¿Cómo responden los salarios y los precios a una reducción en las horas de trabajo?
por Jehu
Al castellano: Non Lavoro
En esta publicación muestro los sorprendentes resultados de la bibliografía empírica sobre la reducción de las horas de trabajo: Al contrario de lo que supone el sentido común, si las horas de trabajo se reducen, es probable que dicha reducción no tenga ningún impacto en los salarios.
Borsch-Supan afirma que existen argumentos para la idea de que la reducción de las horas de trabajo reducirá la tasa de desempleo, pero que estos argumentos se basan en supuestos que van contra la evidencia empírica (a los que él llama “contrafactuales”). La cuestión que nos pide que reflexionemos es si, según la evidencia empírica, existen argumentos para la idea de que el empleo aumentará si se reducen las horas de trabajo.
En contraste, no hay base para ese argumento dentro de la teoría laboral, porque la expansión del empleo en la teoría laboral está determinada por la tasa de plusvalía y, con todo lo demás mantenido igual, la cantidad de plusvalía producida es una función de la duración del trabajo. Si se reduce la duración del trabajo, la masa de plusvalía también se reducirá; si se reduce la masa de plusvalía, la tasa de expansión del capital existente (el nuevo empleo de trabajo vivo) también debe caer.
Al mismo tiempo, una reducción en la masa de plusvalía producida significa que la masa de ganancias ha disminuido, puesto que las ganancias no son más que la masa de plusvalía dividida por el capital total invertido. Dado que las ganancias son el motivo de la producción capitalista, el capitalista tomará nuevas medidas para aumentar las ganancias, reduciendo aún más los salarios. La forma en que se hace esto no es importante en este momento, pero en la teoría laboral no hay razón para suponer que menos horas de trabajo aumentarán el empleo, sino todo lo contrario: menos horas de trabajo acelerará la reducción del trabajo vivo en la producción.
Esto presenta un problema a los defensores de la reducción de las horas de trabajo: el modo de producción reduce constantemente el gasto de trabajo vivo por unidad de producción, lo que conduce al desempleo. Reducir las horas de trabajo no compensa este proceso, sino que en realidad lo acelera. Por lo tanto, si el objetivo de una reducción de horas de trabajo no es terminar con el trabajo asalariado mismo (es decir, acelerar la desaparición del capital), poco sentido tiene.
Y este es el resultado que Borsch-Supan argumenta que está respaldado por la evidencia empírica: menos horas de trabajo no pueden aumentar el empleo de trabajo asalariado sino solo reducirlo. Sin embargo, admite un resultado adicional bastante interesante de la reducción de las horas de trabajo: según la revisión de la bibliografía hecha por Borsch-Supan, al parecer la reducción de las horas de trabajo libera más tiempo disponible para el trabajador pero no tiene ningún impacto en los salarios reales.
“La reducción del tiempo de trabajo ha brindado a los trabajadores alemanes más tiempo libre y una mayor jubilación después de la vida laboral. Tampoco hay indicios de que los trabajadores alemanes hayan sufrido pérdidas de ingresos debido a la reducción de las horas de trabajo, dada la producción. Este es un logro social importante y ha hecho la vida mucho más agradable para los trabajadores. Sin embargo, hay poca evidencia de que una reducción en el tiempo de trabajo haya reducido el desempleo, mientras que hay alguna evidencia de que ha reducido la producción y, por lo tanto, el crecimiento macroeconómico. No tenemos razones para creer que los supuestos subyacentes cambiarán de una manera que hará que estas conclusiones sean menos relevantes en el futuro”.
El argumento número uno de la izquierda en contra de reducir las horas de trabajo es el temor a que una reducción pueda reducir los salarios reales. Sin embargo, todo indica que los datos empíricos de Alemania no respaldan este argumento en absoluto. Alemania tiene menos horas de trabajo y una red de seguridad social más generosa que los EE. UU., así como salarios competitivos. Por ende, al menos en el caso de Alemania, los trabajadores tendrían más tiempo libre fuera del trabajo sin una caída correspondiente en su subsistencia.
Borsch-Supan atribuye la relativa estabilidad de los salarios a varias causas:
- Una reducción en las horas de trabajo puede conducir a un aumento en las horas extra: sin embargo, este tiempo extra se calcula sobre la base de menos horas: en el caso de una reducción de 40 horas a 32 horas, las horas extra ahora comienzan a las 32 horas;
- Los capitalistas tienen que lidiar con el costo de la capacitación y supervisión de nuevos trabajadores;
- Para contener el aumento de los costos laborales, los capitalistas tienen una mayor demanda de maquinaria mejorada, que expande la producción de bienes de capital; y
- Estos efectos pueden aumentarse estipulando que cualquier reducción en las horas de trabajo se compensará completamente con los salarios brutos.
Dejando a un lado sus razones para la relativa estabilidad de los salarios, Borsch-Supan cita los trabajos de otro investigador, Hunt (1996), quien encontró un aumento proporcional en los salarios por una reducción en las horas de trabajo: la reducción en las horas de trabajo es más o menos completamente compensado por un aumento en los salarios. Este hallazgo es totalmente consistente con la teoría laboral, que supone que cualquier reducción en las horas de trabajo debe conducir primero a una caída en las ganancias, no en los salarios.
Obviamente, si las ganancias no caen, no habrá incentivos para que el capitalista invierta en capital constante para recuperar sus ganancias; sin embargo, hay otro argumento más persuasivo para esto dentro de la teoría laboral. Dado que el precio de cada mercancía producida de manera capitalista es igual al valor del capital constante (c) más el trabajo vivo que ingresó en su producción (v + s), una caída en la plusvalía (s) producida debe resultar en una caída en el precio de la mercancía, (c + v + s).
Sin embargo, según Borsch-Supan, el comportamiento de los precios en respuesta a una reducción de las horas de trabajo es el área del ajuste económico que menos entienden los economistas simplones.
“Los cambios en los precios proporcionan un importante mecanismo de equilibrio general que reducirá la producción en respuesta a una reducción de horas, además de cualquier reducción directa en la producción debido a una menor entrada de mano de obra medida en horas-trabajador. No tenemos buena evidencia econométrica sobre la reacción del producto a la reducción de horas”.
Borsch-Supan, luego, sustituye ciertos supuestos por la evidencia empírica real para ver si se mantienen. La primera suposición es que cualquier aumento en los costos laborales podría pasarse al consumidor, pero esta suposición se encuentra con el problema de que cuando los precios de las mercancías aumentan, la demanda de los mismos cae. La evidencia empírica sugiere que la demanda de un bien se correlaciona negativamente con su precio.
El problema aquí puede aclararse señalando que Borsch-Supan está poniendo el carro delante del caballo en su discusión sobre el precio y su respuesta a una reducción en las horas de trabajo. Una vez que se reducen las horas de trabajo, hay ya ha una caída en la demanda de mercancías. La reducción de horas de trabajo presupone no solo una caída en la duración del trabajo, sino también en la demanda de todas las mercancías en las que se ejerce este trabajo. En un día laboral social dado, se consume determinado capital constante en el proceso laboral; con una reducción en la duración del día laboral, hay una reducción proporcional en el capital constante utilizado en el proceso laboral.
Dado que la demanda de las mercancías producidas ha caído ya proporcionalmente a la reducción en la duración del trabajo, esta caída debe expresarse en una caída proporcional en los precios de las mercancías empleadas en la producción. Howard Nicholas argumenta que esta caída en los precios es como se impone la nueva condición de la reproducción capitalista (el tiempo laboral reducido) en el proceso laboral futuro.
Por lo tanto, empleando la teoría laboral, no tenemos que especular sobre la respuesta de los precios a la reducción de las horas de trabajo. Borsch-Supan tiene dificultades para determinar el posible efecto de una reducción en las horas de trabajo en el precio, porque ve el movimiento de los precios como el comienzo del ajuste, en lugar de como una respuesta a un cambio material en la producción que ya ha tenido lugar: la reducción en la duración del trabajo.
En el modo de producción capitalista, la extensión de las horas de trabajo en sí es la fuente de la pobreza de los trabajadores. Reducir las horas de trabajo no añade a esta pobreza, sino que es la condición previa para abolir la pobreza.