Pregunta de Platypus No. 4: La Gran Depresión, la izquierda, y la política del trabajo

por Jehu

Al castellano: Non Lavoro

https://therealmovement.wordpress.com/2013/12/09/platypus-question-no-4-the-great-depression-the-left-and-the-politics-of-work/


En la pregunta 4, el grupo Platypus pregunta sobre las influencias históricas que dan sustento a la política del trabajo:

“4. En la historia de la izquierda, ¿qué ejemplos consideras que dan sustento a tu actitud hacia las políticas del trabajo y el desempleo actuales, y qué es lo relevante en estos asideros?”

Creo que el evento seminal en la formación de la actitud de la izquierda (no de mi actitud) hacia la política del trabajo y el desempleo, es su incapacidad, transcurridas ocho décadas, de comprender qué fue la Gran Depresión. En gran medida, el marxismo está precisamente en el mismo punto en que estaba en su período clásico, y en ciertos aspectos importantes, ha retrocedido.

Definiría el período clásico del marxismo como el período entre la muerte de Marx y Engels, y el comienzo de la Depresión. Lo interesante del período clásico fue el intento de extender la teoría laboral al siglo XX y la segunda revolución industrial. Dicho intento, se topó necesariamente con la cuestión de la relación del estado con la operación de la ley del valor. La cuestión era si el estado operaba fuera de la ley del valor. Si la respuesta era sí, entonces se hace muy difícil darle explicación a la política, pues tendría que basarse en métodos ajenos a la teoría laboral propiamente tal. Si la respuesta era no, la extensión de la teoría laboral al estado estaba aún por ser realizada.

Tenemos algunos indicios muy tentadores en dirección a la segunda visión de parte de Marx y Engels: Primero, que Marx planeara incluir en El Capital un volumen sobre el estado, nos sugiere que creía que su desarrollo en la época capitalista también podría explicarse por la teoría laboral. Segundo, Engels incluye una pista para esta relación en “Del socialismo utópico al socialismo científico“, donde describe al estado como algo más que un mero instrumento de coerción de clase. Según Engels, el estado es “esencialmente una máquina capitalista” que existe para “dar soporte a las condiciones externas del modo de producción capitalista contra las intrusiones, tanto de los trabajadores como de los capitalistas individuales”. Pero con el tiempo, esta máquina capitalista se convertiría en algo más que esto: “se convierte de hecho en el capitalista nacional”. Engels se esfuerza en afirmar explícitamente que esto marcaría “un avance económico, el logro de otro paso preliminar a la toma de todas las fuerzas productivas por la sociedad misma”. Según Engels, el estado “tendrá finalmente que asumir la dirección de la producción”. El estado es ciertamente anterior al capital, pero Marx y Engels dan pistas claras de que, en su opinión, el capital transformaría a este antiguo órgano.

La tendencia, entre los teóricos laborales, ha sido la de ignorar estas pistas y tratar al estado de manera ahistórica, como un mero instrumento de dominación de clase. Este defecto ha tenido serias consecuencias para el análisis que la teoría laboral hace del modo de producción desde la Gran Depresión. Fue durante la Gran Depresión que por primera vez surgió la gestión estatal de la producción como una característica permanente del capital. Es decir, durante la Gran Depresión, el estado emerge como el capitalista nacional, tal como lo predijeron Engels y Marx. Pero también es el período en el que por primera vez vemos la aparición de aquello que Keynes llamó “desempleo tecnológico”, que se produce por que “el descubrimiento [de la clase capitalista] de los medios de economización del uso del trabajo, supera al ritmo en que se puede hallar nuevos usos al trabajo”. Es decir, por primera vez vemos una masa de trabajadores que ya no pueden hallar un lugar en el empleo productivo del capital.

Otra forma posible de describir esto, es que el modo de producción en sí comienza a encontrarse con los límites de su expansión. Desde la Gran Depresión en adelante, la principal preocupación de la política es el “pleno empleo” — objetivo que por primera vez declara la Alemania nazi.

El difunto Chris Harman, marca este desarrollo de esta manera:

“Esto empezó a suceder en la gran crisis de los años de entreguerras. Lejos de que las quiebras de algunas empresas pusieran fin a la crisis, tras un par de años profundizaron su impacto. Como consecuencia, los capitales de todas partes recurrieron a los estados por protección. A pesar de sus diferencias políticas, esto era lo que tenían en común el New Deal en los EE. UU., el período Nazi en Alemania, los regímenes populistas emergentes en América Latina o la aceptación final de la intervención estatal keynesiana como ortodoxia económica en la Gran Bretaña en tiempos de guerra. Dicha interdependencia de los estados y los grandes capitales fue la norma en todo el sistema en las primeras tres décadas después de la Segunda Guerra Mundial, un arreglo que ha sido distintamente llamado ‘capitalismo de estado’ (mi término preferido), ‘capitalismo organizado’ o ‘fordismo’.”

Vale decir, a partir de ese momento, el estado emerge en toda su extensión como estado fascista, un estado cuyo objetivo declarado es evitar la aparición del “desempleo tecnológico”.

La relevancia de estos hechos es obvia: toda la política actual está determinada por la función del estado como administrador del capital nacional total, cuyo objetivo es maximizar el empleo, es decir, maximizar la expansión del trabajo asalariado. Todo conflicto político entre las dos grandes clases de la sociedad burguesa se lleva a cabo dentro de los límites de esta función del estado. Ante esto, la política jamás puede ir más allá de las batallas entre las dos clases por cómo se expande la esclavitud asalariada, jamás puede buscar su abolición.

Las limitaciones de la política no solo definen los límites de la lucha entre las clases, sino que definen las limitaciones de la política de izquierda — una política que es inherentemente incapaz de superar el modo de producción capitalista.