CoViD-19 y colapso capitalista: respuestas a algunas preguntas sobre la emergencia actual
por Jehu
Al castellano: Non Lavoro
RESUMEN
Según la Reserva Federal de St. Louis, hasta 47 millones de trabajadores [en EEUU] pueden perder sus empleos como resultado de las medidas de emergencia de salud pública tomadas para controlar la pandemia de coronavirus. Una vez que se contenga la pandemia, esos trabajadores desempleados volverán al mercado laboral en masa buscando trabajo.
47 millones. Si no tomamos medidas ahora para reducir las horas de trabajo, las consecuencias de ese nivel de desempleo son impensables.
Busco los comentarios de todos sobre este documento de discusión.
Entonces, respondamos algunas preguntas.
PREGUNTA: ¿Qué tiene de especial esta crisis?
RESPUESTA: Primero, debe quedar claro que, desde el punto de vista de la teoría laboral del valor de Marx, esto NO es una crisis.
Según Marx, “las crisis son siempre soluciones momentáneas y forzadas de las contradicciones existentes”. Las crisis son internas al modo de producción; surgen de la elaboración de las contradicciones dentro del modo de producción en sí. Este evento es obviamente externo al modo de producción. Según los informes, comenzó con la aparición de una infección viral de origen desconocido en la República Popular de China, que se extendió rápidamente para abarcar la mayor parte del mercado mundial. La pandemia pronto obligó a la mayoría de los estados nacionales a tomar medidas agresivas de salud pública para contenerla. Entre estas medidas se encontraban los llamados distanciamientos sociales para frenar la propagación del virus. Estas medidas llevaron a los estados a cerrar muchas de las llamadas operaciones comerciales no esenciales y a confinar a los ciudadanos a sus hogares.
Estas drásticas medidas de emergencia en la salud pública tuvieron sus propias consecuencias económicas: en primer lugar, como resultado de las medidas de salud pública, muchos capitales se vieron obligados a permanecer inactivos; millones de trabajadores han sido liberados de sus trabajos. En segundo lugar, la emergencia hizo gráficamente notoria la dependencia de millones de personas en este delgado hilo de supervivencia.
Las medidas de salud pública interrumpieron así, tanto la venta de fuerza de trabajo como la circulación de capital.
Para implementar una medida de salud pública necesaria para contener la propagación de una enfermedad mortal, los estados nacionales se vieron obligados a interrumpir el proceso de acumulación capitalista global en sí; se vieron obligados a cerrarlo. Esto hace que la emergencia actual sea muy diferente a, digamos, la Gran Depresión, al colapso de Bretton Woods y a la crisis financiera de 2008, que produjeron las tres mayores crisis económicas de la historia. Esas contracciones económicas surgieron de contradicciones internas al modo de producción y como soluciones forzadas de esas contradicciones.
Este evento puede ser mucho más grande en escala y más extenso que cualquiera de esas crisis, pero la solución a esta emergencia es externa al proceso de acumulación.
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PREGUNTA: ¿Puedes señalar la contradicción central en esta emergencia, y en la cual los comunistas deberían enfocarse?
RESPUESTA: Esta es una pregunta importante. Hemos notado que muchos comunistas se están enfocando en la pandemia y en la estrategia para combatirla. Creemos que este énfasis está fuera de lugar. La pandemia es un gran problema y debe abordarse, pero, para ser sincero, no es nuestro problema. Es un problema de salud pública. En lo personal, seguimos los consejos de los funcionarios de salud pública para no enfermarnos. No tomamos consejo médico de los comunistas, a menos que tengan estudios médicos.
Sin embargo, como comunistas, no podemos evitar considerar la intersección entre las medidas de salud pública necesarias para suprimir la pandemia y las relaciones sociales existentes. Creemos que todos estarían de acuerdo en que estas medidas tienen implicaciones sociales. Desde ese punto de vista, la contradicción central en esta emergencia es entre las relaciones de producción capitalistas y los requisitos técnicos de la emergencia de salud pública.
Como explicamos anteriormente, los requisitos de la emergencia de salud pública exigen el llamado “distanciamiento social” para frenar la propagación del contagio. Pero esta medida ha llevado a la interrupción del proceso de acumulación capitalista, ya que millones de trabajadores fueron obligados a quedarse en sus hogares y las empresas capitalistas no esenciales se vieron obligadas a cerrar. Esto ha producido una contracción económica que probablemente sea mayor que cualquier contracción previa en la historia. Como resultado, los diversos estados nacionales se han visto obligados a intervenir e implementar diversas medidas de alivio diseñadas para reemplazar los salarios de la clase trabajadora y para rescatar a las firmas capitalistas inactivas y en quiebra, al borde del colapso.
La capacidad de intervención no es uniforme entre los estados nacionales. En primer lugar, Estados Unidos puede operar con bastante libertad, ya que controla la moneda de reserva mundial. A continuación, se encuentran aquellos estados naciones, como Alemania y China, que han acumulado grandes reservas de divisas. Pueden, si así lo desean, gastar algunas de estas reservas para mantener la acumulación capitalista en soporte vital por algún tiempo. Siguiendo a estas nación con excedentes están aquellos países que tienen derecho a pedir prestado en caso de necesidad. Tienen cierta capacidad limitada para mantener sus capitales nacionales en soporte vital, pero esto está circunscrito por acreedores extranjeros y nacionales. En la parte inferior de la pirámide se encuentran la gran mayoría de las naciones que tienen pocos recursos y dependen por completo de la asistencia extranjera.
El reciente paquete de los Estados Unidos ascendió a alrededor de $ 2.2 billones. Esto es aproximadamente el diez por ciento de su producto interno bruto para 2019. Es el tercer y el más grande paquete de rescate en ser pasado a ley. Nadie piensa que este sea el último paquete que se requerirá para esta emergencia; ya se está trabajando en un cuarto paquete. Estos paquetes están diseñados para mantener las relaciones de producción existentes hasta que pase la emergencia y pueda restablecerse el funcionamiento normal del modo de producción. No creemos que nadie se imagine que hay otra nación que tenga la capacidad de hacer lo que está haciendo Estados Unidos.
Ciertamente, no hay estado nación en el cuarto grupo que tenga esta capacidad. Tenemos nuestras dudas de que haya algún estado nación en el grupo tres que la tenga sin apoyo internacional. En gran parte, todo esto depende de la duración de esta emergencia. Pocos estados nacionales tienen los recursos para sostener programas para reemplazar los salarios de sus respectivas clases trabajadoras por las ganancias de los capitales, a través de estos paquetes de gastos, por mucho tiempo. Solo por dar un ejemplo, costaría aproximadamente $ 200 mil millones [de dólares] al mes reemplazar los salarios del 30% de la clase trabajadora de los Estados Unidos si no pudieran trabajar por las medidas de distanciamiento social, utilizando el salario medio BLS 2019 de $ 48.672 [dólares anuales] como nuestro salario base.
En Europa, muchas personas han perdido su trabajo, pero está siendo disfrazado de una forma u otra por los programas estatales. Según el New York Times, el aumento de las solicitudes de desempleo en las últimas dos semanas es “una peculiaridad estadounidense”. No se están destruyendo tan rápido los trabajos en otros lugares. Aparentemente, los gobiernos de otras regiones están protegiendo el empleo y haciendo posible que los trabajadores mantengan sus trabajos incluso en industrias que están cerradas. El estado paga sus salarios mediante pagos directos a los empleadores.
Estados Unidos llega tarde a firmar esta estrategia social-fascista. Pero todavía está tratando de alentar a los empleadores a mantener a sus trabajadores en nómina a través del llamado Programa de protección de cheques de pago. Esto podría ocultar el alcance del daño causado a las fuerzas productivas en esta crisis, pero poco hace por mitigar el daño real. (La Oficina de Estadísticas Laborales no cuenta a los trabajadores como desempleados si todavía están en nómina, incluso si trabajan cero horas).
Lo más despreciable del programa es que obliga a los trabajadores a seguir dependiendo de su empleador para recibir ayuda estatal.
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PREGUNTA: ¿Cuán extensivo es el daño al modo de producción en esta emergencia?
RESPUESTA: Hemos afirmado que el capitalismo está muerto y algunos objetan esta declaración. Bien, vale. Como mínimo, la acumulación capitalista se ha paralizado en gran medida.
Pero aquí está la cosa: el capital, como todos sabemos, es valor en movimiento, valor autoexpandible. ¿Cómo se detiene el valor en movimiento? ¿Qué le sucede al capital cuando el valor mismo ya no circula como valor autoexpandible? ¿Puede uno simplemente apagar el capital, como un interruptor de luz, durante semanas, o incluso meses, y volver a encenderlo una vez que las autoridades de salud pública hayan dado el “todo despejado”?
No vayas tan rápido a responder: “Sí”.
Nunca hemos estado aquí antes. Y, en gran medida, nuestras acciones inmediatas estarán determinadas por la respuesta que demos. Si asumimos que el capital está muerto, actuaremos de una manera. Si asumimos que el capital está vivo y solo esperando volver a la acción, como Donald Trump, actuaremos de otra manera. La rápida acción que llevó a la adopción de medidas de ayuda en Washington sugiere que los fascistas no creen que el capital sea tan resistente como los comunistas parecen pensar que es.
Parafraseando a ese oficial estadounidense en Vietnam, los fascistas hallaron necesario destruir el capitalismo para poder salvarlo.
¿Qué tan malo se ha puesto ya?
Esto no está claro, pero ya es algo sin precedentes:
La Reserva Federal ha pronosticado que hasta un 30 por ciento de los trabajadores serán desplazados de sus trabajos como resultado de esta emergencia.
Primero, el arcaico sistema de informes de desempleo colapsó por completo en esta emergencia, según un medio de comunicación. Básicamente, el informe mensual de la nómina no agrícola, que nos dice qué tan grave se ha vuelto el desempleo, muestra que el desempleo general en los Estados Unidos cayó solo en 701.000 personas, aunque millones han perdido ya sus empleos en las últimas dos semanas. La razón de esto está en la forma en que Washington recopila y publica los datos. El Instituto de Política Económica tiene un artículo sobre este problema.
El horrendo daño realmente hecho a las fuerzas productivas por esta emergencia puede estar oculto a las estadísticas oficiales durante un mes. Esto es un problema. A menudo, la realidad solo es real para las comunidades si el gobierno lo informa y los medios le hacen eco. Pero la forma en que el gobierno de los Estados Unidos recopila datos está diseñada deliberadamente para mitigar la percepción pública de asuntos como el aumento del desempleo y la inflación, por razones obvias.
Sin embargo, tenemos acceso a sustitutos un poco más confiables.
Está el informe semanal de reclamos de desempleo inicial de BLS que muestra saltos inimaginablemente grandes en los subsidios de desempleo en las últimas dos semanas, de casi 10 millones de personas. Se trata de más subsidios de desempleo que en la totalidad de la crisis financiera del 2008.
También podemos mirar a otros países. Israel, enfrentando el mismo bloqueo de salud pública del estado, ha visto su tasa de desempleo saltar de mínimos históricos a 24% en un solo mes. Mientras España también ha visto un salto masivo en los subsidios de desempleo, que casi ha eliminado todo el aumento del empleo que hubo desde 2013.
También tenemos otros indicadores que sugieren daños masivos: la industria automotriz permanece completamente cerrada; la cantidad de pasajeros en el metro ha bajado un 75%; los viajes aéreos han bajado un 93%; y el tráfico minorista ha caído un 97%.
Más allá de esto, el índice europeo de gerentes de compras, un sondeo de gerentes de compras en el sector servicios, está cercano a niveles apocalípticos. Italia ha caído de 52.1 a 17.4; España ha caído de 52.1 a 23; Francia colapsó de 52.5 a 27.4 y Alemania cayó de 52.5 a 31.7.
En conjunto, estos diversos sustitutos nos sugieren que las medidas de salud pública para contener la pandemia están causando daños masivos y continuos a la acumulación capitalista.
Otra razón, menos directa, para esperar una carnicería sin precedentes para las fuerzas productivas, es que sospechamos que el terreno del mercado mundial se ha preparado para este evento tanto como los años de sequía preparan una región para incendios forestales incontrolables. Hace mucho tiempo que la literatura señala la acumulación de una gran masa de capital superfluo y de una gran población de trabajadores excedentes, resultantes de la transformación de la agricultura y de la optimización de la productividad del trabajo social en la industria, junto a los esfuerzos estatales por diseñar la expansión continua de trabajo vacío en el sector terciario, mediante el gasto masivo del déficit.
Las medidas tomadas en la presente emergencia parecen haber perforado una burbuja que ha tenido al menos nueve décadas de formación, desde la Gran Depresión. No podríamos enfatizar demasiado la importancia de esta situación. Hemos acumulado ya una enorme población excedente, de las contracciones económicas anteriores, que no han sido absorbidas nuevamente en el empleo productivo. Las medidas de emergencia tomadas en respuesta a esta pandemia aumentarán esos números fácilmente en al menos una magnitud. Y es probable que, cambios profundos en la economía, pronosticados para la próxima década (por ejemplo, automatización generalizada), puedan realizarse ahora en cuestión de meses o incluso semanas.
Seamos claros: no es necesario ser catastrófico para comprender lo que ha sucedido aquí. En dos cortas semanas, los valores del capital han sido destruidos y los trabajadores han sido liberados de la producción a una escala inimaginable, rara vez vista en una contracción económica en estado avanzado, que dure años, sino décadas. Y esto ha ocurrido no solo en uno o dos países, sino en casi todas las naciones del planeta y en todas juntas.
Nos es difícil pensar que alguien que contemple esta situación pueda operar desde el supuesto básico de que el capitalismo ha sobrevivido.
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PREGUNTA: Probablemente hay poco que podamos hacer para detener el depósito directo de estos ‘salarios’. O cheques de desempleo, etc. ¿Cómo evitamos que se reinicie la acumulación global? ¿Podemos de alguna manera controlar la restauración de los capitales y la restauración de los salarios?
RESPUESTA: La única forma de evitar que se reinicie la acumulación capitalista es reducir inmediatamente las horas de trabajo. Necesitamos reemplazar el actual cierre de emergencia de negocios no esenciales con una reducción estricta de horas de trabajo de una magnitud similar. Al reducir radicalmente las horas de trabajo e imponer una compensación a través de un aumento dramático en el salario mínimo, al menos podemos imponer restricciones severas en la escala de cualquier intento futuro de restablecer la acumulación capitalista.
No se necesita ser científico espacial para entender cómo funciona esto:
Se estima que este cierre de emergencia de los negocios no esenciales eventualmente conduzca a que aproximadamente 47 millones de trabajadores estén desempleados, suspendidos o inactivos. Esto se traduce en una reducción estimada del PIB en aproximadamente un 30-35% y en el empleo real en aproximadamente un 30%.
La estrategia actual adoptada por los fascistas se basa en que el cierre se termine antes de que sea necesaria otra medida de alivio. El monto de la medida de alivio recientemente aprobada es de $ 2.2 trillones [de dólares], pero es un simple recurso de relleno temporal hasta que se pueda reiniciar el proceso de acumulación capitalista. Como dijimos anteriormente, se necesitan alrededor de $ 200 mil millones [de dólares] al mes para reemplazar los salarios de aquellos que han sido despedidos, suspendidos o separados de sus trabajos. (Esto asumiendo que el 30% de la clase trabajadora sea desplazada y reciba un estipendio promedio de aproximadamente $ 50 mil [dólares anuales] en lugar de salarios. Los fascistas no pagarán $ 50k, por supuesto, pero lo que no pagan sí se perderá en las ventas, por el otro extremo.) Esto no incluye otros programas diseñados para mantener a flote a las empresas capitalistas, en particular a las pequeñas empresas, hasta el momento en que pueda restablecerse el funcionamiento normal del modo de producción. Y no incluye, finalmente, la ayuda a los estados cuyos ingresos han colapsado, los fondos de pensiones, diversas agencias independientes, y el sistema médico, al que se está haciendo hincapié más allá de lo creíble.
Ahora, intenta financiar esto (o algo por el estilo) mes tras mes tras mes, en Nigeria o en Venezuela, donde los precios del petróleo se han derrumbado porque se ha derrumbado la demanda en esta emergencia. Obviamente, esta estrategia no puede funcionar en ningún otro lugar que no sea en Estados Unidos y en un puñado de países muy ricos.
Los comunistas, especialmente aquellos en los países ricos, que defienden esta estrategia necesitan verificar su privilegio, como se dice.
La estrategia que nosotros defendemos es simple: puesto que ya estamos viendo un colapso del 30-35% en el PIB y en el empleo, y dado que la acumulación capitalista se ha detenido ya por esta emergencia de salud pública, ¿por qué no simplemente fijamos aquí las cosas? Esto significaría una reducción dramática en las 48 horas semanales de trabajo a 28 o 24 horas por semana, digamos, tres días de 8 horas. En lugar de tratar de gastar el déficit para restaurar las relaciones de producción capitalistas, podríamos imponer una reducción de las horas de trabajo a una escala similar al 30% de desempleo que la emergencia de salud pública ya hizo necesaria.
¿Cuáles son las ventajas?
Primero, la acumulación absoluta de exceso de capital y una población excedente de trabajadores se ha detenido en su mayor parte, a nivel mundial. Al fijar una profunda reducción de horas de trabajo en este punto, evitamos que los capitalistas la reinicien. Podríamos ir más allá y reducir las horas de trabajo aún más a 15 horas o incluso diez horas, imponiendo límites draconianos a la acumulación y forzando la introducción de la automatización para compensar por el rápidamente decreciente mercado de trabajo.
En segundo lugar, como muestran los datos satelitales, el nivel actual de horas de empleo está teniendo un impacto dramático en el cambio climático global. La reducción de las horas de trabajo tiene un impacto inmediato en este problema y puede visualizarse notablemente. Estaríamos duplicando en este desarrollo positivo.
Tercero, como ya más escritores lo comienzan a notar, la reducción de las horas de trabajo tiene un impacto positivo en la cohesión y en los salarios de la clase trabajadora. Este es, con mucho, el factor más importante a ser pensado por los comunistas. Por otro lado, queremos advertirle a aquellos que están complacidos con la restauración de la acumulación capitalista, que el daño causado a los mercados laborales en este período es inimaginablemente extenso y tomará mucho tiempo en sanar. Cuarenta y siete millones de trabajadores que buscan trabajo frenéticamente no es algo que deberíamos querer que ocurra en los Estados Unidos. (Solo dibújalo en tu mente). Pero esto es exactamente lo que puede suceder si la emergencia pasa y se restablece el statu quo ante.
Por dar un ejemplo: es probable que el retail “de ladrillo y mortero” no vuelva más. Eso es uno de cada cuatro trabajadores en los Estados Unidos. ¿A dónde irán esos trabajadores a buscar trabajo?
Cuarto, la reducción de las horas de trabajo, especialmente en los países ricos, causará, naturalmente, la fuga de capitales. Por extraño que parezca, esto es en realidad algo bueno. África, Asia y América Latina necesitan inversión. No lo obtendrán a menos que el capital actualmente encerrado en los países ricos se vea forzado a huir a las regiones menos desarrolladas de los mercados mundiales. Una reducción dramática de las horas de trabajo aquí acelerará este proceso.
Quinto, reducir las horas de trabajo acelerará la automatización. No hay mejor manera de obligar a los capitalistas a introducir mejores métodos de producción que aumentarles los costos laborales. Reducir las horas de trabajo puede hacer esto al aumentar la cohesión y el poder de negociación de la clase trabajadora, así como dejar a 47 millones de trabajadores desempleados puede debilitar a la clase trabajadora, al balcanizarla y fragmentarla.
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Hacemos un llamado a un cambio en la estrategia comunista que tenga en cuenta la nueva realidad creada por las medidas de emergencia impuestas por el estado al proceso de acumulación capitalista. Debido a esta pandemia, el estado se ha visto obligado a hacer lo que los comunistas han estado intentando hacer desde la época del Manifiesto Comunista: apagar el proceso de acumulación capitalista.
Es cierto que ha sucedido de una manera que no esperábamos. La pandemia es un cisne negro. Y lleva un segundo ponerle cabeza al hecho de que ha sucedido. Los trabajadores están fuera del trabajo no por una huelga general, sino porque el estado ha cerrado todos los negocios no esenciales. Esto no sucedió de la manera que esperábamos. ¡Pero sucedió! El proceso de acumulación ha parado. ¡En eso estamos realmente ahora!
El estado se ha visto forzado, en contra de su voluntad, a cerrar todos los negocios no esenciales; a parar el proceso de acumulación en sí. ¿Qué podemos hacer en este mismo instante para mantenerlo apagado? Hay millones de trabajadores ahora que han sido liberados del empleo productivo; están desempleados. Necesitamos luchar por convertir esta enorme masa de desempleo en tiempo libre para todos los miembros de la sociedad. La alternativa es un proyecto de ley de ayuda tras otro, mientras el estado intenta desesperadamente mantener las viejas relaciones de producción.
No podemos dejar pasar otra oportunidad, como sucedió durante la Gran Depresión, cuando el capital se detuvo y los trabajadores lucharon por la reducción de la semana laboral, pero en su lugar obtuvieron el programa de estímulo del New Deal y la Segunda Guerra Mundial.