La larga sombra económica del COVID

Sam Williams

Al castellano: Aederean

https://critiqueofcrisistheory.wordpress.com/covids-long-economic-shadow/


La pandemia mundial de COVID-19 nos acompaña ya desde hace más de dos años. En las últimas semanas, en el invierno en el hemisferio norte, la pandemia ha vuelto a tomar impulso. La nueva variante, llamada omicron, es hipercontagiosa. Los hospitales y sus UCI se están llenando nuevamente. Las vacunas aún brindan una buena protección contra enfermedades graves y la muerte. Sigue siendo muy importante recibir todas las dosis, dos inyecciones más un refuerzo para la mayoría de las vacunas, si es posible. Esta vez, sin embargo, los capitalistas están decididos a evitar el cierre de negocios.

Al parecer la nueva variante omicron causa enfermedades menos graves y menos muertes. Esto podría estar reflejando que, en los países imperialistas, una gran parte de la población ha sido al menos parcialmente vacunada. Muchos menos han sido vacunados en el Sur Global, y muchos ya han sido infectados por COVID y sobrevivieron, obteniendo inmunidad natural. Lo mismo es cierto para aquellos en países imperialistas que rechazaron la vacuna. O, podría estar reflejando que el código genético de omicron lo hace inherentemente menos patógeno que las variantes anteriores, menos contagiosas.

En respuesta a esta naturaleza más leve de omicron, los CDC han reducido las pautas de aislamiento de 10 a cinco días. “Si una cuarentena de 5 días no es factible, es imperativo que una persona expuesta use una máscara bien ajustada en todo momento cuando esté cerca de otras personas durante 10 días después de la exposición”. En otras palabras, si los patrones consideran que no es rentable que los trabajadores se aíslen aunque sea por cinco días, pueden ir a trabajar enfermos.

Sara Nelson, presidenta de la Asociación de Auxiliares de Vuelo , señaló: “Ya la falta de pago de la licencia por enfermedad genera presión en los trabajadores para que vengan a trabajar enfermos. … Las corporaciones que no reconocen lo del pago de licencias por enfermedad, o que presionan a los trabajadores para que vayan a trabajar enfermos o enfrentarán medidas disciplinarias, les están fallando a sus trabajadores y a sus clientes”. Los capitalistas se resisten a más confinamientos y cierres, con la esperanza de que no mueran tantos trabajadores, o que no experimenten discapacidades a largo plazo, para que no se reduzca la oferta de mano de obra en los próximos años.

Una razón importante por la que la pandemia todavía está con nosotros es el sistema monopólico de patentes de medicamentos construido sobre el sistema capitalista. Las patentes de vacunas otorgadas por los gobiernos de EE. UU. y Europa influyen en que los precios que pagan los gobiernos para comprar vacunas están muy por encima del precio de producción. Como resultado, el acceso a las vacunas ha sido limitado fuera de los países imperialistas. China ha desarrollado sus propias vacunas y la Cuba socialista ha desarrollado sus propias vacunas y ha vacunado y reforzado a casi toda la población a partir de los dos años de edad. Sin embargo, en los países del Sur Global, muchos, especialmente en el continente africano, carecen del dinero para comprar las vacunas en cantidades adecuadas para vacunar a sus poblaciones.

Como resultado, a partir del 7 de enero de 2022, alrededor del 50 % de la población mundial está completamente vacunada (una o dos dosis según sea necesario), pero casi el 40 % de la población mundial sigue sin vacunarse, ni siquiera una dosis. Cuba tiene una tasa de vacunación del 93,7%, China del 89,9% y Vietnam del 81,5%. Estados Unidos va a la zaga de Vietnam con una tasa de vacunación del 75,2%, con solo alrededor del 62% completamente vacunado.

Israel tiene una tasa de vacunación del 71,2%, muy por detrás de la bloqueada Cuba socialista. Sin embargo, los territorios palestinos, Cisjordania y Gaza, solo están vacunados en un 39,6%. Es el apartheid israelí en acción. La Polonia exsocialista tiene una tasa de vacunación del 57,6% y la Rusia exsocialista solo del 50,6%. Las tasas más bajas se encuentran en los países más pobres, por ejemplo, Afganistán, que después de décadas de guerra activa, así como de una guerra económica, y la captura de sus reservas de divisas, tiene una tasa del 10,4%. Pero eso es mejor que Tanzania con solo el 3,4% de la población vacunada.

El continente africano, desde los tiempos de la trata transatlántica de esclavos, es el continente más explotado de todos y el menos vacunado. La ironía es que el virus no respeta las fronteras nacionales, el muro del apartheid de Israel, ni las diferencias raciales. Los norteamericanos blancos, los africanos negros, los israelíes y los árabes palestinos son objetivos iguales para el virus. Mientras un gran número de personas permanezcan sin vacunar, nadie estará a salvo.

En el pasado, los humanos, como miembros del reino animal, estaban indefensos ante las pandemias. Hoy, como muestran los éxitos de las vacunas para aquellos que tienen la suerte de recibirlas, la ciencia y la medicina han avanzado hasta el punto en que podemos prevenir en gran medida o eliminar rápidamente pandemias peligrosas. Pero el sistema capitalista, especialmente el imperio mundial estadounidense, impide que ese poder que ahora poseemos se despliegue de manera efectiva.

A pesar de las promesas anteriores del presidente de los Estados Unidos, Joseph Biden, de respaldar la suspensión de las protecciones de patentes para las compañías farmacéuticas, no ha hecho nada. El resultado son millones de muertes innecesarias y quizás una discapacidad permanente para quienes padecen un largo COVID. El hecho de no vacunar a la población mundial ha permitido que las variantes continúen evolucionando entre las poblaciones no vacunadas y luego lleguen a las vacunadas. Solo podemos esperar que no surja una variante que cause una enfermedad aún más grave y la muerte, que pueda evadir la inmunidad de la vacunación o una infección previa.

Incluso suponiendo lo mejor, que el virus se desvanece o muta a una forma más leve, la pandemia proyectará una larga sombra económica sobre la economía capitalista mundial y que se hará sentir en los próximos años. Es importante entender por qué.

La reproducción capitalista ampliada se expresa en sucesivos ciclos industriales. Estos ciclos pasan por la crisis, el estancamiento, la prosperidad media y el auge, a una nueva crisis. La crisis marca el final de un ciclo industrial y el comienzo del siguiente.

Sin embargo, la reproducción capitalista ampliada, y sus sucesivos ciclos industriales, puede verse interrumpida por shocks de origen extraeconómico. Dichas interrupciones pueden ser causadas por guerras, pandemias o tal vez por fallas masivas en las cosechas, provocadas por el cambio climático, y que conduzcan a una hambruna mundial. El capitalismo moderno ha evitado las malas cosechas y la hambruna a nivel global durante siglos. Pero en el siglo XX, la reproducción capitalista ampliada se vio interrumpida en dos ocasiones por las guerras mundiales. En la actualidad, a principios del siglo XXI, le hemos visto ser interrumpida por la pandemia mundial de 2019-?. Comparemos y contrastemos estas interrupciones causadas por las dos guerras mundiales del siglo XX y la interrupción causada por la pandemia de COVID-19.

Las leyes de una economía capitalista de guerra

En una economía de guerra en toda regla, como durante las dos guerras mundiales, muchas de las empresas capitalistas que normalmente producen bienes de capital (mercancías que entran en el proceso de reproducción económica) pasan a la producción de medios de destrucción. De manera similar, algunas empresas capitalistas pasan de la producción de medios de consumo personal, para los trabajadores productivos (de plusvalía), a la producción de bienes de consumo para soldados no productivos (de plusvalía).

En cuanto a la reproducción capitalista ampliada se refiere, los medios de destrucción actúan, económicamente, como bienes de consumo de lujo,  consumidos solo por los capitalistas, y que no ingresan en la reproducción económica. De ello resulta que los grandes presupuestos militares en tiempos de paz y de pequeñas guerras ralentizan la reproducción capitalista ampliada. Sin embargo, en una economía de guerra a gran escala, la reproducción capitalista ampliada da paso a un proceso de contracción de la  reproducción. Exploremos lo que sucede durante dicho proceso.

En condiciones de reproducción ampliada normal, la mayor dificultad a la que se enfrentan los capitalistas industriales individuales es a la transformación de su capital mercantil — mercancías que han absorbido plusvalía o M’ — en capital dinerario D’. En este proceso, el capital — empezando como capital dinerario — vuelve a su forma de capital dinerario. Pero con esta diferencia: el capital original contiene ahora dinero adicional. Este dinero adicional es la forma dineraria de la plusvalía — la ganancia. Suponiendo que un capitalista industrial tenga éxito en la transformación del capital mercantil en capital dinerario, luego utiliza una parte de la ganancia para comprar medios de producción y fuerza de trabajo adicionales para entonces llevar a cabo un nuevo ciclo de producción sobre una base ampliada.

Sin embargo, si los capitalistas industriales no logran vender sus mercancías a un precio que genere una ganancia, o si no pueden vender las mercancías en absoluto, entonces se interrumpe el proceso de reproducción ampliada. Si una crisis de sobreproducción es lo suficientemente grave, la reproducción ampliada puede detenerse por completo durante varios años. Estas interrupciones generalizadas del proceso de reproducción capitalista ampliada no son accidentes, sino que son periódicamente necesarias para mantener las proporciones correctas entre la reproducción del capital real, por un lado, y la producción y acumulación de capital dinerario en forma de material dinerario — lingotes de oro — por el otro.

Por el contrario, en una economía de guerra, los capitalistas industriales se encuentran con un problema que es lo opuesto a una crisis de sobreproducción. El problema es la transformación del capital dinerario en los elementos del capital real. El capital real consiste en edificios de fábricas, minas, maquinaria, materias primas y auxiliares y, por último y más importante, fuerza de trabajo adicional.

Normalmente, las fábricas, minas, granjas, etc., producen las mercancías que constituyen el capital real. En cambio, ahora estarán produciendo mercancías para el ejército capitalista, incluidos los medios de subsistencia para los soldados, que no producen valor ni plusvalía. Durante una economía de guerra, los capitalistas industriales están obligados a utilizar su capital dinerario para comprar bonos de guerra — capital ficticio. Si la guerra dura demasiado (dejando de lado los daños directos de la guerra, como las fábricas bombardeadas), los capitalistas industriales acaban con una gran cantidad de equipos desgastados y muchos bonos del gobierno, promesas del gobierno de pago de dinero con intereses en alguna fecha futura.

En general, solo los capitalistas industriales de los países del lado ganador de la guerra obtienen los pagos de sus bonos, y de los intereses de sus bonos, en su totalidad. Los capitalistas industriales del lado perdedor de la guerra generalmente pierden su capital invertido en bonos de guerra ya sea por hiperinflación, como sucedió en Alemania después de la Primera Guerra Mundial, o por el repudio absoluto de las deudas de guerra, como sucedió en Alemania después de la Segunda Guerra Mundial. A los capitalistas del lado ganador se les reembolsan sus préstamos de guerra a expensas de los capitalistas del lado perdedor. Esto es lo que vincula a los capitalistas de los países en guerra con sus respectivos gobiernos.

Booms de guerra versus booms reales

Pero, en general, la guerra es una pérdida para la economía capitalista, pues la cantidad global de capital se contrae, en lugar de expandirse. Puesto que la economía capitalista, incluso durante los períodos de auge industrial, opera muy por debajo de su capacidad física, el comienzo de una guerra hace que la producción capitalista, en oposición a la reproducción capitalista, se expanda rápidamente. El desempleo cae rápidamente, a medida que los trabajadores son absorbidos directamente por las industrias militares o de guerra. Esta es la prosperidad de una economía de guerra, que conduce a la ilusión de que el gasto de guerra puede traer una prosperidad capitalista sin fin. Sin embargo, una economía capitalista de guerra a gran escala no se puede mantener a largo plazo porque lejos de acumularse, el capital se destruye. [1]

El paso de una economía de guerra a una reproducción capitalista normal

Ahora examinemos el paso de una economía capitalista de guerra de vuelta a la reproducción capitalista normal. Esta transición pasa por una serie de etapas. Y esto no solo es de interés histórico, sino que la situación actual tiene algunas similitudes y diferencias importantes con la transición de una economía capitalista de guerra a una economía de tiempos de paz.

Después de que finaliza el período de economía de guerra, el ciclo industrial debe restablecerse. La primera etapa se denomina a veces crisis de reconversión. Ocurre tan pronto como termina la guerra. Se cancelan las órdenes de guerra y las fábricas que han estado produciendo medios de destrucción despiden a los trabajadores. Estos despidos ocurren justo cuando los soldados son desmovilizados y devueltos al mercado laboral. Como resultado, reaparece el desempleo, prácticamente inexistente durante la guerra. Así como aumentó considerablemente la producción industrial durante la guerra, ahora disminuye considerablemente, y más de lo que suele disminuir durante las recesiones cíclicas. Después de la Primera Guerra Mundial hubo una crisis de reconversión en 1918-1919 y después de la Segunda Guerra Mundial hubo una crisis de reconversión en 1945-1946.

La crisis de la reconversión es de corta vida. Durante la guerra, las industrias de guerra actúan como un tumor maligno en el cuerpo de la reproducción capitalista. Tanto se infla, que la producción civil se reduce drásticamente. La prosperidad de la guerra oculta el hecho de que la producción de mercancías, tanto de bienes de capital como de bienes de consumo para los trabajadores productivos (de plusvalía), se ha reducido drásticamente.[2]

Cuando termina la economía de guerra, las mercancías necesarias para la reproducción capitalista normal escasean en relación con la demanda normal. Los capitalistas industriales, ansiosos por reconstruir sus inventarios de mercancías civiles, se pelean por las mercancías necesarias para llevar a cabo la reproducción capitalista ampliada normal. Con el tumor de la economía de guerra repentinamente eliminado, la economía ahora sufre de subproducción. Esto pone rápidamente fin a la recesión de reconversión y es reemplazado por el Boom de las secuelas. Durante este boom [auge], los capitalistas se apresuran a reconstruir sus agotados inventarios.

Durante el boom, los procesos normales de gestión de inventario capitalista se desmoronan cuando los capitalistas industriales y comerciales individuales se pelean por las mercancías. La escasez de mercancías aparece en todas partes. Esta escasez comienza dada la reducción de la producción civil durante la guerra, pero continúa porque los capitalistas retienen el ingreso de las mercancías al mercado, con la expectativa de que los precios sigan aumentando. Esto desencadena un proceso de inflación que se retroalimenta. Durante el boom de las secuelas, las mercancías se acumulan en las bodegas — no porque las ventas sean lentas, como sucede durante una crisis de sobreproducción, sino porque los precios están aumentando. Cuanto más tiempo pueda posponer el vendedor la venta de una mercancía, mayor será el precio — y la ganancia — cuando finalmente se venda la mercancía.

Sindicatos, huelgas y el Boom de las secuelas

Cualquiera que conozca la historia laboral de Estados Unidos — una historia similar a la de otros países — sabe que los años 1919 y 1946 fueron testigos de tremendas oleadas de huelgas. Por un lado, los salarios reales de los trabajadores estaban bajo presión a la baja por el aumento del costo de vida y, a veces, por la dificultad de obtener las mercancías deseadas a cualquier precio. Pero a medida que los capitalistas se mueven para aprovechar estas oportunidades de ganancias inusuales creadas por el Boom de las secuelas, es más probable que concedan aumentos en los salarios monetarios que en tiempos normales.

Durante el primer boom de las secuelas del siglo XX, en 1919, Estados Unidos fue testigo de grandes huelgas en las industrias siderúrgicas y empacadoras — encabezadas por el futuro líder del Partido Comunista de los Estados Unidos, William Z. Foster. En el mismo año, una huelga general barrió Seattle, dando al comité de huelga un poder tremendo. Pero al final, con la ayuda de una ola de represión masiva, especialmente contra los inmigrantes, y el Temor Rojo que la acompañó, la campaña de sindicalización fue aplastada.

Durante el siguiente Boom de las secuelas, en 1946, ocurrió quizás la ola de huelgas más grande en la historia de los Estados Unidos. Fue encabezado por los sindicatos industriales del Congreso de Organizaciones Industriales, el CIO. A diferencia de las de 1919, estas huelgas resultaron victoriosas en el frente económico. Puesto que ahora los capitalistas estadounidenses tenían un monopolio mundial, y el mercado mundial estaba entrando en un período de gran expansión, no intentaron aplastar a los sindicatos como antes.[3]

En cambio, otorgaron considerables concesiones económicas a los sindicatos siempre que estuvieran dirigidos por líderes derechistas, anticomunistas y proimperialistas. Los patrones y su gobierno estaban preocupados por destruir la influencia del Partido Comunista de EE.UU. y otras tendencias de izquierda dentro de los sindicatos. Los capitalistas temían que si intentaban aplastar a los sindicatos por completo, los trabajadores se radicalizarían y la influencia de los comunistas y otros izquierdistas solo aumentaría.

En ese momento, el imperialismo estadounidense estaba lanzando una guerra de clases global, una Guerra Fría, contra la Unión Soviética y el campo socialista emergente. Para llevar a cabo con éxito esta guerra de clases global, primero tenían que asegurar el frente interno. Lo hicieron mediante una combinación de concesiones económicas a los sindicatos y el lanzamiento de una caza de brujas anticomunista. Comenzó en los sindicatos industriales CIO, pero no terminó allí.

La recesión de reinicio

Los booms de las secuelas de 1919-1920 y 1946-1948 ocurrieron fuera del ciclo industrial normal. Durante estos booms, los capitalistas industriales y comerciales compraron los elementos del capital real antes de que sus precios siguieran subiendo. Todos los capitalistas se ven obligados a actuar de esta manera por la presión de la competencia, lo que aumenta los precios. El aumento de los precios redujo entonces la oferta dineraria real. Esto hizo que las tasas de interés subieran y que el mercado de dinero se contrajera. Finalmente, el aumento de las tasas de interés hizo que el dinero de  préstamo se agotara a la tasa de interés existente.

Los capitalistas industriales y comerciantes retienen el ingreso de las mercancías al mercado mientras sus precios estén subiendo. Esto crea la apariencia de escasez de mercancías todavía mucho después de haber sido superada. Y luego los capitalistas dinerarios retienen el ingreso de dinero de préstamo al mercado cuando las tasas de interés suben rápidamente. Esto hace que las tasas de interés aumenten aún más a medida que los préstamos se vuelven cada vez más difíciles de obtener.

Con el tiempo, como sucedió en 1920 y 1948, cuando el mercado de dinero se contrae, los precios dejan finalmente de subir. De repente, los capitalistas ya no esperan precios más altos sino que temen precios más bajos. De golpe  arrojan al mercado sus acopios de mercancías en un intento de venderlas antes de que los precios caigan aún más. Como resultado, y aparentemente de la noche a la mañana, la escasez de mercancías es reemplazada por una saturación. Luego, los capitalistas se apresuran a pagar los préstamos que habían utilizado para acumular sus inventarios. El rol del dinero como medio de pago vuelve a estar al frente. Mientras los capitalistas luchaban por conservar efectivo, la producción se reducía y los despidos barrían la economía y aumentaban el desempleo. Lo que denomino recesión de reinicio estaba en marcha.

La recesión de 1920-21 después de la Primera Guerra Mundial es un ejemplo clásico de esto. El ciclo industrial global que comenzó con la recesión mundial de 1913-14 fue interrumpido por la Primera Guerra Mundial. La economía de guerra, exterior al ciclo industrial, reemplazó a la recesión. Con el final de la guerra en noviembre de 1919 vino la recesión de reconversión de 1918-19. Esta recesión fue de corta duración y fue sucedida por el boom de las secuelas  inflacionario de 1919-20. El Sistema de la Reserva Federal elevó su tasa de (re)descuento [4]  en 1920 para defender al dólar contra la fuga de sus reservas de oro. La recesión deflacionaria de 1920-21, que reemplazó al Boom de las secuelas, marcó el comienzo de un nuevo ciclo industrial que continuó hasta 1929.

Un patrón algo similar, aunque menos dramático, puede verse después de la Segunda Guerra Mundial. La breve crisis de reconversión de 1945-46 dio paso a un boom de las secuelas inflacionario entre 1946-48. El boom fue seguido por la recesión de reinicio de 1948-49. Aunque esta recesión de reinicio fue más leve que durante la recesión de 1920-21, sí representa la única caída significativa en el nivel general de precios denominado en dólares que ha ocurrido desde la década de 1930. Al igual que en 1920-21, la recesión de 1948-49 restableció el ciclo industrial después de que ese ciclo fuera interrumpido por la economía de guerra de la Segunda Guerra Mundial. El ciclo industrial que comenzó con la recesión de reinicio de 1948-49 continuó hasta 1957.

Los cierres por el COVID-19 versus la economía de guerra

Una vez que la gravedad de la pandemia global de COVID se hizo evidente para el gobierno de EE. UU. en marzo de 2020, los cierres barrieron la economía mundial capitalista en un intento desesperado y fallido de detenerla. Al igual que las economías de guerra de la Primera Guerra Mundial y la Segunda Guerra Mundial, la reproducción capitalista ampliada normal se detuvo repentinamente, aunque por razones diferentes. La producción industrial se desplomó a un ritmo sin precedentes en marzo y abril de 2020 y permaneció deprimida a lo largo de 2020. Comenzó a recuperarse a medida que los cierres se aliviaban prematuramente y se reabrió la industria.

La reducción de la producción industrial terminó efectivamente con el ciclo industrial que comenzó con la crisis de 2007-09. La demanda también colapsó en muchos sectores de la economía en 2020, pero no porque el crédito se extinguiera, como sucede en las crisis de sobreproducción. En cambio, la demanda se contrajo porque las personas se refugiaron en sus casas y tenían miedo de ir a los centros comerciales por temor a infectarse.

Esta reducción repentina de la producción y de la venta de mercancías, aunque no se deba a una crisis de sobreproducción, amenazó con provocar una crisis crediticia. Podría haber causado que la demanda se contrajera aún más y luego permaneciera deprimida por un período más largo de lo que lo estuvo. Sin embargo, el Sistema de la Reserva Federal y sus bancos centrales satélites ampliaron enormemente la cantidad de moneda creada. Esto evitó un colapso crediticio general.

Luego, los gobiernos distribuyeron parte de este papel moneda recién creado a la población en general. Pero la mayor parte del dinero del banco central recién creado fue a las grandes corporaciones y los bancos. Luego, la demanda comenzó a volver a la normalidad — más en algunos sectores que en otros — a medida que los gobiernos capitalistas suavizaban prematuramente las restricciones y la gente reanudó el gasto más o menos normal. Las enormes cantidades de dinero recién creado por el banco central inyectadas en la economía durante 2020-21 provocaron un aumento repentino de la demanda. Esta oleada obligó a los capitalistas industriales y comerciales a reconstruir tanto el capital mercantil, o los inventarios, como el capital circulante, o las materias primas y repuestos. Esto creó una demanda extraordinariamente fuerte de mercancías en todo el mundo capitalista, que ha demostrado ser altamente inflacionaria.

Los cierres tuvieron el mismo efecto que las restricciones en la producción civil observadas en las economías de la Primera Guerra Mundial y la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, a diferencia de esas economías de guerra, no hubo prosperidad de guerra impulsada por el aumento de la producción bélica y la apertura de nuevos puestos de trabajo en el ejército. En cambio, hubo depresión del COVID. Durante las economías de guerra de las guerras mundiales, los altos niveles de producción — en gran parte de medios de destrucción — consumieron grandes cantidades de capital fijo dado el desgaste inusual. Además, mucho más en la Segunda Guerra Mundial, hubo destrucción de capital fijo, por los bombardeos aéreos y de artillería en Europa y Asia, aunque no la hubo en Estados Unidos.

En contraste, durante los cierres del COVID, no hubo ese consumo y destrucción física del capital fijo que sí hubo durante las guerras. Sin embargo, existe una sorprendente similitud entre la economía de los cierres y las economías de guerra. Lo que tienen en común es una contracción masiva de la producción civil. El resultado fue lo que yo llamo el Boom de las secuelas del COVID. Y es similar a los Booms de las secuelas de la posguerra de 1919-1920 y 1946-1948.

Striketober y el boom de las secuelas del COVID

La similitud más importante entre la situación actual y las secuelas de 1919-20 y 1946-48 es el aumento del número de huelgas. Octubre de 2021 ha sido apodado Striketober [Octubre de huelgas] en los Estados Unidos, fecha en la que los trabajadores se declararon en huelga contra John Deere, Kellogg’s y Kaiser-Permanente, entre otros. Estas huelgas ocurrieron luego de décadas de retiro de los sindicatos. Y han creado la mejor posibilidad para un renacimiento del movimiento sindical. ¿Será Striketober el comienzo de un movimiento de renacer masivo que podría persistir más allá del boom de las secuelas del COVID?

Si la respuesta es afirmativa, podría dar lugar a un nuevo ascenso en el movimiento de trabajadores en general, en los Estados Unidos y en todo el mundo, no solo con respecto a los sindicatos sino también a la construcción o reconstrucción de partidos políticos de trabajadores. Que esto se convierta en una realidad estará determinado por las luchas en los talleres, los piquetes y las calles durante los próximos años.

Durante el cierre del COVID, las mercancías cayeron en cantidad no solo en relación con el dinero recién creado por el banco central, sino también en relación con el material dinerario real — el oro — que en última instancia le da valor al dinero creado por el banco central. Aunque la producción de oro se vio afectada por los cierres, la reducción de la producción de oro durante los cierres del COVID no redujo la oferta mundial de oro. A diferencia de la mayoría de las mercancías, no-dinerarias, el oro no se consume sino que se acumula, puesto que no funciona como moneda real.

 

Inflación

En 2020, la cantidad de mercancías no-dinerarias en relación con la oferta mundial de oro se redujo, lo que provocó la depreciación del oro en 2021. Esto provocó que los especuladores capitalistas se quejaran de que el oro fuese una protección deficiente contra la inflación durante el actual boom de las secuelas del COVID. Los mismos fenómenos se observaron durante las economías de guerra de la Primera y la Segunda Guerra Mundial y sus booms posteriores.

La economía de cierre del COVID no supuso un boom de guerra. En consecuencia, mientras la economía fue reabriendo por etapas, y que cada reapertura fuese acompañada de una nueva ola de infecciones por COVID-19, no hubo ni ha habido una crisis de reconversión. Una similitud importante es que la escasez de mercancías en relación con la demanda dineraria efectiva y la oferta mundial de lingotes de oro acumulados desencadenara un boom de las secuelas inflacionario.

El mecanismo del Boom de las secuelas

Un artículo en Reuters el 13 de septiembre de 2021 por Howard Schneider y Timothy Aeppel, describe los problemas que el Boom de las secuelas  inflacionario está causando a la Sra. Lauren Rash, una pequeña capitalista industrial. La Sra. Rash es propietaria de una fábrica que produce tiendas de campaña para excursionistas. Los autores informan: “Su compañía, Diamond Brand, acaba de lanzar una nueva línea de carpas de pared de alta gama llamada Liminal, llenas de las ventilaciones y sujetadores que los campistas más exigentes buscan”. Pero como todos los capitalistas industriales, la Sra. Rash necesita materias primas producidas por otros capitalistas industriales para producir sus productos. Entre las materias primas que necesita está el velcro. “Antes”, informan los autores, “las fallas en la cadena de suministro y la escasez barrieron el mundo a raíz de la pandemia del COVID, comprar las partes y piezas para una línea de ensamblaje era tan fácil como hacer clic en un botón y esperar unos días o, como mucho, unas semanas para la entrega.”

Antes, la Sra. Rash podía convertir fácilmente su capital dinerario en materias primas como el Velcro. Todo lo que tenía que hacer era hacer un pedido y la materia prima llegaba. Pero ahora no. Y no es sólo una cuestión de velcro. Hay escasez “de metales, plásticos, madera e incluso de botellas de licor, que ahora son la norma. El resultado es un mundo en el que los compradores deben esperar por la entrega de artículos que antes abundaban, si es que pueden conseguirlos”. Y con la escasez, la Sra. Rash ahora “tiene montones de tiendas de campaña que no puede enviar porque no puede conseguir los tubos de aluminio adecuados para sus marcos, por ejemplo, mientras que otras carecen de las cremalleras adecuadas. Junto con la escasez vienen fuertes aumentos de los precios, lo que ha alimentado los temores de una ola de inflación sostenida”.

Todos los capitalistas industriales deben protegerse comprando las mercancías necesarias para producir las mercancías que venden (como velcro, tubos de aluminio y cremalleras en este caso) antes de que los precios suban aún más o dejen de estar disponibles. Esto significa que los actos perfectamente racionales de los capitalistas individuales para protegerse de la escasez generadora de inflación empeoran aún más la escasez y la inflación. Más peligroso para la economía capitalista, es que la escasez puede parecer persistir porque los capitalistas industriales y comerciales están acopiando materias primas y repuestos, aun cuando, en realidad, la escasez esté siendo reemplazada por la sobreproducción.

Esto plantea la pregunta de si el boom de las secuelas del COVID, como los de 1918-20 y 1945-48, será seguido por una recesión de reinicio. Si la respuesta es sí, ¿cuándo podría ocurrir esta recesión? ¿Qué tan grave será? Históricamente las recesiones de reinicio asociadas con las guerras mundiales fueron precipitadas, no causadas, por los movimientos de los bancos centrales u otras autoridades gubernamentales para restringir la oferta de crédito y defender sus monedas. Jerome Powell, hablando en nombre del liderazgo de la Fed, indicó recientemente que la Fed comenzará a poner fin a la flexibilización cuantitativa [quantitative easing] [5] antes de lo previsto. Luego comenzará a impulsar el objetivo de la Fed para la tasa de fondos federales, ahora establecida en el mínimo histórico de entre 0% y 0,25% a finales de este año. Es probable que esto prepare el escenario para la recesión de reinicio, quizás en 2023-24, y que marque el comienzo de un nuevo ciclo industrial.

Una trampa para la clase obrera

Muchos sindicalistas y progresistas se preguntarán por qué la Reserva Federal no puede seguir creando suficientes dólares para permitir que el Boom de las secuelas actual continúe indefinidamente. Si el aumento de los precios está comenzando a reducir la oferta monetaria real, lo que hace que aumenten las tasas de interés, ¿por qué la Fed y otros bancos centrales no pueden compensar esto creando más dólares? ¿Por qué los líderes del Sistema de la Reserva Federal indican que hará exactamente lo contrario y comenzará a reducir la tasa a la que ha estado creando dólares? Si bien la inflación ha hecho que Biden y los demócratas, en general, caigan en picada en las encuestas, ¿no sería aún peor para la popularidad de Biden y los demócratas el desempleo masivo que acompañará a una recesión de reinicio? No se puede negar que una recesión de reinicio y el desempleo que traería serían un gran obstáculo para la reactivación actual del movimiento sindical. Desde el punto de vista de los sindicatos, parecería que cuanto más tiempo continúe el boom de las secuelas del COVID, mejor.

Sin embargo, hemos visto que la Fed ya está indicando que está iniciando un ciclo de contracción. ¿Por qué? Los economistas capitalistas dicen que la Fed debe contraerse ahora para evitar que las expectativas inflacionarias se arraiguen.

Los economistas capitalistas, especialmente los seguidores de John Maynard Keynes, afirman que si los trabajadores y sus sindicatos siguen exigiendo salarios más altos para compensar la inflación actual, esos salarios aumentarán el costo de producción. El aumento del costo de producción obligará a las empresas a aumentar aún más los precios para compensar. El peligro es que, una vez establecida, la espiral de salarios y precios es difícil de detener sin una prolongada y profunda recesión. Economistas como el conocido Larry Summers, del Partido Demócrata, creen que la Fed ya ha esperado demasiado para ajustarse.

La ley del valor trabajo fue desarrollada por primera vez por David Ricardo y otros economistas políticos clásicos. Más tarde fue perfeccionado por Marx. Demostró que el aumento de los salarios, si todo lo demás permanece igual, reducirá la tasa de ganancia pero no provocará un aumento general de los precios. [6]

En contraste con Ricardo y Marx, John Maynard Keynes sostenía que los salarios monetarios — no el salario real supuestamente [7] determinado por la productividad del trabajo de los trabajadores — determina el nivel general de precios. Esta teoría de los precios determinados por los salarios monetarios juega un papel clave en la rama de la economía burguesa llamada economía keynesiana. Esta falsa teoría económica se repite en los medios capitalistas como si fuera un hecho.

Una explicación más marxista de los movimientos actuales de la Fed a la contracción, es que están dirigidos a la nueva militancia del movimiento sindical. Según este punto de vista, la Fed pretende aplastar esta militancia laboral. Este punto de vista tiene ciertamente algo de verdad, pero está lejos de ser la historia completa.

Un poco de historia económica y política.

A principios de la década de 1970, durante la candidatura de Richard Nixon para un segundo mandato, la tasa de inflación se estaba acelerando por razones diferentes a las actuales. En ese momento, los macroeconomistas capitalistas estaban divididos entre los monetaristas — hoy llamamos neoliberales — liderados por Milton Friedman, y los seguidores de John Maynard Keynes. Los keynesianos afirmaban que la única forma de poner fin a la aceleración de la inflación era que los sindicatos moderaran las demandas salariales. Una forma de moderar la inflación, coincidieron los monetaristas y los keynesianos, era que la Fed contrajera el crédito e indujera una recesión con un desempleo en fuerte aumento. El aumento del desempleo, argumentaron los economistas, terminaría con el aumento de los salarios monetarios, rompiendo la espiral de salarios y precios. Con los salarios monetarios estabilizados, si no cayendo, la inflación se desvanecería.

Pero los economistas keynesianos afirmaron que había una alternativa a las políticas tradicionales para acabar con la inflación mediante la recesión y el desempleo masivo. Si los sindicatos adoptaran una política de restricción salarial voluntaria, la inflación podría terminar sin la recesión y el aumento del desempleo. Por extraño que parezca, los economistas keynesianos, supuestamente a favor de los trabajadores, nunca recomendaron una política de control de precios por parte de los patrones. Si la restricción salarial voluntaria no fuera suficiente para acabar con la inflación salarial, el gobierno debía intervenir e imponer controles salariales obligatorios o controles de salarios y precios. De esta forma, los keynesianos prometieron que la inflación se detendría sin recesión ni desempleo masivo.

En contraste, Friedman y sus monetaristas insistieron en que solo las políticas monetarias que inducen la recesión podrían detener la creciente espiral inflacionaria. Los monetaristas admitieron que su remedio conduciría a un aumento temporal del desempleo. Pero insistieron en que no había otra manera de detener la inflación.

En aquellos días el movimiento sindical era mucho más fuerte que hoy. Pero el movimiento sindical estadounidense se vio obstaculizado por un liderazgo de derecha, que se afianzó como resultado de la caza de brujas posterior a la Segunda Guerra Mundial. La influencia marxista en el movimiento sindical, aunque nunca fue dominante, estaba en su punto más bajo. Los líderes sindicales fueron asesorados por economistas keynesianos, no por marxistas. Los keynesianos afirmaron que finalmente habían superado el ciclo económico y habían desarrollado políticas que asegurarían una prosperidad capitalista permanente y el casi pleno empleo.

A principios de la década de 1970, la prosperidad permanente se vio amenazada por la inflación.

Los keynesianos reconocieron que la inflación podría detenerse con el remedio de la contracción monetaria de Friedman. Pero la escasez de dinero significaba un retorno al alto desempleo y ningún trabajador quería eso. Los keynesianos afirmaron que sería mejor para los sindicatos practicar la moderación salarial. Si eso no fuera suficiente, el gobierno podría imponer controles salariales. De esta manera, los keynesianos prometieron que la inflación podría detenerse sin aumentar el desempleo. Los salarios reales seguirían aumentando con el crecimiento de la productividad del trabajo. Debido a que los keynesianos, en oposición a Friedman y sus seguidores, se opusieron a las políticas de restricción monetaria, generadoras de recesión, los economistas keynesianos fueron considerados amigos de los trabajadores.

Y así se tendió la trampa.

En agosto de 1971 se desarrolló una corrida en el dólar estadounidense. Creyendo que el Tesoro de los EE. UU. se vería obligado a romper su promesa de cambiar dólares por oro a razón de una onza de oro por cada $ 35 presentados en el Tesoro de los EE. UU., el Banco de Francia y algunos otros bancos centrales comenzaron a demandar oro por dólares. La crisis del dólar puso en un aprieto a la administración del presidente Richard Nixon.

La conversión de Nixon a la economía keynesiana

Nixon perdió por poco [8] las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 1960 frente al demócrata John F. Kennedy. Nixon había sido víctima de una corrida anterior en la reserva de oro de los bonos del Tesoro de EE. UU., que se desarrolló cuando la Reserva Federal redujo las tasas de interés demasiado rápido durante la recesión de 1957-1958. La corrida que se desarrolló por el oro obligó a la Fed a restringir el crédito para defender el dólar a partir de 1959. El endurecimiento de la Fed de 1959-1960, necesario para defender el dólar, condujo a una recesión en año electoral en 1960, hundiendo la primera carrera de Nixon por la Casa Blanca.

La respuesta clásica a la corrida del dólar de 1971 habría sido que la Fed hiciera lo que había hecho en 1959-60 y actuara para restringir el crédito. Estas políticas, probadas en el tiempo, habrían detenido la corrida de 1971 sobre la reserva de oro y ralentizado o acabado con la inflación. Pero también significaría otra recesión en año electoral y un aumento del desempleo en 1972. Nixon temía que tal recesión lo convertiría en presidente por solo un período.

En cambio, el presidente republicano de derecha y siempre oportunista, recurrió a la solución keynesiana e impuso controles obligatorios de salarios y precios para detener — o como resultó, brevemente disfrazar — la inflación. En lugar de defender el dólar, la administración dejó que se hundiera y pronto pasó a devaluarlo formalmente, elevando el precio oficial del oro primero a $38 la onza y luego a $42 la onza, donde permanece hasta el día de hoy. Nixon también anunció que estaba imponiendo controles obligatorios de salarios y precios como lo habían defendido los economistas keynesianos. Estos economistas, y muchos liberales, supuestamente amigos de los trabajadores, aplaudieron la movida de Nixon. Se había evitado la recesión y el desempleo masivo, proclamaron. Ahora el trabajo tenía que hacer su parte y cooperar con los controles de precios y salarios. Por otro lado, Milton Friedman, partidario suyo al menos hasta ese momento, denunció amargamente las políticas “socialistas” de Nixon.

Nixon admitió más tarde que, si bien los controles supuestamente se aplicaban tanto a los salarios como a los precios, su objetivo real era mantener bajos los salarios, lo que, según la doctrina keynesiana, detendría la inflación. Se desconoce si Nixon creía que los controles salariales acabarían con la inflación, o si le importaba.

Pero el amigo de Nixon, el jefe de la Reserva Federal, Arthur Burns, continuó con las políticas de dinero fácil bajo la creencia de que los controles salariales terminarían con la inflación, haciendo innecesarias las políticas tradicionales de restricción monetaria que inducen la recesión-desempleo. De hecho, se evitó una recesión en 1972. En cambio, se desencadenó un breve auge cuando las empresas acumularon inventarios con la expectativa de poder vender a precios más altos cuando se levantaran los controles, que es exactamente lo que sucedió. Pero antes de que llegara la ola de aumentos de precios, Nixon fue reelegido de forma aplastante en las elecciones presidenciales de noviembre de 1972.

Consecuencias a largo plazo

Los controles de salarios y precios, que en realidad eran solo controles de salarios, solo podrían haber sido derrotados a través de una lucha de clases masiva, tal vez a través de una serie de huelgas políticas o incluso una huelga general. Habría habido un argumento legal para respaldar tales huelgas dado que los controles salariales violaron efectivamente los acuerdos laborales, que son contratos legalmente vinculantes según la ley. Pero la dirección derechista de los sindicatos AFL-CIO  no tenía agallas para el tipo de lucha que habría sido necesaria para desafiar a Nixon y sus controles salariales. [9]

Pero no se trataba sólo de la desorientación laboral burocrática derechista. Los trabajadores de base aceptaron abrumadoramente los controles salariales porque parecían tener sentido. ¿No era mejor, razonaban los trabajadores del sindicato, mostrar cierta moderación salarial que enfrentar una recesión y un regreso al desempleo masivo? Y así, los trabajadores de esa generación cayeron en la trampa.

El resultado inmediato fue una tormenta de aumentos de precios justo después de las elecciones de 1972, lo que provocó la caída en picada de los salarios reales. El precio en dólares del oro se disparó. Los fuertes aumentos en el precio del oro en dólares es la forma que toma una corrida contra el dólar estadounidense bajo el actual patrón dólar de, así llamado, dinero fiduciario,  establecido por Nixon en agosto de 1971.

La Fed se vio obligada a restringir el dinero en 1973-74 ya que los controles salariales no lograron detener la inflación. Esto condujo a la Gran Recesión de 1973-75 con su desempleo masivo. La teoría keynesiana de que los salarios monetarios determinan los precios se ha demostrado falsa en la práctica y los sacrificios de los trabajadores sindicalizados han sido en vano. Pero la caída de los salarios reales no fue la única consecuencia. Mucho peor fue que la clase trabajadora en los Estados Unidos, y cada vez más en todo el mundo, cayó en un patrón desastroso de ceder a las demandas de los capitalistas. Esto condujo a la era neoliberal, con todas sus consecuencias contrarrevolucionarias.

Hay otra razón que presiona al Sistema de la Reserva Federal para restringir el crédito. Pero primero, debemos mirar debajo de la superficie de la economía capitalista y comprender la naturaleza real del valor, el dinero, las ganancias y los precios. Muchos progresistas se quejan de que los banqueros centrales tienen un miedo supersticioso a la inflación. Durante décadas, proclamaron que una tasa de inflación del tres o cuatro por ciento es preferible al desempleo masivo. Lo que estos progresistas no entienden es que bajo el modo de producción capitalista, los precios no son arbitrarios. Las fluctuaciones de los precios se rigen por la ley marxista del valor (trabajo).

La falacia del dinero no-mercancía

Un gran error que cometen incluso los marxistas sofisticados es que imaginan que el dinero moderno es dinero no-mercancía. Pero un estudio cuidadoso de Marx muestra que el dinero no-mercancía es lógicamente imposible bajo el capitalismo. Esto no se debe a que Marx sostuviera que era imposible, aunque lo hizo, sino a que la lógica de su análisis refleja las realidades objetivas de la economía capitalista.

Marx definió el valor trabajo de una mercancía como la cantidad de trabajo necesaria para producir esa mercancía en las condiciones de producción predominantes promedio. Demostró que no se puede medir directamente por el número de horas de trabajo necesarias para producirlo. En cambio, debe medirse por una cantidad de valor de uso de alguna otra mercancía, llamada contravalor. La razón es que bajo el capitalismo los capitalistas industriales individuales que producen por su cuenta privada nunca pueden saber de antemano cuál será la demanda de su mercancía particular. [10]

Desde fines de la década de 1850 en adelante, Marx distinguió entre el valor de una mercancía y la forma del valor, que el Marx maduro llamó valor de cambio. El valor de cambio es la forma que debe tomar el valor. El valor de cambio se mide en términos de la cantidad del valor de uso, no del valor, [11] que sirve como contravalor.

La mercancía cuyo valor ha de medirse es la forma relativa del valor. La mercancía que sirve como contravalor, Marx la llamó la forma equivalente de valor. Esta es fundamentalmente la razón por la cual el dinero no-mercancía es imposible bajo cualquier sistema de producción de mercancías, incluso dentro del sistema capitalista.

Un dólar, una libra, un euro, un yuan, una rupia, un rublo, etc. es simplemente una unidad de contabilidad creada por el gobierno y utilizada por los bancos centrales y los bancos comerciales, que puede adoptar la forma de billetes de papel de curso legal. Tales unidades de contabilidad y billetes de papel no son mercancías. Representan la mercancía que sirve como equivalente universal en la circulación.

En la producción e intercambio de mercancías simple primitiva, cualquier mercancía puede utilizarse para medir el valor de cualquier otra mercancía. Pero a medida que se desarrolla el intercambio de mercancías, unas pocas mercancías, como el oro y la plata, y luego, bajo el capitalismo avanzado, sólo el oro, llega a funcionar como el equivalente universal. Las unidades de contabilidad como los dólares, euros, libras, yuanes, rublos, etc. simplemente sirven como seudónimos para las cantidades dadas de lingotes de oro que la unidad monetaria representa en un momento dado. Como cualquier otra mercancía, una onza troy de oro representa una cantidad de trabajo humano abstracto socialmente necesario para producirla en las condiciones de producción actuales.

La cantidad de trabajo humano abstracto de la mercancía dineraria difiere de la cantidad de trabajo humano abstracto de todas las demás mercancías sólo en un aspecto. La cantidad de trabajo humano abstracto que representan las mercancías no dinerarias es indirectamente social, ya que la naturaleza social del trabajo que representa se muestra en la medida en que es convertible en la mercancía dineraria en el mercado. Por el contrario, el trabajo humano abstracto encarnado en la mercancía dineraria es directamente social.

Bajo el actual sistema monetario internacional dominado por el dólar, el valor de otras monedas se mide en términos de dólares, mientras que el dólar se mide en términos de una cantidad definida, aunque en constante cambio, de lingotes de oro. Este hecho no es una ley estatal cualquiera, sino una ley económica a la que están subordinados los estados capitalistas y sus bancos centrales.

En el pasado, las monedas a menudo eran directamente convertibles en oro o plata, ya sea en forma de monedas o barras de oro de un peso legalmente establecido por la autoridad monetaria. Esta autoridad solía ser el banco central, pero a veces era el Tesoro, como en los Estados Unidos antes de que comenzara el Sistema de la Reserva Federal en 1914. La labor de la autoridad monetaria es redimir al portador a pedido en monedas o barras de oro los billetes presentados. Esto se llama el patrón oro. [12] Cuando la moneda central es convertible en oro mientras que las monedas subordinadas son convertibles en la moneda central, que a su vez está en un patrón oro, esto se denomina patrón de cambios oro [gold-exchange standard]. El sistema de Bretton Woods posterior a la Segunda Guerra Mundial fue una forma de este patrón.

La India colonial estaba en el patrón de cambios oro. Los billetes de rupias eran convertibles en libras esterlinas, que antes de la Primera Guerra Mundial eran convertibles en monedas de oro por el Banco de Inglaterra. Después de la Segunda Guerra Mundial, los principales países imperialistas adoptaron el patrón de cambios oro, haciendo que sus monedas fueran convertibles a dólares estadounidenses. Ese dólar, para gobiernos o bancos centrales, era convertible en lingotes de oro a razón de $35 por onza de oro. [13] Desde agosto de 1971, cuando Nixon cerró la ventana del oro en el Tesoro de los Estados Unidos, todo el mundo capitalista ha estado en un sistema de papel moneda. Aquí el valor del dólar estadounidense frente al oro fluctúa constantemente y los tipos de cambio de otras monedas fluctúan frente al dólar estadounidense.

Un corolario importante es la necesidad de que los valores de las mercancías se midan en términos del valor de uso de la mercancía dineraria (pesos de oro en lingotes). La ganancia, la categoría más importante en una economía capitalista, también debe medirse en términos de cantidades de oro en lingotes. Si las corporaciones están ganando dinero en términos de dólares de papel y términos de valor real de las mercancías, pero están perdiendo dinero en términos de lingotes de oro, están operando con pérdidas. Esto no se debe a que no estén extrayendo plusvalía de los trabajadores, sino a que no están realizando esta plusvalía en el mercado en términos del valor de uso de la mercancía dineraria. Cuando la economía parece rentable en términos monetarios y reales, pero pierde dinero en términos de oro, como sucedió durante la estanflación de la década de 1970, la economía capitalista se encuentra en una situación inestable.

Cuando hay estanflación, los bancos centrales capitalistas deben tomar medidas para defender la moneda. Deben permitir que las tasas de interés suban bruscamente. Esto detiene la depreciación de la moneda pero induce a la recesión y al desempleo masivo. Entonces se restablecen las condiciones, lo que permite a los capitalistas realizar la plusvalía en términos del valor de uso de la mercancía dineraria. Si los bancos centrales se resisten al necesario aumento de las tasas de interés, se desarrolla una inflación galopante y una hiperinflación, como en la Alemania de 1923, paralizando la economía.

Si bien muchas monedas han experimentado una inflación galopante, incluso hiperinflacionaria, esto no le ha sucedido a la moneda capitalista central. En el siglo XIX, era la libra esterlina. Desde el final de la Primera Guerra Mundial, ha sido el dólar estadounidense. Los gobiernos de los países capitalistas subordinados (coloniales, semicoloniales o neocoloniales) a veces se verán obligados a hiperinflar sus monedas. Sin embargo, Estados Unidos no puede hacer esto sin destruir la base financiera de su imperio mundial. Hoy, cuando un país capitalista subordinado hiperinfla su moneda, sus capitalistas calculan las deudas, los pagos de intereses y, lo que es más importante, las ganancias en dólares estadounidenses. Continúan pagando a sus trabajadores en moneda local hiperinflacionada.

Como resultado, los salarios reales, así como los salarios monetarios, se reducen drásticamente. Esta es una situación ideal en lo que respecta a los capitalistas. Pero si Estados Unidos hiperinflara el dólar, los capitalistas de todo el mundo se verían obligados a calcular las deudas, los pagos de intereses y las ganancias directamente en lingotes de oro, sin pasar por el dólar. ¿Podría el imperio mundial estadounidense sobrevivir en estas condiciones?

Durante el último año, los precios de las mercancías han aumentado considerablemente en términos de dólares. Dado que el dólar se ha mantenido estable frente a los lingotes de oro, incluso ganando, los precios han estado subiendo en términos de lingotes de oro. Es lo último — los precios de las mercancías en términos de lingotes de oro — lo que es crucial aquí. Mientras que el precio de una mercancía dada, digamos un par de zapatos, puede expresarse en términos de cualquier cantidad de dólares u otro papel moneda, esto no es cierto para los precios de las mercancías en términos de oro. Son los precios de las mercancías calculados en términos de cantidades de lingotes de oro los que son regulados por la ley del valor (trabajo).

Si el precio en oro de un par de zapatos sube por encima de su valor, o precio de producción, [14] la lucha de los capitalistas industriales en competencia entre sí para apropiarse de la mayor plusvalía posible inevitablemente hará que el precio de los zapatos vuelva a su valor — o precio de producción — y por debajo de su precio de producción durante un tiempo. Nuevamente, los precios de producción deben definirse en términos de cantidades de oro.

Si los precios de las mercancías en promedio, el nivel general de precios, se elevan por encima de sus precios de producción, por encima de sus valores, se desencadenan las fuerzas del mercado, bajándolos nuevamente a sus precios de producción, y por debajo. ¿Cómo se expresa esta ley económica en la práctica? Cuando los precios de las mercancías (precios de mercado) suben por encima de sus precios de producción, la producción de oro, la minería y la refinación se vuelven menos rentables que otras ramas de la producción de mercancías. Si los precios de las mercancías suben lo suficiente, la minería y la refinación del oro dejarán de ser rentables.

El capital responde a la caída de las tasas de ganancia en la industria productora de oro fluyendo hacia otras ramas de la producción más rentables. Por lo tanto, la producción de oro declina. Entonces, cuando el nivel general de precios del mercado sube por encima del nivel general de precios en términos de precio de producción, la cantidad de mercancías no-dinerarias crece más rápidamente que la cantidad de oro. El oro escaseará. Los especuladores capitalistas comprarán oro con la expectativa de que su tipo de cambio suba. Luego, las ganancias en términos de oro desaparecen. Una crisis económica es entonces inminente. Ni el gobierno ni el banco central pueden detenerlo. Solo la clase obrera tiene el poder de detener la inminente crisis económica tomando el poder político y aboliendo la producción capitalista.

Si el sistema de la Reserva Federal no se restringe lo suficiente a medida que los precios de mercado de las mercancías aumentan por encima de sus precios de producción, el actual boom de las secuelas del COVID pasará a la estanflación. La producción es rentable en dólares y en términos reales, pero es negativa en términos de oro. Sabremos si esto sucede y cuándo sucederá si el precio del oro en dólares aumenta bruscamente, no durante un día o incluso algunas semanas, sino durante algunos meses a un ritmo lo suficientemente rápido como para que retener el oro sea más rentable que administrar un negocio por debajo de las condiciones de rentabilidad promedio.

Si el Sistema de la Reserva Federal permite que se desarrolle la estanflación, [15] los capitalistas se desharán de otros activos financieros por oro y la inflación se acelerará. En este punto, el Sistema de la Reserva Federal ya no puede mantener bajas las tasas de interés. Las ramas de la producción sensibles al crédito, como la construcción residencial y los automóviles y otros bienes de consumo duraderos comprados a crédito, se desplomarán. El gasto en bienes de capital seguirá siendo fuerte al principio a medida que los capitalistas industriales compren más equipos y construyan más fábricas hasta que aumente el costo en dólares de hacerlo. Esto entonces provocará crecientes desproporciones entre las ramas de producción que producen los medios de producción (Departamento I) y la producción que produce los medios de consumo (Departamento II).

Si se desarrolla la estanflación y el Sistema de la Reserva Federal intenta relajar el mercado monetario acelerando la tasa a la que está creando dólares adicionales, los precios del oro se acelerarán aún más. Esto hará que los precios en términos de dólares suban, lo que nuevamente contraerá el mercado monetario a una tasa de inflación y tasas de interés más altas. El resultado: tasas de inflación más altas mientras sigue la caída en las industrias de vivienda, automóviles y otras industrias sensibles al crédito. Este es el camino corto desde la inflación del tipo de la década de 1970 hasta la inflación galopante y, finalmente, la hiperinflación y el colapso económico incontrolable.

¿Por qué no querrías el trabajo de Jerome Powell?

Para evitar una mayor desestabilización del imperio mundial de EE. UU., el Sistema de la Reserva Federal concluyó que debe tomar medidas para restringir el crédito y controlar el boom inflacionario de las secuelas del COVID antes de que se convierta en estanflación. Si bien los banqueros centrales no pueden explicar los problemas en términos marxistas, siglos de experiencia les enseñaron que una tasa de inflación de solo el 3 % o el 4 % anual es peligrosa y debe detenerse con el único medio disponible: restringir el crédito. Si no se detiene esa inflación, los precios de mercado subirán por encima del precio de producción. Luego, la economía se desestabiliza cada vez más hasta que una crisis y la estabilización de la moneda que acompaña a la crisis hace posible nuevamente realizar la plusvalía en términos de oro.

Esta es la razón por la que Jerome Powell esperaba que el aumento de la inflación desencadenado inicialmente por una combinación de los cierres del COVID y el estímulo gubernamental masivo financiado por la Reserva Federal, un intento de contrarrestar los efectos de los cierres, se desvanecería a medida que se reabriera la economía. Pero el Boom de las secuelas, que obligó a los capitalistas individuales a luchar por los suministros antes de que los precios subieran más, no lo ha permitido. Larry Summers advirtió que la Fed cometió un error al no restringir antes. Ahora Powell y el resto del liderazgo se ven obligados a reconocer su error, o en realidad ilusión y, finalmente, a reconocer la necesidad de un crédito más restringido.

¿Un aterrizaje suave? 

La Fed apunta como siempre a un aterrizaje suave. Pero el alto nivel de deuda corporativa aumentó aún más durante los cierres del COVID cuando el gobierno y el Sistema de la Reserva Federal alentaron a los bancos a otorgar grandes préstamos a las grandes empresas para superar la crisis. Esto hace que sea difícil lograr un aterrizaje suave, por decirlo suavemente. El peligro es que tal política gradual puede no ser suficiente para detener el boom antes de que se convierta en estanflación. Y aquí es donde existe el peligro de que el boom inflacionario se convierta en una peligrosa estanflación.

Aquí entra en juego el legado del último período de estanflación de la década de 1970. Al final de la crisis de estanflación, a principios de la década de 1980, las tasas de interés eran altas, no tan bajas como normalmente son en el punto más bajo del ciclo industrial. Este fue el precio que pagó el capitalismo estadounidense y mundial por el repetido fracaso de la Fed en contraerse durante la década de 1970. El resultado fueron tasas de interés por encima de la tasa de ganancia a principios de la década de 1980, no muy por debajo de la tasa de ganancia como es habitual en la parte inferior del ciclo industrial. Una vez que se estabilizó el valor del dólar, algunos capitalistas industriales y comerciales se transformaron en capitalistas dinerarios. Prestaron dinero a altas tasas de interés. Esto era más rentable que producir mercancías. Una explosión de préstamos inundó el mercado dinerario con capital de préstamo. Esto finalmente redujo las altas tasas de interés al nivel muy bajo de hoy. Pero se creó una cantidad de deuda que condujo a la financiarización. Cuando esta burbuja de la deuda colapse, el resultado probablemente será un período de profunda depresión y alto desempleo, que durará mucho tiempo.

Debido al nivel anormalmente alto de deuda, la Fed indicó que solo se ajustará gradualmente. Esto permitirá que el Boom de las secuelas continúe por un tiempo. Luego esperan que se desvanezca sin una desagradable recesión posterior. Esto conlleva el peligro de que el ajuste de la Fed resulte insuficiente para evitar que el boom se convierta en estanflación.

Incluso si la Fed se ajusta lo suficiente para evitar una estanflación inmediata, ¿cómo responderá cuando los precios dejen de subir y aparezcan signos de recesión, quizás acompañados de una fuerte caída en los mercados bursátiles, así como en los precios en dólares de las mercancías? ¿Se abstendrá la Fed de acelerar bruscamente el ritmo al que produce dólares como en 2007-08, poniendo fin al gran peligro de estanflación, cuando las deudas, en particular las deudas gubernamentales y corporativas, eran más bajas que las actuales, pero a costa de la Gran Recesión? ? ¿O cederá el Sistema de la Reserva Federal a la presión de inundar prematuramente los mercados monetarios con dólares recién creados, lo que provocará una estanflación?

La Fed enfrenta otro peligro — que crece cada día que deja que continúe el boom de las secuelas del COVID. Ese peligro es que la Fed parezca tener éxito en detener la inflación y estabilizar la economía, pero con precios de mercado, en términos de oro, por encima de sus valores y precios de producción. Esto es lo que sucedió después de la recesión de reinicio de 1920-21. Si esto vuelve a suceder, la producción de oro se deprimirá durante el próximo ciclo industrial de forma muy similar al ciclo industrial de 1920-29. En ese entonces, la producción de oro se mantuvo por debajo de los niveles anteriores a la Primera Guerra Mundial a pesar del crecimiento de la producción y el comercio mundial. La economía de EE. UU. y la economía mundial se recuperaron de la recesión de reinicio de 1920-21 y parecían estar bien con un crecimiento normal y precios estables. Pero al final del ciclo industrial en 1929, se enfrentó a una grave crisis cuyas consecuencias conocemos demasiado bien hoy. ¿Volverá a ocurrir una nueva Gran Depresión? Cada día que continúa el actual boom de reinicio del COVID, es más probable que la respuesta sea sí. Las conclusiones: desde el punto de vista de la relativa estabilidad del capitalismo durante los próximos 20 o 30 años o más, cuanto antes el Sistema de la Reserva Federal detenga el actual boom inflacionario de las secuelas del COVID, mejor. [16]

Continuará.


NOTAS

[1]  El error de quienes piensan que la prosperidad de guerra es un modelo de prosperidad permanente en tiempo de paz es que confunden producción con reproducción de la economía. Si los medios de producción no se reemplazan a medida que se agotan, en términos de valor, y físicamente, la economía capitalista se dirige al colapso. Un aumento en el gasto de guerra estimula la producción y el empleo, pero debilita la reproducción. Una economía de guerra a gran escala suprime la reproducción sin la cual la economía capitalista no puede subsistir por mucho tiempo.

[2]  Gran parte del capital variable, que por sí solo produce plusvalía, se destruye cuando los potenciales trabajadores productivos mueren o quedan lisiados permanentemente en las operaciones militares.

[3] Las olas de huelgas asociadas con el Boom de las secuelas no duraron necesariamente durante todo el boom. Por ejemplo, después de la Segunda Guerra Mundial, el Boom de las secuelas continuó hasta fines de 1948, pero la ola de huelgas se limitó en gran medida a 1946. Por lo tanto, es posible que las huelgas más grandes asociadas con el Boom de las secuelas del COVID aún estén por venir. Pero las oportunidades creadas por el actual Boom de las secuelas del COVID para reconstruir el movimiento sindical no durarán para siempre.

[4]  Antes de la Depresión de la década de 1930, los bancos centrales, incluido el recién formado Sistema de la Reserva Federal, usaban la tasa de descuento que usa para comprar papel comercial para restringir o facilitar el crédito. Hoy en día, la principal herramienta que utilizan los bancos centrales es la compra y venta de bonos del Tesoro a corto plazo. Los bancos centrales compran y venden notas del Tesoro a corto plazo para manipular la tasa de interés que los bancos comerciales cobran entre sí por los préstamos a un día, llamados fondos federales en los Estados Unidos.

[5]  En la crisis de 2008 y posteriormente, y nuevamente durante la pandemia de COVID-19, la Fed también compró valores gubernamentales a largo plazo y valores respaldados por hipotecas. Así los pagarés se transforman en dólares reales creados por el Sistema de la Reserva Federal. Esto no solo manipula las tasas de interés a corto plazo, lo que sí ocurre en tiempos normales, sino que inunda el sistema bancario con dólares recién creados del Sistema de la Reserva Federal para evitar una corrida bancaria y el consiguiente colapso del sistema crediticio. Dado que la política tiene como objetivo aumentar la cantidad de moneda en lugar de manipular la tasa de interés, esta última política se denomina flexibilización cuantitativa [QE, quantitative easing].

[6]  En el caso de un aumento general de los salarios, los precios de las mercancías producidas por las industrias intensivas en mano de obra (en términos marxistas, industrias con una composición orgánica de capital inferior a la media) aumentarían de precio. Sin embargo, estos precios se ven compensados ​​por una caída en los precios de las mercancías en las industrias intensivas en capital, industrias con una composición orgánica de capital superior a la media.

La razón es que dado que la competencia capitalista iguala las tasas de ganancia entre industrias. Un aumento general de los salarios aumenta los costos de las industrias intensivas en mano de obra más de lo que aumentaría los costos de las industrias intensivas en capital. El resultado es que las industrias intensivas en mano de obra ahora obtienen una tasa de ganancia más baja que las industrias intensivas en capital. Pero la competencia entre capitalistas hace que el capital fluya desde las industrias intensivas en mano de obra con una tasa de ganancia más baja hacia las industrias intensivas en capital con una tasa de ganancia más alta. La salida de capital hace que aumente el precio de las mercancías en las industrias intensivas en mano de obra, pero se compensa con una caída de los precios de las mercancías producidas por las industrias intensivas en capital. Por lo tanto, un aumento de los salarios provoca algún cambio en los precios relativos. El nivel general de precios no se ve afectado. Este fue uno de los descubrimientos más importantes de David Ricardo.

[7]  Desde 1970, los salarios reales en los Estados Unidos han cambiado poco a pesar que la productividad del trabajo ha aumentado considerablemente. Si Keynes y otros economistas burgueses modernos tuvieran razón, los salarios reales deberían haber aumentado con la productividad laboral. Así, Keynes está equivocado respecto de los efectos de los aumentos en los salarios nominales y las leyes que rigen el nivel del salario real. Un aumento general de los salarios nominales no provoca un aumento del nivel general de precios. En cambio, reduce la tasa de ganancia.

Un aumento en la productividad laboral no necesariamente conduce a un aumento en los salarios reales. Un aumento general de la productividad laboral reduce el valor de las mercancías, incluidas las mercancías consumidas por los trabajadores, lo que hace posible que aumenten los salarios reales sin reducir la tasa de ganancia. Sin embargo, esto no significa que lo harán. En realidad, el salario real está determinado por el nivel de vida tradicional del país, el nivel de desempleo y la organización y dirección de la clase trabajadora. Al contrario de Keynes y otros economistas burgueses, la productividad laboral puede aumentar mientras los salarios reales caen.

[8]  Se puede argumentar que Nixon ganó las elecciones de 1960, pero la maquinaria demócrata de Chicago y sus aliados mafiosos le robaron las elecciones. Sin embargo, el robo exitoso de las elecciones por parte de Kennedy no habría tenido éxito si Nixon hubiera ganado por un margen más decisivo. Este habría sido el caso si la recesión de 1960, en realidad una renovación de la recesión que comenzó en 1957 pero interrumpida por un repunte fallido en 1958-59, no hubiera ocurrido.

[9] El liderazgo de la AFL-CIO no solo fracasó en luchar contra los controles de salarios y precios de Nixon, sino que también apoyó la candidatura de Nixon para un segundo mandato porque el candidato presidencial demócrata de 1972, el senador demócrata de Dakota del Sur, George McGovern, fue considerado demasiado a la izquierda por el liderazgo de la AFL-CIO.

[10]  Si los capitalistas industriales pudieran conocer el valor de sus mercancías al recibir un certificado que declara que sus mercancías han requerido una cierta cantidad de trabajo para producirlas, serían incapaces de producir los diferentes tipos de mercancías en las proporciones adecuadas requeridas para continuar la producción social. Para hacer posible la producción social continua sería necesario desarrollar un plan general de producción para toda la economía. Pero esto requiere la abolición de la propiedad privada de los medios de producción, de la producción de mercancías y, por lo tanto, del capitalismo mismo.

[11] La mercancía cuyo valor debe medirse se mide por el valor de uso, no por el valor, de la mercancía que sirve como unidad de medida. Esta relación entre el dinero y otras mercancías oculta la naturaleza del valor como una cantidad de trabajo humano abstracto incorporado en una mercancía no sólo a los propios capitalistas sino también a nuestros economistas modernos.

[12]  O el patrón plata cuando las monedas eran convertibles en plata.

[13]  Esto muestra cuán abrumadora se volvió la dominación del imperialismo estadounidense a partir de la era posterior a la Primera Guerra Mundial y culminando después de la Segunda Guerra Mundial. ¡Otros países imperialistas se encontraron en el patrón de cambios oro como lo había hecho la India colonial antes de la Primera Guerra Mundial! Hoy, los países que se encuentran en oposición al imperialismo estadounidense, como Rusia y China, se han movilizado para aumentar la cantidad de oro en sus reservas en lugar de dólares y euros. En la medida en que las reservas de un país consisten en oro en lugar de dólares, se aleja del patrón dólar que domina el sistema monetario internacional.

[14]  Los precios de producción son los precios que igualan la tasa de ganancia entre los capitales invertidos en todas las ramas de la producción. Esto significa que cantidades iguales de capitales, medidas en términos de pesos de lingotes de oro, en períodos iguales de tiempo obtendrán cantidades iguales de ganancias a pesar de sus variables composiciones orgánicas de capital y períodos de rotación. Los precios de producción varían algo de los precios directos, que son los precios que reflejan directamente el valor. Si todos los precios fueran precios directos, entonces la cantidad de oro por la que se intercambia una determinada mercancía siempre tendría el mismo valor trabajo que la mercancía por la que se intercambia. Cuando los economistas y los legos dicen que los precios están determinados por el costo de producción, quieren decir más o menos lo que Marx quiso decir con el precio de producción.

[15]  Durante la primera fase de la crisis de 2007-2009 se estaba gestando una situación de estanflación. Contrariamente a la sabiduría convencional en ese momento, el Sistema de la Reserva Federal no respondió a la crisis en desarrollo como lo había hecho con muchas crisis anteriores al inundar el sistema bancario con dólares recién creados. La Fed solo se movió para aumentar masivamente la cantidad de dólares que crea cuando la quiebra del banco de inversión Lehman Brothers Wall Street en septiembre de 2008 creó finalmente tal demanda de dólares como medio de pago que desapareció el peligro de estanflación. Pero para entonces ya era demasiado tarde para evitar la Gran Recesión y su desempleo masivo.

[16] Para aclarar, no estoy abogando por que la Reserva Federal tome medidas enérgicas para detener rápidamente el Boom de las secuelas actual. Me limito a señalar la realidad objetiva de la economía capitalista. La realidad objetiva significa que los intereses de la clase dominante están en conflicto sin esperanza con los intereses de la clase trabajadora. Los progresistas no marxistas, por bien intencionados que sean, siempre están buscando políticas que reconcilien de alguna manera el conflicto irreconciliable entre la clase capitalista y la clase trabajadora, que van mucho más allá de la tasa exacta, la tasa de plusvalía, mediante la cual los capitalistas explotan a los trabajadores.