Contra el fetiche de la representación: la lucha de clases en China más allá de la Gran Narrativa de izquierda

工潮 Gōngcháo

Al castellano: Miro Solo

www.gongchao.org/2013/04/05/against-representation/


Una descripción general de los efectos y las causas de las huelgas y los disturbios laborales en China durante la última década, y cómo lo que defienden algunos izquierdistas y ONG es inadecuado para el avance de la lucha de clases en el país.

 

1 | Introducción

China ha visto un aumento de las luchas sociales en los lugares de trabajo y en otros lugares en los últimos años. Restringidas por la represión estatal y capitalista, estas luchas ocurrieron sin una representación sindical efectiva. Frente al espectro de la crisis y el malestar social, el capital y el Estado reorganizaron sus contraestrategias represivas e introdujeron formas de mediación para recuperar el control sobre el proceso de recomposición de clases. Mientras tanto, activistas laborales y académicos de izquierda que apoyan las luchas de los trabajadores en China presionan por el establecimiento de sindicatos ‘independientes’, siguiendo la gran narrativa izquierdista de aumentar el poder de clase a través de la representación del trabajo en el Estado capitalista. De esa manera corren el riesgo de volver a legitimar las estructuras capitalistas (reformadas). Para comprender el potencial de las luchas sociales y las decisiones estratégicas de los involucrados, debemos mirar la dinámica histórica del cambio social, en particular, el papel de la representación (sindical) y las fuerzas integradoras y pacificadoras del capitalismo. Este artículo sostiene que las formas autónomas de organización de los trabajadores en China podrían utilizar su potencial para imponer cambios sociales profundos y, al mismo tiempo, evitar los errores cometidos por los movimientos en otros lugares.

 

2 | Contexto global

Como resultado de las luchas globales en las décadas de 1960 y 1970 y la crisis económica, el capital cambió su estrategia keynesiana a nivel mundial y lanzó un contraataque, por ejemplo, mediante las políticas de austeridad, los recortes salariales y la reubicación de industrias. Esto último dio lugar a nuevos procesos y áreas de industrialización, migración masiva del campo a la ciudad y proletarización en algunas partes del mundo, en particular en Asia oriental. En los viejos Estados capitalistas ‘centrales’, los antiguos Estados socialistas de Europa del Este, así como en algunos países en desarrollo, las viejas clases trabajadoras con contratos laborales y beneficios relativamente seguros fueron atacados[1] y se formaron nuevas clases trabajadoras con condiciones laborales relativamente precarias. Sin embargo, ni el ataque a la vieja composición de clases ni el establecimiento de nuevas industrias y cadenas de producción globales podrían resolver en última instancia los problemas del capital. En ese sentido, la crisis de finales de la década de 2000 es una extensión de la crisis de la década de 1970. Apenas dos años después del estallido de la crisis mundial en 2008, fuimos testigos de una ola de levantamientos, huelgas y otras formas de resistencia en todo el mundo. En general, ha habido más eventos de disturbios que a fines de la década de 1960 y principios de la de 1970, la última fase de dicha agitación social global.[2]  En muchas luchas recientes, la actividad de base, la autoorganización y la ira social impulsaron procesos sociales más participativos e igualitarios, por ejemplo, en 2011 durante las rebeliones árabes, el movimiento español 15M, los levantamientos griegos y el movimiento Occupy. Al mismo tiempo, una ‘izquierda’ institucionalizada — a menudo buscando una función y un rol en el aparato estatal — ha seguido mostrando su interés y potencial para relegitimar un Estado reformado y estructuras capitalistas reorganizadas. Este reflejo estatista se suma a las debilidades organizativas y estructurales de las luchas y restringe los espacios para construir un futuro en el presente: la revolución social.

 

3 | Recomposición en china

En China, la crisis del sistema ‘socialista’ culminó en la década de 1970. La ola de luchas y el posterior ataque capitalista en todo el mundo en el mismo período llevaron a una coalición, antes improbable, del Partido Comunista Chino (PCCh) con el capital estatal y privado global. Las reformas que comenzaron a fines de la década de 1970 hicieron del país la ‘fábrica del mundo’ a fines de la década de 1990. La vieja clase trabajadora se descompuso a través de la reestructuración y reducción de las industrias estatales y la destrucción del “cuenco de arroz de hierro”, un conjunto de garantías sociales para partes de la fuerza laboral urbana. Mientras tanto, la industrialización y la migración del campo a la ciudad llevaron al establecimiento de un mercado laboral segmentado y a la composición de una clase trabajadora migrante masiva de 200 a 300 millones, explotada por el capital extranjero y chino y controlada y reprimida por el Estado mediante estrictas medidas de control político y social.

Hasta ahora, el proceso de proletarización de los migrantes ha quedado algo inconcluso, porque las leyes de registro de hogares (hukou) no les permiten establecerse en la ciudad. Los “cercamientos” a través de los cuales los campesinos de todo el mundo han perdido su tierra y han tenido que migrar y vender su fuerza de trabajo en nuevos lugares de trabajo capitalistas no se repitieron en China de la misma manera. Más bien, para la mayoría de los trabajadores migrantes en China, el regreso a la aldea y a ‘su’ parcela de tierra está bloqueado por la realidad de los bajos ingresos en el campo, el desempleo, la falta de oportunidades y la preferencia subjetiva por la vida urbana ‘moderna’.[3]

 

4 | Nuevas luchas

La industrialización, la migración y la proletarización han cambiado el panorama social en China. Como en otros lugares, la migración es un proceso de movilidad forzada con fines capitalistas (para realizar trabajo asalariado o no asalariado donde el capital lo necesita), pero también incluye elementos de movilidad proletaria autónoma para escapar de la miseria, la explotación y el patriarcado en las zonas de origen. En China, ha desencadenado batallas en curso en las relaciones sociales de géneros, generaciones y clases que luchan por una mayor libertad social y control sobre sus propias vidas.[4]  La mayoría de las luchas sociales que China ha visto en las últimas dos décadas se han centrado en cuestiones laborales, la corrupción, el acaparamiento de tierras o los problemas ambientales, y han sido lideradas por trabajadores urbanos y migrantes, campesinos e incluso las ‘clases medias’. A fines de la década de 1990 y principios de la de 2000, la vieja clase trabajadora protagonizó grandes luchas contra los despidos y el deterioro de sus condiciones. Sin embargo, ello solo podría retrasar el proceso, no evitarlo. En el mismo período, los campesinos lucharon contra los funcionarios corruptos del partido y el Estado, el robo de tierras y los altos impuestos, lo que obligó al Estado a reducir los impuestos, pero muchos de los problemas en el campo se han mantenido.

Las luchas de los nuevos trabajadores migrantes en demanda de mejoras se incrementaron a lo largo de la década de 2000 y culminaron en 2010.[5]  Estas fueron descritas como “lucha de clases sin organización de clases” [6] porque son de clase, pero organizadas de manera autónoma, es decir, sin organizaciones laborales institucionalizadas. Los disturbios incluyen formas ilegales como huelgas salvajes de trabajadores industriales en lugares de trabajo de mediana o gran escala, disturbios masivos que involucran a proletarios migrantes (asalariados y no asalariados), manifestaciones, sentadas y bloqueos de carreteras, así como varias formas cotidianas de resistencia en el lugar de trabajo, como los retrasos, el ausentismo o el sabotaje. [7] Recientemente, las luchas más grandes de los trabajadores se concentraron en los principales nuevos centros industriales a lo largo de la costa este de China (delta del río Perla, delta del Yangtze y Beijing / Tianjin), pero también siguieron los caminos de la reubicación industrial a nuevas zonas del interior como Chongqing, Zhengzhou y Chengdu.

 

5 | Patrones cambiantes

Con el aumento del número de luchas, su contenido, sus patrones y formas organizativas cambiaron. En la primera mitad de la década de 2000, la mayoría de ellas trataban sobre la defensa de los estándares básicos o contra las violaciones de derechos, y se basaban en formas de organización social de parentesco. Estas luchas solían estar restringidas a una sola empresa (un pueblo, un barrio, etc.) y a esta limitación se le ha denominado “activismo celular”. [8] En la segunda mitad de la década de 2000, más luchas involucraron ofensivas demandas por mejoras, utilizaron la organización social más allá del parentesco y demostraron ser contagiosas, con imitadores, efecto dominó, mayor participación, formas de democracia de abajo hacia arriba y la coordinación de un número creciente de trabajadores militantes experimentados y redes de activistas.[9]  Los lugares de trabajo, así como los dormitorios y las aldeas de trabajadores migrantes fuera de las zonas fabriles y los sitios de construcción se convirtieron en lugares de organización social para estas luchas. Los trabajadores calificados, los y las capataces juegan un papel importante en muchas luchas al usar sus habilidades y su posición para organizar protestas. En ciertos casos, los llamados abogados y periodistas “ciudadanos”, a menudo (ex) trabajadores migrantes, adquieren habilidades legales y de otro tipo apoyando a los trabajadores en sus luchas contra las empresas y ayudan a difundir información y experiencias. [10]

 

6 | Nuevas generaciones

Los trabajadores de hoy son más decididos, confiados y competentes para organizar protestas y huelgas. Esto está relacionado con la sucesión de diferentes generaciones sociales de trabajadores migrantes. La primera generación emigró a las zonas urbanas en las décadas de 1980 y 1990, no tenía experiencia con el trabajo industrial y la vida urbana y planeaba regresar a la aldea. Solo organizó incidentes aislados de disturbios laborales. La segunda generación, que emigró a fines de la década de 1990 y la de 2000, ya conocía las experiencias de otros en la ciudad. No ha aprendido a cultivar, quiere quedarse en las ciudades y puede utilizar Internet y los teléfonos móviles para su organización social. Como en otros casos de industrialización y migración en todo el mundo, fue esta segunda generación la que comenzó a organizar protestas y huelgas. [11] Ahora estamos viendo una tercera generación que ya no quiere hacer trabajo industrial sino conseguir un trabajo de cuello blanco. Sueñan con tener su propio negocio, poder comprar un coche y aparatos electrónicos, tener tiempo para la familia y el ocio. Pocos de ellos lo logran, y la mayoría se queda con un trabajo de bajo salario en fábricas, en obras de construcción, en tiendas, restaurantes, como empleadas domésticas o guardias de seguridad. Estas experiencias conducen a la desilusión, el descontento y la ira. Hoy en día, muchos trabajadores migrantes de la segunda y tercera generación ven las movilizaciones sociales, incluidas las huelgas, como formas legítimas de resistencia. El conocimiento sobre la organización de protestas ha estado circulando en sus medios proletarios, difundido por nuevos grupos de militantes y activistas obreros. Eso no significa que todos superen su fragmentación social y se involucren en luchas colectivas, pero son más que antes.

 

7 | Estrategias del Estado y el capital

Las nuevas luchas representan una amenaza tanto para el régimen del PCCh como para la división global del trabajo. El modelo de mano de obra barata como motor del auge chino y columna vertebral de la producción mundial proporcionó productos de consumo baratos para otras regiones del mundo y permitió a los Estados centrales seguir adelante con programas de austeridad y recortes salariales. Ahora eso podría llegar a su fin. La principal estrategia del Estado y el capital contra el espectro de las luchas de la clase trabajadora ha sido una ‘solución espacial’ para escapar de las luchas, es decir, la reubicación de fábricas en el interior de China (o países como Vietnam). Esta estrategia solo ha tenido un éxito parcial ya que ha habido un aumento de las luchas laborales en estos nuevos centros industriales en los últimos años. El Estado ha lanzado también un ataque múltiple contra los trabajadores para debilitar sus luchas a través de (1) defender la división interna de los trabajadores mediante las  leyes migratorias y una división del mercado laboral por género; (2) la represión por parte de agencias estatales, incluidos el arresto de los supuestos cabecillas y ataques policiales a los manifestantes. Al mismo tiempo, el Estado intenta aliviar las tensiones sociales (3) interviniendo directamente en conflictos potencialmente desestabilizadores a través de varias agencias estatales, a saber, el gobierno local y su oficina laboral, utilizando tácticas que van desde la intimidación y arrestos hasta promesas y pagos en efectivo; y (4) canalizando las quejas de los trabajadores a través de la legislación laboral y la mediación en el lugar de trabajo, es decir, caminos ritualizados para las quejas y demandas de los trabajadores que funcionan para individualizar los conflictos y debilitar a los sujetos detrás de ellos.

 

8 | Papel sindical general

Todas estas formas juegan un papel en la contención de las luchas de los trabajadores, pero no han impedido los recientes levantamientos como la ola de huelgas de 2010 en la industria automotriz. Ante más protestas, el Estado quiere establecer más válvulas de seguridad para liberar la presión social. Un enfoque está en los sindicatos como fuerzas mediadoras (durante y fuera de la negociación colectiva) que pueden ayudar a la dirección de la empresa y al Estado a controlar el descontento de los trabajadores. Los sindicatos no pueden entenderse simplemente como una estrategia “desde arriba” ni simplemente como una organización “desde abajo”. Históricamente, se basan en el descontento de los trabajadores y la voluntad de los trabajadores para expresarlo. Los sindicatos intentan representar el poder de los trabajadores y utilizan su capacidad para detener la producción o rechazar el trabajo en las negociaciones para tratar de obtener un buen trato: salarios más altos, seguridad laboral, etc. Funcionan como órganos mediadores entre el capital y los trabajadores — dentro del marco capitalista y no más allá — y, por tanto, necesitan la voluntad de ambos para cumplir con los acuerdos alcanzados. Para mantener su aceptación por parte del capital, deben demostrar su capacidad para controlar cualquier actividad indeseada de los trabajadores independientes; Para mantener la confianza de los trabajadores, deben mostrar su apertura a los problemas de los trabajadores y producir algún éxito en el proceso de negociación colectiva. Sin embargo, mientras los trabajadores sean débiles, el capital podría pensar que la representación y los sindicatos no son necesarios y que son demasiado costosos; pero cuando son fuertes y las luchas de los trabajadores obstaculizan la producción y amenazan la paz social, las gerencias a menudo piden una representación de los trabajadores en el taller o sindicatos reconocidos oficialmente. [12]

 

9 | Los sindicatos difuntos abren espacio

Las organizaciones independientes de trabajadores están reprimidas en China, y la Federación Nacional de Sindicatos de China (FNS) está estrechamente vinculada al PCCh gobernante y se opone a la militancia laboral. Debido a su complicidad con el Estado y el capital, los sindicatos de la FNS no son aceptados por los trabajadores como sus órganos representativos y no pueden intervenir y mediar eficazmente durante las luchas de los trabajadores. Por tanto, los trabajadores tienen un cierto espacio para organizarse y luchar de forma autónoma. Las luchas han llevado a concesiones como mejores condiciones laborales y salarios y han ampliado el espacio para la actividad social contra el Estado represivo hasta el punto en que el PCCh lo ve como una ‘amenaza a la estabilidad social’ (es decir, para su propio gobierno).

Para socavar las formas autónomas de organización de los trabajadores, el PCCh necesita estructuras sindicales efectivas controladas por el Estado, por lo que comenzó a permitir pequeñas reformas de la FNS como experimentos con la negociación colectiva y una mayor participación de los trabajadores a nivel del sindicato de la empresa, como fue el caso en dos de las luchas más destacadas de los últimos años: en 2010 después de la huelga en la planta de Honda en Foshan, y en 2013 después de una serie de luchas en varias fábricas en las plantas de Foxconn.

Sin embargo, el Estado se enfrenta a un dilema porque existe la posibilidad de que una postura más tolerante del gobierno hacia cualquier tipo de organización de los trabajadores fomente más protestas colectivas y lleve a una mayor coordinación y más demandas de cambio político, y podría ser difícil para el gobierno detener tal proceso. Por lo tanto, es dudoso por el momento que el Estado llegue a legalizar las huelgas (lideradas por los sindicatos).

 

10 | La gran narrativa izquierdista

Las estrategias contra las luchas de los trabajadores están diseñadas por las agencias del Estado y el capital, pero cuando se trata de la integración y el desafío a las luchas, a menudo estas se basan en la colaboración de las fuerzas de ‘izquierda’ de dentro y fuera de la clase trabajadora.

En China, algunos activistas laborales, funcionarios de ONG y académicos abogan por (1) el establecimiento de sindicatos “independientes” o (2) la reforma de la FNS para que pueda cumplir la función de órgano de representación de los trabajadores. [13] Irónicamente, ambas propuestas son promovidas por fuerzas opuestas: grupos que quieren pacificar las luchas, algunos incluso en nombre de la ‘sociedad armoniosa’ del PCCh, y grupos que quieren escalar las luchas, pero malinterpretan a los sindicatos como organizaciones que fortalecen el poder de los trabajadores.

¿Por qué este último grupo comete ese error? En los últimos 150 años, el capitalismo como relación social ha demostrado ser muy flexible para adaptarse e integrar los conflictos sociales, estabilizando así el sistema y previniendo cambios fundamentales. Con frecuencia ha logrado integrar fuerzas de izquierda que ataron las movilizaciones de la clase trabajadora a las formas burguesas de gobierno y a la ideología capitalista del progreso y la modernidad. Estas fuerzas a menudo siguen la gran narrativa izquierdista que proclama la necesidad de la revolución burguesa que precede a la revolución proletaria, el establecimiento de ‘organizaciones de clase’ como los sindicatos (para la ‘lucha económica’) y partidos obreros (para la ‘lucha política’), la toma del poder estatal y el establecimiento de un ‘Estado obrero’ en una fase transicional.

Esta narrativa se basó en una composición de clase particular, especialmente en Alemania a fines del siglo XIX y principios del XX, que dio forma a las dos principales doctrinas de la izquierda, la socialdemocracia y el marxismo-leninismo (por muy diferentes que pudieran ser). En esencia, operó como una ideología del desarrollo capitalista mediante la industrialización (taylorista), la proletarización y un gobierno en mayor o menor medida “democrático” o autoritario. [14] Hoy, después de la desaparición del socialismo del siglo XX basado en un sistema de clases burocrático y en la represión política, así como la participación socialdemócrata en el gobierno capitalista democrático occidental, ambos pueden parecer obsoletos como marcos políticos útiles de cambio social, pero están muy muy vivos como estrategias políticas entre los izquierdistas de hoy y sus grupos de presión.

En China, la gran narrativa izquierdista o variaciones de la misma son promovidas no solo por la minoría de ‘izquierda’ dentro del PCCh que quiere una revitalización del Estado obrero maoísta, sino también por partes de la ‘izquierda’ opositora que apoya las movilizaciones de trabajadores y las huelgas, es decir, ciertas ONG laborales, grupos (neo) maoístas, académicos de izquierda, etc.

 

11 | Crítica práctica en las luchas

Muchas rebeliones y movimientos desde la década de 1960 han expresado una crítica práctica de la gran narrativa izquierdista, del “socialismo realmente existente” y la socialdemocracia. Han promovido formas autoorganizadas de colectividad y autoempoderamiento contra la incapacitación por parte de los sindicatos o de funcionarios del partido y han apoyado iniciativas igualitarias contra la separación de los trabajadores por motivos de género, “raza” o habilidad. Además, han rechazado la fijación por el poder estatal y el nacionalismo “de izquierda” y han favorecido una perspectiva global del cambio social.

Estos son elementos vívidos de muchas luchas, más recientemente durante los movimientos de asambleas en las plazas de las ciudades de España y Grecia, así como el movimiento Occupy. Sin embargo, estos elementos no han impedido la recuperación de las luchas y la estabilización de este sistema explotador. Por ejemplo, a pesar de las movilizaciones masivas de la clase trabajadora, los levantamientos en Grecia se canalizaron repetidamente hacia organizaciones formales y elecciones “democráticas”.

Los activistas jugaron un papel en estos fracasos al promover tácticas reformistas y defender el fetichismo de las grandes organizaciones formales de representación, a pesar de que no hay evidencia histórica que apoye la idea de que las organizaciones laborales formales son una condición previa para una resistencia laboral efectiva. Los sindicatos o partidos de trabajadores generalmente se establecían después de períodos de militancia. Encarnan la canalización de los conflictos hacia las organizaciones, lo que a menudo conduce a una pérdida de solidaridad práctica, no a su fortalecimiento. Los conflictos se separan de los afectados e involucrados de inmediato, se sacan de los lugares de trabajo y de las calles y se ‘resuelven’ en las mesas de negociación y en las urnas. [15]

Sin embargo, una crítica a la represión o canalización de las luchas a través de “arreglos” capitalistas o su debilitamiento por las estrategias izquierdistas no es suficiente. Las luchas no conducirían necesariamente a la revolución si no hubiera una intervención “izquierdista”. La represión estatal y las estrategias estatales para fragmentar y canalizar los movimientos están surtiendo efecto y, seguramente, las debilidades internas de los movimientos juegan un papel, a saber, la contradicción del problema dentro / más allá: luchar por la mejora de las condiciones sociales dentro del marco capitalista, es decir, utilizar los sindicatos y negociaciones colectivas o formas similares de negociación con el enemigo de clase, versus luchar por la abolición del capitalismo que cambia y reproduce continuamente las condiciones para la explotación y la represión. Mientras exista el capitalismo, elementos de ambos jugarán un papel en las luchas. Que estos conduzcan a una situación revolucionaria depende en gran medida del poder de los sujetos rebeldes y de su comprensión de este poder.

Por lo tanto, cualquier forma adecuada de organización de los trabajadores depende de la capacidad de los trabajadores para organizarse de una manera que les permita empoderarse contra el capital, desarrollar una perspectiva más allá de la explotación capitalista y resistir formas de mediación y reintegración en el desarrollo capitalista.

 

12 | Poder de los trabajadores

Al analizar las posibilidades de un cambio social fundamental en China, necesitamos una evaluación del lugar de trabajo y del poder organizativo [16] de diferentes grupos proletarios y una indagación sobre las disposiciones y acciones de los trabajadores en luchas concretas que constituyen la base para la recomposición de un movimiento de la clase trabajadora. Esto solo se puede esbozar aquí:

El poder en el lugar de trabajo (la capacidad de luchar por los propios intereses en el lugar de trabajo a través de paros, etc.) de sectores de la clase trabajadora en China ha aumentado con el desarrollo de agrupaciones industriales, la integración de los lugares de trabajo chinos en la cadena de producción global y la reorganización del trabajo y la producción justo a tiempo. La ola de huelgas de 2010 se concentró en gran medida en empresas con estas condiciones específicas. Otras secciones tienen mucho menos poder en el lugar de trabajo debido a la individualización, la represión y el control, por ejemplo, los trabajadores domésticos. Esto refleja la composición técnica fragmentada de la clase trabajadora en China y los diversos regímenes de producción establecidos para separar a los trabajadores, y que actualmente es un obstáculo importante para la generalización de las luchas de la clase trabajadora. El poder organizacional ha aumentado en la medida en que muchos trabajadores han aprendido a organizar la resistencia y las luchas (ver arriba), pero aún está limitado por la represión del gobierno y debilitado por las tácticas de mediación del gobierno.

 

13 | Indagaciones para el cambio

Las indagaciones sobre las disposiciones y acciones de los trabajadores en luchas concretas pueden mostrar la recomposición política de un movimiento de la clase trabajadora, pero deben ir más allá del mero análisis de la guerra política, económica e ideológica que el Estado y el capital libran a las clases trabajadoras y la reacción de los trabajadores en su contra.

Las luchas de los trabajadores migrantes, en particular, todavía tienen un carácter algo temporal en China debido a la fluidez del empleo y la movilidad de los propios trabajadores. También hay pocas luchas que unan a trabajadores urbanos, trabajadores migrantes, campesinos y estudiantes. El creciente número de protestas ha socavado la legitimidad del Estado del PCCh, pero muchos trabajadores todavía ven al Estado central como la única institución que puede imponer mejores condiciones de vida o de trabajo cuando los capitalistas violan la ley y los tratan mal. Los movimientos sociales no han logrado reunir a una gran proporción de sujetos proletarios para socavar de manera exitosa e irreversible las estructuras explotadoras y represivas, ni han podido producir un discurso abierto sobre el poder y las perspectivas de la clase trabajadora más allá del capitalismo.

Sin embargo, vemos un empoderamiento de los trabajadores en China a través de las luchas y el desarrollo de intereses, aspiraciones y acciones de clase. Este desarrollo tiene una dirección (más luchas, más coordinación, más poder), pero el futuro es, por supuesto, incierto. Las luchas podrían (1) significar un cambio temporal del equilibrio de poder dentro de la lucha de clases que se revertirá en tiempos de crisis y represión renovada, (2) ser un signo de un poder creciente de la clase trabajadora dentro de un marco capitalista perpetuado y una adaptación reformista continua de las estructuras políticas, y (3) ser los precursores de una revolución social que ya podría estar ocurriendo y eliminar las estructuras capitalistas explotadoras en China (y en otros lugares).

 

14 | Preguntas finales

Frente a la crisis del capitalismo y las posibilidades de cambio social a nivel mundial, ¿qué tipo de impulsos vendrán de China? Después de su auge económico a largo plazo, cambios sociales masivos, la crisis económica “retrasada” y la continuación del gobierno autoritario por parte del PCCh y su “sociedad armoniosa”, China podría convertirse en un nuevo núcleo capitalista y potencia hegemónica. Las luchas de la nueva clase trabajadora han interrumpido la acumulación de capital y han convertido a China en el epicentro de la agitación laboral mundial, pero hasta ahora el capital y el Estado han manejado con éxito la presión y continúan con sus políticas de fragmentación, represión y desviación. El sistema económico y político sigue funcionando, los poderes dominantes todavía están en sus asientos.

El capital y el Estado han logrado aislar y destruir a la vieja clase trabajadora, y la pregunta ahora es si la nueva clase trabajadora migrante podrá expandir aún más los espacios de lucha y hacer cumplir no solo cambios económicos sino políticos. La migración y las luchas han llevado a un aumento de los salarios y mejores condiciones de vida, pero el desarrollo general ha producido una creciente brecha de ingresos, la profundización de la fricción rural-urbana, la discriminación continua de los migrantes, la pobreza y los procesos de mercantilización (por ejemplo, de la educación y el cuidado de la salud) con el resultado de más sufrimiento y penurias.

La crisis capitalista y las luchas proletarias como procesos interconectados pueden llevar a la deslegitimación del orden capitalista asolado por la crisis, así como del Estado, y a la inestabilidad del sistema capitalista actual — en China y en todo el mundo. Los efectos de la crisis y las luchas pueden hacer que las personas cuestionen las relaciones de poder capitalistas, racistas y de género y busquen nuevas formas de socialidad. Que China y sus luchas obreras puedan servir como laboratorio de tal cambio social más allá de las trampas de la asociación social depende (1) de los espacios de movilización social creados durante el choque entre el Estado / capital y las clases trabajadoras, (2) del éxito de las facciones políticas de izquierda que intentan impulsar la representación e institucionalización de las luchas sociales y (3) sobre la dinámica de la crisis capitalista y las luchas sociales en todo el mundo.

Necesitamos una discusión sobre las debilidades de las organizaciones mediadoras de clase y su papel en la estabilización de las relaciones capitalistas de explotación. Los límites de la ‘lucha de clases sin organización de clases’ — es decir, las luchas sociales actuales y sus formas organizativas en China — son obvios, pero la ausencia o disfunción de las representaciones institucionales de ‘izquierda’ en China tiene la ventaja de dar más espacio para intentos sociales de auto-empoderamiento, que han sido regularmente sofocados en contextos históricos similares por mediadores de izquierda. En otras palabras, la consolidación del poder de los trabajadores, incluida la defensa y expansión de un terreno ya ganado, solo es posible, de hecho, a través de formas efectivas de organización de los trabajadores. Sin embargo, evitar el callejón sin salida de la narrativa de izquierda da más espacio a formas de organización más allá del fetiche de la representación.

 

 Publicado originalmente en abril de 2013 en Gongchao

 


 NOTAS

[1] Por supuesto, todos estos Estados también han tenido viejas clases trabajadoras sin contratos laborales seguros, especialmente formadas por mujeres y migrantes.

[2] Según Alain Bertho en el documental “Les Raisons de la Colère”, Arte, Francia, 2010: http://www.youtube.com/watch?v=_QpIqcfsDlQ , hubo más levantamientos en 2009 (540) que en 1968. Para 2010 contó 1250 levantamientos: http://www.regards.fr/societe/alain-bertho-les-mobilisations,5008

[3] Para un relato más detallado, ver: Pun Ngai, Lu Huilin (2010): Proletarización inconclusa: Sí mismo, ira y acción de clase entre la segunda generación de trabajadores campesinos en la China actual. Modern China, septiembre de 2010 36: 493-519.

[4] Esto incluye luchas sobre los fundamentos ideológicos de la sociedad china, por ejemplo, el régimen patriarcal confuciano.

[5] Ejemplos recientes en: Au Loongyu / Bai Ruixue (2012): New Signs of Hope. Resistencia en China hoy. China Labor Net http://worldlabour.org/eng/node/515 Véase también: Butollo, Florian / Tobias ten Brink (2012): Challenging the Automization of Discontent, Critical Asian Studies , 44: 3, 419-440 http: / /dx.doi.org/10.1080/14672715.2012.711978 y China Labor Bulletin (2012): A Decade of Change. El Movimiento de los Trabajadores en China 2000-2010 http://www.clb.org.hk/en/node/110030.

[6] Chan, Chris King-Chi (2010): El desafío del trabajo en China. Huelgas y cambio de régimen laboral en las fábricas globales. Londres / Nueva York.

[7] Para la ocurrencia paralela de huelgas y disturbios por diferentes sujetos trabajadores a lo largo de la historia capitalista, ver Mason, Paul (2007). Vivir trabajando o morir luchando: cómo la clase trabajadora se globalizó. Londres. Para ver ejemplos de disturbios masivos en 2011 en China, consulte las descripciones de Guxiang (Chaozhou) y Zengcheng (Guangzhou) en Buttolo / ten Brink (ver arriba).

[8] Véase Lee, Ching Kwan (2007): Against the Law. Protestas laborales en Rustbelt y Sunbelt de China. Berkeley.

[9] Elementos de esto podrían verse, por ejemplo, en la ola de huelgas en la industria automotriz en el verano de 2010 y las diversas acciones de huelga de taxistas desde 2008. Esto describe una tendencia y no cuenta para todas las luchas en todas las regiones. Para una evaluación similar, véase Friedman, Eli (2012): China in Revolt. Jacobin, Double Issue 7/8, http://jacobinmag.com/2012/08/china-in-revolt y Buttolo / ten Brink, China Labor Bulletin y Au / Bai (ver arriba).

[10] Véase, por ejemplo, Wang Kan (2011): Despertar colectivo y acción de los trabajadores chinos: la huelga de trabajadores automotrices de 2010 y sus efectos. Sozial Geschichte Online 6, S. 9–27, http://duepublico.uni-duisburg-essen.de/servlets/DerivateServlet/Derivate-29001/03_WangKan_Strike.pdf

[11] Véase Silver, Beverly (2003): Fuerzas de trabajo. Movimientos de trabajadores y globalización desde 1870. Cambridge.

[12] Este patrón se puede ver con frecuencia en China, donde las direcciones a menudo “piden” a los trabajadores en huelga que elijan representantes para las negociaciones, también con la esperanza de que los representantes puedan ser sobornados, amenazados y despedidos después de que se resuelva el conflicto.

[13] Un destacado defensor de este último es el Boletín Laboral de China ( http://www.clb.org.hk/en/ ), por lo demás una fuente de información sobre las condiciones de explotación y las luchas de los trabajadores.

[14] Una crítica detallada de la gran narrativa izquierdista debe incluir un análisis exhaustivo de las dicotomías artificiales utilizadas en esta ideología — sociedad / estado, lucha económica / lucha política, sindicatos / partidos —, sus intentos de curar los errores e irracionalidades capitalistas a través de una economía planificada de acumulación de capital, y una crítica de la imagen distorsionada de una clase capitalista poderosa que explota a los trabajadores por un lado y al Estado / partidos / sindicatos como instituciones necesarias para defender los “derechos” de los trabajadores por el otro — descuidando o ignorando la esencia de la clase trabajadora como parte de la relación capital y su poder para destruir esta relación.

[15] Véase Piven, Francis F./Richard Cloward (1977): Los movimientos de los pobres: por qué tienen éxito, cómo fracasan. Nueva York.

[16] Ver Silver (ver arriba). La tercera forma de poder de Silver, el poder de mercado (la capacidad de vender la propia fuerza de trabajo en el mercado por un buen precio), juega un papel menos importante para el desarrollo del poder como clase. En China, ha aumentado con la escasez de mano de obra en las zonas industriales y las nuevas ofertas de trabajo tras la reubicación de industrias en lugares del interior, pero sigue siendo bastante baja en áreas subdesarrolladas y para trabajadores no calificados en industrias de consumo de bajos salarios. La separación del mercado laboral a través de las leyes hukou [de registro de hogares] y la discriminación sigue socavando el poder de mercado de muchos trabajadores.

 


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