Diez preguntas de Platypus sobre la política del trabajo: una respuesta

por Jehu

Al castellano: Non Lavoro

https://therealmovement.wordpress.com/2013/12/06/ten-questions-from-platypus-on-the-politics-of-work-a-response/


1. La cuestión del trabajo EN LA POLÍTICA CONTEMPORÁNEA tiene una fuerza profundamente conservadora.

Pregunta 1:

¿Cómo caracteriza usted, como cuestión política en la sociedad contemporánea, al trabajo y al empleo? ¿Qué hay de mal en el desempleo? Y/o ¿qué hay de mal en el trabajo?

Para realmente responder esta pregunta, es importante tomar distancia y preguntarnos: ¿qué sentido tiene el trabajo para la sociedad en general? No importa cómo se pueda caracterizar el trabajo y el empleo como una cuestión de la política contemporánea, porque la política en sí está  totalmente determinada por el trabajo. En parte, la dificultad para evaluar el trabajo como una cuestión política se deriva del hecho de que cuando hablamos del trabajo como una cuestión política, estamos en realidad hablando de la expresión política del trabajo.

Lo que se expresa en la política es la naturaleza contradictoria del trabajo mismo en la sociedad contemporánea. Y podemos describir ese carácter contradictorio de esta manera:

  1. Hasta el presente, el trabajo ha determinado todas las demás relaciones dentro de la sociedad.
  2. El trabajo está desapareciendo, está siendo abolido por el desarrollo de las fuerzas productivas, por la industrialización del proceso laboral.

La política contemporánea es un reflejo de que, para ambas clases, el trabajo es necesario, y sin embargo, completamente superfluo. Sin trabajo no hay capital; por ende, el capital tiene interés en mantener el trabajo por sobre todas las cosas. Sin embargo, y con la misma claridad, sin trabajo no hay trabajadores — la mayoría en la sociedad, los trabajadores, no pueden existir como clase sin él. Como cuestión política, es decir, como cuestión del conflicto entre las dos clases, no existe un conflicto real entre ellas sobre este tema. Ambas clases, como clases, no quieren otra cosa que mantener la relación trabajo asalariado y capital.

Esta es una tendencia profundamente conservadora dentro de la política contemporánea que hace impensable siquiera la idea de la abolición del trabajo. En la política, no hay un electorado para abolir el trabajo, ni puede haberlo, ya que toda la política no es más que el conflicto entre las clases. Y a pesar de todos sus posibles conflictos sobre cuestiones políticas marginales con los capitalistas, sobre esta cuestión, los trabajadores no tienen ningún interés que afirmar. La sola  idea de que pueda haber un movimiento político para abolir el trabajo asalariado es incoherente.

Dadas las premisas del materialismo histórico, es de esperar que, como cuestión política, el trabajo sea profundamente conservador de las relaciones existentes. Conceptos como “desempleo”, “creación de empleo”, “pleno empleo”, etc., expresan el carácter profundamente conservador de la política contemporánea. Por ejemplo, el término “desempleo” sugiere que el tiempo disponible, es decir, el tiempo fuera del trabajo, es, como dijo Robinson, peor que la esclavitud asalariada. Creo que primero tenemos que lidiar con el problema de que la política del trabajo es profundamente conservadora; y luego podremos preguntarnos qué hacer al respecto.

Aún no hemos aceptado que la política del trabajo en sí tenga como objetivo conservar las relaciones existentes.

Una pista que tal vez sea útil: no encuentro una sola instancia en El Capital en la que Marx hable del desempleo. Es cierto, en el capítulo 25, habla de “la transformación constante de una parte de la población trabajadora en manos desempleadas o a medio emplear”. Pero “desempleadas” en este contexto significa “no empleadas por el capital”; mientras que “desempleo” significa “no poder vender la propia fuerza de trabajo”.

Y esto no es solo una cuestión semántica.

El capital, cuando no se emplea realmente como capital, sigue siendo dinero — está siempre listo para entrar en circulación como capital. Pero, a medida que el capital se desarrolla, una parte creciente de este capital recién producido no puede, bajo ninguna circunstancia, convertirse en capital real: se vuelve superfluo para la producción de plusvalía.

Supongamos que la fuerza de trabajo de la reserva industrial desempleada al principio tiene este carácter: no está empleada, pero está lista para entrar en circulación, para ser utilizada. Entonces, ¿qué es el “desempleo” en contraposición a “desempleado”? Keynes argumentó que el “desempleo” se debe a que “nuestro descubrimiento de los medios para economizar el uso del trabajo, supera al ritmo al que podemos encontrar nuevos usos para el trabajo”. Esta no es la reserva industrial de Marx: vale decir, un ejército de reserva listo para ser reclutado en la producción de plusvalía. Se trata, más bien, de una población de trabajadores permanentemente sin empleo, que se ha vuelto superflua para la producción de plusvalía.

En el volumen 3 [de El Capital], Marx se refiere a esta población, no como “el ejército de reserva industrial”, sino como “una creciente población excedente”, que coexiste con “un exceso de capital”. La diferencia está en que esta población [excedente] no puede ingresar al proceso laboral porque es superflua para la producción de plusvalía. A lo que nos referimos hoy con “desempleo”, es a la población de aquellos trabajadores que están completamente excluidos del empleo productivo del capital. Es más, esta masa es mucho, muchísimo más grande que la que se definiría como desempleada en la economía burguesa. No es lo mismo que te excluyan de “un trabajo” y que te excluyan del “empleo productivo”. En pocas palabras: puedes tener un trabajo y aún así estar excluido del empleo productivo del capital. Por ejemplo: todo soldado tiene “un trabajo”; pero no se emplea de manera productiva, es decir, no produce plusvalía.