DINERO-MERCANCÍA VERSUS DINERO NO-MERCANCÍA
[ÍNDICE DE LA SERIE]

Análisis de la circulación monetaria. (B)

Sam Williams

Al castellano: @aederean

https://critiqueofcrisistheory.wordpress.com/analyzing-currency-circulation/


La circulación del dinero

A la luz de estos desarrollos potencialmente perturbadores, este es un buen momento para examinar la contribución de Pichit Likitkijsomboon a la colección de artículos de Fred Moseley sobre la teoría del dinero de Marx. Si bien Likitkijsomboon no se ocupa de la cuestión de si el dinero debe ser una mercancía, plantea cuestiones interesantes sobre la circulación del dinero.

Likitkijsomboon es crítico de lo que él llama la teoría del dinero “no cuantitativa” de Marx. El punto de partida de todas las investigaciones posteriores sobre la circulación del dinero es la versión ricardiana de la teoría cuantitativa del dinero. La economía neoclásica moderna se basa en la trinidad de: la teoría cuantitativa del dinero, la ley de Say y la ley de la ventaja comparativa. Esta trinidad también se encuentra en Ricardo. Mientras que Marx heredó y profundizó enormemente la teoría ricardiana del valor basada en el trabajo, la economía neoclásica se apoderó de la trinidad ricardiana rechazada por Marx mientras descartaba la teoría ricardiana del valor basada en el trabajo. (6)

En su forma pura, la teoría cuantitativa del dinero afirma que los precios y salarios nominales están determinados por el número de mercancías por un lado y la cantidad de dinero por el otro. En su forma ricardiana, la teoría cuantitativa del dinero sostiene que los precios y los salarios son extremadamente sensibles a fluctuaciones incluso leves en la relación entre el dinero y las mercancías. Ricardo asumió, tal como lo hicieron más tarde los economistas neoclásicos, que el capital real siempre está plenamente empleado, pero a diferencia de los neoclásicos, Ricardo, como partidario de la llamada ley de población de Malthus [1], asumía que la población activa es siempre mayor que la capacidad de los medios de producción para emplearla.

Ricardo, al igual que los neoclásicos después de él, aceptó la ley de Say, que afirma que las mercancías son el medio por el cual se compran otras mercancías. Por lo tanto, según Ricardo, nunca podría haber un “exceso generalizado” de mercancías. Si se produjeran crisis económicas, tendrían otras causas, como guerras seguidas de un retorno a la producción en tiempos de paz después de una guerra, malas cosechas provocadas por el mal tiempo o, como todos hemos visto, pandemias. Lo que Ricardo habría negado es que una crisis económica pudiera ser causada por una sobreproducción generalizada de mercancías.

Estrechamente relacionada con la teoría cuantitativa del dinero de Ricardo estaba su teoría de la ventaja comparativa. Adam Smith había asumido que en el comercio internacional, al igual que en el comercio entre empresas capitalistas individuales dentro de una nación capitalista, los capitalistas que pueden producir una mercancía dada de un valor de uso dado de una calidad dada con la menor cantidad de trabajo — asumiendo que todos los capitalistas pagan los mismos salarios a sus trabajadores — podrán vender a precios inferiores a sus competidores y ganar la guerra de la competencia.

Ricardo aceptó este análisis dentro de una nación capitalista pero lo rechazó en el comercio internacional. Afirmó que suponiendo que los salarios sean iguales entre las naciones comerciantes, lo que por supuesto está lejos de ser cierto en el mundo actual, los capitalistas capaces de producir mercancías con la menor cantidad de trabajo pero con más trabajo que los capitalistas de cualquier otro país capitalista del mundo, todavía ganarían la batalla de la competencia internacional en las ramas de la industria donde están menos por detrás del promedio mundial en términos de productividad laboral.

Hoy, los economistas dicen que estos capitalistas, aunque estén en absoluta desventaja, disfrutan de una ventaja comparativa. Ricardo llegó a esta conclusión a través de su teoría cuantitativa del dinero. Supongamos, a efectos de simplificación, que todos los países utilizan las mismas monedas de oro como moneda. Supongamos que cuando comienza el comercio internacional, los precios son iguales a sus valores trabajo nacionales — los precios de mercado son iguales a los precios directos. Los países cuyas empresas capitalistas tienen una productividad laboral por debajo del promedio en todas las ramas de la industria serán derrotados en todas las industrias y tendrán enormes déficits en la balanza comercial. Como resultado, las monedas de oro saldrán de estos países hacia los países con la mayor productividad laboral. Los países deficitarios parecerán estar enfrentando un desastre. Pero Ricardo creía que debido a la que él creía que era la ley cuantitativa del dinero, serían rescatados.

Ricardo asumió que a medida que la cantidad de dinero cae en los países de baja productividad laboral, también lo harán los precios y los salarios (monetarios). En algún momento, los precios y los salarios monetarios caerán tan bajo que las industrias que estén menos por detrás del promedio internacional podrán comenzar a vender a precios inferiores a las mismas industrias en países con mayor productividad laboral. Entonces cesará la salida de monedas de oro de los países de baja productividad laboral a los de alta productividad laboral. Sin embargo, los países con baja productividad laboral tendrán que renunciar a aquellas industrias en las que están más rezagados del promedio mundial en términos de productividad laboral y especializarse en aquellas industrias en las que están menos rezagados.

Ahora observemos un país en la situación opuesta. Las empresas capitalistas de este país pueden producir cualquier mercancía de cualquier valor de uso de cualquier calidad dada con menos trabajo que los capitalistas de cualquier otro país. Tiene una ventaja absoluta en todas las ramas de la industria. Sin embargo, en algunas industrias, su ventaja absoluta es mayor que en otras industrias. Según la teoría de la ventaja comparativa, este país de alta productividad laboral disfruta de tal ventaja solo en aquellas ramas de la industria en las que está más por delante en la competencia internacional.

Nuevamente, supongamos, por razones de simplificación, que todos los países utilizan una única moneda de oro y que los salarios son iguales en todos los países. Ahora supongamos que comienza el comercio internacional. El país que está por delante de todos los demás en todas las ramas de la industria experimentará un enorme superávit en su balanza comercial y las monedas de oro entrarán en el país. Por tanto, su oferta monetaria crecerá rápidamente. Pero de acuerdo con la teoría cuantitativa del dinero de Ricardo — y la neoclásica —, los precios nominales y los salarios en nuestro país de alta productividad laboral aumentarán haciéndolo menos competitivo.

Pronto aquellas ramas de la industria donde este país está menos adelantado que otros países encontrarán que los precios de sus mercancías son más altos que en otros países con menor productividad laboral. Todas las industrias de este país tienen una ventaja absoluta y deberían ganar la batalla de la competencia, según Adam Smith, en todas las ramas de la industria. Según Ricardo, sin embargo, perderán la batalla de la competencia porque en las ramas de la industria donde, si bien gozan de una ventaja absoluta en términos de productividad laboral, gracias a la teoría cuantitativa del dinero están en desventaja comparativa.

Ricardo concluyó que los países con alta productividad laboral, aunque tienen una ventaja absoluta, están en desventaja comparativa en aquellas ramas de la industria donde tienen la menor ventaja absoluta. En cambio, se especializarán en aquellas ramas de la industria en las que estén más por delante del promedio mundial en términos de productividad laboral y, por lo tanto, no solo tengan una ventaja absoluta sino también una ventaja comparativa.

El comercio mundial, asumiendo que esté libre de barreras comerciales arancelarias y no arancelarias, se moverá hacia un equilibrio en el que todos los países producirán solo las mercancías en las que disfrutan de una ventaja comparativa. El comercio internacional se equilibrará y cesarán ahora los movimientos de monedas de oro entre naciones. Ningún país, según la teoría de la ventaja comparativa, independientemente de su nivel de desarrollo, se verá endeudado con otro país.

Como resultado, según Ricardo, surgirá una división internacional del trabajo que maximiza la productividad del trabajo a escala global. La producción mundial en su conjunto alcanzará el mayor grado de eficiencia en un nivel dado de desarrollo global. La teoría ricardiana de la ventaja comparativa, que afirma que los países capitalistas desarrollados y subdesarrollados tienen el mismo interés en el libre comercio, fue adoptada con entusiasmo por los economistas neoclásicos.

Según los economistas neoclásicos que han adoptado la teoría de la ventaja comparativa, no sólo los capitalistas y las clases trabajadoras tienen el mismo interés dentro de un país capitalista, sino también en los países capitalistas desarrollados y subdesarrollados. Hoy en día, la teoría de la ventaja comparativa se enseña como la teoría básica del comercio internacional en los departamentos de economía de las universidades — especialmente aquellas ubicadas en países imperialistas — hasta el día de hoy.

Completando la teoría del dinero de Ricardo

De subir los precios promedio entre las naciones comerciantes por encima de los valores promedio — o más estrictamente, los precios de producción — de las mercancías, el capital fluirá desde la industria de extracción y refinación de oro hacia industrias más rentables, tal como sucede en otras ramas de la industria cuando su tasa de ganancia cae por debajo de la media. La cantidad producida de lingotes de oro disminuye. Esto, de acuerdo con la teoría cuantitativa del dinero, hará que los precios de las mercancías caigan en todo el mundo. Pero esto no sería un problema, según Ricardo, porque solo involucraría a los precios nominales. La producción de riqueza real y los salarios reales se mantendrían sin cambios. La doctrina de que los cambios en la cantidad de dinero afectan solo a los precios y salarios nominales, pero a nada más, se conoce como la “neutralidad del dinero”. La neutralidad del dinero fue adoptada con ansias por la escuela neoclásica tal como adoptó la teoría de la ventaja comparativa.

Si, según Ricardo, los precios y salarios globales promedio caen por debajo de los valores de las mercancías, ocurre lo contrario. Se produce más lingotes de oro, lo que aumenta el flujo de oro a las casas de moneda del gobierno, y la cantidad de monedas de oro aumenta en relación con la cantidad de mercancías. Esta subida hace que los precios suban hasta volver a estar en línea con los valores y precios de producción. Una vez más, según Ricardo, solo se verán afectados los precios y salarios nominales.

Marx rechaza la teoría del comercio exterior de Ricardo

Marx tenía la intención de escribir un libro sobre comercio exterior donde habría desarrollado su teoría del comercio internacional. Sin embargo, nunca, hasta donde sabemos, llegó a preparar un borrador de tal libro. Sus comentarios sobre comercio exterior se encuentran dispersos entre sus escritos pero no forman un todo coherente. Sin embargo, Marx rechazó claramente la teoría ricardiana de la ventaja comparativa, así como la teoría cuantitativa del dinero sobre la que se basa.

Anwar Shaikh, quien es nativo de Pakistán [2] — un país capitalistamente  subdesarrollado — es un fuerte oponente de la teoría de la ventaja comparativa. Shaikh cree que Marx apoyó la posición de Adam Smith de que, al menos como primera aproximación, lo que prevalece en el comercio internacional es la ventaja absoluta más que la ventaja comparativa. Shaikh cree que la teoría de la ventaja absoluta de Smith debería formar la base de una teoría del comercio internacional bajo el capitalismo.

Estoy de acuerdo con Shaikh en que la teoría del comercio internacional de Smith basada en la ventaja absoluta debería ser el punto de partida. Pero para entender dónde falla la teoría de la ventaja comparativa de Ricardo, y la neoclásica, tenemos que examinar las leyes que regulan la circulación del dinero.

Likitkijsomboon sobre los desarrollos post-ricardianos sobre la circulación del dinero

La teoría puramente cuantitativa del dinero utilizada por Ricardo comenzó a declinar a raíz de las primeras crisis verdaderas de sobreproducción general — llamadas crisis comerciales en el siglo XIX — que ocurrieron en 1825 y 1837. En Gran Bretaña, estas crisis fueron desencadenadas por fugas de oro al exterior. A medida que la balanza de pagos se volvió contra Gran Bretaña, el tipo de cambio de la libra esterlina cayó frente a otras monedas. Como resultado, se volvió rentable para los tenedores extranjeros de letras de cambio internacionales denominadas en libras esterlinas pedir oro al Banco de Inglaterra en lugar de vender estas letras por letras denominadas en sus propias monedas al tipo de cambio vigente. Como resultado, las reservas de oro del Banco de Inglaterra cayeron puesto que el oro fluyó al exterior, lo que obligó al Banco a elevar la tasa a la que (re) descontaba las letras de cambio.

Si bien el aumento de la tasa de descuento fue efectivo para revertir la fuga de oro, condujo a oleadas de quiebras, caída de precios y salarios y caída de la producción industrial y el empleo, lo que resultó en un fuerte aumento del desempleo, especialmente en los distritos industriales. Se suponía que nada de esto sucedería según la teoría ricardiana. Según Ricardo, si los precios en Gran Bretaña fueran demasiado altos en relación con los precios del mercado mundial, una pequeña fuga de oro reduciría la oferta monetaria en Gran Bretaña y reduciría inmediatamente los precios británicos en relación con los precios mundiales. Esto revertiría sin dolor cualquier pérdida de oro antes de que ocurriera una crisis. Pero las crisis de 1825 y 1837 demostraron en la práctica que estaba ocurriendo algo que Ricardo había pasado por alto. ¿Qué había salido mal exactamente?

Los partidarios de la teoría ricardiana imperante culparon a los billetes de banco, los pagarés pagaderos al portador a pedido en monedas de oro que fueron emitidas por el Banco de Inglaterra y ampliamente utilizadas como medio de compra y pago en grandes transacciones. Los partidarios de Ricardo sostenían que la oferta monetaria debería incluir tanto billetes como monedas de oro. Si, argumentaban, la cantidad de oro disminuía en las bóvedas del Banco de Inglaterra pero aumentaba el número de billetes, la oferta monetaria total no disminuiría. Como resultado, los defensores de la teoría de la cantidad de dinero afirmaron que tampoco lo harían los precios británicos.

El hecho de que los precios británicos no cayeran provocaría que la fuga de oro se saliera de control, lo que finalmente obligaría al Banco de Inglaterra a aumentar su tasa de descuento para defender la convertibilidad de sus billetes en monedas de oro como exige la ley. Esta fue la causa, según los defensores de la teoría ricardiana, de las crisis comerciales de 1825 y 1837. La cura, según ellos, era vincular el número de billetes emitidos por el Banco de Inglaterra a la cantidad de oro en su bóvedas. Si se hiciera esto, los precios en Gran Bretaña caerían y corregirían cualquier fuga de oro incipiente antes de que condujera a una crisis comercial.

La escuela monetaria

La escuela de pensamiento que defendía la visión ricardiana se conoció como la escuela monetaria. En 1844 entraron en vigor las reformas que recomendó. El Banco de Inglaterra se dividió en dos departamentos. Uno se llamaba Departamento de Emisiones. Su única labor era administrar la reserva de oro del banco y cobrar billetes por oro a pedido de los propietarios de billetes. Esencialmente, con algunas calificaciones, el Departamento de Emisiones emitía billetes en proporción a la cantidad de oro que tenía en sus bóvedas. Si el oro fluía hacia sus bóvedas, el Departamento de Emisiones crearía billetes adicionales en proporción al aumento. Si el oro fluía hacia afuera, el Departamento de Emisiones destruiría los billetes en proporción a la disminución de la reserva de oro.

El Departamento Bancario del Banco de Inglaterra dirigía lo que era esencialmente un negocio de banca comercial. Aceptaba depósitos, concedía préstamos y volvía a descontar letras de cambio. Si el Departamento Bancario necesitaba billetes adicionales para canjear sus depósitos, otorgar préstamos o descontar letras de cambio, los obtendría del Departamento de Emisiones. Bajo este sistema, el Banco de Inglaterra podría quedarse sin sus billetes incluso cuando todavía tuviera oro en sus bóvedas.

La Escuela Monetaria creía que este arreglo aseguraría que el número de billetes en circulación estaría ahora estrechamente vinculado a los movimientos de oro dentro y fuera de Gran Bretaña. Los precios dentro de Gran Bretaña, afirmaba la Escuela Monetaria, ahora también se regirían por el movimiento del oro dentro y fuera de Gran Bretaña. Si la balanza de pagos se volvía contra Gran Bretaña, la escuela monetaria predijo que los precios británicos caerían rápidamente y que la salida de oro se revertiría rápidamente antes de que pudiera desarrollarse otra crisis comercial.

Se demostró que la escuela monetaria estaba equivocada. Tres nuevas crisis comerciales sacudieron a Gran Bretaña, la primera en 1847, la segunda en 1857 y la tercera en 1866. La Ley Bancaria no solo falló en la prevención de estas crisis, sino que además las empeoró. Tan pronto como estalló la crisis comercial, el público propietario de billetes, temiendo que el Banco de Inglaterra se quedara sin billetes, procedió a retirar dinero de sus bancos comerciales en forma de billetes del Banco de Inglaterra antes de que se agotara el suministro. Los bancos comerciales, en un intento por conservar sus reservas de billetes, se vieron obligados a aumentar drásticamente sus propias tasas de descuento, solicitar préstamos y abstenerse de otorgar nuevos préstamos. El crédito se agotó, intensificando enormemente la caída de la producción industrial, la contracción del empleo y el consiguiente desempleo masivo.

Afortunadamente para el capitalismo británico, la Ley Bancaria contenía una trampilla de escape que permitía al Banco emitir temporalmente billetes extra no respaldados por oro. En las tres ocasiones la crisis fueron rotas rápidamente tan pronto como se suspendió la Ley de Bancos. Solo en 1857 se tuvieron que emitir billetes adicionales no respaldados por oro y solo por un corto tiempo. El mero conocimiento de que el Banco de Inglaterra podría emitir billetes adicionales sin respaldo de oro fue suficiente en las otras dos ocasiones para poner fin a la crisis. Si bien estas primeras crisis terminaron rápidamente con la suspensión de la Ley de Bancos, todavía quedaba la pregunta de por qué la Ley de Bancos no había evitado las crisis en primer lugar.

La escuela bancaria y Marx

La teoría monetaria de Marx se presenta de forma fragmentaria en los cuadernos que se convirtieron en el volumen III de “El capital”, elaborado por Engels después de la muerte de Marx. Marx estuvo fuertemente influenciado por los dos líderes de lo que se llamó la Escuela Bancaria, que surgió en oposición a la Escuela Monetaria dominante. Eran Thomas Tooke (1774-1858) y John Fullarton (1780? -1849). Thomas Tooke fue un empresario, economista y estadístico británico que junto con Ricardo, Malthus, James Mill y otros en 1821 habían fundado el Political Economy Club. Tooke es el autor de la monumental “Historia de los precios”, publicada por primera vez en la década de 1850 y una fuente muy utilizada por Marx. John Fullarton fue un médico, banquero y economista británico. Su principal trabajo económico, “Sobre la regulación de las monedas”, publicado por primera vez en 1844, también influyó en las opiniones de Marx sobre la moneda.

Likitkijsomboon escribe: “Sir James Steuart fue muy elogiado por Marx como la primera persona en deducir correctamente la ley de circulación del dinero. Afirma que la cantidad total de dinero en un país se divide en dos porciones: dinero en circulación y acopios de dinero. El primero está determinado por el estado del comercio y los precios, mientras que los segundos actúan como reservorios para ajustar la cantidad del primero  mediante el acopio y el préstamo por parte de los propietarios del dinero”.

James Steuart (1712-1780) fue descrito por Marx como “el último de los mercantilistas”. Steuart explicó que cada flujo de moneda debe ir acompañado de un reflujo de moneda. En el período post-ricardiano, Tooke y Fullarton se basaron en las primeras ideas de Steuart en su lucha contra la teoría cuantitativa del dinero y la Escuela Monetaria. Un reflujo de moneda, que saca la moneda de circulación, se produce cuando se reembolsan los préstamos, se efectúan los pagos de intereses y se cancelan las letras de cambio vencidas. Cualquier moneda que el público no necesitaba para compras o pagos se depositaba para su custodia en los bancos.

Likitkijsomboon cita a Marx como sigue, del volumen I de “El capital”: “Hemos visto cómo, junto con las continuas fluctuaciones en la extensión y rapidez de la circulación de las mercancías y en sus precios, la masa de dinero en curso  fluye y refluye sin cesar. Por tanto, esta masa debe ser capaz de expandirse y contraerse. En un momento se debe atraer dinero para que actúe como moneda circulante, en otro momento, la moneda circulante debe ser repelida para volver a actuar como dinero más o menos estancado. Para que la masa de dinero, realmente en curso, pueda saturar constantemente el poder absorbente de la circulación, es necesario que la cantidad de oro y plata disponible en un país sea mayor que la cantidad requerida para funcionar como moneda. Esta condición se cumple con la forma tesáurica del dinero.”

Sin embargo, si la cantidad de oro y plata — el material dinerario — en el país fuera menor que la cantidad requerida para funcionar como moneda, entonces el “poder absorbente de la circulación” no podría saturarse. Se produciría entonces una crisis económica que reajustaría por la fuerza la circulación de mercancías a la oferta de dinero. Aquí Marx está arraigando firmemente su teoría monetaria en su teoría del dinero mercancía. Vemos que Marx estaba tomando lo que era válido en las críticas de Tooke y Fullarton a la teoría cuantitativa ricardiana del dinero. Así es como debemos proceder cuando criticamos la economía política. Tomar lo que sea válido de cualquier fuente y descartar el resto.

Por lo tanto, no deberíamos suponer que la teoría monetaria del dinero de Marx, si hubiera sido desarrollada completamente, sería idéntica a la de Tooke y Fullarton. Sin embargo, Marx sabía que Tooke y Fullarton habían logrado importantes avances por sobre Ricardo, no en cuestiones teóricas, sino en lo que respecta a las observaciones empíricas de la circulación del dinero. Al extender el trabajo de Marx y desarrollar una teoría monetaria correcta para nuestro propio tiempo, debemos hacer uso de lo que es correcto en la obra de Tooke y Fullarton.

Ricardo había supuesto que prácticamente toda la oferta dineraria estaba en circulación. Dado que cada capitalista intentaba obtener la mayor ganancia posible, Ricardo razonó que no tendría sentido que un capitalista dejara que el dinero o el capital real permanecieran inactivos. Por lo tanto, al igual que con la plena utilización de los medios de producción, Ricardo asumió que los capitalistas devolverían inmediatamente a la circulación todo el dinero que entrara en su poder. En la terminología del siglo XIX, una situación en la que todo el stock de dinero estaba en circulación se llamaba “plena circulación”. Para Ricardo, la circulación siempre era plena.

Sin embargo, Tooke y Fullarton se dieron cuenta de que, tal como había explicado el mercantilista Steuart en el siglo XVIII, nunca hubo una circulación plena de dinero. Se dieron cuenta de que la oferta dineraria estaba dividida entre un tesoro dinerario, que en el siglo XIX estaba centralizado en manos de los bancos, y el dinero en circulación. Supongamos que los precios suben, quizás porque un período de depresión dio paso a un estado empresarial más activo. Con el aumento tanto del número de mercancías en circulación como de los precios de las mercancías individuales, se necesitará más dinero que antes para hacer circular las mercancías.

Pero, ¿de dónde vendrá este dinero extra? La Escuela Bancaria respondió que vendrá del acopio de dinero existente en el sistema bancario. La relación entre el dinero atesorado en los bancos y el dinero en circulación caerá. El aumento de la cantidad total de dinero en circulación en relación con la parte inactiva en el sistema bancario provoca una “restricción” del mercado dinerario y un aumento de la tasa de interés. Pero mientras el acopio de dinero en el sistema bancario no caiga por debajo de cierto nivel crítico, no habrá crisis. Los precios han subido no porque haya aumentado la cantidad de dinero, como sostenía la teoría cuantitativa ricardiana del dinero, sino que la cantidad ha aumentado porque los precios han subido. Este es el avance de Tooke y Fullarton sobre Ricardo en lo que respecta a la circulación del dinero.

Puede ocurrir la situación contraria. Los precios pueden bajar por alguna razón. Si los precios bajan, el dinero comenzará a acumularse en las cajas registradoras y cajas fuertes de los capitalistas individuales y sus negocios. ¿Qué harán los capitalistas y las empresas con el efectivo inactivo? Suponiendo la existencia de un sistema bancario moderno como el que ya existía en Gran Bretaña en el siglo XIX, depositarán el efectivo en sus cuentas bancarias.

Como resultado, las reservas de efectivo de los bancos aumentarán mientras cae el dinero en circulación. Los precios caen no porque haya caído la cantidad de dinero en circulación, sino más bien, según se da cuenta la Escuela Bancaria, la cantidad de dinero en circulación ha caído porque los precios han caído. Por lo tanto, siempre que las reservas de efectivo inactivo en los bancos no caigan por debajo de un cierto nivel crítico y, por supuesto, asumiendo que no hay depreciación de la moneda frente al oro, un cambio en el nivel de las reservas bancarias afecta a la tasa de interés y no al nivel de precios.

Las fluctuaciones de la moneda, los precios y el movimiento de las tasas de interés.

Cuando las reservas bancarias caen, la demanda de préstamos es mayor que la cantidad restante de dinero prestado en manos de los bancos al tipo de interés existente. Los bancos responden a tal situación elevando las tasas de interés. Durante esos períodos de “rigurosidad” en el mercado dinerario, los bancos están obligados a aumentar las tasas de interés que se pagan por los depósitos para atraer reservas adicionales.

La restricción monetaria aumenta la competencia entre los bancos por depósitos adicionales. La competencia entre los bancos por los depósitos se combate elevando la tasa de interés de los depósitos. Por el contrario, cuando el dinero sale de circulación y se acumula en las reservas bancarias — dinero fácil — la competencia entre los bancos por los depósitos disminuye. Los bancos ahora reducen las tasas que pagan por los depósitos. Esta es la razón por la que los depositantes bancarios siempre se ven muy afectados por períodos de negocios estancados que conducen a un “dinero fácil” y a una disminución de las tasas de interés de los depósitos.

Esto es suficiente para explicar por qué la Ley de Bancos de 1844 basada en la versión ricardiana de la teoría cuantitativa del dinero no funcionó. El primer efecto de una balanza comercial desfavorable bajo el patrón oro en Gran Bretaña fue sobre las tasas de interés y no sobre los precios.

Suponiendo que hubiera escasez de dinero en oro o plata (en el siglo XIX) en el mercado mundial, una alta tasa de interés en un país específico en relación con el promedio mundial atraería dinero de préstamo adicional — llamado “dinero caliente” — buscando ansiosamente la tasa de interés más alta posible. Se hallaron estas tasas de interés más altas en los países que experimentaron una balanza de pagos negativa y la consiguiente fuga de oro.

La entrada de capital en forma de préstamos en busca de tasas de interés más altas pronto revertiría la fuga de oro. El resultado fue que la fuga de oro no terminó con un ajuste a la baja de los precios de las mercancías en el país que había experimentado una balanza de pagos negativa, como predijo Ricardo. En cambio, un país cuyos precios fueran altos en relación con los precios del mercado mundial se endeudaría en lugar de experimentar una caída en su nivel general de precios. Los países con déficit en la balanza comercial se endeudarían cada vez más con los países con superávit en la balanza comercial.

Estos efectos son de gran importancia no solo para la teoría del ciclo industrial sino también para el comercio mundial. Si un país está experimentando un déficit en su balanza comercial, primero experimentará un aumento en sus tasas de interés. Esto también es cierto en un sistema de papel moneda como el actual estándar del dólar — examinaremos cómo funciona el próximo mes. Un país así experimentará una restricción de su mercado dinerario, no una caída de sus precios. Las tasas de interés más altas atraerán entonces “dinero caliente” de los países que tienen superávit en la balanza de pagos. El resultado será que los países que experimenten déficit en la balanza comercial se endeudarán cada vez más con aquellos países que experimenten superávit en la balanza comercial.

Por supuesto, las cosas serán diferentes cuando se desarrolle una escasez general de oro (o plata en el siglo XIX) en el mercado mundial. La escasez de oro (material dinerario) es siempre una escasez en relación con la cantidad de mercancías no monetarias en circulación. Ésta es la definición misma de la sobreproducción relativa general de mercancías. Una vez que la sobreproducción generalizada se desarrolla hasta cierto punto, el crédito internacional comienza a paralizarse. El escenario está ahora preparado para una crisis de sobreproducción relativa general de mercancías del mercado mundial.

Cuando golpea la crisis, el país deficitario ya no podrá atraer una entrada de capital de préstamos dinerarios antes de que su escasez monetaria interna conduzca a una crisis comercial, o una crisis financiera y una recesión, que luego bajen los precios. Durante las crisis comerciales de todo el mercado mundial, cada país se ve afectado sucesivamente por las fugas de oro en el extranjero, las restricciones de las condiciones financieras y el aumento de las tasas de interés. Esto continúa hasta que se desarrolla una crisis económica a gran escala que conduce a la caída de los precios, la desaparición de las ganancias, la disminución de la producción y el empleo industriales y el desempleo masivo.

La crisis continúa hasta que todas las naciones involucradas en el comercio internacional son absorbidas. Esto muestra que las crisis comerciales o financieras van mucho más allá de los meros desequilibrios en el comercio internacional. Representan el hecho de que todos los países capitalistas comerciales han sobreproducido. Sin embargo, antes de que pueda estallar una “crisis financiera” generalizada, la sobreproducción global y la inflación del crédito que permite que la sobreproducción continúe tiene que crecer hasta alcanzar el punto crítico del ciclo industrial internacional.

Sin embargo, antes de que se alcance ese punto crítico del ciclo industrial internacional, los desequilibrios en el comercio y los pagos internacionales no se resuelven mediante un ajuste de precios, sino mediante un aumento de las tasas de interés en los países deficitarios y el consiguiente flujo de capital dinerario “caliente” desde países con superávit comerciales a países con déficit comerciales.

Pero una vez que estalla la crisis financiera o comercial, las industrias de los países en desventaja absoluta en relación no solo con los competidores en el mercado interno, sino también con otros países se ven abocadas a la bancarrota y la liquidación. Cuando esto sucede, es la ley de la ventaja absoluta y no comparativa la que con gran brutalidad se impone no solo dentro de las naciones capitalistas individuales, sino también entre los capitalistas que operan en diferentes naciones.

El próximo mes, analizaremos más de cerca las implicaciones del sistema actual de papel moneda y tipos de cambio “flotantes” en la cuestión de la ventaja absoluta versus la ventaja comparativa en el comercio internacional.

 


NOTAS

[1] La llamada ley de población se atribuye al clérigo y economista político británico Thomas Robert Malthus (1766-1834), aunque parece haber sido desarrollada primero por Joseph Townsend (1739-1816), un médico, geólogo y clérigo. El llamado principio de población afirma que a medida que aumenta la riqueza de la sociedad, la población crece aún más rápido hasta que la hambruna la reduce una vez más. Por tanto, por mucho que crezca el poder productivo de la sociedad, la gran masa de la población seguirá viviendo en la pobreza. En realidad, los países donde el nivel de vida es el más alto experimentan un crecimiento demográfico muy bajo y en ocasiones negativo. En la práctica, esto refuta completamente la ley de población de Townsend-Malthus.

[2] Pakistán era parte de la India. Durante la lucha de la India por la independencia, los británicos alentaron un movimiento separatista musulmán afirmando que los musulmanes indios representaban una nación diferente a la de los hindúes. Esta división resultó en una lucha sangrienta entre hindúes y musulmanes que condujo a la formación de Pakistán como una nación musulmana separada. Tres cuartos de millón de personas murieron y millones de personas fueron desplazadas. Hoy, la lucha entre hindúes y musulmanes continúa envenenando la política del subcontinente.