El estado de la plaga

Chuang con Aminda Smith y Fabio Lanza

Al castellano: Translatoriac

https://brooklynrail.org/2021/09/field-notes/The-State-of-the-Plague


Chuang es un colectivo comunista internacional que publica una revista epónima y un blog. [1] Su contenido incluye entrevistas, traducciones y artículos originales sobre el ascenso de China por los escombros apilados de la historia y las luchas de los rezagados bajo ella. En años de investigación en terreno, el colectivo ha desarrollado un análisis comunista incisivo que pone énfasis en las dimensiones globales de la experiencia china, sin dejarse nublar por los debates del siglo XX y reforzado por la atención continua a las condiciones cambiantes de la lucha proletaria en China y más allá. En sus atentas intervenciones teóricas y en las ventanas hacia la vida cotidiana que aparecen en su blog, el colectivo siempre ha resaltado las lecciones prácticas para las diversas batallas libradas por los proletarios en todo el mundo hoy y en el futuro cercano.

Para este número de Brooklyn Rail, Aminda Smith y Fabio Lanza entrevistaron a Chuang sobre su primer libro, Social Contagion and Other Material on Microbiological Class War in China [«Contagio social y otros materiales sobre la guerra de clases micriobiológica en China»], que se publicará en octubre como parte de una serie de nuevos títulos de la histórica Compañia Editorial Charles H. Kerr. [2] Smith es historiador de la China moderna, codirector del Grupo de Historia de la República Popular China y profesor asociado en la Universidad Estatal de Michigan. Lanza es profesor de historia china moderna en la Universidad de Arizona.

El libro incluye una versión actualizada de su influyente artículo «Contagio social» (publicado originalmente en febrero de 2020), una traducción de un informe chino sobre las condiciones de los trabajadores y las luchas laborales durante y después del peak de la pandemia nacional de COVID-19, una entrevista con dos activistas sobre sus experiencias en Wuhan durante los primeros meses del brote, y un largo artículo sobre cómo la clase dominante ha intentado utilizar esta catástrofe como una oportunidad para reestructurar y expandir el Estado en aras de los intereses de la acumulación capitalista a largo plazo. En general, el libro ofrece una nueva y sorprendente perspectiva sobre la relación entre el capitalismo, la pandemia, el proyecto de construcción del Estado en China y la agencia de la gente común.

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Aminda Smith y Fabio Lanza (Rail): La opinión generalizada sobre la respuesta de China a la pandemia, promovida tanto por los medios occidentales como por el Partido Comunista Chino (PCCh), es que tuvo éxito dada la enorme capacidad del Estado, su naturaleza autoritaria o incluso totalitaria, su profunda penetración en todos los aspectos de la vida social, todas ellas características que hacían que ese modelo de respuesta fuera inaplicable y/o desagradable en los Estados Unidos o en Europa. En el libro, argumentan, de manera bastante convincente, que la pandemia reveló, en realidad, la debilidad del Estado, y que éste fue en última instancia capaz de lidiar con la crisis al reconocer esta debilidad y delegar la autoridad a los gobiernos locales y grupos de voluntarios ad hoc. Es una tesis fascinante, ¿pueden explicar entonces cómo se estructuró la respuesta del Estado a la pandemia, qué falló y qué funcionó en última instancia?

Chuang: Se trata, definitivamente, de una visión generalizada tanto en China como en el extranjero. Parte de la razón por la que ésta fuera tan eficaz en ocultar lo que realmente sucedió durante la pandemia es que ya de antemano estaba muy extendida esta imagen de un Estado omnisciente. Podríamos llamarle quizás a esto, algo así como, «el mito de la omnipotencia totalitaria». Pero es importante recordar que este mito no solo lo cultivan, para proteger sus intereses, los órganos oficiales del partido del Estado en China. Es propagado, de hecho con aún más avidez, en los medios occidentales, por ejemplo, a través de ese oscuro tipo de artículos caza-clickbait sinofuturistas  que están constantemente reportando sobre cómo es que todos en China tienen un «puntaje de crédito social» que determina sus elecciones de vida, sobre cómo la tecnología de reconocimiento facial en cada gran ciudad te multa automáticamente por infracciones menores, o cómo el gobierno planea asentar a cientos de miles de sus propios ciudadanos en países lejanos de África. Ninguna de esas cosas es cierta, pero un ambiente de constante bombardeo con este tipo de contenido cultiva naturalmente la imagen mítica de un Estado todopoderoso.

Este mito disfraza dos cosas. Primero, oculta la persistente debilidad del Estado y la realidad de que, a pesar de sus brillantes horizontes, China sigue siendo en muchos sentidos un país relativamente pobre, especialmente en términos per cápita. Si comparas mediciones realmente básicas — como los ingresos fiscales totales que van al gobierno central en China con los ingresos fiscales totales que van al gobierno federal en los EE. UU. — esto se hace claro rápidamente. Y en términos per cápita, por supuesto, la diferencia se magnifica enormemente. Otro ejemplo relevante, es que el gasto público per cápita de China en atención médica es bajo incluso en comparación con otros países con un nivel similar de desarrollo económico, aunque ha ido en aumento. Esto también significa que la administración estatal ha sido fundamentalmente moldeada por la necesidad de «gobernar a distancia», caracterizada por altos grados de autonomía local, por la balcanización de las estructuras de mando y vigilancia, y por una sustancial laxitud para la corrupción. Esto, históricamente, ha dado a los gobiernos en los niveles más bajos mucha más libertad e independencia en China que en otros lugares, y todas estas características han sido realmente importantes para el desarrollo de la clase capitalista nacional. La corrupción, por ejemplo, no es necesariamente “ineficiente” — es una parte muy normal del desarrollo capitalista porque así es como nacen los capitalistas cuando el mercado recién se abre y las reglas de participación no están bien definidas. Solo después de que la acumulación alcanza un cierto umbral, todas estas características se convierten en un obstáculo.

En segundo lugar, [este mito] también dificulta la comprensión adecuada del involucramiento de la clase dominante en China en un proyecto bastante extenso de construcción del Estado, que lleva décadas en desarrollo, pero que comenzó en realidad a acelerarse bajo Xi Jinping. Estas dos cosas están conectadas, obviamente, puesto que la necesidad de construir un Estado presupone algún tipo de debilidad de éste. La acumulación había avanzado lo suficiente como para que la corrupción, las precarias cadenas de mando y la falta de canales de información confiables,  comenzaran a convertirse más en un obstáculo que en un beneficio. La rápida acumulación de deuda de los gobiernos locales, vinculada al estímulo a los proyectos de infraestructura en la década de 2010, fue una clara señal de este problema. La campaña anticorrupción tenía como objetivo abordar el problema en los niveles más altos, eliminar a los magnates provinciales que representaban potencialmente una amenaza para el gobierno central, y ordenar las cadenas de mando y los canales de información de arriba hacia abajo. Junto a esto, hubo cosas mucho más mundanas, como reformas en la metodología utilizada por la Oficina Nacional de Estadísticas e intentos de integrar mejor todo tipo de registros públicos. De manera similar, las diversas campañas de represión contra feministas, centros de trabajadores y grupos de estudiantes maoístas mostraron además que hubo intentos similares de integración dentro de la infraestructura policial más amplia. En general, la gente no entiende que China fue un lugar donde, durante décadas, era bastante fácil evitar el enjuiciamiento por muchos delitos simplemente mudándote a otra ciudad — al menos hasta que atrajeras la atención del Estado central — y donde había un espantoso margen de maniobra para que las autoridades locales determinasen los castigos, lo que también significaba que era fácil salir de problemas si tenías contactos en la comisaría local. Sigue siendo frecuentemente cierto que la policía local no tenga acceso a bases de datos nacionales simples y estándar, por lo que no siempre pueden revisar tu licencia de conducir, procesar tus huellas o usar tu ADN, aunque puedan registrar esta información localmente. Eso está comenzando a cambiar rápidamente, pero representa un gran contraste tanto con lo que estamos acostumbrados en muchos otros países como con el mito de la omnipotencia totalitaria que asume que estos sistemas están más integrados y más generalizados en China que en cualquier otro lugar.

Y entonces, ¿cómo se relaciona esto con la pandemia? Bueno, el ejemplo obvio es que esa delegación local de la autoridad fue desastrosa. A pesar de todos los mitos sobre cuán efectiva fue esta contención, es un poco ridículo cuando lo piensas. Después de todo, un brote con un origen geográfico claro y rápidamente identificado se convirtió finalmente en una epidemia a nivel nacional y luego en una pandemia mundial. ¿Cómo pudo suceder esto, cuando los médicos habían identificado desde el principio que una nueva y mortal enfermedad respiratoria se estaba extendiendo por la ciudad? ¿Y cuándo se relacionó esto claramente con un coronavirus? En gran parte, se debe a que los funcionarios locales se apresuraron a suprimir la información sobre el brote mientras éste salía de los hospitales, ocultándola incluso al Estado central, todo esto mientras no se tomaban las medidas para restringir los viajes, cerrar negocios, o fomentar el uso de mascarillas, en el momento en que todas estas cosas hubieran sido de mayor utilidad. El libro incluye una larga entrevista con amigos en Wuhan, quienes ofrecen una cronología detallada de los eventos y explican qué información se estaba proporcionando en terreno en todo momento. Señalan el extraño hecho, por ejemplo, de que sus amigos en Shanghai sabían más sobre el brote, y en una fecha anterior, que muchas personas que viven en la propia Wuhan. Otra cosa que es notable en esta narrativa de primera fuente, es cómo se produjo este cambio muy repentino en las políticas, de la noche a la mañana de hecho, donde pareciera que alguna autoridad superior hubiese finalmente intervenido para implementar de manera decisiva el cierre. Esta suele ser señal de que el gobierno central se ha involucrado y ha puesto a los funcionarios locales bajo su mando directo.

Entonces, en muchos sentidos, tenemos que entender el brote como un gran fracaso inicial — señalado por el hecho de que se convirtiera en una pandemia que todavía hoy está presente — y que solo se controló a nivel nacional gracias al esfuerzo coordinado de cientos de miles de personas corrientes, que en general trabajaron voluntariamente junto a las autoridades locales. No es exagerado decir que la epidemia nunca se habría contenido si no fuera por el esfuerzo de estos voluntarios. Al mismo tiempo, fue completamente fortuito que el brote ocurriera en gran medida en una sola ciudad y, lo que es más, en la víspera del Festival de Primavera, cuando ya se habían abastecido todos con la expectativa de que se cerraran los negocios. Esto minimizó el impacto inmediato del cierre y permitió que el Estado central concentrara la gran mayoría de sus recursos en Wuhan (y, en menor grado, Beijing — donde en realidad está ubicado el gobierno central). Al mismo tiempo, el gobierno central, a través de los CDC [Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades] chinos, comprendió la importancia de abrir el flujo de información, invitar a investigadores médicos internacionales, compartir la investigación sobre el nuevo virus de inmediato y crear rápidamente estándares fácilmente delegables para la prevención que pecaban de exceso de seguridad. Del mismo modo, intervinieron para garantizar que se mantuvieran los sistemas de alimentación y energía. A este nivel sí se puede identificar un cierto éxito. En todo momento, el gobierno reconoció su propia incapacidad y delegó con gran eficacia y rapidez inmensas cantidades de autoridad administrativa de facto al nivel más bajo de gobierno, que incluía una amplia gama de órganos administrativos impulsados ​​en cada punto por los esfuerzos de los voluntarios.

 

Rail: Durante la era de Mao (ustedes usan el término “régimen de desarrollo”) el Estado hizo un esfuerzo por llegar a la sociedad hasta el nivel del vecindario, a través de formas organizativas híbridas como los comités de residentes. Estos todavía están en funcionamiento, ¿cuál fue entonces su rol durante la pandemia? ¿Se han reducido sus capacidades organizativas durante el período de reforma?

Chuang: En lo que llamamos el régimen socialista de desarrollo (desde la década de 1950 hasta la reanudación de la transición capitalista en la década de 1970), hubo un intento fallido de extender el Estado hasta los niveles más locales de la sociedad y una cierta expectativa de que, al hacerlo, el propio Estado dejaría de tener una lejana y ajena presencia en la vida de las personas para convertirse en una institución verdaderamente universal. Así era, al menos, cómo se expresaba el proceso en teoría. En realidad, lo que sucedió fue una extensión vacilante y geográficamente desigual de la autoridad central, seguida de una fragmentación de esa autoridad en muchos lugares autárquicos en la toma de decisiones. Los principales símbolos de ese experimento no fueron en realidad los comités de residentes, sino los vínculos con el partido y el aparato de planificación que se formaron en las empresas y los colectivos rurales. En el caso rural, algunos de estos vínculos se conservaron en las reformas que comenzaron en la década de 1980 y se formalizaron en el estatus legal de “autonomía aldeana”, centrada en el comité de aldeanos como unidad fundamental de la administración rural.

Los comités de residentes fueron por primera vez creados en las áreas urbanas durante el régimen de desarrollo, pero no eran los sitios principales de la administración local. En cambio, la gobernanza cotidiana se delegó en su mayoría a las diversas empresas de la ciudad, en gran parte autárquicas. Si eras un residente urbano en esos años, la gran mayoría de tus bienes básicos de consumo (vivienda, ropa, comida e incluso entretenimiento) se te proporcionaban gratuitamente a través de tu danwei, o unidad de trabajo, vinculada a una empresa en particular. Los comités de residentes se crearon en realidad para gestionar la parte (inicialmente) muy pequeña de la población urbana que no tenía un danwei. Sin embargo, hacia el final del régimen de desarrollo, muchas ciudades (especialmente en el sur) comenzaron a presenciar un crecimiento en su población de trabajadores migrantes rurales. Técnicamente, dado que estos trabajadores no tenían un danwei urbano, estaban bajo la autoridad administrativa del comité de residentes de cualquier distrito en el que vivieran y/o trabajaran. Al principio, eran en su mayoría trabajadores estacionales. Pero con el tiempo llegaron a ser un rasgo cada vez más permanente de la ciudad. A medida que el régimen desarrollista comenzó a colapsar y se reanudó la transición capitalista,[3] muchas ciudades experimentaron un rápido crecimiento incluso cuando se desmantelaba el antiguo sistema de bienestar empresarial y de unidades de trabajo. El resultado final fue que la mayoría de las personas que vivían en las ciudades no tenían vínculos con ninguna empresa local y, por lo tanto, estaban bajo la autoridad del comité de residentes.

De modo que el comité de residentes era una institución completamente marginal que, por casualidad, sobrevivió al desmantelamiento del régimen de desarrollo y se levantó para desempeñar una función completamente diferente a la que se pretendía originalmente. En un inicio, sin embargo, el Estado no tenía en realidad recursos para construir adecuadamente su infraestructura gubernamental local. A lo largo de las décadas de 1980 y 1990, tanto en áreas rurales como urbanas, hubo muchos cambios legales que otorgaron “autonomía” a los órganos administrativos locales y designaron al comité de residentes de la “comunidad/vecindario” (社区) como la unidad fundamental de la administración urbana, similar a los comités de aldea en el campo, donde estas reformas fueron acompañadas de la implementación de elecciones locales. Pero todo esto se hizo en un contexto de retroceso general de la autoridad estatal. En realidad, solo en los últimos años se ha vuelto la atención a la construcción del Estado a nivel local. La pandemia ha sido un gran impulso en este sentido, ya que dividió muy claramente las áreas donde los comités de residentes funcionaban de las áreas donde no lo hacían. En muchos lugares, los comités habían permanecido vacíos durante años. En otros, habían funcionado como poco más que un lugar para las formas más regulares de corrupción local y nunca habían ofrecido ningún servicio público real. Ahora al menos está claro que habrá un intento concertado de construir estos órganos, ponerlos bajo cadenas de mando más claras, vincularlos más estrechamente con los recintos policiales locales, etc.

Rail: Ustedes describen, en detalle, un proceso de movilización masiva en respuesta a la pandemia, con grupos de voluntarios que brindan todo tipo de servicios, tanto para contener la propagación como para ayudar a las personas a sobrevivir a la pandemia, pero dejan en claro que esta movilización no fue necesariamente contra el Estado, ni representó una amenaza para la legitimidad del PCCh, a pesar del mal manejo de la crisis. Además, pareciera ser que en algunos casos, estos esfuerzos de ayuda mutua reforzaron las divisiones sociales preexistentes en lugar de brindar una oportunidad para las alianzas trans-sociales. ¿Por qué?

Chuang: A veces los voluntarios operaban con total independencia del gobierno. Pero hubo muy pocos casos en los que entendieron que su actividad se oponía abiertamente a él y, cuando el Estado intervino meses después para pedirles que suspendieran sus actividades, todos lo hicieron. Eso no quiere decir que el proceso no fuera desordenado o incluso antagónico a veces. En muchas áreas, especialmente en el campo, hubo una movilización local bastante agresiva orientada básicamente a excluir a cualquier forastero. Esto fue visible en las redes sociales chinas, que mostraban a hombres de aldea de mediana edad protegiendo barricadas con arcaicas armas de asta (una ilustración de dicha escena es la portada del libro), o voluntarios patrullando vecindarios con drones y gritando a cualquiera que se encuentrara afuera. Estas imágenes eran populares y, en la mayoría de los casos, livianas, pero en sus extremos, la misma actitud era a menudo peligrosa, xenófoba y violenta. En un caso, un motociclista resultó decapitado porque una aldea había tendido un cable a la entrada para evitar que los forasteros tuvieran acceso. Y cuando la provincia de Hubei (donde se encuentra Wuhan) reabrió, hubo un enfrentamiento ampliamente informado en la frontera con Jiangxi, que involucró a policías de ambos lados luchando entre sí, porque el lado de Jiangxi pensaba que era demasiado peligroso dejar entrar a personas de Hubei.

Es difícil enfatizar cuánto difería la actitud pública básica en China de la de muchos países occidentales. Tampoco fue este un caso en el que todos confiaban en el gobierno y se ofrecían a ayudar debido a cierta fe en la autoridad. De hecho, sucedió exactamente lo contrario: muchas personas se sintieron motivadas a ofrecerse como voluntarios precisamente porque no confiaban en que el Estado podría contener el virus de manera eficaz. Habían visto la incapacidad y la corrupción de los funcionarios locales de primera mano durante toda su vida y, por lo tanto, no confiaban en que estas personas pudieran hacer su trabajo. Si había una diferencia clave, no se encontraba en alguna obediencia imaginaria al Estado. En cambio, el mayor contraste entre el sentimiento público en China y el de otros lugares era que había una falta generalizada de fe en el Estado, una intuición de que el problema no sería resuelto automáticamente por las autoridades correspondientes y que todos debían unirse para movilizarse contra el virus. En lugares como los EE. UU., la falla en la capacidad estatal tuvo el carácter casi exactamente opuesto, no había nadie realmente preparado para reconocer y lidiar con la realidad de la incompetencia, especialmente dada la desaparición de los servicios públicos. Así que en los EE. UU. tuvieron una actitud muy diferente, algunos criticaron la respuesta de su Estado en particular, en pequeñas protestas contra las mascarillas, y otros apoyaron las medidas estatales o esperaban una mayor respuesta, pero desde casa.

Rail: ¿Qué pasa con los trabajadores? ¿Abrió la pandemia nuevas posibilidades para la movilización de los trabajadores contra el capital o restringió aún más las vías de organización y acción?

Chuang: A pesar de la (relativa) recuperación de la economía nacional durante la segunda mitad de 2020 y este año, ha habido muchas menos acciones de los trabajadores que en años anteriores. Esto se muestra en las pocas estadísticas disponibles de organizaciones como China Labor Bulletin (CLB), que registró un poco más de la mitad del número de incidentes en 2020 que el año anterior, y estas cifras parecen estar de acuerdo con lo que nosotros y nuestros amigos hemos visto en terreno. Los sectores manufacturero y minero lideraron el declive aquí, continuando con un declive ya de varios años en los incidentes masivos desde su máximo a principios de la década de 2010. Le siguieron la mayoría de los demás sectores. La caída en las protestas manufactureras también puede haber estado relacionada con la explosión de la producción hacia el final del año, donde China, cuyas fábricas permanecieron abiertas mientras muchas estaban cerradas en todo el mundo, experimentó alzas de salarios y disminución del trabajo mientras las compañías luchaban por mantenerse al día con la demanda de exportación. [4] Las disputas laborales en manufactura y servicios comenzaron a repuntar a mediados de 2020 — como se documenta en el artículo traducido escrito por algunos amigos nuestros, que aparece como capítulo dos del libro — pero es discutible hasta qué punto la cantidad de disputas refleja el número de acciones laborales. Si bien aún no se dispone de estadísticas para todo 2020, parece que los conflictos laborales, como medida general de conflicto, estaban al menos a la par con el año anterior. Por ejemplo, en Beijing, los tribunales de arbitraje laboral se ocuparon de más de 94.000 casos en los 10 meses entre enero y octubre. [5] Eso coincide esencialmente con los 93,000 casos recolectados en los nueve meses entre enero y septiembre de 2019, lo que ya representa un aumento del 37.4 por ciento con respecto al año anterior. [6]

Sin embargo, hubo un curioso aumento en el número de trabajadores de la construcción que protestaron por atrasos salariales en 2020, según lo registrado por CLB — el más alto registrado por la organización desde que comenzó el proyecto de mapeo en 2011. Y quizás aún más extraño, en los primeros meses de 2021, hubo una ausencia del aumento masivo de las protestas de los trabajadores de la construcción que normalmente se ve antes del Año Nuevo chino, cuando los trabajadores bloquean carreteras, realizan marchas o incluso amenazan con suicidarse para ganar el pago de fin de año y no viajar de regreso a casa con las manos vacías. Esto puede deberse, al menos en parte, a las restricciones de viaje del COVID-19 impuestas a los trabajadores durante las vacaciones de Año Nuevo. Algunas estimaciones mostraron que la cantidad de viajeros en 2021 se redujo hasta en un 60 por ciento en comparación con 2019, alcanzando un mínimo en 20 años de viajes registrados. [7] Por el contrario, las acciones de los trabajadores en el sector de la logística, particularmente entre los motoristas del delivery, es un área donde la organización de los trabajadores se ha expandido durante la pandemia. Las acciones en el sector logístico en su conjunto representaron el 20 por ciento de todas las acciones de los trabajadores en 2020, el nivel más alto en varios años. Es probable que este sector produzca altos niveles de malestar en los próximos años, a medida que el comercio electrónico continúe expandiéndose. Básicamente, todas las acciones laborales de alto perfil que tuvieron lugar el año pasado (2020) involucraron a los motoristas de reparto. En ese momento, tradujimos un artículo viral [8] sobre la difícil situación de los repartidores de comida, que ya había estado circulando en China, y que provocó un debate público a nivel nacional e incluso provocó algunas declaraciones forzadas por parte de los dos gigantes de la industria, Ele.me y Meituan. Sin embargo, estas declaraciones se acompañaron de cambios bastante tibios, y las empresas solo hicieron pequeños ajustes para permitir a los motoristas más tiempo para hacer sus pedidos, pero hicieron poco para abordar los problemas que yacen detrás de las quejas de los trabajadores.

Luego, a fines de febrero de 2021, el organizador de base más prominente de China de los motoristas de reparto, Chen Guojiang — conocido simplemente como “Mengzhu” o “líder de grupo” (盟主) por amigos y activistas — fue detenido por las autoridades, probablemente con la intención de mantener a la estrella de las redes sociales callada durante el congreso del partido nacional a principios de marzo. Desde entonces, Chen ha sido acusado de “buscar peleas y provocar problemas” (寻衅 滋事), el cargo más común utilizado para abarcar a todo tipo de alborotadores en todo el país durante años. [9]  Algunos amigos hablaron con Mengzhu antes de que lo detuvieran y aprendieron cómo se organizaba. Con sede en Beijing, había mantenido una vasta red de miles de repartidores, principalmente en el norte del país. Había desarrollado la red en parte gracias a su fuerte presencia en las redes sociales, transmitiendo en vivo las vidas de los repartidores. También brindó consejos a otros pasajeros, organizó comidas grupales e incluso alquiló un pequeño apartamento con una cama en Beijing donde los pasajeros nuevos en la ciudad podían quedarse sin cargo durante una noche o dos mientras buscaban su propio lugar. Aquellos que lo conocieron también describieron cómo Mengzhu había convertido su plataforma en una especie de pequeña empresa para él, ganando pequeñas tarifas aquí y allá, incluso recolectando bonificaciones por recomendar pasajeros a la plataforma, o de los eventos que organizó para los pasajeros. . Durante su tiempo en la plataforma, Mengzhu también ayudó a organizar varias huelgas de motoristas y, según los informes, logró ganar las demandas de los trabajadores. Él y otros organizadores de las huelgas también fueron detenidos por la policía en algún momento de 2019. En sus discusiones con amigos, señaló enfáticamente que su estilo de organización no podía ser emulado y atribuyó su atractivo generalizado a su obsesión personal por la creación de redes, ayudar a otros y transmitir a su audiencia. En el momento de redactar este documento, Chen sigue detenido y todavía está a la espera de juicio. [10] Amigos de Mengzhu habían intentado recaudar dinero para los honorarios de los abogados en WeChat, pero los censores bloquearon el enlace a la página de recaudación de fondos.

Mengzhu ofrece una imagen interesante de la realidad compleja y a menudo contradictoria de la organización de los trabajadores en China, que rara vez coincide con el espejismo del “movimiento sindical” promovido por muchos activistas. En este caso, la fama de las redes sociales e incluso una especie de espíritu empresarial de pequeño negocio parecen haber sido parte integral del crecimiento de la red de Mengzhu. Sostenemos que estas complejidades inesperadas son fundamentales para comprender la organización de los trabajadores a largo plazo. Tanto en el primer número como en el segundo número de nuestra revista, tratamos de enfatizar una visión más amplia de la organización, que iba más allá de los límites del “movimiento obrero” que actúa como telón de fondo teórico de gran parte del análisis del conflicto de clases en China. [11] En el futuro, será aún más esencial abandonar las presunciones heredadas sobre cómo debería ser un “movimiento obrero” o incluso un “movimiento social” más general, si esperamos comprender el carácter real de la guerra de clases. Por ejemplo, junto con el reciente repunte en las acciones de las fábricas, podríamos tomar nota de la fuerza social potencial de la franja en expansión de trabajadores desempleados y subempleados, que están creciendo en número en todo el país. En el extremo inferior, esto se insinúa con la organización entre los motoristas  de reparto y con las demoliciones en curso dirigidas a la llamada “población de bajos ingresos” (低端 人口). [12] Pero también es visible entre quienes ocupan posiciones sociales marginalmente más altas, como en el discurso sobre la «involución» (内 卷) y el horario de trabajo «996» [13] entre los trabajadores de oficina, o incluso en el creciente número de protestas de propietarios. [14]

Aún no está claro cómo estas tendencias afectarán las tensiones sociales. Pero la actual desaceleración del crecimiento económico parece indicar que todas estas tendencias empeorarán con el mayor estancamiento. La magnitud del desempleo en China durante el último año de la pandemia aún se conoce poco, pero no es probable que la situación mejore significativamente. Durante el congreso del partido en marzo de 2021, el primer ministro Li Keqiang citó la creación de empleo como la «máxima prioridad» del gobierno central, lo que parece indicar que el empleo aún no se ha recuperado realmente del declive. Esto se ve confirmado aún más por la realidad de que fue la renovación del boom inmobiliario, en lugar de un resurgimiento industrial, lo que primero sacó a la economía nacional de su depresión después del cierre. Mientras tanto, tenemos que tener en cuenta cómo han afectado los problemas económicos a los más acomodados trabajadores de oficina, o incluso a sectores pequeñoburgueses de la sociedad, que sin duda están sintiendo la presión de la pérdida de puestos de trabajo y los recortes salariales o la destrucción de sus negocios, todo ello además de la ya pesada carga de la deuda que tenían antes de la pandemia. Si bien estas tensiones sociales pueden no parecer tan inherentemente izquierdistas como las luchas laborales, es probable que continúen causando sensación y, desafortunadamente, es más probable que atraigan la atención y la acción de la élite encargada de la formulación de políticas. Como señalamos en el último número de nuestra revista, el malestar social de los propietarios de viviendas parece haber superado en número a las protestas laborales a fines de la década de 2010. Ahora, en el mundo pandémico y pospandémico, es probable que la política de clases adopte otras formas inesperadas basadas en dichas tensiones sociales subyacentes.

Rail: Al final del libro, presentan un argumento bastante interesante, y se podría decir especulativo, sobre el futuro del Estado chino, ya que la pandemia dejó en claro la necesidad de reconstruirlo. Argumentan que si bien continuará en su función principal al servicio del capitalismo, el Estado se está reestructurando hacia algo diferente a los Estados occidentales o sus precedentes imperialistas y socialistas, a la vez que se reciclan elementos de todos estos modelos. ¿Para qué nuevas necesidades específicas y nuevos desafíos se está reestructurando este nuevo Estado y en qué principios ideológicos se basa?

Chuang: Básicamente, la idea central aquí es doble: primero, estamos argumentando que China todavía está en el proceso de construir un Estado propiamente capitalista. No hay nada realmente nuevo en esto, por supuesto, y los imperativos centrales del Estado capitalista son más o menos universales, lo que significa que muchos aspectos de este proceso son muy similares a los proyectos de construcción del Estado que acompañaron al desarrollo capitalista en otros lugares. Pero, en segundo lugar, también es incorrecto suponer que esto significa que el Estado que se está construyendo en China hoy necesariamente se parecerá en sus detalles a cualquiera de los Estados capitalistas anteriores, que surgieron en lugares como Estados Unidos, Europa o las colonias. Esos imperativos capitalistas universales son requisitos básicos, pero la existencia de funciones universales no nos da mucha información sobre las estructuras institucionales exactas que se adapten para realizarlas. De hecho, esperaríamos que ocurriera lo contrario: a medida que cambian las condiciones de acumulación de capital global, este proyecto de construcción del Estado se vuelve cada vez más integral para todo el proceso de desarrollo. No es una coincidencia que cada ola de industrialización de «desarrollo tardío» haya visto al Estado desempeñando papeles cada vez más centrales en todo el proceso. La gente a menudo olvida que una de las predicciones más consistentes de Marx sobre cómo se desarrollaría el capitalismo fue que la escala social de producción aumentaría junto con la centralización industrial, y que el sistema crediticio jugaría un papel integral en la gestión de la acumulación a tal escala. Entonces, ¿es realmente tan inesperado presenciar el surgimiento de un Estado que supervisa conglomerados industriales masivos, junto con los intentos de disciplinar y dirigir sus actividades a través de la supervisión institucional y la provisión de crédito a través de los grandes bancos estatales (y vale la pena señalar: no principalmente a través de inyecciones fiscales)?

En el nivel más filosófico, hay otra dimensión de este segundo argumento. Porque no se trata solo del hecho de que ahora se requieran Estados más expansivos para garantizar las condiciones básicas de acumulación. También aborda la cuestión de cómo perciben este proceso quienes participan en él y qué tipo de forma ideológica adopta. En parte, este texto fue escrito a manera de réplica a toda esa moda de la filosofía occidental que intenta teorizar “el Estado” puramente como tal mediante la referencia a la experiencia europea y al linaje civilizatorio que se remonta a Roma — como si la jurisprudencia romana abriera una ventana secreta al funcionamiento interno del Estado hoy. Estamos diciendo: no, no puedes simplemente tomar algo que escribieron Foucault o Agamben o incluso Mbembe sobre la Europa moderna, la antigua Roma o el mundo colonial, y aplicarlo al por mayor a China, como si la lógica del arte de gobernar fuera un trasplante enteramente extranjero, introducido en la transición al capitalismo. Por cierto, queremos apuntar que existe una arrogancia exasperante en los filósofos que escriben críticas del “imperio” y la “civilización” que no saben nada sobre la historia de los más grandes y longevos imperios de Asia (por no hablar de África o las Américas).

En este caso, la realidad es aún más condenatoria, porque China tiene su propia tradición filosófica, vibrante y de larga data, que siempre ha estado preocupada (de hecho, esta es posiblemente su principal preocupación) de las cuestiones de la gobernanza y el arte de gobernar. Y lo que es más importante, esta tradición filosófica hoy está siendo activamente revivida, fusionada con cepas conservadoras del pensamiento occidental y desplegada selectivamente por aquellos en el poder para justificar ideológicamente, conceptualizar e incluso guiar en terreno el progreso material del proyecto de construcción del Estado. Es muy importante comprender esta dimensión del proceso, incluso si además tenemos que tener en cuenta que la expresión filosófica del proyecto de construcción del Estado va a diferir de la realidad en terreno. No es realmente el caso que esta filosofía actúe como el “manual de estrategias” para los que están en el poder, o incluso que brinde una imagen precisa de cómo funciona el poder estatal en la realidad. De hecho, usualmente hace lo contrario, idealiza al Estado y le confirma una misión casi cosmológica al PCCh, el encargado de liderar el rejuvenecimiento espiritual de la supuesta nación china. Pero este es en sí mismo un indicativo importante de cómo es que  este proceso se expresa mediante la reflexión sobre sí mismo. Por todas estas razones, tomamos algo del lenguaje exagerado de estos filósofos y le dimos a este capítulo un título irónico: “La plaga ilumina la gran unidad de todo lo que hay bajo el cielo”. Por supuesto, esa unidad es una broma.

Nada de esto significa que el proyecto de construcción del Estado avanzará simplemente sin oposición. Como pasa con cualquier elemento del capitalismo, podemos estar seguros de que el conflicto de clases nunca se apaga definitivamente. Pero puede que no adopte la forma que esperaríamos que adopte. De hecho, podemos ver más actos de desesperación y deseperanza, mientras los conflictos sociales estallan de manera impredecible, especialmente para los estratos más bajos de la sociedad china, como el reciente bombardeo de un edificio del gobierno en Guangzhou por una disputa de tierras, o el reciente suicidio de un camionero con una multa de más de 2.000 yuanes (unos 300 dólares estadounidenses). [15] Las quejas de mayor valor de los estratos superiores, como el fraude de inversiones o los conflictos de desarrollo inmobiliario, probablemente seguirán aumentando en número y recibirán más cobertura en los medios de comunicación nacionales y extranjeros; estas personas también tienden a tener un mayor acceso al sistema legal y una mejor oportunidad de reconocimiento formal a ese respecto. Puede que esto no refleje el «equilibrio de fuerzas» real con respecto a la lucha de clases en China, pero podemos esperar que, al menos en la superficie, habrá un creciente «aburguesamiento» de las luchas sociales, a falta de una palabra mejor, incluso cuando este proceso está marcado por arrebatos violentos de los más pobres del país. No hace falta decir que las demandas de los ricos (como mantener el tambaleante mercado inmobiliario) serán una de las principales prioridades del Estado. No ocurre lo mismo con los conductores de camiones o la “población de bajos ingresos” que ven sus casas demolidas.

También deberíamos estar atentos a las formas en que podrían desarrollarse en el futuro formas de movilización celular, estilo campaña, por parte del Estado. Como señalamos en el capítulo final del libro, mientras que el Estado formal demostró ser relativamente débil, las estructuras de poder a pequeña escala tomaron forma con una velocidad increíble. Los comités de residentes locales, los guardias de seguridad y otros voluntarios — con conexiones con el partido y las organizaciones gubernamentales — se convirtieron en los principales rostros del poder estatal cuando se trataba de regular el movimiento de ciudadanos entre vecindarios, o incluso dentro y fuera de sus hogares. Estos hechos tampoco han pasado desapercibidos para el capital. El año pasado, el director de la Cámara de Comercio Europea, Jorge Wuttke, no se quejaba del desarrollo de una burocracia generalizada, centralizada y autoritaria que obstaculizaba los negocios, sino todo lo contrario: “El mosaico de reglas en conflicto que surgieron de la lucha contra COVID-19 ha producido cientos de feudos, lo que hace que sea casi imposible mover mercancías o personas a través de China”. Como representante principal del capital extranjero, Wuttke pidió al gobierno que estandarizara las medidas “en jurisdicciones más grandes” para “recuperar la economía real”. [16] Este poder de mosaico permanece en su lugar hoy, aunque en una forma más latente. Aunque la pandemia ha pasado y estos sistemas se han relajado un poco, la realidad es que no han desaparecido. Las redes recientemente desarrolladas que vinculan los órganos formales del poder estatal con cuerpos informales de voluntarios, compañías de administración de bienes raíces, guardias de seguridad, etc., simplemente se han hundido bajo la superficie, llamando la atención y reafirmando su presencia cada vez que ocurren brotes locales. Sin embargo, esto no solo es importante para el manejo de la pandemia. La parte más especulativa del capítulo sostiene que, de manera similar, las redes locales y las que llamamos “para-formales” podrían surgir frente a shocks nativos o exógenos, como una corrida bancaria, o durante la movilización nacionalista que asistiría a cualquier conflicto militar.

 


NOTAS

[1]  Ambos se pueden encontrar en su sitio web: www.chuangcn.org

[2] Para pedir el libro u otros títulos de la serie, visite el sitio web de Kerr: https://charleshkerr.com/

[3]  Como se examina en nuestro artículo  «Polvo rojo», esto en realidad comenzó con Mao, no con Deng Xiaoping, y es una de las muchas razones por las que argumentamos que periodizar la historia china de acuerdo con la secuencia de “grandes líderes” es engañoso. A propósito, nunca llamamos al régimen de desarrollo la “era de Mao”, por ejemplo, ni a la transición al capitalismo la “era de Deng”, porque la historia no puede reducirse a las acciones, los caprichos o las teorías políticas de los estadistas.

[4]  Gabriel Crossley y Stella Qiu, “El sorprendente regreso de las exportaciones de China ha hecho que las fábricas luchen por conseguir trabajadores”, Reuters, 20 de diciembre de 2020.

https://www.reuters.com/article/us-china-economy-manufacturing-idUSKBN28V0AL .

[5]  疫情 期间 务工 者 遇到 劳动 争议 该 咋办? [“¿Qué deberían hacer los trabajadores con una queja laboral durante la pandemia?”] 公民 日报 [ People’s Daily ], 27 de noviembre de 2020.

http://www.xinhuanet.com/fortune /2020-11/27/c_1126791491.htm .

[6]  北京 发布 2019 年 劳动 人事 争议 仲裁 十大 典型 案例 [“Beijing anuncia los diez principales casos de arbitraje laboral de 2019”] 新华网 [Xinhua].

http://www.xinhuanet.com/2019-11/05/c_1125196006.htm .

[7]  SCMP Reporter, “La migración anual del Año Nuevo Lunar de China, generalmente la más grande de su tipo, se ve muy diferente en 2021”, South China Morning Post , 7 de febrero de 2021.

https://www.scmp.com/magazines/post-magazine/ long-reads / article / 3120728 / chinas-annual-lunar-new-year-migration -usually .

[8]  Chuang y amigos (Traductores), Delivery Workers, Trapped in the System [“Trabajadores de reparto, atrapados en el Sistema”], Blog de Chuang , 12 de noviembre de 2020.

https://chuangcn.org/2020/11/delivery-renwu-translation/ .

Al castellano: https://translatoriac.noblogs.org/chuang-trabajadores-de-reparto-atrapados-en-el-sistema/

 

[9]  Sobre Mengzhu y su arresto, véase Emily Feng, “Intentó organizar a los trabajadores en la economía de trabajos informales en China. Ahora enfrenta 5 años en la cárcel”, NPR, 13 de abril de 2021, https://www.npr.org/2021/04/13/984994360/he-tried-to-organize-workers-in-chinas-gig-economy-now-he-faces-5-years-in-jail ; Matt Dagher-Margosian, “¡Liberen a Mengzhu! Una entrevista con Free Chen Guojiang 关注 盟主”; Asia Art Tours, https://asiaarttours.com/free-mengzhu-an-interview-with-free-chen-guojiang-%E5%85%B3%E6%B3%A8 % E7% 9B% 9F% E4% B8% BB / . Sobre casos similares en el pasado, vea nuestro artículo “Picking Quarrels” del segundo número de nuestra revista: https://chuangcn.org/journal/two/picking-quarrels/ .

[10]  Los últimos informes del Boletín Laboral de China de seguimiento de los derechos laborales a principios de junio indican que todavía está detenido. Ver “Trabajador de reparto de alimentos quema uniforme en protesta simbólica”, Boletín Laboral de China, 8 de junio de 2021.

https://clb.org.hk/content/food-delivery-worker-burns-uniform-symbolic-protest .

[11] Ver No Way Forward No Way Back [“Sin avance, sin retorno”] y Gleaning the Welfare Fields [“Cosechando los campos del bienestar”] en el Número 1, y Picking Quarrels [“Buscando peleas”] en el Número 2, ambos disponibles aquí: https://chuangcn.org/journal

[12] Sobre el discurso de la “población de bajos ingresos” y su popularización después de la demolición de viviendas de bajos ingresos en Beijing en 2017, ver: “Agregando insultos a las lesiones: los desalojos de Beijing y el discurso de la “población de bajos ingresos”. https://chuangcn.org/2018/01/low-end-population/ .

[13] Para una discusión sobre ambos, consulte: “Involución: Wildcat en China 2020”.

https://chuangcn.org/2021/05/involution-wildcat-on-chinas-2020/ .

[14]  Para un análisis de las tendencias a largo plazo, consultar el nuestro en Picking Quarrels [“Buscando peleas”], citado anteriormente. Todos los días se pueden encontrar en línea ejemplos de protestas de propietarios de viviendas, quienes buscan. Los incidentes más grandes se tratan a veces en detalle en publicaciones críticas con China como Radio Free Asia, quizás una vez al mes más o menos. Por ejemplo, los residentes de un barrio de Chongqing se enfrentaron en mayo con más de cien policías antidisturbios por un conflicto a largo plazo con funcionarios que querían establecer una oficina del gobierno local en su comunidad residencial. Ver: “重庆 保 利 香雪 小区 爆发 大规模 抗暴 事件 业主 赶走 数百 名 黑衣 人” https://www.rfa.org/mandarin/yataibaodao/renquanfazhi/sc-05152021170149.html. La campaña de demolición del gobierno de Beijing en el complejo de Xiangtang en los suburbios del norte de la ciudad ha sido reportada por varios medios de habla inglesa. Por ejemplo, consultar: “Los residentes protestan mientras China demuele algunos de los suburbios ricos de Beijing” https://www.npr.org/2021/01/26/960855956/residents-protest-as-china-demolishes-some-of-beijings- suburbios ricos .

[15] Ver nuestro informe reciente sobre tales eventos: Bombing the Headquarters: Desperate Measures in a Time of Involution [“Bombardeo de la sede: medidas desesperadas en tiempos de involución”], Blog de Chuang, 23 de mayo de 2021.

https://chuangcn.org/2021/05/bombing-headquarters/ .

[16] Consultar: “COVID-19, que afecta gravemente a las empresas: las asociaciones comerciales piden medidas proporcionadas para volver a encarrilar la economía real”, un comunicado de prensa conjunto de la Cámara de Comercio Alemana en China y la Cámara de Comercio de la Unión Europea, 27 de febrero de 2020.

https://china.ahk.de/news/news-details/covid-19-severely-impacting-business-trade-associations-call-for-proportionate-measures-to-get-real- economía de regreso al buen camino .