Sobre el concepto de Postone del vaciamiento de la sociedad trabajadora
XX

por Jehu

Al castellano: Non Lavoro

https://therealmovement.wordpress.com/2020/10/03/on-postones-concept-of-the-hollowing-out-of-working-society-xx/


Quiero echar otro vistazo a los datos que respaldan la afirmación de Peter Jones de que los déficits federales podrían estar, de alguna manera, fomentando la ilusión de que la deuda pública puede crear plusvalía.

Para empezar, voy a truncar la línea de tiempo y a reorientar el gráfico que presenté en la publicación anterior.

Este es el gráfico original:

Y este es el gráfico truncado y reorientado al que haré referencia en esta publicación:

Aunque las diferencias puedan ser obvias, permítanme señalarlas.

Primero, trunqué la línea de tiempo, ahora inicia en 1992 en lugar de 1970.

Segundo, invertí los datos, de manera que ahora los valores se ven  mayoritariamente como saldos negativos.

Tercero, destaqué tres períodos (las flechas azules) en los que los déficits federales experimentaron descensos por varios años:

• de 1992 a 2000,
• de 2004 a 2007 y
• de 2009 a 2015.

Bien, ¿qué podemos ver?

Bueno, según el argumento de Peter Jones, cuando disminuye el déficit federal  desde 1992 al 2000, nos encontramos con el tipo de evento económico que podríamos esperar cuando cae la tasa de ganancia: crisis económicas de un tipo u otro.

Durante este primer evento de reducción del déficit fiscal, de 1992 a 2000, una serie de crisis cambiarias barrieron el mercado mundial, los mercados bursátiles mundiales colapsaron y el mercado mundial se hundió en una recesión global. Además, el producto interno bruto de Estados Unidos, medido en oro, tras  expandirse de manera inestable durante dos décadas, comenzó a contraerse. En 2001 estalló una depresión, junto con la recesión, que ha persistido por mucho más desde que terminase la recesión inicial, a pesar de la enérgica intervención del estado fascista.

Sin embargo, el segundo evento de reducción del déficit fiscal, de 2004 a 2007, no carece de ambigüedades en mi gráfico. La razón probable, por la que este evento no se presenta, podría ser que el capital nacional de Estados Unidos ya se encontrara en una contracción pronunciada y prolongada al producirse la segunda reducción del déficit fiscal. Hay cierta leve evidencia de una modesta aceleración en la tasa de contracción del capital nacional entre 2005 y 2006, pero no apostaría mi vida por ello. Lo que sí ocurre durante este período, sin embargo, es la ruptura final, y largamente esperada, de la política monetaria, donde finalmente la Reserva Federal va de cabeza hacia el límite inferior cero en que el sistema financiero estuvo al borde del colapso.

El tercer evento de reducción del déficit fiscal, de 2009 a 2015, es menos ambiguo que el segundo y, con mucho, el más grande de los tres. Después de que estallara la crisis financiera, el capital nacional de Estados Unidos y la economía mundial iban en caída libre. En un inicio, Washington intervino con un programa de gasto de déficit enorme, y de varios años, en un esfuerzo por evitar que el modo de producción se volcara. Pero dicha intervención fue diseñada para ser gradualmente reducida en los siguientes años. Esta no solo abordaba la crisis financiera inmediata, como muestra el gráfico, sino que era lo suficientemente grande como para detener la fase de contracción de la depresión temporalmente, ya para 2012, muy similar a como lo hizo la intervención de Roosevelt en 1933. En 2013 comienza una modesta expansión que continúa hasta 2015, hasta que, más o menos en 2016, se estabiliza a medida que va cayendo el gasto deficitario de Washington por debajo de determinado nivel. Esta situación se sostuvo, en mayor o menor medida, hasta la emergencia de la pandemia de Covid-19 en 2020.

Entonces, ¿tiene razón Peter Jones sobre los déficits y la tasa de ganancia?

Bueno, tal vez, más o menos.

Pero a quién le importa, ¿cierto?

Quiero decir, no pensaste que pasé por todo esto para probar la hipótesis de Peter Jones, ¿verdad?

No eres tan estúpido.

En serio, a nadie le importa lo que escribió Peter Jones sobre el impacto del gasto del déficit estatal fascista sobre la tasa de ganancia, excepto a mí y a un puñado de otros comunistas ñoños, personas a las que incluso otros comunistas no quieren invitar a sus conferencias con escasa asistencia, porque hacemos preguntas incómodas sobre puntos oscuros en la metodología y en los supuestos.

Lo que realmente interesa comprobar es la hipótesis generalizada de que la Gran Depresión de la década de 1930 haya comenzado como una recesión leve, pero que se convirtió en una depresión prolongada porque la política monetaria se vio obstaculizada por las limitantes del patrón oro.

Hasta algunos marxistas creen en esa mierda.

En 2002, por ejemplo, el futuro presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, escribió:

“Cuando William Jennings Bryan pronunció su famoso discurso de la “cruz del oro” en su campaña presidencial de 1896, hablaba en nombre de agricultores fuertemente hipotecados cuya carga de deuda era cada vez mayor en términos reales, como resultado de una deflación sostenida que siguió al regreso al patrón oro en el Estados Unidos posterior a la Guerra Civil. La angustia financiera de los deudores puede, a su vez, aumentar la fragilidad del sistema financiero de la nación, por ejemplo, al conducir a un rápido aumento en la proporción de préstamos bancarios en mora o en deuda. … Más de cerca, los enormes problemas financieros, incluyendo deudas impagas, las quiebras y los colapsos bancarios, fueron endémicos en el peor encuentro de Estados Unidos con la deflación, en los años 1930-33, un período en el que (como mencioné) el nivel de precios de Estados Unidos cayó a alrededor del 10 por ciento por año”.

Esta declaración es casi graciosa.

Que este pobre simplón realmente creyera que la larga depresión de finales del siglo XIX y la Gran Depresión de la década de 1930 podrían, de alguna manera, ser atribuidas al patrón oro es en realidad bastante irrisorio. Que alguien haya puesto a este tipo a cargo de todo el sistema bancario de los Estados Unidos es, bueno, comprensible, si todos son unos simplones.

Bernanke estaba así de seguro de que la amenaza de la deflación para el siglo XXI (la depresión) podría prevenirse mediante una política monetaria agresiva porque tenía una nueva y asombrosa arma súper secreta, una terminal de computadora, que podía generar billones de dólares a voluntad:

“El gobierno de los Estados Unidos tiene una tecnología, llamada imprenta (u hoy su equivalente electrónico), que le permite producir tantos dólares estadounidenses como desee, esencialmente sin costo alguno. Al aumentar la cantidad de dólares estadounidenses en circulación, o incluso amenazar de manera creíble con hacerlo, el gobierno de los Estados Unidos puede además reducir el valor de un dólar en términos de bienes y servicios, lo que equivale a aumentar los precios en dólares de esos bienes y servicios. Concluimos que, bajo un sistema de papel moneda, un gobierno determinado siempre puede generar un mayor gasto y, por lo tanto, una inflación positiva”.

Y bien, ¿qué resultó de esta arma súper secreta en la práctica?

Bueno, entre 2004 y 2007, el Congreso redujo el déficit casi en un 40% y dejó que la Reserva Federal manejara las consecuencias. Nuevamente, así como sucedió con el anterior acuerdo de reducción del déficit, el de Clinton-Gingrich, la llamada economía entró en recesión. Pero esta vez, en lugar de simplemente desplazar a un puñado de monedas extranjeras, uno o dos fondos de cobertura y unos cuantos planes 401(k), desplazó a todo el mercado inmobiliario sobreapalancado, a una buena parte del sistema financiero global y, finalmente, quebró para siempre la política monetaria convencional.

Y no se detuvo allí.

Como puede verse en el gráfico anterior, el capital nacional de EE. UU. siguió contrayéndose bruscamente, a pesar de las confiadas garantías de Bernanke de poseer las herramientas exactamente para este peor escenario.

Resulta que no tenía nada.

Para detener finalmente la contracción del capital nacional estadounidense iniciada en 2001, tras la catastrófica implosión financiera y el colapso de la política monetaria en 2007-2008, se necesitaron cuatro años más y la inyección de un gasto deficitario equivalente a la deuda federal acumulada total de los 40 años anteriores.

Y eso incluso solo fue suficiente para devolver la producción real, medida en dinero-mercancía, a donde había estado en 2009. Al final, la producción, medida en valor de cambio, fue aproximadamente de un 40% de la que había sido en 2001.

En noviembre de 2013, casi once años después del discurso de Bernanke sobre la deflación, Larry Summers, ex economista jefe del presidente Obama, pronunció su propio discurso, admitiendo abiertamente que el mundo había entrado en una nueva era de estancamiento secular.