Conciencia de clase proletaria y emancipación social

por Jehu

Al castellano: Non Lavoro

https://therealmovement.wordpress.com/2014/01/13/proletarian-class-consciousness-and-social-emancipation/


Esta es la primera parte de una serie de tres partes.



1. La emancipación social en la imaginación de los marxistas.

Si se le pregunta sobre la emancipación social, el marxista típico dirá algo en este sentido: En cierto momento la clase trabajadora adquirirá una cosa llamada conciencia de clase — un reconocimiento de sus intereses como clase y de su posición en la sociedad. Luego emprenderá una revolución política, que consiste en la afirmación de estos intereses contra la otra clase;  revolución en la cual la otra clase es derrocada y el proletariado se dispone a  reorganizar la sociedad de acuerdo con sus intereses.

Hay, por supuesto, variaciones sobre este tema, como lo explican varios marxistas y quienes se dedican a estudiar el marxismo. Por ejemplo, un educador australiano subraya la similitud de la revolución proletaria con la revolución burguesa que la precede:

“Un cambio social importante no es posible sin la revolución. Las revoluciones burguesas derrocaron a la sociedad feudal, por ejemplo, en la Revolución Francesa. Los marxistas insisten en que las clases dominantes no cederán el poder, la riqueza y los privilegios voluntariamente. Debe arrebatárseles el control, y esto podría implicar la violencia”.

El marxista Bertell Ollman, sugiere que una revolución proletaria solo puede ocurrir una vez que la clase trabajadora haya adquirido un sentido de sus propios intereses, y que los intereses de clase son, nos asegura, hechos objetivos:

“La conciencia de clase es esencialmente la conversión de los intereses de una clase en su objetivo reconocido. Estos intereses, para quienes aceptan el análisis de Marx, son objetivos; se acumulan en una clase debido a su situación real y todo aquel que busque seriamente pueden hallarlos allí. En vez de indicar simplemente lo que la gente quiere, el “interés” se refiere a los medios generalizados que aumentan su capacidad para obtener lo que desean y en ellos se incluyen cosas como el dinero, el poder, la tranquilidad y una reforma estructural o su ausencia. Ya sea que lo sepan o no, el alza de los salarios, la mejora en la condiciones de trabajo, la seguridad laboral, los bienes de consumo a precios bajos, etc., lo que la mayoría de los trabajadores dicen que quieren, solo se obtiene a través de dicha mediación. Además, la referencia no es solo al presente, sino a lo que la gente querrá en otras y mejores condiciones. De ahí la idoneidad de la descripción de los intereses marxistas de C. Wright Mill como “intereses racionales, generales y de largo plazo”.  El interés general, racional y de más largo plazo de la clase trabajadora radica en anular las relaciones explotadoras que no permiten, individual y colectivamente, obtener lo que quieren.”

Werner Bonefeld, miembro de la escuela del marxismo abierto, argumenta en líneas similares, que la afirmación del interés de clase tiene el potencial de conducir al derrocamiento revolucionario del orden actual.

“La lucha contra los recortes es una lucha por la provisión de medios de subsistencia. Y es que es un conflicto entre intereses antagónicos, uno determina que el tiempo es dinero, el otro exige los medios de subsistencia. Esta demanda, como dije al principio, bien podría expresarse de manera acrítica como una demanda por una política de empleos y salarios, que afirma la necesidad de una acumulación rápida como medio para la creación de empleos. O bien podría no hacerlo. De hecho, podría politizar las relaciones sociales laborales, lo que lleva a la pregunta de por qué el desarrollo de las fuerzas productivas a disposición se ha vuelto demasiado poderoso para esta sociedad, trayendo consigo desorden financiero y requiriendo austeridad para mantenerlo. Tal politización, si de hecho se ha de producir, bien podría expresar, en sus propias palabras, lo dicho por  Jacques Roux de que “la libertad es un engaño vacío mientras una clase de humanos pueda matar de hambre a otra con impunidad. La igualdad es un engaño vacío mientras los ricos ejerzan el derecho de decidir sobre la vida y la muerte de los demás”.

La idea que generalmente se sostiene dentro del marxismo es que, en algún momento, en el proletariado despertarán sus intereses como clase y afirmará estos intereses contra la otra clase, llevándole esto así al derrocamiento del Estado existente. De hecho, este argumento no solo lo plantean los marxistas, hasta los opositores de la revolución proletaria aceptan este argumento marxista como un replanteamiento válido del argumento presentado por Marx y Engels.

Por ejemplo, una de las supuestas refutaciones de la teoría laboral, la de Murray Rothbard en su libro Hombre, Estado y Sociedad, dice que:

“Es obviamente absurdo tratar a la “sociedad” como “real”, como con una fuerza propia e independiente. No hay nada de real en la sociedad aparte de los individuos que la componen y cuyas acciones determinan el tipo de patrón social que se establece”.

Si Rothbard y los de su calaña están en lo correcto, la “sociedad”, las “clases”, etc. son meras abstracciones — los únicos actores reales en la historia son los individuos.

Por extraño que parezca Marx y Engels concordaban, en cierto sentido, con la objeción de Rothbard al argumento de cartón planteado por los marxistas. Afirmaron que un capitalista, por ejemplo, no deja de ser un ser humano simplemente porque es un capitalista, y su actuar es el de un individuo, no el de una clase:

“Lo que no debe entenderse en el sentido de que, por ejemplo, el rentista, el capitalista, etc., dejen de ser personas …”

El capitalista siempre actúa como individuo y los intereses del capital no son ni pueden ser sus intereses como individuo. No tiene idea de cuáles son los intereses de su clase; solo sabe cuáles son sus propios intereses como individuo. Esto tiene que comprenderse, porque esto no es solo cierto para el capitalista, también es cierto para todas las clases en la sociedad moderna. Ningún miembro de ninguna clase en la sociedad puede saber el interés de su clase ni puede ser guiado por un reconocimiento de su interés de clase. Si esto es cierto para los capitalistas y para otras clases en la sociedad moderna, también tiene que ser cierto para el proletariado: no hay una cualidad mágica en ser un trabajador que le haga consciente de su interés de clase. En todos los casos, los individuos actúan como individuos y sólo como individuos.

No hay nada escrito por Marx o Engels que pueda interpretarse como que estuviese sugiriendo que, a diferencia de todas las demás clases de la sociedad, la clase trabajadora se guía únicamente por un reconocimiento común de su interés de clase. Esto significa que, al considerar cualquier clase en forma aislada, incluido el proletariado, solo tenemos una colección de individuos que se tratan entre sí como competidores. Entre la clase burguesa solo hay competencia y esto también es cierto para la clase trabajadora; los miembros de ambas clases tratan a todos los demás miembros de su clase como enemigos, como competidores.

¿Qué implica esto entonces respecto de las clases en la sociedad burguesa y de la relación entre los individuos y las clases a las que pertenecen? No significa que las clases no existan, como creen los Rothbardianos, o que las clases sean puras y simples abstracciones. Significa simplemente que una clase recién  aparece cuando sus miembros se hallan “en contraposición con otra clase y, por sí mismos, solamente cuando se presenta la bancarrota”, es decir, cuando hay un conflicto entre las condiciones materiales de existencia de una clase y las condiciones materiales de existencia de otra.

Hay dos razones por las cuales el argumento de Marx y Engels es importante. La primera razón es que, desde su punto de vista, esto explica la serie de revoluciones políticas que marcaron la transición entre la sociedad feudal y la burguesa. La clase burguesa surge en contradicción con las relaciones sociales feudales y las condiciones materiales del antiguo régimen al separarse de esas relaciones sociales mientras creaba las condiciones materiales de su propia clase.

La segunda razón es que esto explica por qué, desde su punto de vista, la revolución proletaria no es una revolución política. A diferencia de la clase burguesa, el proletariado no surge en contradicción con las relaciones sociales burguesas, sino como un producto de esas relaciones — es el producto de la descomposición del antiguo régimen iniciada por la revolución burguesa y desatada por el modo de producción. Esta revolución industrial descompone a la vieja sociedad. La revolución proletaria es, por el contrario, el producto de esta descomposición. Y este producto no es un producto político, sino material: un movimiento comunista de la sociedad.

Como he señalado antes, en este movimiento comunista de la sociedad el proletariado no tiene un interés de clase que afirmar contra la clase dominante — es decir, contrariamente a la lógica común de los marxistas, las condiciones materiales de existencia de los proletarios no entran en conflicto con las condiciones materiales de existencia de la clase burguesa. Esto hace que la revolución proletaria sea peculiar en comparación con la mucho más común y familiar revolución burguesa, en el sentido de que no es en absoluto política. La revolución proletaria no se expresa como una revolución política — como una afirmación de un interés de clase — contra la clase dominante.

Huelga decir que esta afirmación es muy difícil de aceptar para los marxistas,  y cada vez que la afirmo protestan a gritos. Tienen la idea de que la revolución proletaria se desarrolla más o menos como la burguesa. De hecho, si el argumento de Marx y Engels en La ideología alemana es correcto, la revolución proletaria no se desarrolla como se desarrolla la revolución burguesa y no puede hacerlo por muy específicas razones.

Y entonces, si la revolución proletaria no es una afirmación de un interés de clase contra otra clase, ¿qué es? Trataré de explicar mi propia lectura de este problema, como es descrito por  Marx y Engels en La Ideología alemana, en la siguiente publicación.