ganancia propiamente dicha sin cambiar su valor numérico. Sin embargo, en este caso, incluso si por razones de simplificación dejamos de lado los diferentes períodos de rotación del capital, al asumir distintas composiciones orgánicas en las distintas ramas de la industria se tendrá distintas tasas de ganancia. En las industrias que trabajan con capitales de composición orgánica de capital por debajo del promedio, la tasa de ganancia será más alta que en las industrias que trabajan con capitales de composición orgánica superior al promedio.

Pero dado que la competencia no permitirá esto, debemos entonces calcular una tasa de ganancia general donde la tasa de ganancia sea igual en todas las ramas de la producción, independientemente de sus diferentes composiciones orgánicas. Para hacer esto, debemos usar los precios de producción tanto para calcular los precios de las mercancías que sirven como insumos como los precios de las mercancías que sirven como productos. La razón por la que debemos hacer esto es que los capitalistas industriales, asumiendo que todas las mercancías se venden a sus precios de producción, tendrán que comprar sus insumos a sus precios de producción y no a sus precios directos. La pregunta ahora es si es que la tasa de ganancia del capital social total permanece sin cambios después de que hacemos la transformación de precios directos a precios de producción. De nuevo, Moseley responde afirmativamente a esta pregunta.

Pero Moseley tiene aquí un poderoso oponente: las matemáticas. Para eludir las matemáticas, Moseley está obligado a usar precios de producción cuando debería usar valores o precios directos. También habla repetidamente del “consumo de capital dinerario” aunque, en realidad, es el capital real y nunca el capital dinerario el que se consume. Se ve obligado a hacer esto porque las matemáticas simplemente no están de su lado.

L. von Bortkiewicz en 1906, Paul Sweezy en 1942 y, en nuestra época, Anwar Shaikh en su obra “Capitalismo” y en otros textos, demostraron que una vez que los valores se transforman en precios de producción, las igualdades exactas de Moseley se mantendrán solo mientras todas las mercancías participen igualmente en la reproducción. De lo contrario, la masa y la tasa de ganancia medidas en términos de precios directos y precios de producción solo serán aproximadamente iguales. Pero ¿por qué sólo aproximadamente iguales? ¿Es la ley del valor sólo aproximadamente correcta?

Una vez que se asume que algunas mercancías funcionan como bienes de lujo que son consumidos únicamente por los capitalistas y, por lo tanto, no entran en la reproducción, no es difícil construir modelos matemáticos que asuman que la masa de plusvalía en términos de precios directos es igual a la masa de plusvalía en términos de precios de producción, o que asuman que la tasa de ganancia en términos de precios directos es igual a la tasa de ganancia en términos de precios de producción. Pero los modelos no sostendrán ambas igualdades al mismo tiempo. En el mundo real, ninguna de estas igualdades se cumplirá exactamente, sino solo aproximadamente.

Es en este punto que los economistas burgueses bien informados ven una apertura. Marx insiste en que la plusvalía surge del trabajo no remunerado de los trabajadores y no en la esfera de la circulación. Según Marx, la plusvalía tampoco es producida por el capital constante. Sin embargo, después de la transformación de los valores en precios de producción, tanto el capital variable como el constante rinden la misma tasa de ganancia a su propietario. Pareciera como si tanto el capital constante como el variable produjeran plusvalía.

La trascendental importancia de la teoría de la plusvalía de Marx

En cambio, Marx, basándose en los economistas burgueses clásicos, demostró que la plusvalía no se produce ni con el capital constante ni con la tierra. Todo valor, y por tanto toda plusvalía, es producido únicamente por el trabajo humano en el proceso de producción y no en el proceso de circulación. Así como los precios individuales son la forma de los valores de las mercancías, la ganancia, incluida la renta de la tierra, no es más que la forma de la plusvalía.

Los economistas burgueses odian esta conclusión porque revela que aunque las mercancías se intercambiasen a sus valores y los trabajadores vendiesen su fuerza de trabajo a su valor total, aún así los trabajadores se ven obligados a realizar trabajo no remunerado para los capitalistas, los terratenientes y sus secuaces. Marx demostró esto al distinguir entre el valor de la fuerza de trabajo, determinado por el valor de los medios de subsistencia que los trabajadores deben consumir para reproducir su fuerza de trabajo, y el trabajo que realizan los trabajadores en el transcurso de la jornada laboral.

El trabajo que realizan los trabajadores siempre debe ser mayor que el trabajo necesario para producir los medios de subsistencia que los trabajadores deben consumir para reproducir su fuerza de trabajo. De no ser así, la fuerza de trabajo de los trabajadores pierde, para los capitalistas, su valor de uso. El valor de uso de la fuerza de trabajo para los capitalistas industriales es precisamente que produce plusvalía. Por lo tanto, no es necesario el robo de salarios [1] para explicar el trabajo no remunerado, la plusvalía y la explotación.

A generaciones de trabajadores con conciencia de clase les han enseñado los educadores socialistas que la teoría de la plusvalía de Marx prueba científicamente lo que los trabajadores siempre han sabido en sus entrañas. Es decir, que son explotados por sus patrones capitalistas, quienes les están quitando más, en la forma del valor creado por su trabajo, de lo que les están pagando en sus salarios. La teoría de la plusvalía de Marx es, por lo tanto, el fundamento del socialismo científico. Con la teoría de la plusvalía de Marx, el socialismo se convirtió en una ciencia.

Pero si, ya sea la tasa de ganancia, o la masa de ganancia, o ambas, difieren en sus valores numéricos cuando se calculan en precios de producción que cuando se calculan en términos de precios directos, los economistas creen haber demostrado que la afirmación de Marx de que la ganancia surge de lo trabajo no pagado de la clase obrera ha sido refutado.

Se abre entonces la puerta a la santísima trinidad burguesa, cuya forma moderna es que el valor del producto marginal de cada factor de producción —trabajo, capital y tierra— determina la distribución del producto social neto. Según esta doctrina, mientras prevalezca la competencia perfecta, cada factor de producción es recompensado en proporción directa al valor que crea. Esto prueba, proclaman los economistas modernos, que ningún factor de producción explota a otro factor de producción. Lo que se reduce a afirmar que, en la competencia perfecta, ninguna clase social explota a otra clase social. Si tomas un curso universitario de economía en microeconomía, eso es lo que te enseñarán.

Moseley y muchos otros economistas marxistas creen que para defender el marxismo contra este ataque burgués y así salvar el socialismo científico, se debe demostrar que la ganancia total en términos de precios directos es exactamente igual a la ganancia total en términos de precios de producción. También que la tasa de ganancia en términos de precios directos es exactamente igual a la tasa de ganancia en términos de precios de producción.

En el volumen III de “El Capital”, Marx parte asumiendo estas igualdades. Transforma los valores en precios de producción. Pero no transforma los insumos. Pero, ¿acaso los capitalistas industriales no compran sus insumos a otros capitalistas industriales a sus precios de producción en lugar de a sus precios directos? Obviamente lo hacen.

Hay suficientes pasajes en los cuadernos que se convirtieron en el volumen III de “El Capital” para indicar que Marx era muy consciente de que una solución completa tendría que implicar la transformación de los precios de los insumos en precios de producción. Lo que Marx trató de demostrar es que la transformación de valores en precios de producción simplemente redistribuye la plusvalía entre los distintos capitalistas, sin aumentarla ni reducirla.

El volumen I de “El Capital”, donde Marx demuestra que la plusvalía surge únicamente del trabajo no remunerado de la clase obrera, conserva toda su vigencia. En algunos pasajes citados por Moseley en su libro “Money and Totality”, Marx asume identidades exactas entre las tasas y las masas de ganancia calculadas en términos de valores (precios directos) y de precios de producción. Pero en otros pasajes, Marx demuestra saber que estas serán solo igualdades aproximadas. ¿Cómo habría manejado Marx esta dificultad si hubiera vivido más tiempo? Quizás habría asumido identidades exactas en el volumen III de “El Capital”, pero en un trabajo futuro habría explorado la transformación de estas igualdades exactas en igualdades aproximadas.

Por ejemplo, en un cuaderno escrito en algún momento de 1864 o 1865 que es parte del volumen III de “El Capital”, que trata sobre la transformación de valores en precios de producción (que Marx llamó “precios de costo” pero luego reemplazó por “precios de producción”), Marx señala que “es necesario tener en cuenta este significado modificado del precio de costo, y por lo tanto, tener en cuenta también si es que el precio de costo de una mercancía se equipara con el valor de los medios de producción consumidos en producirla, es siempre posible equivocarse.” (Citado de “Money and Totality” de Moseley, página 161).

La ganancia como forma de valor de la plusvalía

Las personas que han leído el volumen I de “El capital” —o alguna popularización del mismo— pero no han ido más allá del volumen I, suelen equiparar el valor y el precio de las mercancías. Pero sabemos que el valor se mide en términos de una sustancia social: el trabajo humano abstracto. La unidad de medida del trabajo humano abstracto es alguna unidad de tiempo, como horas, minutos, etc. El precio, sin embargo, debe medirse en términos de una cantidad específica de material dinerario medida en términos de la unidad de medida adecuada al valor de uso de la mercancía dinero —el peso de un metal precioso como el oro, por ejemplo.

Podemos imaginar la ganancia total que produce el capital social total en un año como una cantidad gigantesca de monedas de oro o lingotes de oro, que pueden ser guardadas en una caja fuerte o al menos en Fort Knox. No así con la plusvalía. Es una sustancia social, no física, siempre medida en términos de alguna unidad de tiempo. No podemos llevar una sustancia social en nuestro bolsillo o almacenarla en una caja fuerte o en Fort Knox.

La verdadera solución al problema de la transformación.

Anwar Shaikh explica en varios artículos y en su monumental “Capitalismo: competencia, conflicto, crisis” (Oxford University Press, 2016) que las igualdades exactas entre la ganancia en términos de tasa y masa de ganancia calculada en términos de precios directos y de precios de producción se transforman en igualdades aproximadas debido a la diferencia entre el gasto de la ganancia como capital y como ingreso.

Cuando los capitalistas industriales transforman una parte de su capital en capital nuevo, deben comprar mercancías que operen como materias primas, materiales auxiliares y medios de producción (edificios de fábrica, maquinaria y, por último, pero no menos importante, fuerza de trabajo, que es la única que produce plusvalía). Para que la transformación de la ganancia en capital proceda con éxito, estos elementos deben encontrarse en el mercado.

Si estos elementos no se encuentran en el mercado, el proceso se detiene al instante. En el caso de la mercancía fuerza de trabajo, debe haber suficientes potenciales trabajadores obligados a vender su fuerza de trabajo para vivir. Una vez empleados, estos trabajadores deben poder encontrar en el mercado los medios de subsistencia necesarios para reproducir el nuevo empleo de su fuerza de trabajo. El resultado es que el “costo del trabajo” para un capitalista es el ingreso de otro capitalista.

Si un grupo de capitalistas compra cualquiera de las mercancías que componen su capital, incluida la fuerza de trabajo, por encima de sus precios directos, sufrirán una pérdida en términos de ganancias. Sin embargo, si logran comprar fuerza de trabajo por debajo de su precio directo porque los trabajadores pueden comprar sus medios de subsistencia a precios de producción por debajo de sus precios directos, estos capitalistas obtendrán una ganancia extra.

Lo mismo ocurre con las mercancías que constituyen el capital constante de los capitalistas. Si estos capitalistas tienen que comprar petróleo a un precio inflado —en relación con su precio directo— sufrirán la inflación del precio de costo de sus productos. Por lo tanto, a menos que de alguna manera también puedan vender sus mercancías por encima de sus precios directos, sufrirán una reducción en las ganancias.

Sin embargo, aquí la pérdida de un capitalista es siempre la ganancia de otro capitalista. Si los capitalistas vivieran del aire —y no acumularan oro— y gastaran sus ganancias solo como capital, la tasa y la masa de ganancia serían idénticas en términos de precios directos y precios de producción. Lo mismo ocurriría con la masa total de ganancia.

Pero la desviación de los precios de producción respecto de los precios directos de aquellas mercancías que ingresan a los circuitos del ingreso —es decir, aquellas mercancías que ingresan al consumo personal de los capitalistas— no se cancela. Esto es lo que provoca la desviación entre los precios directos y los precios de producción en las masas y las tasas de ganancia.

Los capitalistas industriales, como cualquier otra persona, deben comprar medios de subsistencia, así como medios de lujo, si quieren vivir en un nivel de vida acorde con un capitalista. Pueden usar sus ganancias para comprar mansiones, jets Gulf Stream, hamburguesas con queso de McDonald’s, manzanas en el supermercado, vino barato o vino añejado en viejos arcones [2])

Por lo tanto, cuando los capitalistas compran mercancías destinadas a su consumo personal a precios de producción que están por encima de sus precios directos, los precios de costo de los capitalistas no aumentan de ninguna manera y sus ganancias no se reducen de ninguna manera. Sin embargo, sufren un aumento en su costo de vida. Tal vez el Sr. Trump tenga que estar satisfecho con solo siete mansiones y cinco apartamentos en condominio en lugar de ocho mansiones y seis apartamentos en condominio.

Pero los capitalistas que le venden estas mercancías por encima de los precios directos disfrutarán de una mayor ganancia tanto en términos de masa como de tasa de ganancia que si vendieran estas mercancías a sus precios directos. En este caso, su ganancia total aumentará, ya que el aumento de la ganancia no se verá compensado por el aumento de los precios de costo en otras partes de la economía.

Sin embargo, y esto es crucial, el hecho de que estos capitalistas tengan que pagar más que los precios directos por algunas de las mercancías que consumen, aunque aumenta la ganancia total en la economía, de ninguna manera aumenta el valor de las mercancías que los capitalistas consumen. Los valores de las mercancías que los capitalistas consumen en su vida personal son los mismos ya sea que se les vendan a precios superiores, iguales o inferiores a sus precios directos.

Es importante darse cuenta de que los capitalistas no consumen el dinero que gastan para comprar las mercancías cuyos valores de uso constituyen su consumo personal. Incluso si gastan parte de sus ganancias para comprar lingotes de oro porque sospechan que es probable que el papel moneda se devalúe en breve, están acumulando, no consumiendo, los lingotes de oro. Cuando los capitalistas consumen una mercancía que funciona como artículo de consumo personal, consumen el valor de la mercancía consumida y no el valor del dinero que gastan para comprarla.

Por lo tanto, el hecho de que aumente la ganancia total medida en términos de dinero material de un capitalista que vende a otro capitalista una mercancía destinada a ser utilizada como artículo de consumo personal a un precio superior a su precio directo no aumenta en lo más mínimo la plusvalía del capitalista que compra el artículo.

Lo inverso también es cierto. ¿Qué sucede cuando nuestros capitalistas compran mercancías que funcionan como artículos de consumo personal por debajo de sus precios directos? En la medida en que algunos capitalistas vendan tales artículos a un capitalista por debajo de sus precios directos, la ganancia del vendedor se reduce. Sin embargo, las ganancias de los compradores capitalistas no aumentan en modo alguno. Nuestros capitalistas pueden disfrutar de una mayor satisfacción personal porque pueden consumir más de estos productos, pero su satisfacción personal no es ganancia. Después de todo, Trump puede quedarse con sus ocho mansiones y condominios adicionales. Sin embargo, la ganancia siempre se cuenta en términos de material dinerario, nunca en términos de mercancías no dinerarias. Esto es cierto aunque tanto la mercancía dinero como todas las demás mercancías tengan valor y plusvalía.

Al mismo tiempo, los valores de las mercancías vendidas a los capitalistas no se reducen por el hecho de que se vendan a precios inferiores a sus precios directos. La cantidad de valor que los capitalistas destruyen cuando consumen mercancías es la misma si compraron la mercancía a precios inferiores, iguales o superiores a sus precios directos.

Por lo tanto, excepto bajo la condición especial de que la proporción de cada mercancía que los capitalistas consumen en su vida personal sea exactamente la misma que la proporción de las mercancías producidas en la economía en su conjunto —que nunca será el caso— la masa total de ganancia y la tasa de ganancia calculadas en términos de precios directos inevitablemente se desviará un poco de sus magnitudes cuando se calculan en términos de precios de producción, o precios de mercado del mundo real.

Si alguna vez nos hallamos dando clases elementales de economía marxista, como las de generaciones de educadores socialistas, sobre la plusvalía, ¿cómo respondemos a un estudiante muy leído que pregunta si el “problema de la transformación” no prueba acaso que la teoría de la plusvalía de Marx ha sido refutada, o que es, en el mejor de los casos, sólo aproximadamente cierta? Este estudiante, que ha comenzado a comprender, puede repentinamente sentir el viento frío de la duda.

Si alguna vez nos enfrentamos a una situación así, debemos explicar que el problema de la transformación involucra preguntas avanzadas en la economía marxista y no es apropiado para una clase introductoria. Hay mucho más que aprender de lo que se puede enseñar en una clase introductoria. Esto es generalmente cierto para todas las ciencias. Sin embargo, podemos asegurar a nuestros estudiantes que si continúan sus estudios y se convierten en estudiantes avanzados, encontrarán que lo aprendido en nuestra clase introductoria no tendrá que ser desaprendido y conservará toda su validez.

Continuará.


NOTAS

[1] Esto no significa que nunca ocurra el robo de salarios. Pero cuando ocurre, ello genera superganancias y, por lo tanto, es una forma de superexplotación. Los sindicatos pueden, al menos en principio, abolir el robo de salarios sin abolir ni la ganancia ni el capitalismo.

[2] El vino envejecido durante muchos años en “arcas viejas de roble” se vende a precios muy altos. Esto se debe a que los capitales que producen estos vinos tienen períodos de rotación muy largos y, por lo tanto, sus propietarios deben vender sus vinos a precios muy por encima de sus precios directos si quieren obtener una tasa de ganancia igual a la tasa de ganancia general en un período específico. digamos un año. Esto da lugar a la ilusión de que el vino que envejece en baúles produce en sí mismo “interés” —plusvalía— muy parecido al dinero que se mantiene en cuentas bancarias que durante muchos años también parece generar interés. Sin embargo, cuando los capitalistas consumen el vino, están consumiendo el valor real del vino y no el valor de la gran cantidad de dinero que se vieron obligados a pagar por él.