Hipsters marxianos, marxistas de la vieja escuela y las nociones abstractas y fetichizadas de la emancipación social
por Jehu
Al castellano: Non Lavoro
A los hipsters de la crítica del valor se les puede oír frecuentemente describir la sociedad actual como una sociedad fundada en un modo abstracto y fetichizado de dominación social. El resto de nosotros no tenemos ni puta idea de lo que eso significa, pero sabemos que suena bastante impresionante. Si se les presiona para que expliquen qué significa esa mierda, el hipster de la crítica del valor podrá referirse a Adorno o a algún otro teórico de peso, como lo hace el autor de esta publicación de blog: “El éter de la sociedad que todo lo penetra: Adorno, intercambio y dominación social abstracta”:
“[S]egún Adorno, a diferencia del pronóstico ‘idealista’ subjetivo y ‘reflexivo’ de la reificación, que se centra en la apariencia no dialéctica de la cosa, y la crítica que busca dinamizar estas cosas, el problema está en las ‘condiciones’ sociales que estructuran la interacción humana.
En opinión de Adorno, esto último es teorizado por el análisis de Marx del carácter fetichista de la mercancía, lo que Adorno lee como una categoría social que expresa la forma social objetiva de las relaciones sociales existentes.
“El carácter fetichista de las mercancías no se atribuye a la conciencia subjetivamente equivocada, sino que se deduce objetivamente de lo social a priori, el proceso de intercambio”.
” ¡Ah!”, asiento con la cabeza como indicando acuerdo, sobre todo porque no quiero exponer mi incapacidad total para comprender una sola maldita palabra de este blogger: “Sí, debemos deducir objetivamente algo que requiere ocho semestres de filosofía hegeliana de otra cosa que requiere dominio de El Capital, volúmenes 1, 2 y 3. Ah … y por cierto, ¿quieres papas fritas con tu pedido?”
Afortunadamente, para el resto de nosotros existe La ideología alemana. En un conciso fragmento de 1600 palabras de esa obra, Marx y Engels resumen su visión de la relación entre el individuo, la clase y la comunidad. Hay mucho en el argumento de este fragmento de La ideología alemana que rechaza las nociones comúnmente sostenidas por los marxistas hipsters y por el marxismo de la vieja escuela. Por ejemplo, Marx y Engels argumentan que la formación de la clase burguesa resulta del hecho de que estos individuos estaban cada vez más materialmente unidos por el desarrollo de las fuerzas de producción. Al mismo tiempo, se enfrentaban al mismo antagonista. Sus condiciones les eran comunes y estaban en contradicción con la vieja sociedad, pero eran, a su vez, independientes de cada uno de los miembros individuales de la clase burguesa — por ejemplo, el comercio, las comunicaciones, el dinero, etc. Luego de un tiempo, estas condiciones comunes se convirtieron en las condiciones materiales de una clase.
Marx y Engels escriben:
“Idénticas condiciones, idénticas antítesis e idénticos intereses tenían necesariamente que provocar en todas partes, muy a grandes rasgos, idénticas costumbres”
Esta clase burguesa se formó solo gradualmente, se dividió de acuerdo a una división del trabajo y absorbió a las clases propietarias existentes de la vieja sociedad. La burguesía se formó en una clase solo en la medida en que emprendieron una batalla común contra otras clases en la vieja sociedad. En ausencia de esta batalla común contra las otras clases, explicaron Marx y Engels, estaban en términos hostiles entre sí como competidores. Puesto que las condiciones comunes de la clase burguesa existen independientemente de los individuos separados que la integraban, los individuos eran subsumidos bajo la clase — sus condiciones de existencia, posición social y desarrollo les son asignadas. Marx y Engels explicaron que esta existencia independiente de sus condiciones materiales de existencia era la subyugación de los individuos separados a la división del trabajo; y solo puede eliminarse mediante la abolición del trabajo y la propiedad. Además, fue esta subsunción de los individuos bajo la clase lo que produjo la peculiar conciencia de clase burguesa.
Así Marx y Engels plantean el que es, para nosotros, un argumento fundamental y de gran alcance:
“Esta inclusión de los individuos en determinadas clases no podrá superarse, en efecto, hasta que se forme una clase que no tenga ya por qué oponer ningún interés especial de clase a la clase dominante”
Para comprender cuán crítico es el argumento de Marx y Engels en el párrafo 3 de esta sección para la noción de emancipación social, tenemos que compararlo con los 2 párrafos anteriores. En el párrafo 1, Marx y Engels hablan de una clase burguesa que surge gradualmente en “una lucha con el mismo antagonista”. El proletariado, sin embargo, es en sí mismo el producto de la clase burguesa, que convierte a la mayoría de los antes sin propiedad y a una parte de las clases propietarias en un proletariado. Esta masa proletaria, por lo tanto, emerge como un producto directo de la clase burguesa y no tiene ningún interés de clase particular que afirmar contra la clase dominante.
Así, la tesis fundamental de todo el marxismo de la vieja escuela — la afirmación de que la clase trabajadora tiene su propio y singular interés de clase, y que la afirmación de este interés es el motivo de sus esfuerzos por emanciparse — nunca existió en el argumento que Marx y Engels esbozan en La Ideología Alemana. Es una invención creada por los idiotas del marxismo de la vieja escuela. Además, la tesis de un interés de la clase trabajadora que se opone a un interés de la clase burguesa no se puede encontrar en ninguna parte de los escritos de Marx y Engels precisamente porque, para ellos, la ausencia de tal interés de la clase trabajadora es la premisa del concepto mismo de emancipación social en sí: precisamente porque esta clase emergente no tiene interés que afirmar, puede poner fin a las clases y a la sociedad de clases.
Cada faceta de su argumento sobre la emancipación social se desprende de su premisa de que el proletariado no tiene ningún interés de clase para afirmar contra la clase burguesa.
Si, por lo tanto, de cien maneras diferentes, hacemos la misma pregunta — ¿por qué el proletariado actúa con tanta frecuencia contra sus propios intereses? — la respuesta a esta pregunta es obvia: porque no tiene interés como clase. Los intereses comúnmente imputados al proletariado no son su propio interés, sino un prejuicio de quienes le imputan este interés. Como el proletariado no tiene intereses, por definición no puede actuar en contra de sus propios intereses. La subsunción del proletario bajo la clase se expresa en su conciencia como la ausencia de clases y, por lo tanto, de la sociedad de clases.
Para el proletariado, las clases no existen en la sociedad moderna; para cada miembro de esta clase, todos los demás miembros del proletariado son simplemente competidores.
El proletariado es único en la sociedad moderna en el sentido de que sus condiciones materiales de vida se caracterizan por la hostilidad y la competencia universal. No hay, para esta clase, ningún interés común que afirmar en la lucha con un mismo antagonista, ni hay un antagonismo al sistema existente. El resultado es que cuando los marxistas de la vieja escuela dependen teóricamente de argumentos como el que asume un “interés de la clase trabajadora”, ellos, al involucrarse en esta falacia, ignoran la base material real de la emancipación social. Hay, por supuesto, un impulso comunista real en el proletariado, a pesar del hecho de que no tiene interés en afirmar contra sus explotadores, pero no es el que los comunistas suelen identificar como tal. Por las que ahora deben entenderse como razones obvias, Marx y Engels no asumieron que el proletariado afirme su interés contra la burguesía.
En cambio, asumieron algo mucho más profundo: el proletariado trataría de poner fin a la hostilidad y la competencia universales dentro de su propia clase, una competencia que impregna las relaciones sociales dentro y entre los proletarios y que les parece a nuestros hipsters de la crítica del valor como un modo de dominación social abstracto y fetichizado peculiar del modo de producción capitalista. La revolución proletaria no se preocupa en lo más mínimo por la clase capitalista, sino por su propia fragmentación.
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Trata de hacer que los comunistas dejen de cotorrear sobre “el capitalista esto y el capitalista aquello” en vano. Para nuestros marxistas de la vieja escuela en particular, no hay nada tan revolucionario como declarar cuánto odian al capitalista, cuando en realidad el capitalista es completamente marginal al problema de la emancipación social.
Ofrezco este interesante ejemplo de cómo el marxismo de la vieja escuela aborda la cuestión de la competencia dentro de la clase trabajadora en contraste con Marx — un ejemplo que también trae las abstracciones de los hipsters marxistas desde las nubes de la filosofía hegeliana:
Según Marx, la competencia funciona de esta manera:
“El resultado es: cuanto más trabaja, menos salarios recibe. Y por esta sencilla razón: cuanto más trabaja, más compite contra sus compañeros de trabajo, más los obliga a competir contra él y a ofrecerse en las mismas condiciones miserables que él; para que, en última instancia, compita contra sí mismo como miembro de la clase trabajadora”.
Sin embargo, después de citar a Marx, el escritor marxista de la vieja escuela afirma:
“Con la introducción de maquinaria, menos trabajadores pueden producir una producción más alta. Por lo tanto, el número de desempleados también crece y, con ello, la competencia por los empleos, lo que facilita a los patrones reducir los salarios”.
Observa cómo Marx nunca menciona el desempleo en su argumento, pero el marxista introduce este término en su propio argumento. Esto lleva al lector a una comprensión completamente falsa. El desempleo no produce competencia entre la clase trabajadora; la competencia produce desempleo. La idea de que el desempleo produce competencia es la razón por la que tantos marxistas piensan que el “pleno empleo” puede reducir la competencia. No puede. La relación sugerida por los defensores del “pleno empleo” es una falacia completa. La idea de que el desempleo provoca una mayor competencia entre los trabajadores y, por lo tanto, conduce a una caída de los salarios, es importada de la economía burguesa.
En realidad, todos los individuos de la sociedad moderna están en términos hostiles entre sí, sin importar el nivel de empleo. Estos individuos solo conforman una clase cuando están realmente en conflicto con otra clase — una condición que no es válida para los proletarios. Los marxistas, sin embargo, han dado vuelta la teoría laboral al sugerir que la competencia entre los trabajadores está mediada por el desempleo. No lo está. La competencia está mediada por la división de las condiciones de producción, la división del trabajo en sí. Cuando la trabajadora está en el trabajo, está compitiendo contra otros trabajadores que también están en el trabajo.
De acuerdo con Marx:
“Por lo tanto, impulsado por la necesidad, él mismo multiplica los efectos desastrosos de la división del trabajo”.
La competencia no termina una vez que la trabajadora ha asegurado la venta de su fuerza laboral, sino que continúa incluso después de la venta mientras trabaja. El trabajo en sí, no el desempleo, aumenta la competencia entre los trabajadores; según Marx:
“La mayor división del trabajo permite a un trabajador realizar el trabajo de cinco, 10 o 20 trabajadores; por lo tanto, aumenta la competencia entre los trabajadores cinco veces, diez o veinte veces. Los trabajadores compiten no solo vendiéndose uno más barato que el otro, sino también uno haciendo el trabajo de cinco, 10 o 20; y se ven obligados a competir de esta manera por la división del trabajo, que es introducida y mejorada constantemente por el capital”.
Cuanto más duro, más intenso, más largo y más productivo sea el trabajo de la trabajadora, más producirá una masa de competidores que se opondrán a ella. La trabajadora no solo produce mercancías, sino que produce el ambiente cada vez más hostil y competitivo en el que ella misma trabaja. En la medida en que la productividad de su trabajo aumenta, también aumenta el número de sus competidores.
Para poner fin a la competencia, debe poner fin a su propio trabajo — una condición que solo se puede realizar en asociación.