La clase trabajadora no ha recibido salarios desde el 5 de abril de 1933, Adam

por Jehu

Al castellano: Non Lavoro

https://therealmovement.wordpress.com/2019/04/13/the-working-class-hasnt-been-paid-wages-since-april-5-1933-adam/


Recibí esta extensa respuesta de Adam en un comentario en mi publicación anterior. Siento que es lo suficientemente importante como para publicarlo aquí en su totalidad junto con mi respuesta:

“Está bien, entonces, ilumíname (pero no con gasolina, por favor), ¿cuál es el valor real de la fuerza de trabajo hoy? Dado que tú sostienes que a los trabajadores se les paga actualmente y durante décadas se les ha pagado menos que el valor de su fuerza de trabajo, debes tener alguna idea de cuál es su valor.

 ¿Y qué parte de la teoría de la fuerza de trabajo establecida por Marx en el capítulo 6 del Volumen 1 de “El Capital” descarta Grossman?

Esta una cita extensa, y probablemente familiar, del capítulo seis de El Capital, sobre el tema de los componentes de la fuerza de trabajo:

 “Por fuerza de trabajo o capacidad de trabajo debe entenderse el conjunto de las capacidades mentales y físicas existentes en la corporeidad, en la personalidad viva de un ser humano y que él pone en movimiento siempre que produce un valor de uso de cualquier índole”.

“El valor de la fuerza de trabajo, al igual que el de cualquier otra mercancía, se determina por el tiempo de trabajo necesario para la producción y, por lo tanto, también para  la reproducción de este artículo específico. En la medida en que es valor, la fuerza de trabajomisma representa únicamente una cantidad definida del trabajo medio de la sociedad objetivada en ella. La fuerza de trabajo existe sólo como capacidad o poder del individuo vivo. Su producción, pues, presupone la existencia de éste. Una vez dada dicha existencia, la producción de fuerza de trabajo consiste en la reproducción de sí mismo o en su conservación. Para su conservación el individuo vivo requiere cierta cantidad de medios de subsistencia. Por tanto, el tiempo de trabajo requerido para la producción de la fuerza de trabajo se reduce al tiempo de trabajo necesario para la producción de esos medios de subsistencia, o, dicho de otra manera, el valor de la fuerza de trabajo es el valor de los medios de subsistencia necesarios para la conservación del poseedor de aquélla. La fuerza de trabajo, sin embargo, se convierte en realidad sólo por medio de su ejercicio; se manifiesta sólo en el trabajo. Pero con ello se gasta una determinada cantidad de músculo, nervio, cerebro, etc., humanos, que es necesario reponer. Este aumento del gasto exige un aumento de los ingresos. Si el dueño de la fuerza de trabajo trabaja hoy, mañana debe poder repetir el mismo proceso en las mismas condiciones en cuanto a salud y vigor. Por lo tanto, la suma de los medios de subsistencia deben ser suficientes para mantener al individuo en su estado normal como individuo trabajador. Sus necesidades naturales, como comida, ropa, calefacción y vivienda, varían según las condiciones climáticas y naturales de su país. Por otra parte, el número y la extensión de sus supuestas necesidades, así como también los modos de satisfacerlas, son en sí mismos el producto del desarrollo histórico y, por lo tanto, dependen en gran medida del grado de civilización de un país, y más particularmente de las condiciones, y consecuentemente en los hábitos y grado de comodidad en que se ha formado la clase de trabajadores libres. A diferencia, por tanto, del caso de otras mercancías, en la determinación del valor de la fuerza de trabajo entra un elemento histórico y moral. Aún así, en un país determinado, en un período determinado, se conoce prácticamente la cantidad media de los medios de subsistencia necesarios para el trabajador”. 

 Habiendo señalado que todos los componentes de la fuerza de trabajo pertenecen a una clase que sería difícil, si no imposible, sacrificar en parte o en su totalidad a las necesidades de las ganancias del capital, Adam admite que todavía queda cierta variabilidad marginal en esta definición:

Este último punto sobre “un elemento histórico y moral” es importante ya que, aunque se fija en un momento determinado, puede variar durante un período de tiempo más largo. Esta sería una explicación del fenómeno observado durante los últimos cincuenta años que tú analizas como que a los trabajadores se les paga menos que el valor de su fuerza de trabajo. Más que esto, sería una reducción de su valor mediante una reducción de su elemento histórico y moral.

Sin embargo, incluso esta variabilidad debe tener algunos límites definidos:

 Marx continúa siendo bastante explícito en cuanto a lo que significaría que a los trabajadores se les pague menos que el valor de su fuerza de trabajo:

 “El límite mínimo del valor de la fuerza de trabajo está determinado por el valor de las mercancías, sin cuyo suministro diario el trabajador no puede renovar su energía vital; es decir, por el valor de los medios de subsistencia físicamente indispensables. Si el precio de la fuerza de trabajo cae con respecto a este mínimo, cae por debajo de su valor, ya que en tales circunstancias sólo puede mantenerse y desarrollarse en una forma atrofiada. Pero el valor de toda  mercancía está determinado por el tiempo de trabajo necesario para suministrarla en su estado normal de calidad”.

Adam concluye así que la opinión de Grossman de que, en cierto punto de su desarrollo, el capital inevitablemente debe violar sus propias premisas y llevar los salarios por debajo del valor de la fuerza de trabajo, aunque matemáticamente demostrable, debe ser prácticamente imposible:

Así que, independientemente de lo que pueda deducir Grossman de las matemáticas de su monumental experimento mental, que a los trabajadores se les pague durante décadas por debajo del valor de su fuerza de trabajo no es una posibilidad práctica. A largo plazo, esto conduciría a menores ganancias, ya que la calidad inferior a la normal de la fuerza de trabajo no podría producir tanta plusvalía como la fuerza de trabajo de calidad normal. Solo podría suceder temporalmente en la fase de recesión del ciclo económico como uno de los factores que operan por la restauración de la tasa de ganancia necesaria para pasar a la siguiente fase de recuperación del ciclo durante la cual los salarios subirían nuevamente al valor de la fuerza de trabajo”.

En mi opinión, este es un argumento convincente. Sin embargo, tengo dos problemas con él: primero, Adam está invocando subrepticiamente fuerzas indefinidas que, alega él, actúan para mantener los salarios de la clase trabajadora iguales al valor de su fuerza de trabajo. En mi opinión, este no es un gran problema. Se puede arreglar.

El segundo problema, sin embargo, puede no ser solucionable: el argumento de Adam de que si a la clase trabajadora se le pagara menos que el valor de su fuerza de trabajo, produciría menos plusvalía, aunque convincente, parece un poco al revés  del caso que está discutiendo Grossman. Grossman está discutiendo lo que sucede después de que la tasa de ganancia ya ha caído a cero y hay una grave escasez de plusvalía. La producción se ha detenido y la economía nacional está inundada por una masa de capital excedente y una población masiva de trabajadores superfluos.

Adam parece estar tomando el efecto por la causa: quiere explicar la cantidad de plusvalía producida por la calidad de la fuerza de trabajo que la produce, cuando la calidad de la fuerza de trabajo se explica por la cantidad (es decir, la escasez) de plusvalía producida.

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En cualquier caso, mi desafío original a Adam fue bastante simple y directo:

 Deja de hacernos la psicológica, Adam. No tienes idea de cuál es el valor real de la fuerza de trabajo, ni si algún trabajador realmente recibe éste a cambio de su fuerza de trabajo. Como la mayoría de las personas que descartan la teoría de Marx, simplemente inventas tu argumento sobre la marcha. No tienes datos que respalden este argumento y lo sabes”.

En lugar de abordar directamente mi pregunta diciéndonos el valor real de la fuerza de trabajo y/o si algún trabajador realmente recibe este a cambio de su fuerza de trabajo hoy, Adam elige presentarme una larga lista de valores de uso, cuyos valores trabajo Marx argumentó entran en la determinación del valor de la fuerza de trabajo junto con un cierto elemento histórico y moral.

El problema es que ni Adam ni, que yo sepa, ningún otro marxista vivo tiene idea de cuál es el valor de la fuerza de trabajo en la actualidad y, por lo tanto, no podría decirnos si algún trabajador realmente recibe este valor en forma de salario.

Para ser claro en este punto, yo me cuento entre los marxistas que no podrían  proporcionar ninguna estimación del valor de la fuerza de trabajo hoy.

La razón por la que mi afirmación anterior tiene que ser cierta está determinada por un axioma fundamental de la teoría laboral del valor de Marx:

“El progreso de nuestra investigación mostrará que el valor de cambio es la única forma en que el valor de las mercancías puede manifestarse o expresarse”.

La única forma de expresar el valor de la fuerza de trabajo, dice Marx, es en tantas unidades de otra mercancía que le sirva de equivalente. Esto requiere un dinero-mercancía de un material u otro. Dado que los salarios ya no están denominados en ningun dinero-mercancía ni en ninguna moneda fijada a un dinero-mercancía, para estimar el valor de la fuerza de trabajo hoy, tendríamos que convertir primero nuestros salarios en moneda fiduciaria a pesos definidos de oro, plata o ambos.

Pero eso es solo un cálculo matemático; no es el verdadero problema aquí.

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El problema real es que incluso si, en teoría, pudiéramos estimar matemáticamente el valor de la fuerza de trabajo en términos de un dinero-mercancía, en la práctica, esta estimación teórica todavía no tendría relación con los salarios (es decir, el valor de cambio) realmente pagado a cualquier trabajador hoy y no ha tenido ninguna relación con los salarios pagados a los trabajadores desde quizás el 5 de abril de 1933, porque, ese día, la producción de ganancias basada en el valor de cambio colapsó y el gobierno federal en Washington se vio obligado a intervenir y reemplazar el oro (dinero-mercancía) con su moneda fiduciaria envilecida.

Washington se vio obligado a adoptar esta medida porque, durante los cuatro años anteriores, en todo el mercado mundial, los propietarios del oro lo retiraron rápidamente y lo acumularon. El oro, y cualquier moneda o dinero de crédito vinculado al oro, ya no circularía en el mercado mundial como dinero, ya no serviría como medio para la circulación de mercancías, ya no funcionaría como medio de intercambio para comprar fuerza de trabajo con el propósito de producir plusvalía.

Para el 5 de abril de 1933, el único “dinero” que podía servir como medio de intercambio en los Estados Unidos (o en cualquier otro lugar del mercado mundial) era un símbolo envilecido emitido por el estado, incapaz de manifestar los valores de las mercancías como valor de cambio. Esta ficción expresaba el valor de cada mercancía, incluida la fuerza de trabajo, como cero.

Mi pregunta para Adam era simple, pero, desde el punto de vista de la teoría laboral, la respuesta es aún más simple:

P: ¿Cuál es el valor de la fuerza de trabajo de un trabajador hoy?
R: Cero

La verdad es que, en la teoría laboral, nuestra única evidencia de que un producto del trabajo humano tiene valor es su valor de cambio. Si un objeto como la fuerza de trabajo no ha tenido valor de cambio durante casi 90 años, podemos suponer que tampoco tiene valor. Esto podría parecer una conclusión extrema para muchos, pero en realidad encaja mejor con el argumento de Marx en los Grundrisse que la afirmación totalmente infundada de Adam de que “a la mayoría de los trabajadores se les ha pagado y todavía se les paga más o menos el valor de las habilidades laborales que venden a un empleador”.

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Déjame darte mi opinión sobre esto — y déjame decirte desde el principio que no estoy seguro de nada de esto:

La dificultad conceptual realmente grande para aceptar mi afirmación de que la fuerza de trabajo no tiene valor hoy está en aceptar la conclusión de que en general  se pueden producir productos del trabajo humano que no tienen valor. Pero ya sabemos que esta objeción en realidad no es ninguna objeción: durante la mayor parte de la historia humana, la mayoría de los productos del trabajo humano se produjeron como no-mercancías. Tener valor no es una cualidad inherente (natural) de los productos del trabajo humano como tener masa o estar compuesto de átomos.

Aunque pudiésemos tener grandes dificultades para aceptar esta proposición, los productos del trabajo humano no son genéricamente valores; más bien, el valor es un atributo social históricamente específico de estos productos. En los Grundrisse, Marx predijo el eventual colapso del valor de cambio como medida del valor de uso debido a la reducción progresiva del trabajo humano en la producción. Como he argumentado, este evento probablemente ocurrió en la década de 1930.

Sin embargo, el colapso de la producción basada en el valor de cambio creó un problema analítico real para la teoría laboral porque, una vez que se produjo el colapso, ya no conocemos los valores trabajo de ninguna mercancía, incluida la fuerza de trabajo. El precio ya no expresa este atributo social históricamente específico. Y si no conocemos los valores de las mercancías, no tenemos forma de saber cuánto del trabajo que hacemos hoy es socialmente necesario y cuánto es completamente superfluo.

Este es el problema que planteó Postone.