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Expropiación de los expropiadores
Jacob Blumenfeld
Al castellano: Non Lavoro
https://legalform.blog/2020/04/30/expropriation-of-the-expropriators-blumenfeld/
A lo largo de su obra, Marx tiene muy claro cómo superar el capitalismo. [1] Hay, de hecho, un truco sencillo, aunque no fácil, y qué se hace para realizarlo lo determina todo. No me refiero a la autoemancipación de la clase obrera ni a la auto-abolición del proletariado. Estas fórmulas revolucionarias clásicas denominan al agente de la revolución (la clase obrera o el proletariado) y el objetivo de la revolución (emanciparse del trabajo asalariado o abolirse como clase), pero no describen el contenido de la revolución. Quiero hablar, en cambio, de una sola frase que Marx repite en puntos clave de su obra, algo más banal, más concreto. Vale decir, la expropiación de los expropiadores. Al final del primer volumen de El Capital, al describir la tendencia histórica de la acumulación capitalista, Marx escribe:
La centralización de los medios de producción y la socialización del trabajo llegan a tal punto que se hacen incompatibles con su envoltura capitalista. Esta se rompe. Le llega la hora a la propiedad privada capitalista. Los expropiadores son expropiados. [2]
Y en La Guerra Civil en Francia, mientras analiza la Comuna de París, escribe:
¡La Comuna, exclaman, pretende abolir la propiedad, base de toda civilización! Sí, caballeros, la Comuna pretendía abolir esa propiedad de clase que convierte el trabajo de muchos en la riqueza de unos pocos. La Comuna aspiraba a la expropiación de los expropiadores. Quería convertir la propiedad individual en una realidad, transformando los medios de producción — la tierra y el capital — que hoy son fundamentalmente medios de esclavización y de explotación del trabajo, en simples instrumentos de trabajo libre y asociado. ¡Pero eso es el comunismo, el “irrealizable” comunismo! [3]
La “expropiación de los expropiadores” es una deliciosa expresión que Marx incluso compara con la infame “negación de la negación” de Hegel. [4] Pero, ¿qué significa? y ¿sigue siendo relevante hoy en día? Antes de analizar el contenido de la expresión de Marx, me gustaría considerar brevemente los entendimientos legales contemporáneos de la expropiación, y así también algunos ejemplos de ella. En el resto de este artículo, detallaré diferentes tipos de expropiación en Marx y me enfocaré en una ambigüedad en el centro de la noción de “expropiar a los expropiadores”, vale decir, si es que describe una tendencia inmanente y objetiva dentro del desarrollo del modo de producción capitalista, o si bien prescribe activamente una forma de praxis política revolucionaria para la clase obrera. Mi respuesta es que hace ambas cosas. Finalmente, desarrollo algunas implicaciones de estas reflexiones demostrando cómo es que el concepto de la expropiación puede ser puesta en uso hoy, en las luchas en torno a la vivienda, el clima, y el trabajo, por ejemplo.
Expropiación legal
Legalmente hablando, la expropiación designa el acto de quitarle una propiedad a un propietario en contra de sus deseos, generalmente por parte de una autoridad estatal, principalmente con compensación y nominalmente por el bien público. [5] Expropiar la propiedad o los activos de otro (por ejemplo, una casa, una empresa ferroviaria o un banco) es revocar su propiedad y confiscarla, unilateralmente pero legalmente. La expropiación puede tomar muchas formas: dominio eminente, nacionalización, compra obligatoria, socialización, etc. Por ejemplo, el dominio eminente puede implicar la transferencia del título y la propiedad sobre edificios de propiedad privada a un gobierno municipal, la nacionalización puede implicar poner una empresa de energía en la propiedad y el control de un gobierno federal, convirtiendo así la propiedad privada en propiedad pública, y la socialización puede implicar la transferencia de la propiedad y el control del lugar de trabajo a los propios trabajadores. [6]
La mayoría de los estados han llegado a reconocer un derecho limitado a expropiar a los propietarios nacionales y extranjeros, bajo ciertas condiciones muy estrictas. En la actualidad, existen numerosos tratados bilaterales de inversión que detallan las condiciones para las expropiaciones aceptables. [7] Dichas condiciones suelen estipular que el propósito explícito de la expropiación debe ser el “bien público”, y también exigen una compensación justa y equitativa a los propietarios por los bienes incautados. Sin embargo, tales actos son fuertemente desaprobados por los gobiernos democráticos, las comunidades empresariales, los propietarios individuales y los ricos, ya que van en contra de los principios centrales de la sociedad liberal, más notablemente la libertad del mercado, la inviolabilidad del derecho contractual y la seguridad de la propiedad privada. Así, si bien el derecho a expropiar la propiedad privada se ha legalizado e incorporado al derecho nacional e internacional durante las últimas décadas, también se ha visto muy restringido. Incluso la sola mención de la ley tiende a evocar el pánico al fin de la democracia y el libre mercado de la Guerra Fría.
Sin embargo, las expropiaciones y las nacionalizaciones ocurrieron en todo el mundo durante el último siglo, particularmente en relación con las compañías de energía, ferrocarriles, minas de carbón, manufactura en tiempos de guerra, infraestructura, instituciones financieras, compañías telefónicas y más. [8] Como se mencionó anteriormente, las justificaciones legales se basaban en la noción de “bien público”, el único motivo aceptable para quitarle la propiedad privada a su legítimo propietario. El “bien público” es, por supuesto, un concepto controvertido, cuyo despliegue cambia según los intereses de los que están en el poder. El “bien público” ha significado de todo, desde proporcionar energía hasta construir carreteras, fabricar armas, aburguesar vecindarios, acabar con los monopolios, redistribuir la riqueza y desalojar a las minorías. Ejemplos comunes de expropiaciones a gran escala en el siglo XX son las nacionalizaciones de compañías petroleras en América Latina, la expropiación de empresas estadounidenses en Irán, las expropiaciones bolcheviques de grandes terratenientes, las nacionalizaciones estadounidenses de ferrocarriles y minas de carbón, las expropiaciones de la Iglesia católica durante la Guerra Civil Española, las expropiaciones nazis de propiedades judías y las expropiaciones de tierras en Zimbabwe, Sudáfrica y Venezuela.
Dados estos ejemplos, está claro que la expropiación en sí misma es política y normativamente ambigua, una herramienta legal que puede ayudar o dañar a comunidades vulnerables, individuos adinerados, minorías raciales, funcionarios gubernamentales, etc. Desde una perspectiva marxista, si una expropiación determinada está justificada no puede ser simplemente una cuestión de estatutos legales e impactos económicos; también debe ser una cuestión de si beneficia materialmente y empodera políticamente a la clase de aquellos que no poseen nada más que su fuerza de trabajo. Es decir, la legitimidad de una determinada expropiación no se puede determinar a priori, sino sólo en referencia a las condiciones específicas de la transferencia de propiedad, incluyendo quién está siendo expropiado, quién está expropiando, qué está siendo expropiado y con qué fines.
Además de estas “expropiaciones directas”, también existen las “expropiaciones indirectas”, es decir, acciones que hacen que la propiedad o los activos de una persona sean más o menos inútiles sin afectar el título de propiedad en sí, como cambiar el entorno financiero en el que una empresa existe. Incluso las regulaciones industriales pueden considerarse “expropiaciones indirectas”. De hecho, esta acusación de expropiación indirecta ha sido formulada en numerosas ocasiones por corporaciones multinacionales contra intentos, incluso tibios, de implementar medidas ambientales y políticas de salud. Desde al menos la década de 1970, a medida que los estados se han movido de manera más agresiva para encerrar legalmente el mercado del control popular, [9] y las expropiaciones directas se han vuelto más raras, el miedo a la expropiación indirecta ha llegado a perseguir a la burguesía más que el despojo directo. Sin embargo, con el regreso de las demandas sociales más radicales para expropiar el parque de viviendas, las empresas de energía y los lugares de trabajo, quizás la clase propietaria ha gritado “¡viene el lobo!” demasiado pronto.
Expropiación en Marx
Pasemos ahora a Marx, para quien expropiación significa algo completamente diferente. Primero, la expropiación para Marx no presupone ningún derecho legal. En otras palabras, Marx no cree que las expropiaciones estén legalmente justificadas o que deban estar legalmente justificadas. Las expropiaciones históricas de tierras comunales, por ejemplo, pueden haber ocurrido o no dentro de un marco legal que autorizaba tales expropiaciones de acuerdo con principios jurídicos, pero ese no es el punto. Lo que importa es entender las expropiaciones como parte de un proceso político-económico de despojo de una clase sobre otra, independientemente de la validez legal de cualquier hecho singular de cualquier agente singular. En segundo lugar, la expropiación no requiere compensación en dinero. Las expropiaciones de tierras, de riqueza y de trabajo no han sido ni necesitan ser compensados para ser considerados expropiaciones. Más bien, Marx caracteriza las expropiaciones como formas de apropiación desigual que, bajo las relaciones legales capitalistas, se llevan a cabo bajo la apariencia de un intercambio igualitario. Y tercero, la expropiación no necesita ser respaldada por una autoridad estatal. La idea de que solo el Estado tiene la autoridad para desposeer legítimamente a los propietarios de su título ignora cómo los actores privados y los agentes colectivos han coaccionado al Estado para que reconozca sus expropiaciones como retroactivamente válidas. Para Marx, los agentes y sujetos de la expropiación – los expropiadores y los expropiados – no son simplemente estados e individuos, sino clases mediadas por estados e individuos. En resumen, la expropiación para Marx es indiferente a la ley, se puede realizar sin compensación, y describe un proceso social que ocurre a lo largo del tiempo y realizado por clases en lugar de por actos discretos de estados o individuos.
Antes de pasar a la concepción de Marx de la expropiación como un tipo de praxis revolucionaria, me gustaría antes mostrar cómo pueden utilizarse diferentes formas de expropiación para distinguir entre distintos modos de producción. En El Capital , Marx usa principalmente el término afín en inglés para “expropiar” (expropriiert). Pero en los Grundrisse, discute el mismo concepto bajo la fórmula más precisa de “apropiación sin intercambio” o “sin equivalente”. [10] Descomponer esta frase, ayuda a distinguir los diversos objetos de “apropiación sin intercambio”. En mi opinión, hay tres objetos principales, cuya forma generalizada de expropiación caracteriza un modo histórico de producción o una fase de transición. Estos objetos son el trabajo, la tierra y las condiciones del trabajo (o propiedad privada basada en el trabajo propio). [11] Poniendo todo esto en conjunto, se puede decir que existen al menos tres formas distintas de expropiación en Marx:
1) La expropiación del excedente de trabajo [plustrabajo] mediante coacción directa (extraeconómica), que caracteriza a la apropiación del producto excedente en las formaciones económicas precapitalistas, como la esclavitud o el feudalismo [12];
2) La expropiación de la tierra a los productores directos, que marca la fase de la llamada “acumulación primitiva” y constituye la precondición clave de la propiedad privada capitalista, es decir, la separación del productor de sus medios de producción, y;
3) la expropiación del trabajo no remunerado de los trabajadores legalmente libres mediante la “sorda compulsión de las relaciones económicas” [13], que caracteriza a la apropiación de la plusvalía en las sociedades capitalistas.
Aunque la primera forma de expropiación todavía tiene lugar hoy, son las dos últimas las que son claves para Marx: la expropiación como despojo del productor directo de la tierra y la expropiación como robo del tiempo de trabajo ajeno. Las tres son expropiaciones en el sentido de “apropiación sin equivalente”, pero solo la última tiene la apariencia de un intercambio igual. La segunda forma – la expropiación como despojo – establece la condición fundamental para la acumulación de capital, a la que Marx llama “propiedad privada capitalista”. [14] Esta condición fundamental es la separación del trabajo de la propiedad, tanto en el sentido de separación de los productores directos de sus condiciones de producción, como en el sentido de separación del productor del producto del trabajo. [15]
Sorprendentemente, Marx describe todos estos procesos de expropiación en términos altamente normativos, como “robo, pillaje, hurto, saqueo, usurpación, parasitismo, expoliación, disolución, confiscación, esclavitud, colonialismo, dominación patriarcal, derroche y derramamiento de sangre”. [16] La expropiación es tanto un robo (de la tierra, título, producto) como una separación (del productor de sus condiciones de producción). Pero si la expropiación es tan negativa y tan fundamental para las relaciones sociales capitalistas, ¿cómo puede ser también el camino hacia la superación del capitalismo y la creación de una sociedad de seres humanos libres que produzcan en común? Este es el rompecabezas que debe resolverse.
¿Es posible, en cierto sentido, contra-expropiar o reapropiarse de las propias condiciones de existencia? Si es así, de esto se seguiría que una descripción de Marx del comunismo no como la abolición de la propiedad privada, sino como la negación de la negación de la propiedad privada. [17] Así como la expropiación capitalista negaba la propiedad personal del productor directo, la expropiación de los expropiadores negaría la propiedad privada capitalista y realizaría la propiedad individual y verdadera para todos – no volviendo a alguna condición precapitalista, sino reapropiando colectivamente y transformando la ya socializada forma de producción que subyace a las relaciones de propiedad capitalistas hoy. [18]
Sin embargo, dado que los proletarios viven en condiciones de expropiación perpetua – de la tierra, de las condiciones y del producto del trabajo, y de su propio tiempo – cualquier intento de apropiarse de esos objetos será visto como una expropiación injusta desde el punto de vista de quienes ya los expropiaron legalmente. Pero eso no debe empañar la diferencia fundamental entre, por un lado, las expropiaciones de la clase dominante y, por otro, las contraexpropiaciones revolucionarias: mientras las primeras se llevan a cabo contra la clase de los productores directos, las segundas se llevan a cabo contra la clase de los propietarios. Es el segundo tipo el que Marx busca defender contra la aparentemente imparable fuerza del primero. Por tanto, debe haber un cuarto tipo de expropiación en Marx, diferente de las formas anteriores:
4) la expropiación de la propiedad privada capitalista como proceso por el cual la clase productora toma “posesión en común de la tierra y los medios de producción producidos por el trabajo mismo”, transformándolos desde medios de explotación y esclavitud en “instrumentos de trabajo libre y asociado”. [19]
Para Marx, este proceso de expropiación es posible gracias a las propias “leyes inmanentes de la producción capitalista”, que centraliza el capital y socializa el trabajo, haciendo así de la propiedad privada capitalista un grillete para la producción y distribución de la riqueza social. [20] Es decir, la “expropiación de los expropiadores” ya está ocurriendo dentro del presente como una tendencia de las leyes del capital, aún no actualizada, aún no llevada hasta el final por el proletariado. Llevar esto hasta el final y acelerar la eutanasia de la clase capitalista requeriría del poder coordinado internacionalmente del trabajo socializado para suspender los circuitos del capital y apropiarse de las condiciones de producción. Para Marx, esta “revuelta de la clase trabajadora” surge y se construye sobre las mismas condiciones desarrolladas por la producción capitalista, a saber:
la forma cooperativa del proceso del trabajo, la aplicación técnica consciente de la ciencia, el cultivo metódico del suelo, la transformación de los instrumentos de trabajo en instrumentos de trabajo sólo utilizables en común, la economización de todos los medios de producción mediante su uso como medio de producción del trabajo combinado y socializado, el enredo de todos los pueblos en la red del mercado mundial y, con ello, el carácter internacional del régimen capitalista. [21]
La tarea, paradójicamente, no es abolir la propiedad privada, sino “hacer de la propiedad privada individual una verdad”, negar la “propiedad de clase” basada en la expropiación del tiempo de trabajo ajeno y transformarlo en propiedad individual basada en el trabajo socialmente reconocido de todos. [22]
La expropiación de los medios de producción a todos los individuos
En los manuscritos que se convirtieron en el tercer volumen de El Capital (escritos entre 1863 y 1867), Marx amplía la tendencia inmanente de la producción capitalista hacia la expropiación de los expropiadores, con especial referencia a las sociedades anónimas, el sistema crediticio y las fábricas cooperativas. Escribe:
Tanto el éxito como el fracaso conducen aquí a una centralización del capital y, por lo tanto, a una expropiación a la más enorme escala. La expropiación se extiende aquí desde los productores directos hasta los propios capitalistas pequeños y medianos. Es el punto de partida del modo de producción capitalista; su realización es el objetivo de esta producción. En última instancia, apunta a la expropiación de los medios de producción a todos los individuos.Con el desarrollo de la producción social, los medios de producción dejan de ser medios de producción privada y productos de producción privada, para luego ser sólo medios de producción en manos de productores asociados, es decir, propiedad social de estos últimos, tanto como lo son su productos sociales. Sin embargo, esta expropiación aparece dentro del sistema capitalista de forma contradictoria, como apropiación de la propiedad social por unos pocos; y el crédito otorga a estos últimos cada vez más el aspecto de simples aventureros. Dado que aquí la propiedad existe en forma de acciones, su movimiento y transferencia se convierten puramente en el resultado del juego en la bolsa, donde los peces pequeños son tragados por los tiburones y los corderos por los lobos bursátiles. Hay antagonismo contra la antigua forma en las sociedades anónimas, en el que los medios sociales de producción aparecen como propiedad individual; pero la conversión a la forma de acciones aún permanece atrapada en las trabas del capitalismo; por tanto, en lugar de superar la antítesis entre el carácter de la riqueza como riqueza social y como riqueza privada, las sociedades anónimas simplemente la desarrollan en una nueva forma. [23]
Marx está describiendo aquí dos cosas: por un lado, la competencia entre capitales, que da como resultado que cada vez menos individuos se apropien de más y más riqueza social (lo que él describe como una forma de expropiación), y, por otro lado, la creación de nuevas formas de producción social y propiedad social, que podrían facilitar una transición desde una sociedad capitalista de propiedad privada y producción privada hacia una sociedad comunista de productores asociados que posean la riqueza social en común. Pero, y aquí está la cuestión, esto sólo es posible si la clase expropiada logra terminar el proyecto de expropiación iniciada por el capital, es decir, liberar los medios de producción de la propiedad de cualquiera. Esto significa extender radicalmente el proceso de expropiación capitalista a la misma clase capitalista para que ningún individuo pueda volver a ejercer un poder tan enorme sobre los seres humanos a través de la propiedad de los medios de producción. La propiedad en común resultante de los medios sociales de producción y la riqueza socializada por parte de los productores asociados no reproduciría las relaciones de propiedad capitalistas, ya que ya no habría una clase de propietarios separados que pudieran apropiarse de la plusvalía mediante la expropiación legal del trabajo no remunerado. A su vez, tampoco habría más una clase de trabajadores formalmente libres económicamente obligados a vender su fuerza de trabajo a los empleadores para ganar salarios que satisfagan sus necesidades, puesto que ya no habría una clase empleadora que monopolice los medios de producción y que venda esas necesidades a los trabajadores en la forma de mercancías para obtener ganancias. En cambio, en lugar de salarios, precios y ganancias, las necesidades individuales se cubrirían a través de determinadas relaciones de propiedad social basadas en el principio: “de cada cual según su capacidad, a cada cual según sus necesidades”.
Esta expropiación de los expropiadores por parte de los expropiados es posible precisamente por las nuevas formas de propiedad y producción capitalista, que socializan la propiedad y el trabajo en un grado sin precedentes, mediante las sociedades anónimas, el sistema crediticio y las fábricas cooperativas. Sin embargo, dado que estos desarrollos tienen su origen en el sistema capitalista, dichas posibilidades poscapitalistas siguen siendo contradictorias, reproduciendo formalmente la distinción capitalista entre riqueza social y riqueza privada, mientras que en esencia la erosionan. Marx continúa:
Las fábricas cooperativas de los propios trabajadores representan, dentro de la forma antigua, los primeros brotes de la nueva, aunque naturalmente reproducen, y deben reproducir, en todas partes de su organización actual todas las deficiencias del sistema existente. Pero la antítesis entre capital y trabajo se supera en ellas, aunque por el momento sólo sea mediante la conversión de los trabajadores asociados en sus propios capitalistas, es decir, permitiéndoles utilizar los medios de producción para valorizar su propio trabajo. Estas fábricas demuestran cómo surge naturalmente un nuevo modo de producción desde uno antiguo, cuando el desarrollo de las fuerzas materiales de producción y de las correspondientes formas de producción social han alcanzado una etapa determinada. Sin el sistema fabril que surge del modo de producción capitalista, no habría habido fábricas cooperativas. Tampoco podrían haberse desarrollado sin el sistema crediticio que surge del mismo modo de producción. El sistema crediticio no solo es la base principal para la transformación gradual de las empresas privadas capitalistas en sociedades anónimas capitalistas, sino que también ofrece los medios para la extensión gradual de las empresas cooperativas a una escala más o menos nacional. Las sociedades anónimas capitalistas, tanto como las fábricas cooperativas, deben ser consideradas como formas transitorias del modo de producción capitalista al asociado, con la única distinción de que el antagonismo se resuelve negativamente en uno y positivamente en el otro. [24]
Aquí, Marx especifica dos formas transicionales de producir y apropiarse de la riqueza social, ambas intrínsecas a la producción capitalista, que sin embargo representan elementos de un nuevo modo de producción “asociado”: las sociedades por acciones capitalistas [o sociedades anónimas], que resuelven “negativamente” el antagonismo entre capital y trabajo mediante la socialización de empresas privadas a través de acciones y crédito, y fábricas cooperativas, que resuelven “positivamente” el antagonismo convirtiendo a los trabajadores asociados en sus propios capitalistas. Por supuesto, estas “formas de transición” no nos han llevado más allá de nuestro modo de producción actual. Según mi lectura de Marx, tales formas constituyen elementos de un modo alternativo de producción “asociado” sólo en la medida en que realmente se liberen de las relaciones de propiedad capitalistas, es decir, en la medida en que faciliten la expropiación de los expropiadores y por ende la abolición de todo el sistema de producción para el intercambio basado en el valor, el trabajo asalariado y el dinero. Esto sería expropiación no en el sentido legal de desposesión y transferencia del título de propiedad, sino en el sentido revolucionario de negar la base social y legal de la propiedad de clase como tal. Puesto que la base fundamental de la propiedad privada capitalista es la separación del productor de las condiciones de producción, y de la propiedad de este último, por una clase distinta de individuos que se apropian del excedente, la negación de esta separación por medio de la expropiación no es otra cosa que la unificación de la comunidad humana en una sociedad sin clases, donde la existencia social ya no está mediada inconscientemente por el valor sino conscientemente por la actividad coordinada de los seres humanos asociados [25]. Como lo afirman Marx y Engels en el Manifiesto: “[E]n lugar de la vieja sociedad burguesa, con sus clases y antagonismos de clase, tendremos una asociación, en la que el libre desarrollo de cada uno es condición para el libre desarrollo de todos”. [26]
Según Marx, este potencial transformador ya está latente en el sistema crediticio, aunque de forma contradictoria. Marx describe “la abolición (Aufhebung) latente implícita de la propiedad capitalista” [27] interna en el sistema crediticio como tal:
El sistema crediticio aparece como la principal palanca de la sobreproducción y la sobreespeculación en el comercio únicamente porque el proceso de reproducción, que es elástico por naturaleza, está aquí forzado a sus límites extremos, y lo es porque una gran parte del capital social es invertido por quienes no son sus propietarios y que, en consecuencia, afronta las cosas de manera muy diferente al propietario, que sopesa con ansiedad las limitaciones de su capital privado en la medida en que lo maneja él mismo. Esto simplemente demuestra el hecho de que la autoexpansión del capital basada en la naturaleza contradictoria de la producción capitalista permite un desarrollo libre real solo hasta cierto punto, de modo que de hecho constituye un grillete y una barrera inmanentes a la producción, que se rompen continuamente a través del sistema de crédito. Por lo tanto, el sistema crediticio acelera el desarrollo material de las fuerzas productivas y el establecimiento del mercado mundial. La misión histórica del modo de producción capitalista es elevar estos fundamentos materiales de la nueva forma de producción hasta cierto grado de perfección. Al mismo tiempo, el crédito acelera las violentas erupciones de esta contradicción — que son las crisis— y, por tanto, los elementos de desintegración del modo de producción vigente. [28]
Este párrafo está lleno de frases elocuentes, incluyendo la “misión histórica” del modo de producción capitalista, el crédito que rompe las cadenas de la producción, los desarrollos materiales que permite el crédito y las crisis violentas que resultan, así como las tendencias autodestructivas del propio capitalismo. Ahora bien, esto puede parecer un cuento teleológico, donde el sistema crediticio lleva al capital más allá de sus límites para construir las bases de un nuevo modo de producción. Pero debemos tener cuidado aquí. En lugar de una teleología determinista, uno puede observar fácilmente un método de investigación que documenta las numerosas tendencias contradictorias que se esconden dentro del mismo desarrollo social. Una de esas tendencias es a la hiperexplotación laboral, la crisis económica, la especulación financiera, y la expropiación privada de la riqueza social por cada vez menos individuos; la otra tendencia de este tipo se orienta hacia la socialización del trabajo y la propiedad, el enorme aumento del poder productivo, la reducción del tiempo de trabajo al mínimo y el aumento del potencial de expropiación social de la “propiedad de clase” a escala social amplia. Ambas tendencias coexisten al mismo tiempo en un Spannungsverhältnis, un estado de tensión, mientras el futuro permanece indeciso, dependiente de la acción colectiva de los seres humanos. En consecuencia, Marx concluye esta digresión sobre la tendencia inmanente del modo de producción capitalista hacia su propia autoexpropiación con un pensamiento sobre la naturaleza ambigua del sistema crediticio:
Las dos características inmanentes al sistema crediticio son, por un lado, desarrollar el incentivo de la producción capitalista, el enriquecimiento mediante la explotación del trabajo ajeno, hasta convertirlos en el más puro y gigantesco sistema de juego y especulación, y reducir cada vez más el número de los pocos que explotan la riqueza social; por otro lado, constituir la forma de transición a un nuevo modo de producción. Es esta naturaleza ambigua (Mischcharakter) la que dota a los principales portavoces del crédito, desde Law a Isaac Péreire, con la agradable mezcla del carácter de estafador y profeta. [29]
Dada la tipología anterior de varias formas de expropiación histórica en Marx, y dada esta nueva explicación de cómo el capitalismo mismo tiende a una forma de autoexpropiación, ¿cómo habremos de interpretar en última instancia el llamado de Marx a expropiar a los expropiadores? Marx pide con entusiasmo la expropiación de los expropiadores y, al mismo tiempo, declara sobriamente que, de hecho, los expropiadores están siendo expropiados. ¿Son ambas la misma cosa? ¿Es la declaración de la realidad de la expropiación una descripción de lo que sucederá, dadas las tendencias implícitas a largo plazo del capital? Si es así, ¿por qué pedir la expropiación de los expropiadores? Si ya está en las cartas, entonces simplemente pedirlo parece tan útil como pedir que caiga la tasa de ganancia. Pero Marx no es tan determinista. Más bien, en una vena más materialista, el llamado de Marx a expropiar a los expropiadores emerge no de una afirmación moral independiente sobre la justicia de dichas medidas, sino de su explicación de las tendencias contradictorias en juego al interior del desarrollo de las propias relaciones sociales capitalistas.
Por un lado, la “expropiación de los expropiadores” denomina la actividad política mediante la cual la clase expropiada de productores utiliza su poder colectivo para apoderarse de los instrumentos del trabajo y convertirlos en herramientas de liberación compartidas por todos. Por otro lado, describe una tendencia inconsciente e incluso un “objetivo” del propio modo de producción capitalista: la consolidación de la riqueza social total por cada vez menos individuos y, en última instancia, por nadie en absoluto. [30] ¿Es posible armonizar estos dos significados? Expropiación de los expropiadores como apropiación social de la propiedad de clase sin equivalente, y expropiación de los expropiadores como la apropiación privada de la riqueza social sin equivalente? Mientras el primero describe una forma revolucionaria de actividad proletaria, el segundo describe una tendencia histórica de la acumulación capitalista. Al defender una medida revolucionaria cuya forma ya está implícita en las relaciones sociales capitalistas, pero que solo puede verse desde la perspectiva de su negación, Marx puede fundamentar su defensa de la expropiación tanto en una explicación materialista de las relaciones sociales como en una teoría política de la transformación social.
Conclusión
Permítanme hacer algunas observaciones finales. Primero, la expropiación ha sido muy subestimada por marxistas, teóricos políticos, teóricos legales y economistas radicales. [31] Ha llegado el momento de repensar la expropiación como medida legal de impugnación y como estrategia política de emancipación. Un lugar donde está sucediendo esto es en Berlín, con la campaña popular para expropiar a los grandes propietarios residenciales con el propósito de su socialización. [32] Este movimiento tiene su justificación jurídica de los artículos 14 y 15 de la Grundgesetz alemana.: “La expropiación sólo se permitirá por el bien público” (Art. 14); y “[l]a tierra, los recursos naturales y los medios de producción podrán ser, con fines de socialización, transferidos a la propiedad pública u otras formas de empresa pública mediante una ley que determine la naturaleza y alcance de la compensación” (Art. 15). Esta campaña ha tenido un gran éxito en la movilización de decenas de miles de inquilinos y vecinos para impulsar la transformación de la relación de sentido común entre la propiedad privada, la propiedad y la vivienda en la ciudad. Al exigir la expropiación social de viviendas privadas a los megapropietarios, Deutsche Wohnen & Co Enteignen la campaña ha llevado la cuestión de la propiedad privada de las necesidades básicas al frente y al centro del público. Esto casi nunca ocurre y, si ocurre, rara vez tiene el respaldo legal, social, político y económico que ha acumulado este movimiento. Por supuesto, el relato de Marx sobre la expropiación no se trataba de apoderarse legalmente de las casas de los ricos, compensar a los propietarios al precio del mercado y luego transferir el título al estado (aunque Engels estaba a favor de la expropiación para resolver la crisis de la vivienda). [33] Más bien se trataba de reapropiarse de las condiciones de producción por parte de los propios productores, permitiéndoles liberarse de la dependencia de la propiedad de quienes los explotan. Sin embargo, la vivienda es una condición básica para la reproducción de la fuerza de trabajo, así como un costo enorme que los trabajadores deben pagar. Así, expropiar la propiedad en la forma de viviendas libera en parte a los trabajadores de su servidumbre a los patrones, a los propietarios, a los terratenientes – en resumen, al capital.
La expropiación de la propiedad para el bien público es una cosa, pero ¿qué pasa con todo lo demás? ¿Hasta dónde podemos extender el argumento sobre la expropiación? Por ejemplo, ¿por qué no expropiar la propiedad privada de la tierra y hacer que la vivienda sea gratuita para todos? [34] ¿Por qué no expropiar los recursos naturales de propiedad privada y dejar de quemar combustibles fósiles? ¿Y por qué no expropiar los medios de trabajo y poner fin a la producción privada de mercancías en aras de la ganancia? Permítanme terminar dando tres razones para expropiarlo todo.
Primero, la expropiación ocurre todo el tiempo, para el bien público y la infraestructura (por ejemplo, las carreteras, las líneas eléctricas), pero, la mayoría de las veces es para hacer que una ciudad o área sea más rentable (por ejemplo, para construir un estadio deportivo). En segundo lugar, el derecho a expropiar la tierra para el bien común es una norma de larga data, que se remonta a miles de años y se encuentra casi universalmente en sociedades de todo el mundo. [35] Hasta hace relativamente poco tiempo, se daba por sentado que no había necesidad de justificarla en documentos legales. Sólo ahora que nuestras relaciones de propiedad están tan privatizadas, la carga justificativa recae en el expropiador y no en el expropiado. En tercer lugar, la expropiación se puede utilizar eficazmente para combatir diversas crisis del capitalismo en la vivienda, el medio ambiente y el lugar de trabajo. Es decir, para afrontar la crisis de la vivienda, ¿Por qué no expropiar a los grandes terratenientes, dejar de extraer renta y empezar a hacer viviendas gratuitas para todos? Para mitigar el cambio climático y dejar de quemar combustibles fósiles, ¿por qué no expropiar a las empresas energéticas de sus inversores y empezar a descarbonizar la economía? Y para reconstruir el poder de los trabajadores, ¿por qué no expropiar los lugares de trabajo de sus propietarios y comenzar a producir en común para las necesidades?
Sin embargo, la expropiación de la propiedad privada es solo el primer paso. Cambiar la estructura de propiedad en un caso no cambia en sí mismo las relaciones sociales que las subyacen. Porque si el valor y la relación de intercambio aún median en la actividad social, entonces no hay razón para que las casas, empresas de energía o lugares de trabajo expropiados sean menos explotadores, menos alienantes o más beneficiosos para los seres humanos y el planeta que la propiedad privada. Lo que debe cambiar no es solo la forma de propiedad, de privada a pública o común, sino el contenido de la propiedad en sí. ¿Qué significaría cambiar la función de la propiedad, desde la separación a la solidaridad, de la ganancia a la necesidad, del intercambio al uso, de la extracción a la renovación, de la explotación al cuidado? Las respuestas a esas preguntas no se encuentran en Marx ni en la ley, sino en el contenido de las luchas sociales que están teniendo lugar en todo el mundo actualmente – para mejor, o para peor.
Jacob Blumenfeld es profesor de filosofía en Freie Universität Berlin.
NOTAS:
[1] Por supuesto, Marx no escribe libros de recetas para el futuro, y es famoso por evitar describir en detalle una sociedad poscapitalista. Pero mi objetivo es desafiar la idea de que la teoría de la superación del capitalismo en Marx no tiene un contenido positivo. No se trata de cómo es el socialismo o el comunismo, sino de qué apariencia tiene la superación del capitalismo. Y para Marx tiene la apariencia de expropiar a los expropiadores, o eso digo yo.
[2] Karl Marx, El capital: una crítica de la economía política, volumen I (Harmondsworth: Penguin, 1976 [1867]), 929 (el énfasis es mío).
[3] Karl Marx, La guerra civil en Francia [1871], MECW 22: 335 (énfasis mío).
[4] Marx, Capital I , 929.
[5] “El término expropiación , en inglés, originalmente significaba la apropiación sin equivalencia del título de propiedad inmueble y, por ende, la separación, remoción y enajenación de seres humanos de la tierra. Expropiar de manera más general significaba “desposeer (a una persona) de la propiedad” o del derecho a una propiedad. El término también adquirió la connotación más general de confiscación y robo”. John Bellamy Foster y Brett Clark, “La expropiación de la naturaleza“, 69 (2018) Monthly Review 1.
[6] Sobre los diversos tipos de expropiación, véase August Reinisch, “Expropriation”, en Peter Muchlinksi, Federico Ortino y Christoph Schreuer (eds), The Oxford Handbook on International Investment Law (Oxford: Oxford University Press, 2008) 407; y Alice Ruzza, “Expropiación y nacionalización”, en Rüdiger Wolfrum (ed), Enciclopedia Max Planck de Derecho Internacional Público (Oxford: Oxford University Press, 2013).
[7] Véase Expropiación – Serie UNCTAD sobre acuerdos internacionales de inversión II ; JAMA Sluysmans y EJL Waring, “Principios básicos de la ley europea de expropiación”, 2016 (2016) European Property Law Journal 142.
[8] Véase, por ejemplo, Thomas Hanna, “A History of Nationalization in the United States: 1917-2009“, The Next System Project (4 de noviembre de 2019).
[9] Para obtener más información sobre el encapsulado del mercado, consulte Quinn Slobodian, Globalists: The End of Empire and the Birth of Neoliberalism (Cambridge: Harvard University Press, 2018).
[10] Véase Marx, Grundrisse.[1858], MECW 38: “Se produce un intercambio de equivalentes, [pero] es simplemente la capa superficial de un [sistema de] producción que se basa en la apropiación del trabajo ajeno sin intercambio, pero bajo la apariencia de intercambio. Este sistema de intercambio tiene el capital como base”. (433); “Por lo tanto, ya no es sorprendente encontrar que el sistema de valores de cambio – el intercambio de equivalentes medidos por el trabajo – se convierte en, o más bien revela como su trasfondo oculto, la apropiación del trabajo ajeno sin intercambio, la separación total del trabajo y la propiedad.” (433); “El intercambio de equivalentes, que parece implicar propiedad en el producto del propio trabajo … se invierte, se manifiesta por una dialéctica necesaria como la separación absoluta del trabajo y la propiedad y la apropiación del trabajo ajeno sin intercambio, sin equivalente”. (438); “[El capital] es el poder de apropiarse del trabajo extranjero sin intercambio, sin equivalente, pero bajo la apariencia de intercambio”. (474).
[11] Marx , Capital I , MECW 35, 748: “¿En qué se resuelve la acumulación primitiva de capital, es decir, su génesis histórica? En la medida en que no se trata de una transformación inmediata de esclavos y siervos en asalariados y, por tanto, un mero cambio de forma, sólo significa la expropiación de los productores inmediatos, es decir, la disolución de la propiedad privada basada en el trabajo de su dueño.”
[12] Mientras que la expropiación del trabajo esclavo es total, la expropiación del trabajo campesino es parcial.
[13] Marx, Capital I, MECW 35, 736: “La sorda compulsión de las relaciones económicas completa la sujeción del trabajador al capitalista. La fuerza directa, fuera de las condiciones económicas, se sigue utilizando, por supuesto, pero sólo excepcionalmente. En el funcionamiento ordinario de las cosas, el trabajador puede abandonarse a las ‘leyes naturales de producción’, es decir, a su dependencia del capital, una dependencia que surge de, y está garantizada a perpetuidad por, las condiciones de producción mismas”.
[14] Marx , Capital I , MECW 35, 751.
[15] Véase Marx Capital III , MECW 37, 608: “Así como el modo de producción capitalista en general se basa en la expropiación de las condiciones de trabajo de los trabajadores, también en la agricultura presupone la expropiación de los trabajadores rurales de la tierra y su subordinación a un capitalista, que se dedica a la agricultura en aras de la ganancia”.
[16] Véase Foster y Clark, “La expropiación de la naturaleza“, nota 30.
[17] Sobre la negación de la negación de la propiedad privada, ver Marx, Capital I, MECW 35, 751: “El modo capitalista de apropiación, resultado del modo capitalista de producción, produce propiedad privada capitalista. Ésta es la primera negación de la propiedad privada individual, fundada en el trabajo del propietario. Pero la producción capitalista engendra, con la inexorabilidad de una ley de la naturaleza, su propia negación. Es la negación de la negación. Esto no restablece la propiedad privada para el productor, sino que le otorga propiedad individual basada en las adquisiciones de la era capitalista: es decir, en la cooperación y la posesión en común de la tierra y de los medios de producción”.
[18] Marx cree que la expropiación de la propiedad privada capitalista y su transformación en propiedad socializada será más fácil, rápida y menos violenta que la expropiación histórica de la propiedad personal de los productores directos y la transformación en propiedad privada capitalista: “La transformación de la propiedad privada dispersa, que surge del trabajo individual, en propiedad privada capitalista es, naturalmente, un proceso incomparablemente más prolongado, violento y difícil que la transformación de la propiedad privada capitalista, que ya prácticamente descansa sobre la producción socializada, en propiedad socializada. En el primer caso, tuvimos la expropiación de la masa del pueblo por unos usurpadores; en el segundo, tenemos la expropiación de unos usurpadores por la masa del pueblo”. Marx, Capital I, MECW 35, 751.
[19] Marx, Capital I , 929; Marx, Civil War in France , MECW 22, 335.
[20] Marx , Capital I , MECW 35, 750: “Lo que ahora se va a expropiar ya no es el trabajador que trabaja para sí mismo, sino el capitalista que explota a muchos trabajadores. Esta expropiación se realiza por la acción de las leyes inmanentes de la producción capitalista misma, por la centralización del capital. Un capitalista siempre mata a muchos […] El monopolio del capital se convierte en un grillete sobre el modo de producción, que ha surgido y florecido junto a él y debajo de él”.
[21] Marx , Capital I , MECW 35, 750.
[22] Marx, Civil War in France , 335. Para mi lectura Stirnerista de la negación de Marx de la negación de la propiedad privada, véase la conclusión a Jacob Blumenfeld, All Things are Nothing to Me: The Unique Philosophy of Max Stirner (Nueva York: Zero Books, 2018).
[23] Mar x, Capital III , MECW 37, 437 (énfasis mío). Para el alemán, véase MEGA II / 4.2, Ökonomische Manuskripte 1863–1867, pt. 2, 503–55.
[24] Marx , Capital III , MECW 37, 438.
[25] Sobre el comunismo como la unificación de la especie humana, véase Jacques Camatte, “The Wandering of Humanity” [1973], reeditado en This World We Must Leave and Other Essays (Nueva York: Autonomedia, 1995) 39.
[26] Véase Karl Marx y Friedrich Engels, Manifiesto del Partido Comunista [1848], MECW 6, 497–506.
[27] Marx y Engels, Manifiesto comunista , 497–506.
[28] Marx, Capital III , MECW 37, 438-39.
[29] Marx, Capital III , MECW 37, 438-39.
[30] ¿Cómo ocurre realmente la transición de “cada vez menos personas” a “nadie en absoluto”? ¿No es esto solo un salto a la abstracción? Tan abstracto como suena, así es explícitamente como Marx lo plantea en El capital III, como se citó anteriormente. La idea es que el capitalismo socializa cada vez más el trabajo y la propiedad a través de varias formas de transición (cooperativas, sociedades anónimas, sistema de crédito, etc.), de modo que la tendencia inherente es la eliminación total de la propiedad individual de los medios de producción, que en última instancia sería más eficiente, dinámico y racional.
[31] Los marxistas generalmente consideran la expropiación de una de dos maneras: (a) negativamente, como parte del proceso histórico (o en curso) de “acumulación primitiva”, una condición básica de la acumulación capitalista, o (b) positivamente, a la manera marxista-leninista, como política revolucionaria a ser implementada por un estado socialista o partido comunista contra la burguesía. Rara vez hay un análisis de la “expropiación de los expropiadores” que la coloque dentro de la explicación de Marx de la tendencia histórica de la acumulación capitalista sin sucumbir al determinismo o al voluntarismo, lo que he intentado hacer aquí.
[32] Véase Jacob Blumenfeld, “Exprotening Everything“, (2019) Brooklyn Rail.
[33] Véase Friedrich Engels, The Housing Question [1872], MECW 23, 317–91.
[34] Marx, Capital III , 910-11: “Desde el punto de vista de una formación socioeconómica superior, la propiedad privada de individuos particulares sobre la tierra parecerá tan absurda como la propiedad privada de un hombre sobre otros hombres. Incluso una sociedad entera, una nación, o todas las sociedades que existen simultáneamente juntas, no son las dueñas de la tierra. Son simplemente sus poseedores, sus beneficiarios, y tienen que legarlo en un estado mejorado a las generaciones venideras, como boni patres familias”.
[35] Según Susan Reynolds, “la expropiación para el bien común” ha sido la norma en todo el mundo durante miles de años, y no solo una invención moderna. Susan Reynolds, Before Eminent Domain : Toward a History of Expropiation of Land for the Common Good (Chapel Hill: University of North Carolina Press, 2010).