Sobre el concepto de Postone del vaciamiento de la sociedad trabajadora
XIX
por Jehu
Al castellano: Non Lavoro
Agosto de 1997: El presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Newt Gingrich, sonríe mientras el presidente Bill Clinton firma el acuerdo de estabilidad presupuestaria [Balanced Budget Act] que llevó finalmente al capital nacional de Estados Unidos a su tercera depresión en 90 años.
En mi última publicación, les dejé con este gráfico:
Es una foto instantánea del capital nacional de Estados Unidos hasta el año 2000, en la víspera del evento que hoy conocemos como el estallido de la burbuja puntocom.
Es además la víspera de la tercera Gran Depresión en los últimos noventa años, aunque pocos de los comentaristas se percatan de ello.
La mayor parte de los sucesos políticos en este período no nos conciernen excepto un conflicto, muy interesante, iniciado en el período comprendido entre 1982 y 2000, en el que Washington luchaba por restringir la serie ininterrumpida de déficits presupuestarios federales iniciada bajo la administración Reagan. Este conflicto, bastante extraño, podría explicar mucho de lo que ocurrirá en los siguientes veinte años, desde el 2000 hasta hoy.
Digo que el conflicto por el gasto deficitario federal es bastante extraño porque, aparte de mí, existe al menos otro marxista que piensa que el gasto deficitario federal ha sido como mínimo un factor contribuyente importante para sostener la tasa de ganancia desde 1971 y el colapso del acuerdo de Bretton Woods.
Ese marxista, Peter Jones, presenta un interesante ejercicio de reflexión que dice algo así:
Supongamos que, en lugar de cobrar impuestos a los ricos, el gobierno federal simplemente les pidiera prestado lo necesario para financiar sus operaciones. En esencia, que los ricos mantengan sus miles de millones de dólares en activos, mientras el gobierno financia sus gastos en gran medida pidiéndoles préstamos. Por ejemplo, si el gobierno quisiera financiarles recortes de impuestos a los ricos, podría simplemente pedirles prestado el efectivo necesario a ellos para financiarlos. Con estos recortes, los ricos y las corporaciones podrían ponerse a gastar como locos, repartiendo bonificaciones a los ejecutivos, dividendos a los accionistas, ejecutando recompras para inflar los precios de las acciones, sobornando a las universidades para que acepten a sus estúpidos y privilegiados mocosos, etc. Las ganancias aumentarían, aunque no se estuviera creando nueva plusvalía en ninguna parte.
[NOTA: La teoría monetaria moderna sostiene que el Estado ni siquiera tendría que pedir prestado ese dinero en efectivo a los ricos para hacerlo. Como emisor soberano de moneda, podría simplemente crearla en una terminal de computadora y despachar recortes de impuestos a los ricos para entonces forzar la circulación de la moneda. Pero seguiré con el ejemplo de Jones. – Jehu]
Jones sostiene que este método para financiar el gasto público tiene grandes consecuencias para la teoría laboral:
El punto importante aquí es que esto podría tener el efecto real de un desplazamiento hacia el financiamiento del déficit. Pero no es un efecto que la ley de Marx pueda explicar. En el ejemplo anterior, no hay cambios ni en el tiempo de trabajo socialmente necesario realizado por los trabajadores productivos, ni en el consumo de los trabajadores productivos (o sus salarios), ni en el gasto de plusvalía de ningún sector. Por ende no hay cambios ni en la producción ni en la distribución del valor. Tampoco hay cambio alguno en la tasa de crecimiento. Pero la tasa de ganancia algo aumenta, junto con los dividendos.
Parafraseando, Jones nos advierte que este tipo de gasto deficitario de parte del Estado hace que parezca que, básicamente, puede “crear dinero de la nada” , es decir, que puede gastar plusvalía en la forma de ingresos presupuestarios [revenue] sin producirla ni deducirla de las ganancias del capital, y sin exprimirla indirectamente de los salarios de la clase trabajadora. Esto crea la ilusión de que el gobierno, prestándose a sí mismo, puede crear o aumentar la masa de plusvalía o de ganancias.
Si bien estoy completamente en desacuerdo con la parte en que la ley de Marx no pueda explicar esto y que pretenda mostrar lo contrario, creo que Peter Jones tiene aquí algo muy importante. Lo que está señalando encaja perfectamente con el argumento de Postone sobre el vaciamiento de la sociedad trabajadora.
Me encanta esa foto de Gingrich y Clinton al comienzo de esta publicación, porque confirma el argumento de Jones más allá de los más entrañables deseos de cualquier economista marxista. Si se están usando los déficits para apuntalar la tasa de ganancia, podría preguntarse un economista marxista, ¿qué pasaría si desaparecieran esos déficits?
Jones podría argumentar que caería la tasa de ganancia. Y la respuesta ortodoxa a ello sería que, si la tasa de ganancia cayera, esto produciría una gran crisis, una contracción económica, una depresión.
Entonces, ¿está Jones en lo cierto respecto a los déficits y la tasa de ganancia?
El acuerdo Clinton-Gingrich en 1997 respondió esa pregunta de manera bastante concluyente.
Incluso antes que el acuerdo finalmente se firmara, el dólar comenzó a fortalecerse y estalló la crisis asiática.
El contagio barrió con Tailandia, Indonesia, Corea del Sur, Filipinas, China continental, Hong Kong, Malasia, Mongolia, Singapur y Japón, puesto que muchos de estos países habían vinculado sus monedas al dólar.
La siguiente ronda de crisis cambiarias golpeó a Rusia, Brasil y Argentina.
Y cuando la crisis cambiaria golpeó a Rusia, ayudó al desplome de Long-Term Capital Management, un fondo de cobertura administrado por un par de premios Nobel simplones que decidieron poner su vasto conocimiento de economía para llenarse los bolsillos mientras casi causaban el colapso de todo el sistema financiero estadounidense.
Luego —como pecas, pagas— estalló la burbuja puntocom.
Para 2002, la Reserva Federal, y casi todo el mundo, hablaba de una deflación inminente y del límite inferior cero [Zero lower bound] en la política monetaria.
El acuerdo Clinton-Gingrich y sus secuelas confirmaron que los fascistas no solo están usando el gasto deficitario para apuntalar la tasa de ganancia —como lo muestran los gráficos a continuación— sino que, para cuando finalmente reconsideraron las consecuencias de este comportamiento, y trataron de equilibrar el presupuesto, como durante la administración Clinton…
… el capital nacional de los Estados Unidos se volcó casi de inmediato, hundiéndose como una barcaza, hacia la tercera depresión de los últimos 90 años; una depresión que, hasta ahora, ha durado 20 años:
¿No sabías que desde el 2000 hemos estado en una depresión?
No solo tú. Muchos marxistas, ineptos como Andrew Kliman, han estado argumentando a favor del rol de la tasa de ganancia decreciente en las crisis y no caen en cuenta de que hemos estado en una depresión, precisamente por esta razón, durante dos décadas. Es un club inmenso.
¿Quién iba a imaginar que sería tan fácil engañar a los pobres e ineptos marxistas con una moneda sin valor como fue engañar a los pobres e históricamente condenados campesinos, incluso en medio de una depresión que ha durado ya dos décadas?